martes, 19 de septiembre de 2017

Que no nos falten las banderas


Ahí tienen todas las banderas de España, algunas incluso de cuándo ni imaginaban que después vendría la roja, amarilla y roja. Que cada uno elija la que prefiera, pero por favor, una vez hecha la elección, no me expliquen el por qué, porque igual ahí dejo de entender sus motivos
(Fuente: ABC, Historia Militar)

¡Ay Señor! Si usted alguna vez se ve falto de recursos o sin demasiada maña para hacer algo y no quiere que se le note, ponga una bandera por delante, que lo mismo favorables que desfavorables se quedarán enganchados a ella. Lo mismo que parece que no hay mejor cosa para ofender, que tirarle a la cara a alguien esa bandera que supuestamente muchos dicen querer tanto. Que la quieren, pero que la usan como arma arrojadiza y elemento de discordia contra los demás ¡Qué cosas! Y yo que me pensaba que lo que se quiere se protege y no se usa para embadurnar de lodo al contrario, que igual era mejor intentar convencer que ofender. Pero, bueno, esto también son cosas mías, igual a otros les motiva eso de poner su bandera, la que sea, expuesta a que se la hagan jirones, aunque sea en sentido figurado. Todos tenemos nuestras banderas, rojas y amarillas; rojas, lilas y amarillas; tricolores, esteladas, con la cruz de San Andrés, con barras y estrellas; rojiblancas, será por banderas. Pero a veces hay que saber cuándo y cómo sacarla, porque aunque sea un trozo de tela de colores, si la imagináramos como una persona, quizá al exhibirla en ciertos lugares, hasta ella misma podría sentirse incómoda; entonces, mejor protegerla.

Yo soy partidario de que cada uno, en su casa, viva la bandera que quiera, incluso en público, de eso no hay que avergonzarse, pero ya digo, no la pongamos dónde ella pudiera sentirse incómoda. El señor Padilla, con una larga trayectoria de provocación, con todos mis respetos, y si no que se lo pregunten a los viejos aficionados de la plaza de Madrid, puede tener las ideas que mejor considere, ni tan siquiera voy a entrar en si enarbolo una bandera pre/ anti/ pro o paraconstitucional, pero si tanto ama, como afirma la fiesta de los toros, quizá no sea esta la mejor manera de defenderla y darle herramientas a tantos que se han construido un cliché absolutamente erróneo de lo que son los protagonistas del mundo de los toros. Y en lo de protagonistas incluyo a los aficionados, por supuesto. Evitemos alimentar la idea de que en esto solo nos encontramos gente de un determinado espectro político, entre otras cosas porque nos va a resultar muy complicado encontrar a políticos de la izquierda que pierdan ese estúpido complejo de progresismo equivocado que salgan a dar la cara y se declaren rotundamente aficionados a los toros. Yo conozco a alguno, que se parten la cara por el toro, que declaran sin dudarlo su progresismo ideológico, incluso con cargos importantes, pero a los que su mismo partido tampoco parece que les dé suficiente apoyo en cuanto a esto, o al menos esa es la idea que parece percibirse desde fuera. 

Habrá toreros de ultra derecha, de dere cha, de centro, de izquierda o ultraizquierda, como también los habrá a los que la política creen que no les afecta, pero, ¿y qué nos importa a nosotros?  Que habrá quién me diga que no hay que mezclar toros con política, que quizá también diga que no hay que hablar de política y hasta puede que diga que no le interesa la política y que lo único que consiguen es que lo que uno escuche sea que no quiere escuchar tus opiniones, pero que tú tendrás que tragar con las suyas. Y entonces es cuándo yo me pregunto, ¿realmente no quieren mezclar toros y política? ¿No será que sus pretensiones sean el que yo me amolde a sus ideas? Vamos, que de aquí a lo de la unidad de todos los taurinos y aficionados al ritmo que marcan unos pocos taurinos, hay un paso. Que pasamos del gesto de un torero de decidir no poner banderillas al oír cómo pitaban los colores de su bandera, a otro que da la sensación de pretender imponer esos colores a todo el orbe, ante el grito de “os jod…”. Y ahora esto del señor Padilla, que ha pedido disculpas, que a algunos les pueden parecer más que para pedir perdón, que tampoco entiendo por qué, para que le dejen en paz y quede zanjado el tema. Pero a veces las excusas y las explicaciones no hacen sino emborronar aún más. Porque vale, no se dio cuenta, pero, ¿no tenían ojos en la cara los miembros de su cuadrilla para avisarle? ¿O quizá es que no les parecía nada anormal la bandera? Mejor no pensarlo, porque por muchas cábalas que se hagan, solo ellos saben la verdad, que por otro lado es cosa suya y a los demás no nos debe importar, faltaría más. Y juro que nunca pensé en escribir sobre el tema. Eso sí, si tanto aman a su bandera, a esta fiesta y a la cohesión nacional, quizá pueda haber otros caminos menos pedregosos, pero eso sí, por favor, y a pesar de los pesares, para los que necesiten reafirmar sus convicciones o identidades, que no nos falten las banderas.


Enlace programa Tendido de Sol de 17 de septiembre de 2017:

2 comentarios:

MARIN dijo...

Enrique:
Que a mi esto de la política me da repelús. Que me las trae al pairo vaya. Y, aún teniendo ideología de izquierdas, te digo que la fiesta no debe politizarse. Ni el fútbol, ni el teatro, ni la paella de los domingos con la familia... Mal vamos. Pero también me hago una pregunta oiga: ¿Porqué mostrar la republicana o la estelada es de progres y la que llevaba Padilla es un escándalo?. Vivimos en un país de extremos, donde pasamos del blanco al negro en un plis, y lo peor de todo, queriendo imponer nuestro criterio al mas pintao. Antes la derecha, ahora la izquierda. Antes el machismo, ahora las feminazis. Y así hasta el fin de los siglos amén.

Insisto, aún importándome la política un rábano, soy de izquierdas, y me da igual lo que Padilla se quiera poner. Pago por verlo torear...o no. Solo eso. Ya este hombre ha pedido perdón, lo haya hecho voluntariamente o no. Lo que si me parece grave es que la gente se haga selfies con Otegui. Eso si que es peligroso. Lo otro, lo de las banderitas de marras, es pa jartarse de reir oiga.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Ya sabes de mis ideas. Lo de Otegui, pues mira, le pillaron, cumplió sentencia y tiene derecho a rehacer su vida, lo que no quiere decir que se le tome cariño, ni que se le permita todo, pero a Otegui y a tantos otros. Lo de la bandera de Padilla, pues a mí sí que me molesta, que no lo decía en la entrada, pero me molesta cualquier bandera que se haya utilizado para matar a otros españoles y esta se utilizó para ello, nació de un golpe de estado, originó una guerra fratricida y durante décadas obligó a muchos compatriotas a exiliarse, a callar, a vivir con miedo y a no poder saber nada que no decidiera el régimen. Hay quién habla de orígenes históricos, que si los Reyes Católicos. Bueno, pues los Católicos no tenían ni idea de que en España iba a haber una bandera roja y amarilla y tampoco creo que usar símbolos establecidos por estos monarcas pueda ser motivo de orgullo, porque la historia tiene estas cosas, que a veces tiene luces y otras demasiadas sombras y yo no puedo admitir que en mi bandera asome el símbolo bajo el que se expulsaron a tantos compatriotas, por el simple hecho de ser judíos y si no, se les hizo la vida imposible. Que entiendo que a Padilla le pueda resultar motivo de orgullo, allá cada uno, pero, sobre todo con lo que le está cayendo a los toros, quizá podría pensarse mejor las cosas. Que para los que no nos quieren, les será muy fácil hacer extensivo eso de que todos somos como Padilla y eso... Yo de Padilla, y mira lo que te digo, no envidio ni el vestirse de torero. Lamenté su accidente, muchísimo, pero igual que otros, hayan llegado o no, son para mi un ejemplo y motivo de profunda admiración, este señor me provoca ciertos reparos. Mira que va a ser verdad eso de que se torea cómo se es. Y torear...
Un abrazo, siempre fuerte y en este caso, mucho más y mi agradecimiento por mostrar aquí tu opinión, siempre ofreciendo los muslos y la barriga. Lo dicho, si es que se torea cómo se es.