lunes, 16 de enero de 2017

Y Dios creó al hombre ¡...dita sea!

¿Quién anda ahí? ¿El hombre? ¡...dita sea!


Dice la Biblia que Dios creó todo lo imaginable e inimagible de lunes a viernes y el sábado, que parece que se levantó con ganas y buen ánimo, se puso a juguetear con el barro, así como el que no quiere la cosa, y le salió un hombre. ¡Vaya por Dios! Y hasta se le daba cierto aire, eso que se dio en llamar a su imagen y semejanza, lo que no quiere decir que fuera igual, simplemente el mismo Dios se tomó como modelo y le salió parecido, semejante, que no igual. ¡Qué cosas! Con lo bien que le había quedado todo lo imaginable e inimaginable y puso al ser humano sobre la Tierra. Que la verdad es que yo me alegro y agradezco que así fuera y que su Divinidad decidiera crear a nuestros tatatatatarabuelos. Pero claro, visto lo visto y según cómo se interprete, hay quién piensa que esta no fue una buena decisión y solo ve al hombre como un usurpador una ingerencia innecesaria en la perfección de la naturaleza.

Hasta ese mismo momento de “Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”, la vida era todo paz y armonía, el león se paseaba por la sabana, porque entonces había mucha más sabana, aún no se habían inventado las urbanizaciones cerradas, y saludaba a las gacelas, los ñus, los elefantes grandes y chicos y estos le devolvían educadamente el saludo.

-         Buenos días gacelas, buenos días ñus, buenos días elefantes y elefantitos, me voy a desayunar unos juncos a la orilla del río.
-         Buenos días, su majestad del reino animal

Contestaban los súbditos ante la presencia de tan guedejudo soberano.

Pero ¡Ay, cuándo llegó el hombre! Entonces todo se torció. Al principio no, aquel matrimonio en apariencia tan amable y jovial iban a lo suyo, un fruto de aquí, otro de allá, unas raíces de estas, unos tubérculos de aquellos, porque como era el paraíso, las patatas se podían comer sin necesidad de ser cocinadas, ya brotaban tiernas de la tierra. Otros ratos se hacían carantoñas, otras copulaban, otras se aburrían y otras pensaban en otras cosas. Si acaso más la chica, que ya se sabe, si el ser humano es el mal, la mujer ya ni te cuento, que así lo afirman especialistas los especialistas en psicología femenina que colaboraron para escribir la Biblia. Él no pensaba en nada, bueno, sí, en copular todo el rato. Luego vino lo de la manzana, luego que si nació Abel y luego Caín. El primero era dulce y amable, cuidando sus ovejitas, mientras se deleitaba con los frutos de los árboles, pero el otro no era de la misma naturaleza, era más retorcido, se parecería a su madre, por supuesto. Sea por esto, sea porque no tenían una abuela que les hiciera comidas ricas, tartas, natillas o dulce de papaya, a Caín se le metió entre ceja y ceja el comerse una de las ovejas de su hermano y en una de estas, pues ya sabemos lo que pasó, que le partió la crisma con una quijada de burro. ¿Se puede ser más animal? Y así, rodando, rodando y quijadazo va y quijadazo viene, hemos llegado hasta lo que somos ahora, los mismos usurpadores que queremos adueñarnos del espacio de los animales y hacernos los amos absolutos de la naturaleza y por si esto fuera poco, hasta queremos aprovecharnos de ella y comernos a los pobrecitos bichitos.

Una falta de respeto absoluto por la naturaleza; menos mal que siempre queda quién se preocupa por los animales y se desvela porque vivan plácidamente, les ofrecen sus casas, ¿qué digo ofrecer? Les entregan las llaves y les dejan que gocen del hogar ellos solitos, durante todo el día; les sacan de ese medio hostil en el que nacieron y les ofrecen las comodidades que el progreso les ha acercado al alcance de la mano, el sofá, la alfombra al lado del radiador, el aire acondicionado en verano, una bañera para sumergirles en agua calentita, champúes desparasitadores, champúes suavizantes, champúes para fortalecer las raíces, piensos para equilibrar la dieta a base de proteínas, minerales y fibra, por aquello de... Si hasta pueden ver la tele, sin olvidar esas largas conversaciones con los amos, aparte de eso de que te pongan un nombre. Esas ropitas para no pasar frío en invierno, el gentil dueño que se preocupa de recoger lo que al animalito se le desprende vía rectal. ¿Cabe un mundo mejor? ¿Cabe mayor respeto e integración con la naturaleza? Es la mejor manera de volver atrás, de regresar a aquel estado puro de felicidad que un día fue.


Lástima que haya quién no quiere entrar por el aro, como esos de la tauromaquia, que disfrutan viendo la sangre derramada del toro, al que le hacen todas las perrerías posibles para enfadarle, mucho, mucho y obligarle a atacar. ¡No hay derecho! ¿Alguien se imagina a un toro atacando con semejante furibundez si no es porque les cabrean? Se rumorea que para conseguir tales reacciones, antes de salir a la plaza les insultan y todo, pero así, con inquina. Les crían ahí abandonados en el campo y les hacen pasar por lo menos cuatro años a la intemperie, sin un hogar en el que descansar, un sofá dónde estirar las pezuñas, ni una tele plana para ver los reportajes de naturaleza de la dos. Sin ducha, ni calefacción, ni aire acondicionado, ahí con sus compañeros de manada, sin intimidad, todos juntos. No hay derecho. Les obligan a comer la hierba del campo, las bellotas de los árboles y las comen del suelo, sin lavar, ni pelar, ni tan siquiera echarle una gotita de aceite de oliva extra virgen Hojiblanca del 0,4 de acidez. Eso no se puede consentir y no lo vamos a consentir. Porque si entramos en lo que les hacen en esas infamias, esos nidos de barbarie, esos agujeros de podredumbre que son las plazas de toros... Todo era paz, todo era alegría, todo era maravilloso, perfecto y Dios creó al hombre ¡...dita sea!


Enlace al programa Tendido de Sol del 15 de enero de 2016:
http://www.ivoox.com/tendido-sol-del-15-enero-de-audios-mp3_rf_16333582_1.html

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