lunes, 5 de junio de 2017

Toros que no olvidan y toreros que no se acuerdan


La esperanza de los Cuadri se quedó en lo que se quedó

Al fin llegó la tan ansiada tarde de los Cuadri. Para muchos parece que es la primera y la última de la temporada, tanto borrego, tanto medio toro, tanto animalejo desfondado, que al final no queda otra que agarrarse a Cuadri, pero Cuadri no es el bálsamo de Fierabrás, ni la purga Benito, ni tan siquiera esas gotitas de aceite caliente que curan todos los males, Cuadri es una ganadería de bravo, que como todas, tiene sus altos y sus bajos y ahora parece que se está más cerca de esto último, aunque no seamos injustos y reconozcamos también el mérito a los toreros, que lo tiene y mucho. Nuestro reconocimiento a Robleño, Castaño y Venegas, que con su prácticamente nula capacidad lidiadora, la falta de sitio y disposición, han conseguido hacer aún peor la corrida. Quizá ellos estén más acostumbrados de lo que parece al toro que se deja mejer el dedo en el ojo, el pico en el otro, pegar trapazos a tutiplén, dejarle a su aire durante la lidia y que el animal no lo acuse; pero claro, estos mocetones de por allí abajo son otra cosa, a estos les haces una y te la guardan, les haces dos y te esperan y si les haces tres, se convierten en imposibles. Y eso a los buenos, así que a los que no son tan buenos. Imagínense ustedes.

Se repetía el cartel de otros años, con la misma ganadería y la misma terna, lo que empieza a parecer el cajón de sastre de la feria, los que no entran en otras combinaciones, a la de Cuadri, cuando quizá algunos no deberían volver a anunciarse jamás con este hierro, pues ya no es la primera vez que aunque suponga hacerles las cosas al revés de lo que pide el toro, ellos se empeñan en hacer siempre lo mismo o eso, simplemente lo contrario y si no, ahí está el señor Robleño, consumado especialista en destormar toros, especialmente de Cuadri. Con lo fácil que lo había tenido para que se viera que sus toros no eran un dechado de bravura. Pero el camino fue el de dejar que el primero se estampase contra un burladero, dónde incluso el toro se astilló un pitón o permitir que el picador le picara en la paletilla, tras una pronta arrancada al caballo. Ahí empezó a dar signos de no poderse sujetar demasiado bien en pie. No hubo opción en la segunda vara, el animal estaba desriñonado. En esas condiciones había que cuidarle demasiado y Robleño se limitó a tirar de trapazos destemplados con el pico de la muleta, para que al final ya sin poder dar un paso, echara la cara arriba, aunque el maestro insistía en darlos de uno en uno. Luego vino un pinchazo y un bajonazo. En el cuarto, quizá por la molestia del viento, cambió la lidia al burladero del seis. Salió el Cuadri pegajosillo y revolviéndose rápido. Primer puyazo trasero, mientras el toro cabeceaba bastante, lo mismo que en la segunda vara, dónde l echaba la cara arriba, ante un puyazo en la paletilla. La verdad es que el picador se empleó a gusto. Seguía molestando el viento en la faena de muleta, comenzada con airosos banderazos, sin pararse quieto, como si estuviera regañado con el toro. Mucho pico, demasiados enganchones y carreras en exceso, para desplegar un toreo ratonero, tratando de que colase por una faena épica, cuando no era otra cosa que el que el matador no acababa de tener muy claro por dónde tirar. Y mientras se embarullaba a placer, cada vez se acercaba más a toriles, para concluir de metisaca y otro bajonazo.

El primero de Javier Castaño, tras apenas tres capotazos, daba la sensación de que renqueaba de las patas, las manos de atrás según la terminología televisiva, pero si lo dejamos en las patas, igual nos liamos menos, ¿no? Fue a topar en el caballo que montaba Pedro Iturralde, que se agarró bien con el palo. El toro plantó pelea y a poco que casi derriba, pero el jinete supo defender y salvar su montura. Le pusieron más lejos en el segundo encuentro, tardeaba bastante, entre otras cosas gracias a la colaboración de los toreros que no paraban de moverse, mientras Iturralde intentaba llamar la atención del toro moviendo el caballo. Se acabó arrancando con cierta alegría, para volver a recibir castigo. Esperaba un poquito en banderillas, bien lidiado por Marco galán, con suavidad y pocos capotazos. El toro parecía que iba a ir en la muleta, pero el abuso del pico, las carreritas, el no parar quieto y el no aguantarle desembocaron en un injustificable encimismo que ahogaba las embestidas, en muletazos de uno en uno, más ese arrimón que parece querer ablandar los corazones, pero no. Un pinchazo yéndose de la suerte, más un sartenazo muy caído otro pinchazo más que no justificaba tomar el verduguillo, lo que a Castaño parecía no importarle demasiado. El quinto salió rebrincado y tras unos cuantos trapazos, se lo paró el peón. En el caballo rehusaba el caballo incluso a un palmo del hocico; finalmente le picaron trasero y apretando bien, haciéndole la carioca, mientras el toro mostraba fijeza y metía la cabeza, para acabar yéndose del peto. En el segundo encuentro le metieron entre las dos rayas, no permitiendo que se viera el efecto del prior puyazo en el comportamiento del Cuadri. Marronazo en la paletilla, le siguieron pegando bien, aguantando los arreones del toro. Con la pañosa en la mano, daba la sensación de tener poco clara la forma en que plantarle cara al animal. Tirones por el lado derecho, retirándole la muleta de repente, pero curiosamente en el momento en que le corrían bien la mano, más o menos baja, el toro alargaba el viaje. Pero la tónica fue la mano alta, desde fuera, tirando de pico y muy próximo a tablas, aunque la duda es si como refugio del toro o del torero.

José Carlos Venegas se las tuvo que ver con el que parecía el más pasado de kilos de todo el encierro. No paró quieto un momento en el recibo, no tardando en darse la vuelta perdiendo terreno hacia afuera, manifestando demasiadas dudas. Cumplió sin más el toro en la primera vara, dónde recibió de lo suyo y trasero. En la segunda se distraía, mientras los de los capotes tenían el baile de San Vito. Al final, cuándo fue lo hizo con la cara alta y derrotando en el peto. Al comienzo del trasteo mostraba un molesto calamocheo que lo hacía más peligroso ese solo acompañar la embestida y sin mandar en ella. Mucho trallazo sin rastro de temple. Un primer derrote por el pitón izquierdo al no bajar la mano, y otro, hasta que le enganchó y le pegó un revolcón, pero en lugar de intentar enseñarle a que humillara, hacía todo lo contrario. En el sexto se encontró con un toro que cabeceó en el caballo, aunque cuándo empujaba para afuera mostraba más fijeza. En la segunda vara cabeceó aún más. Muy mala lidia, nefasta, organizándose un auténtico desmadre en el segundo tercio, con una imagen poco edificante de los banderilleros. El toro estaba muy aquerenciado próximo a tablas, pero no había nadie que lo sacara de allí, dónde le siguieron haciendo mil perrerías .Fue protestado por inválido, pero curiosamente se caía cuándo le pegaban tirones con los capotes y en todo ese tercio de banderillas solo dobló las manos una vez. Quizá habría sido recomendable que el matador lo hubiera sacado de allí, pero optó por no cambiarlo de terrenos. No volvió a flojear durante toda la faena, a pesar de la multitud de trapazos. El animal parecía que hasta seguía el engaño, pero Venegas no parecía poder pasar de la pelea, sin correr la mano, soltando el trapazo, carreras, enganchones, muletazos de uno en uno, encimista y hasta pesado. Concluyó con un bajonazo más allá incluso de la paletilla. Cómo suele ocurrir cuándo aparece el toro, la diversidad de opiniones no parece tener límite, los hubo, los menos, que salieron encantados con la corrida, optimistas los ha habido siempre; los que todo lo vieron negro, que sin extremismos quizá se acercaban más a la realidad y los que se quedaron entre dos aguas. Si hasta los hubo que agradecieron la disposición de los coletudos, pero lo que está claro es que se trataba de toros que no olvidan y toreros que no se acuerdan.


Enlace programa Tendido de Sol del 4 de junio de 2017:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí me pareció que se movía mas que la del año pasado, pero que también sacó mas mala leche. Me pareció una corrida áspera, mansa y difícil, sobre todo para toreros poco placeados, que además, se empeñan en querer torear de forma automática, en lugar de aplicar la lidia necesaria que les permita estar airosos con el toro. Corrida a la antigua, con animales que, por lo menos daban miedo que es lo mínimo que debe dar un toro. Algunos blandearon mas de la cuenta, pero en conjunto, no me moví de mi asiento. El día de Ponce lo abandoné a la entrega de su segunda oreja. Un saludo. Rigores.

Anónimo dijo...

Como dice Rigores, a mí también me dio la sensación de mayor movilidad que el año pasado, a lo que he de añadir aspereza y picante. Algo justos de fuerza, con más movilidad hubiéramos visto otra cosa pero yo tampoco me moví de mi asiento. También tengo la sensación de que, por incapacidad de los componentes de la terna, taparon los toros. Sus carencias las intentaron suplir con pelea y toreo de cercanías, lo cuál hizo que los toros se defendiesen y protestasen en exceso. Ya sabes que no me gusta el concepto de Ponce, pero seguro que hubieran lucido mejor en sus manos. Me quedo con lo que dice el maestro Ruiz Miguel, al toro se le tiene que hacer todo con suavidad, las brusquedades no son buenas.

Robleño, al cuál respeto por el ganado que torea, me parece lo mismo de siempre. Muy encimista y ahogando la embestida del toro. Tengo la sensación de que sale a pelear más que a torear. También siento respeto por Venegas y me da un poco de lástima por Castaño porque no le veo, creo que no está ni física ni mentalmente. Sin embargo es un matador al que siempre me gustará ver en Madrid porque es de los poquitos que nos permite ver al toro en todos los tercios. Picadores que con otros pican mal, con él al menos intentan hacer bien la suerte, siempre que puede pone al toro en el caballo más de las dos veces reglamentarias y lleva una buena cuadrilla. Digo yo que el espectáculo lo es en todos los tercios, no sólo en el último. Al menos ese es mi gusto.

Un abrazo
J.Carlos
Me quedo con algún buen par de banderillas de Fernando Sánchez y la gran brega de Marco Galán.

Curro dijo...

La corrida fue mansa, pero con los matices de la mansedumbre en Cuadri. Pîenso que los tres últimos toros podrían haberse ido sin alguna oreja al desolladero, pero claro, ayer no brillaron por su presencia las lidias adecuadas, los corazones de acero, las mentes lúcidas; vi mucho destoreo, mucho banderazo que descomponía y enseñaba a embestir mal, mucho colocarse al hilo del pitón, a darlos de uno en uno y con la muleta retrasada, a ver qué es lo que escoge el bicho y que me dé tiempo a quitarme... sí, ya sé que que había que tener los del caballo de Espartero y la cabeza y la muñeca de Dámaso para echársela al hocico al sexto y pegarle tres tandas de cuatro y el de pecho ligados, pero es que es Madrid, sólo así puede crujir aquello, si no eres capaz de hacerlo creo que lo mejor es que recapacites y te subas al tendido a ver si hay otro que sepa y pueda hacerlo.
Mal ayer Castaño, que quedó descubierto por el buen hacer de sus banderilleros Galán y Leal, el toro pareció uno cuando le hicieron bien las cosas ellos con el capote y otro cuando él se dedicó a los banderazos descompuestos y al destoreo. Otro despropósito fue hacer la rueda los subalternos en su segundo toro y mandar a Galán a ¿"banderillear"? dos veces mientras que nos dejó ayunos de ver al gran Fernando Sánchez pasar dos veces en cada toro, que es lo que demandábamos todos. Castaño debería tomarse un retiro espiritual y replantearse las cosas. Debería llevarse con él a su antiguo subalterno, Adalid, que ayer estuvo irreconocible, no sé por qué.
Don Enrique: estoy hasta la taleguilla de ver "ganado de garantías, que colabore, con clase"... y todas las memeces que llevo viendo desde que comenzó hace casi un mes la pgodugción del pgodugtog; lo de ayer no me gustó, esperaba más, mucho más de Cuadri, pero no me aburrí, porque había Toros en el ruedo, con sus deficiencias, con sus cosas, pero encastados y alguno para echar la moneda, lo que eché en falta es alguien que supiera y pudiera echarla.

Anónimo dijo...

Mansedumbre hubo,pero la mala lidia la puso más al descubierto.Los tres matadores a la deriva.
Me imagino a los "maestros" de cabeza y enorme poderío con estos galanes corriendo más que en los San Fermines.
M.D.S.