lunes, 8 de octubre de 2018

Cuando se vive el toreo


Urdiales vivió el toreo

Lo de las creencias, las pasiones, las entregas incondicionales a una idea, los mundos heredados, los universos aprendidos y a veces no vividos, a veces te regalan eso mismo, el poderlos vivir, aunque sea por unos breves instantes, muy intensos, pero que siempre se hacen cortos. Y el toreo, esa creencia que tantos profesan, unos porque lo vieron un día, otros porque se lo contaron y todos, porque lo quieren volver a sentir, hay veces que te besa en los labios, te abraza y te hace sentir cosas que no se pueden explicar y además, que nadie lo intente, es imposible. Puede exteriorizarse con exabruptos, alaridos, silencios crispados, muecas, lágrimas furtivas, pero explicarse. Se puede contar lo que ocurrió un día, un instante, pero lo que sintieron los corazones, ni lo intenten. O sí, inténtenlo y disfruten del no saber que decir y en este caso, de lo que sucede cuando se vive el toreo.

Y se ha vivido con una interesante corrida de Fuente Ymbro, con sus cosas, incluso con algún manso de manual, con comportamientos cambiantes a lo largo de la lidia, con un buen tercero que su matador tiró por el retrete y un sexto que un peón crecido con los aplausos inutilizó a base de tirones con el capote. De presencia aceptable para estas alturas de año y por momentos exigentes con sus lidiadores, con la pega, que no es pequeña, de que no fueron picados, ofrecieron esa imagen del toro moderno, que no aguanta ni medio puyazo y eso que uno de ellos derribó al caballo. Al primero lo recogió Urdiales por abajo, llevándolo toreado, siguiendo en buen tono en los primeros lances en pie, pero ahí ya empezó a flojear el de Fuente Ymbro, saliéndose del engaño. Un garboso galleo por chicuelitas del riojano para poner el toro en suerte, rematadas con una larga con aires cordobeses. Después de los dos picotazos de rigor, el toro ya parecía un moribundo. Apretaba cuando veía los toriles de fondo, aunque estuvieran muy al fondo. Le tomó Urdiales con la muleta con muletazos por ambos pitones, con torería y llevándolo, para continuar con la diestra en una tanda muy molestado por el viento, aparte del vicio del animal de vencerse por ese pitón derecho. Tuvo que buscar los papelillos y tirar del Fuente Ymbro a esa zona menos ventosa. Naturales de uno en uno, el toro no acababa de tener continuidad y para colmo, asomaban los enganchones. Cambio a la diestra, uno suelto, limpio, de nuevo al izquierdo y el quedarse el toro le obligaba a tener que volver a cruzarse, impidiendo la ligazón y continuidad de la faena. Con el toro ya parado, el mejor momento fue una tanda de naturales arrancados a regañadientes al animal, obligando a tener que tirar mucho de él. Sucesión de intentos, para terminar citando de frente mientras no cesaba de escarbar y hasta soltaba algún arreón que otro. Uno estimable, para cerrar con una serie de adornos con gusto, muy toreros y culminar con un estoconazo, consiguiendo el primer trofeo de la tarde.

En su segundo parecía que Urdiales estaba pensando más en irse a casa, que en ponerse a hacer el toreo, pero caramba, caramba. Salió el cuarto doblando las manos, le dejaron de cualquier manera en el caballo. Sin castigo en la primera vara, costó que volviera de nuevo, deambulando la lidia por terrenos del nueve. Una capea en el ruedo, que cerró el Pirri llevando ante el peto al toro, que hizo sonar el estribo. Antes de que Urdiales se fuera al toro, el mismo Octavio Chacón auxilió a los compañeros para cerrar al toro y allá que se fue el matador. Tanteo a una mano por ambos pitones, intentando torear, para proseguir con la derecha, pero con tirones y hasta atravesando el engaño. Un derechazo muy largo y muy hondo, pero no parecía estar claro lo de continuar por ese lado, cambio a la zocata y ahí llegó una tanda de naturales imperiales, conduciendo al toro, tirando de él, templando, mandando, rematando atrás y quedándose colocado para el siguiente, ligando, gobernando las embestidas y el remate. Una tanda más y otra con la derecha, no del nivel de “esa tanda”, pero con fuste y torería. Remates muy toreros, para proseguir de nuevo por el derecho, una tanda citando de frente con la izquierda, dos muletazos espléndidos, un kikirikí y un natural rodilla en tierra para abrochar el milagro, ponerle el sello de Urdiales en el lacre y enviarlo todo al cielo. Una faena que transcurrió con esa naturalidad improvisada del que tiene el toreo muy bien asimilado, muy interiorizado, que no planeado de antemano. Un fluir que culminó con un estoconazo que le llevó directo a los brazos del alguacil que ya esperaba con los máximos trofeos en Madrid, dos orejas, dos vueltas al ruedo y los hubo que pidieron la vuelta al ruedo a un toro que se inventó el torero, pues él hizo todo, él hizo al toro. Y A partir de ahí, que si dos orejas, que si una, que si mil, da lo mismo, porque cuando surge el toreo, no se puede cuantificar en despojos, eso para otros que viven y matan por ellos. Claro que los disfrutará Diego Urdiales, pero lo que ha dado a la plaza de Madrid es mucho más que dos desechos de casquería. Eso no paga, ni pagará, el toreo.

Volvía a Madrid Octavio Chacón, quien desde su mayo triunfal parecía haber transitado por caminos de diferente trazado. Su primero parecía que no le iba a facilitar la ruta, frenándose ya de salida, yéndose suelto del capote y un caminar de medio lado nada halagüeño. Manos por delante, parones, queriendo marcharse, se fue suelto, cruzándose peligrosamente por el derecho y en su huída, acercándose a los terrenos del picador que tapaba la puerta, de dónde se le apartó, no sin riesgo. Le costaba ir al peto, siempre escarbando y en cualquier momento soltando un arreón. Bien conducido al caballo por Chacón, de dónde salió pegando respingos. Un manso de libro. Segundo puyazo cabeceando en el caballo, para acabar dándose el piro: Dos encuentros y el toro sin picar, lo que tampoco se consiguió en la tercera entrada, pues tras el picotazo salía escopetado a otros terrenos menos ariscos con él. Bien recogido de muleta por abajo, a una mano, templando las embestidas, pero sin poder confiarse ni un segundo. El toro siempre quedándose, y todo lo que le instrumentaba el espada cargado de mérito. Venga derrotes, la cara arriba, quedándose en el segundo muletazo y en una arrancada de repente, arroyando al matador. Continuó por el derecho y el panorama era idéntico, el primero mal, pero el segundo, imposible, que no había manera, uno y a por las zapatillas. Una entera algo más allá del rincón y una orejita, que costaba protestar después del quinario que pasó el gaditano.

Si el que hizo segundo era una joya, el que salió quinto era una joya engarzada en una mansedumbre apabullante. Ya se quedaba por el lado derecho de salida, aunque eso sí, derribó y todo al picador. En estas que Chacón perdió el capote, se apartó de la escena y en un arreón desde lejos se lo llevó por delante, quedando el torero enganchado por el pitón y aguantando derrote tras derrote. Parecía como si fuera un capricho eso de no calar, como si algo hiciera que el pitón no llegara al torero y se quedara unos milímetros antes. Hasta cuatro veces hubo de ir al caballo, la cuarta cambiándole la lidia, más a favor de querencia, en terrenos del seis. Siempre apretando para los adentros y complicando a los rehileteros. Ya con la pañosa, se lo sacó con muletazos por los dos lados, rematando con dos de pecho. Tirando de oficio, pero allí no había nada que hacer. El de Gallardo se fue a toriles, pues a toriles con él. No había manera, muletazo y a correr. Reservón, siempre al abrigo de las tablas y huyendo. Quizá el matador quería hacer con el toro lo que este no admitía y no le hizo lo que pedía a gritos, cuatro por abajo y a otra cosa.

A David Mora le tocó el lote de la tarde, algo que no resulta infrecuente, y se lo dejó escapar, lo que también ha sido siempre bastante frecuente. Pero es muy difícil aprovechar el toro bueno si todo se hace al revés. Capotazos echando el paso atrás, desentendiéndose de algo tan básico como poner el toro en el caballo, aunque fuera para que no le picaran y le dejaran el palo trasero; y eso que el animal mostraba fijeza, aunque solo peleara con un pitón. Se hizo desmonterarse a Ángel Otero por tirar dos pares de banderillas, pero ya se sabe, los aplausos por programa, que igual una tarde va con pseudónimo y no le hace caso nadie. Comenzó Mora el trasteo con muletazos por abajo, pero sin temple, ni mando, trallazos y más trallazos. Tirones y trapazos de todos los colores, derechazos y naturales con la muleta al bies, muy fuera y hasta arqueando el cuerpo. Le dio distancia, pero el resultado no variaba y mientras, el de Fuente Ymbro no se cansaba de embestir, hasta concluir con esa frase de “se va sin torear”. Que dice el matador que él no puede expresarse con esos pitos de fondo y esas protestas. ¡Caramba! Que se ponga, verá cómo cambia la música, aunque siempre le quedará el tenis o enrolarse en una sinfónica que ahí el silencia es religión. De la misma forma que en esta, la del toreo, el bajonazo es pecado mortal.

El sexto quizá fuera el más feote de todos, que ya en el segundo tercio fue devuelto, porque le dio la gana al señor presidente, porque el animal se rompió una pata, cuando quizá lo procedente hubiera sido llamar la atención a Ángel Otero por los tirones mientras lidiaba, que provocaron que el animal se dañara, y que el matador entrara a matar, pero no, salió una cabra de El Tajo, al que David Mora mandó al suelo en los mantazos de recibo. Puyazo trasero y el animalito empujaba y todo para afuera, con el pitón izquierdo; detalles que interesarán al ganadero, muy preocupado por cómo actúan los animales en el peto. La segunda vara fue algo más que un pinchazo, pero poco más. Tras dolerse de los palos, el diestro comenzó por tirones por abajo, siempre atravesando la muleta, para continuar con su habitual sinfonía de pico, enganchones, brazo estirado y ausencia de toreo. Mal día para soltar tal repertorio de vulgaridades, porque hasta los más entusiastas de la modernidad y el destoreo supieron que lo excelso no se puede explicar, si acaso contar, si acaso dejar escapar exabruptos, alaridos, silencios crispados, muecas, lágrimas furtivas, pero no explicarse, que eso es lo que pasa cuando se vive el toreo.

Enlace programa Tendido de Sol del 7 de octubre de 2018:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-del-7-octubre-de-audios-mp3_rf_29144442_1.html

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, bastante de acuerdo con tus comentarios sobre Urdiales. Sólo añadir que obligó mucho a los toros por lo que estos, si hubieran estado cortos de casta, no hubieran aguantado la lidia del riojano. Muletazos que quebrantaban mucho a los toros, de fuera adentro y de arriba abajo, enroscándoselos perfectamente en el remate. Por poner un pero a la lidia del cuarto de la tarde, decir que era un toro que venía de muy largo y hubiera estado bien que Urdiales le hubiese dado más metros, como hizo David Mora, pero sin torear!

Octavio Chacón estuvo hecho un jabato, con la cabeza muy bien amueblada. El segundo le dio todo tipo de problemas, perfectamente podría catalogársele de alimaña. Y Chacón supo estar a la altura y tuvo una vergüenza torera que ya hubiera querido para sí Talavante. Este toro, aun no siendo toro de caballos, le puso en suerte tres veces como gesto al aficionado que ha reivindicado el buen hacer del gaditano. Con el quinto poco o nada se podía hacer y, sin lugar a dudas, lo intentó a carta cabal. El proverbial quite a Ángel Otero en banderillas es quizás el más bello que he presenciado, ejecutado con temple y torería, por bajo y llevando al toro a la perfección. Destacar en su cuadrilla, como ya pasó en San Isidro, a Alberto Carrero, buen banderillero y oportunísimo en los quites. Tal vez el próximo Domingo Navarro…

David Mora muy por debajo de un tercero que era de dos orejas y tampoco supo estar a la altura del sexto, que era de una oreja. Ángel Otero bien en el segundo par de banderillas y en la lidia en general y Carretero bien con el capote.

En general bien los de Fuente Ymbro, con todo tipo de comportamientos. Desde el carretón hasta la alimaña. También de buena nota fue la novillada pasada. Así se viene a Madrid!!!

Un abrazo
J.Carlos

Rafa Diaz dijo...

Los aplausos no fueron para Angel Otero, como bien dices oor tirar las banderillas, fueron para los quites a la salida de las mismas de Octavio Chacón al menos en el sector en el que estoy, lo que pasa es que Angel creyó que eran para él. Y de acuerdo en que mal dia para torear en linea y desconfiado como ha estado David Mora, se ha dejado ir un toro que llevaba un cortijo por cada pitón. Un saludo

Angel dijo...

Muy de acuerdo con su visión de la tarde, un saludo.

Sebastián García dijo...

Octavio Chacón me hizo sentir miedo,y,eso es el toreo
Urdiales,nos demostró que se puede torear de verdad

Sebastián García dijo...

Buenas noches
Octavio Chacón ayer me hizo sentir miedo,y eso es el toreo,lo único que le achaco es el tapar la cara al toro al entrar a matar,por lo demás,unas faenas de macho
El señor Urdiales nos hizo soñar,disfrutar,y tener fe en que el toreo de verdad sigue existiendo,que no nos creemos lo que dice un señor de chiva,de que ese toreo con el toro moderno no se puede(con el suyo querrá decir) y,que no se puede torear sin el pico de la muleta
Que vea cien veces la corrida de ayer
El señor David Mora,pues lo que usted a dicho,una pena,y lo que más me fastidia es que un micrófono sevillano cruzando el rio,lo defienda,que diga que no entiende que no le dejen torear,que hay que respetar,que el no lo vio fuera de cacho...

eldesjarretedeacho.blogspot.com dijo...

Enrique hoy por hoy Urdiales es el que mejor torea y tú el que mejor escribe de toros.
Te cito : “ Una faena que transcurrió con esa naturalidad improvisada del que tiene el toreo muy bien asimilado, muy interiorizado, que no planeado de antemano.”
Saludos.

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo con lo por vd. escrito y en completo desacuerdo con los comentarios de los de la tele. Si no se pueden decir verdades, que por lo menos no digan mentiras. Que estén callados. A la muerte del buen tercero, que se oiga que Urdiales le cortó la oreja a su toro por darle pases de uno en uno, sin ninguna comparación a los toros que lidiaron, tiene bemoles.-
Rigores.

Unknown dijo...

Vamos a ser serios y acabar con el corte de orejas y otros desperdicios. Lo que tienen que hacer con los toreros de buen toreo, es darles contratos, muchos contratos, que es lo que de verdad les interesan a los toreros. Que le importa a Diego Urdiales, que le hagan justicia o no con las "peluas", que tanto contentan a la mayoría de los asistentes. Estemos atentos al trato en la próxima temporada y cuantos "me los llevo", se lo disputen. Atención al tío del bombo. Continuará...... Rafael Mellado Marín.