martes, 24 de mayo de 2022

El presidente que quería ser nuestro amiguito

Que bien vendría más de una tarde el que los peones pararan al toro, que se lo mostraran y que el matador no fuera a ver qué pasa 


Segunda novillada de feria o es la… no sé, uno ya se pierde, se le apelotonan las tardes. Y además una novillada, que buen día para irse con el vecino del cuarto a echar un partido de squash y luego unas cañitas, con toda libertad. Que si al menos toreara Roca Rey, todavía, aunque no sé si torea novillos o si esto cuenta para que él… No sé, me estoy liando, pero claro, como hay por ahí algunos que dicen que el peruano torea novillos, pues uno ya no sabe. Pero al final el vecino tenía junta de vecinos en la sierra y me ha dado plantón. Y nada, a los toros que me he ido; sin demasiadas ganas, porque yo soy de los que eligen las buenas. Novillos de Fuente Ymbro, para Manuel Diosleguarde, Jorge Martínez y Álvaro Alarcón. ¿Y quién les conoce? Serán unos chavales que están empezando, ¿no?

Pero vaya, uno que iba desanimado y se ha encontrado con una novillada más que interesante, que al final le han dado la vuelta al ruedo al sexto y ha salido el ganadero a darse la vuelta al ruedo. Un verdadero exceso, pero bueno, si cada tarde sale una corrida como esta, yo dejo que se den vueltas al ruedo hasta los de las almendras y los sombreros de paja de la manita. Que ya digo que dar una vuelta al ruedo, igual era porque el señor del palco, uno de los nuevos, quería hacerse amiguito de los niños que no llenaban la plaza. Que la verdad es que algunos de los del señor Gallardo eran un pelín demasiado anovillados, pero el interés no ha sido por el tamaño, sino por lo que han mostrado en el ruedo. Novillos con sus cosas, algunos con demasiadas cosas y otros que se toreaban solos. El primero, que le correspondía a Manuel Diosleguarde, salió flojeando y no se le picó nada. En la muleta acudía al engaño despacito y el salmantino le empezó toreando incluso sin demasiado piso, para a continuación apelotonar los muletazos, con algún que otro enganchón. Siguió ya pegando trallazos y el novillo apretando. Al menos tuvo el recurso de iniciar las tandas con un muletazo de recurso para alegrar al toro, detalle que más de uno podría aplicarse otras tardes. Pero la continuación no respondía a lo deseado, pico, distante, trallazos trapaceros y hasta citando casi de culo. Le dieron una oreja, que quizá sea demasiada recompensa para lo hecho. En su segundo no anduvo al tanto de la lidia, mal el picador que en el primer encuentro le abrió un ojal en el lomo al animal. Se montó una capea en la que todos o casi todos pillaron toro, mientras el matador solo andaba por allí. Parecía decidido a ir a por la segunda oreja, lo que resultaba muy posible tal y como iba la tarde, los toros embestían, el personal muy entregado y el señor presidente queriendo hacerse amigo de sus nuevos parroquianos, quién sabe, lo mismo se liaba a sacar esos pañuelos blancos que ahora parecen de usar y tirar. Afarolado de rodillas para comenzar la faena, pero en el segundo se enredó y quedó desarmado, que el novillo quería coger eso rojo a toda costa. Insistió de rodillas, esta vez con redondos con el pico. Ya erguido siguió pegando trallazos y tirones. Muy acelerado, lo mismo por uno que por otro pitón, para acabar con manoletinas, que si no las han visto nunca por lo novedoso, consiste en… ¿seguro que no las han visto antes? Y si había alguna posibilidad de una segunda oreja, un espadazo en mitad del lo cerró cualquier atisbo de triunfo.

Jorge Martínez se presentaba en Madrid y oiga, parece algo diferente a los demás. Que Dios le guarde y no aprenda lo que no tiene que aprender. Y me refiero a que le guarde no el novillero, sino… en fin. Ya de salida el animal le pegó una colada que era para pensarse las cosas. Se vencía por el izquierdo. Ni una facilidad del de Fuente Ymbro. Abanto, intentaba el Totanero meterlo en las telas, que no es que estuviera lidiando mal, a pesar de un desarme. Picado en buen sitio por Álvaro Marrón, acabó doliéndose en banderillas. En el último tercio el animal se colaba ya por todas partes, pendiente del torero, pero este viendo el peligro que allí había no se amilanó y siguió queriendo torear, un achuchón, nada cariñoso, pero Martínez lo tenía claro, con las lógicas carencias de un novillero, pero con el espíritu que todos deseamos en los novilleros, que si les dan un trompazo no se echen para atrás. Su segundo, el quinto, tampoco fue una perita en dulce, quizá le han tocado los dos con más complicaciones del encierro. A este empezó tanteando por ambos pitones y al coger la muleta con la derecha mostró una clara intención de embarcar al animal y torearlo. Lo logró por el pitón derecho. Si es cierto que estuvo irregular y que siguiendo con la zurda, tras recibir un empellón, atravesó la muleta, colada y al siguiente encuentro le levantó de mala forma, pero todo quedó aparentemente en nada. Y Jorge Martínez seguía teniéndolo claro. El novillo estaba con él, pero él estaba con el novillo, sacándole una tanda sin quitarle la tela de la cara y tirando de él. En el momento en que intentaba eso del pico, se le venía a él. No encontró la medida de la faena, pero sí que dejó otras cosas que no son las habituales de la modernidad. Una entera en el rincón y el señor presidente no concedió una oreja que quizá se habría ganado, pero lo hecho, hecho estaba. Eso sí, así el señor presidente no iba a tener nunca amiguitos. Con lo que enfada al personal la no concesión de un trofeo. Como si les mentaran lo más sagrado.

El tercero era Álvaro Alarcón, al quizá le tocó el mejor lote. Su primero una raspita feucha a la que después de trapacear dejó que deambulara por el ruedo. No se le picó y ya en el último tercio, el toledano se plantó en los medios con la muleta plegada, para pasárselo por la espalda. Continuó con muletazos trapaceros, destemplados, largando mucha tela, todo en línea, si acaso acompañando el viaje, metiendo el pico, demasiado perfilero y sin parar de dar pases y más pases. Una estocada entera, que por la ejecución diría que estaba caída, pero no lo puedo jurar, porque Alarcón se quedó con la empuñadura en la mano. Y que esto le pase a uno de Toledo, ya tiene delito. ¡Hombre! Que las mejores espadas son las de Toledo y Damasco. Al salir el sexto el personal aún rumiaba el cabreo con el señor presidente por no dar la oreja del quinto. Que él no quería, que él solo quería hacer amiguitos, que se está haciendo al puesto, entiéndanlo. Ese sexto salió rebrincado. En el caballo Antonio Muñoz le agarró bien la dos veces, pero atención a lo que les voy a decir ahora, el de Fuente Ymbro se dolió en banderillas, un dato muy a tener en cuenta después. Telonazos para iniciar el trasteo, sin llevarlo nunca toreado, iba y venía y él le ponía el engaño. Mucho pico, muy descarado, dejando que el toro le tocara la pañosa. Pico, toreo en línea largando tela sin pudor. Incluso se le metía por la ventana que dejaba al meter el pico. Despegadísimo, volviendo a citar casi dando la espalda. Estocada entera, traserísima y caída, pero el señor presidente sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo, en un ataque de enajenación se lio a sacar pañuelos. Dos blancos y un azul, sí ese de la vuelta al ruedo al toro; ¿recuerdan el dato de dolerse en banderillas? Pues eso. Hasta el señor gallardo salió a darse un garbeo por el ruedo. Pero todo el mundo estaba feliz, porque al fin el señor presidente se había puesto a dar trofeos, honores y hasta se dice que se pagó una ronda en la discoteca de moda del momento, la terraza del tendido alto del 6 y el 5. Y es que estaba claro, clarísimo, estábamos ante el presidente que quería ser nuestro amiguito.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

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