lunes, 5 de junio de 2023

Ese dulce regusto de lo inesperado

Cuando sale el toro, todo es m´s fácil y mucho más complicado y adquiere mucho más valor


Pues igual muchos esperábamos a estas horas el tener que lamentarnos con la corrida de Victorino Martín, por pensar que iba a salir un encierro mal presentado, toros blandos y mortecinos, simplemente echando mano de antecedentes no muy lejanos; y que habría que ponerse a elegir a uno de los seis para ver si simplemente era pasable, pero no, la sorpresa, al menos para quién escribe estas líneas, ha sido grande y muy agradable. Así, sin esperarlo, nos hemos encontrado con una corrida de toros, con todo lo que esto significa. De presentación impecable, alguno más grandullón y menos Albaserrada, pero no vamos ahora a quejarnos por eso y ponernos pejigueras… y repelentes. Toros a los que se les ha castigado en el caballo, que han tomado una primera vara y que la han peleado, aunque en la segunda solo se dejaran. Se les ha picado mal, se les ha lidiado peor, no se ha cuidado su colocación en el caballo, mucho desorden y los del señor Martín poniendo las cosas claras, o me mandas o te va costar hacerte conmigo. Y aquí empieza otra película, la de los de luces que iban a la deriva y que se han dejado ir la oportunidad de torear; torear de verdad, mandando, pudiendo, venciendo el genio desarrollado por los dos primeros y hasta con claras opciones de lucimiento, pero…

Paco Ureña quizá no ha entendido la tarde, era como si el viniera con una idea previa y los de Victorino se la han echado por los aires; y lo que es peor, con gran riesgo para su integridad, que el que haya que decir que afortunadamente no ha tenido que irse al hule, ya dice bastante. Que lo extraño es que haya podido seguir en el ruedo después de las palizas que se ha llevado y que nos ha cortado la respiración en más de una ocasión. En su primero, ya en los primeros compases con el capote se ha visto superado por el de Victorino. El toro se le venía y el espada se veía en apuros hasta para quitárselo de encima. En la muleta pretendía una faena al uso de pases y más pases, pero la cosa se le ha torcido, porque eso del pico, el no mandar y el tener que recuperar el sitio en cada muletazo, no era lo que mejor le iba a este cárdeno con genio. Y Ureña cada vez se iba alborotando más cuando el toro le comía el terreno, hasta el punto que en un momento le arrolló, quedando claramente conmocionado y con serias dudas de poder mantenerse en pie. Pico y más pico, sin cuidar el rematar abajo, el mandar en las embestidas, tirando por la heroica, por el drama, demasiados enganchones y sin ser capaz de asentar los pies en el suelo. Y a la hora de cobrar una estocada entera, se queda colgado de los pitones, sin que nadie se pueda explicar cómo ha podido salir con bien también de ese percance. A su segundo ya empezó a acortarle el viaje por ambos pitones. El animal ya mostraba que había que intentar llevarle con largura. Aquerenciado para los adentros en el segundo tercio, se lo sacó con la muleta pasándolo por ambos pitones por abajo, sin demasiada claridad, algo alborotado. Continuó abusando del pico, más dando aire que toreando, muy fuera de cacho. Tomó la zurda y la cosa empeoró, viéndose obligado a correr en cada trapazo, largando tela, hasta vulgar, yéndose por momentos antes de que pasar el toro. Embarullado, andaba a merced del toro, concluyó con un pinchazo y una entera delantera, que le sirvió para que se le diera una orejita de plaza de tercera, más porque el usía no aguantó el tipo como en los dos primeros de la tarde, que por los méritos del murciano. Ya en el quinto, empezó aperreado de salida, obligándose a darse la vuelta y ceder terreno hacia los medios. Maltratado en banderillas, en el último tercio el inicio fue con trallazos por abajo, sin parar de bailar. Pico mientras le atropellaba la tela, sin acabar de quedarse quieto, mientras el animal iba empujándole hacia terrenos de toriles. Siempre quedándose muy fuera, aprovechando el viaje en el segundo muletazo, deambulando por el ruedo buscando las palmas, seguro que pensando en la Puerta Grande. Pero la falta de recursos y de toreo eran evidentes, por lo que optó por el arrimón, otro arreón que le complicó innecesariamente y más y más trapazos. Acabó de media recibiendo que no estaba en mal sitio y por quedarse descolocado, el toro se llevó por delante a un banderillero. Lo que vino a continuación fue más que bochornoso, al negarse a tomar el verduguillo, permitiendo una agonía que no venía a cuento del animal, por más que se le reclamara que descabellara. Quizá hay conceptos demasiado equivocados en esto que llaman tauromaquia y que tanto difieren de lo que siempre fue el toreo.

Emilio de Justo, de la noche a la mañana le convirtieron en figura, pero él, sobre todo en esta feria, se ha empeñado en desmentir tales supuestos. Un torero que quizá entusiasme en otros lares y con otra afición, o incluso en Madrid cuando ciertos tendidos están poblados de partidarios dando vivas a su tierra, la del torero y la de ellos mismos, pero no da para superar un mínimo análisis de valores taurinos. Con su primero ya mostró de salida que no podía con él, teniendo que darse la vuelta hacia los medios y perder terreno, lo que sus parroquianos celebraron con entusiasmo. Ya en el segundo tercio parecía que empezaba a sentirse la incomodidad de los de luces. Trallazos de inicio por abajo, pico y enganchón, como aperitivo del trasteo. En los medios, abanicazos con la zurda, pero sin torear, pico y carreras y el toro, con su genio, no se lo ponía fácil. Pico y siempre fuera de sitio, siempre descolocado. Pico y pierna retrasada por el pitón derecho, el toro se hacía con el mando, mientras de Justo solo bailaba, inseguro, se lo acabó echando encima. Naturales de frente, para seguir corriendo tras el trapazo y otro y otro, para coronar dejándose enganchar la tela. Sin saber por qué sí, ni por qué no, emergieron los pañuelos, como guiados por un realizador de la tele sacando el cartel de aplausos, en este caso, “pañuelos”, sin que nadie sepa dar razones. Al cuarto le dio la bienvenida acortándole el viaje y sin poder parar al Victorino. Un toro que esperaba y media en banderillas. Se lo brindó en un bonito detalle a Álvaro de la Calle, pero quizá habría estado bien que le hubieran cedido alguno de los dos espadas un quite en un toro. De Justo ya empezó bailando en su inicio con la muleta. Le sacó más allá del tercio, pero sin excesiva confianza. Continuó en su especialidad, los cuartos de muletazo, quitándole la muleta de la cara, muchísimo pico y el toro yendo allá dónde le llamara, tropezándole el paño. Más pico, empezando a embarullarse, con la zurda, más de lo mismo, acortando las distancias y tomándose demasiado tiempo entre pase y pase, una eternidad, muletazos levantando la mano, saliéndose antes de tiempo, trapazos y más trapazos que el toro se iba tragando, pero que no conducían a ninguna parte, escuchando un aviso antes de tomar la espada. Cerró con un bajonazo en la tripa. En el sexto casi no había tocado al cárdeno, cuando ya se estaba metiendo en las orejas, no sabiendo sacar las manos para alargar las embestidas. Con el capote no era capaz ni de quitárselo de encima para ponerlo al caballo, obligando a dar más mantazos de los precisos. Muy, muy acelerado con la pañosa, sin torear, sin mando y sin parar de bailar. Enganchones, siempre fuera, exagerándolo mucho. Igual por el izquierdo, con el toro viniéndosele sin saber casi quitárselo de encima, todo con excesivas prisas, embarullado, cazando muletazos, intentando empalmarlos y largando tela. No dejando satisfechos ni a los de los vivas, ni a los que le animaban tuteándole desde el tendido, como si le conocieran de toda la vida de Dios. Una tarde llena de sorpresas, por un lado los de luces, a los que se esperaba en loor de multitudes como ases de la tauromaquia y que en tres toros cada uno han dejado algunas dudas y muchas certezas, como el que el toreo con mando es algo ajeno a ellos, que uno parece no saber salir del drama y el otro del pegapasismo vacío y tramposo. Y los toros, que reconciliaron a Madrid con hierro por el que siempre dejaron que se les notaran sus preferencias, que últimamente no había motivos para ello, ni remotamente, pero así, sin esperarlo, les ha hecho volver a sentir ese dulce regusto de lo inesperado.

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa pareja de estafadores como Casas y Garrido compraron saldo ganadero a precio bajo.
Solamente dos tardes salieron toros que justificaron el alto precio de las localidades.
Felices con una gran asistencia de ignorantes en toro y toreo y unas autoridades complacientes a su dictado. La corrida mas importante la cambiaron de fecha demostrando su cacicazgo.
Y se llenan la boca al pregonar que aman la fiesta.
Son un insulto a lo que es ser empresario de Las Ventas.
E.A.V.