miércoles, 22 de marzo de 2017

Que lo de Navarra no va en serio, ¿no?


Los legendarios toros navarros se echarían las pezuñas a la testuz si vieran en lo que quieren convertir la fiesta en su tierra




Esto de ser aficionado a los toros modo apasionado se está convirtiendo en una actividad de riesgo, que no salimos de un indulto de Manzanares a un mulo en Illescas, que nos vuelven con el de López Simón en Fallas, incluyendo en el paquete la penita que a los dos señores estos les daba tener que usar el estoque y entre tanto nos han dejado conocer las ocurrencias que las cabezas de unos políticos han pergeñado como novedades para otro reglamento taurino en Navarra. Que no digo yo que no esté bien modificar las normas para garantizar la seguridad en espectáculos como pueden ser los encierros, pero estos “legisladores” parece ser que quieren colar entre col y col, lechuga. Eso no, nos vengan por detrás, no quieran ponernos un par a la media vuelta, si quieren torearnos, adelante, pero vayan por delante, porque si no, igual empezamos a pensar mal. Primero que muy valientes no son, que muy claros tampoco y que además tienen mala conciencia o simplemente se andan con negocios turbios que quieren que cuelen por la patilla.



Todo indica que la fiebre liberalizadora de algún sector de la política española, ha llegado al toreo. Fuera regularización, a partir de ahora todo vale o mejor dicho, no vale nada que no dicten los caprichos de los que manejan todo esto, empresarios y “profesionales”, que son los que saben. Y si usted es aficionado y quiere opinar, porque al fin y al cabo será usted el que afloje la mosca, pues se aguanta las ganas y si acaso vaya perfeccionando eso de soltar la guita y callar, que hay veces que le falta práctica y ni llena las plazas, ni tiene la boca callada. ¡Chitón y a retratarse! Que tampoco hay que ponerse estupendo, que al fin y al cabo, lo único que pretenden es simplificar todo este jaleo de presidentes, que lo mismo te sale alguno díscolo y no suelta las orejas ni por asomo, que para contar dos idas al penco y seis palitroques, tampoco hace falta haber estudiado mucho. Que mejor dejamos las cosas en manos del señor empresario, que seguro que velará por los intereses del aficionado, sin tan siquiera que se le pase por la cabeza el engañar al que paga. Sería la primera vez, ¿verdad? Y que si además los actuantes están bajo su manto, que se anden con cuidado, que seguro que no les consiente ni esto, que hay que velar por los intereses del que paga. Si serán honrados, que hasta pretenden permitir que se puedan afeitar los pitones, pero avisando, ¿eh? Nada de meterlo de tapadillo, se le dice al respetable y así, con esa transparencia tan admirable, ya no es que se desternillen del aficionado, es que ya se descoj… en su cara. “Para que veas que no te engaño, te digo que he afeitado”. ¡Viva la sinceridad!



Que los señores estos tan avispados que se han metido en lo del nuevo reglamento navarro lo mismo se pusieron manos a la obra escuchando a los comentaristas de la tele cuando llenos de autoridad decían esa cosas de que el matador debe decidir que si se pica o no al toro, que si se el profesional es el que sabe, que no se puede poner coto al arte, que si las faenas duran tres días, pues que duren y esas barbaridades que a los aficionados les hace que le sangren los oídos. Eso sí, como no deben estar demasiado interesados en esto del toro, por ahí sí que no pasan, que esté el maestro en las que esté, a los veinte minutos, ¡pumba! Se acabó lo que se daba, el toro, desmochado o no, para adentro. Hay quien en todo esto ve maniobras antitaurinas., pero yo les confieso que ya me cuesta diferenciar si fechorías como esta vienen de la mano de los antis o de los más antis del mundo del toro. Que hasta no me extrañaría que los gobernantes actuales en Navarra hubieran pensado en hacer una gracia, un guño al taurinismo y para ganar tres votos más, para que vean que no pretenden prohibir las corridas de toros, pues nada, se dedican a dinamitarlas, que es mucho mejor, ¿verdad? Claro que sí.



Que igual todo esto se acababa con un único reglamento, quizá con especificidades propias del tipo de festejo popular de cada sitio, con sus especificidades particulares. Pero es que al final, lo mal hecho acaba saliendo. Recuerdan cuando el señor Corcuera, sí, el de la patada en la puerta y ya de paso el de la patada a la fiesta, permitió lo de los mil reglamentos, lo de las dos varas en lugar de tres, la trampa del guarismo para poder lidiar toros una temporada antes, luego lo de la cultura y tantas y tantas aberraciones que los sucesivos gobiernos nacionales y autonómicos han ido apadrinando sin sonrojo. Y lo que es peor, que hasta sacaban y sacan pecho tras perpetrar semejantes melonadas. Pues nada, sigamos con el folklore, aunque yo le sigo dando vueltas al caletre y a lo del reglamentito en ciernes; que lo de Navarra no va en serio, ¿no?


2 comentarios:

Anónimo dijo...


A donde vamos a llegar... Delirante como se lleve a cabo.

Rigores.

Enrique Martín dijo...

Rigores:
Seguro que la afición navarra no os váis a quedar de brazos cruzados.
Un abrazo