Si don Juan levantara la cabeza
Petición mayoritaria después de una estocada y una oreja concedida por el señor presidente, lo mismo en el segundo toro y salida a hombros. A tal mecanismo no hay nada que objetar, pero esto que valdría para un teletipo tiene mucha más sustancia. El mal está en que media plaza se vuelva loca con una faena con algunos momentos regulares, muchos vulgares y ninguno excelente. Porque si lo que diferenciaba a la plaza de Madrid de otras era su seriedad y el saber valorar las cosas en su justa medida, en la última del ciclo todo esto saltó dinamitado por los aires. Al concluir las faenas orejeadas, el público asistente a las Ventas empezó a echar abajo el prestigio de una plaza, mientras los aficionados más fieles intentaban mantener en pie lo que tantos años les costó construir y cuidar, pero el poderoso influjo de los pañuelos puede con casi todo.
Los toros anunciados, tanto los del Cortijillo, como el primero de Lozano hermanos, propiedad de los mismos ganaderos, tuvieron comportamiento similar, unos algo más encastados que los demás, aunque nadie se piense que estamos hablando de toros como los que hemos visto en la feria en tres o cuatro tardes. El decir que un señor es más alto que Torrebruno, no quiere decir que ese señor sea necesariamente alto. En líneas generales mansearon, hasta tuvieron sus complicaciones, pero como manda la tauromaquia moderna, su comportamiento en la muleta permitía darle los pases que los coletudos quisieran. El primero fue más complicado, se defendía, pero también hay que decir que fue muy mal lidiado y a poquita casta que tenga un toro, esto lo acusa después a lo largo de la lidia. Igual el tercero, que se quedaba a mitad del lance o el último, que complicó la vida a los banderilleros y que pudo habérsela liado a Martín Antequera, cuando éste se cyó en la cara del toro; afortunadamente una gorrilla salvadora hizo el quite y consiguió distraer al del Cortijillo de su presa.
Pero la corrida tenía guardados dos toros de triunfo para Juan Bautista y aunque para la mayoría triunfó, para otros también dejó evidencia de lo que se le puede exigir. En sus dos trasteos fue capaz de instrumentar lances estimables. En su primero le dio distancia, pero el aceleramiento y el toreo escondiendo la pierna contraria y encogido afeaban demasiado su tarea. Algún natural, puede que de los mejores de las dos ferias, pero volvemos al caso de Torrebruno, y es que no se ha visto el toreo por la izquierda. Una estocada tirándose muy derechito y de efectos contundentes y empezaron a verse pañuelos. Entrando en disquisiciones de pueblo, la faena era para media o tres cuartos de oreja, pero bueno, tampoco era para fusilar al francés. Lo malo es que en su segundo toro, quien se quería ir continuamente a las tablas y al que se empeñó en torear en los medios, lo que le hacía estar encogido, intentando sujetarle a base de pico, retorcimiento y sin mandar lo más mínimo en la embestida, lo despachó de una estocada rinconera y de nuevo se generalizó la petición. El presidente poco podía hacer. Ni la estocada era tan defectuosa como para desoír la petición, ni esta era tan justa que no llegara a la mayoría exigida por el reglamento. El problema era que la gente, con lo visto, pedía la oreja. Oreja y Puerta Grande que habría discutido hasta la madre Teresa de Calcuta. Lo mismo que se puede ver en cualquier plaza de pueblo, que el paisano está liado con el bocata y la bota y cuando se quiere dar cuenta ve que el toro ha doblado y ni corto ni perezoso saca el pañuelo y se pone a vociferar como un poseso. Incluso mientras Juan Bautista paseaba la oreja parecía decir al respetable que él es un “mandao” puesto por el ayuntamiento y que entendía las protestas de algunos.
Otro tanto de lo mismo pudo ocurrir con Miguel Abellán, a quien sí hay que alabarle el que en el cuarto diera distancia al toro y que aguantara las embestidas. Incluso en algún lance se apreció temple, pero el pico, no cargar la suerte y no rematar los pases, les mata; y eso que el animal no quería pico, pedía la muleta plana, pero aquí no se viene a exigir, se viene a embestir. Una media y el descabello hicieron que el madrileño sólo se pudiera dar la vuelta al ruedo.
Arturo Macías tuvo el peor lote y tampoco mostró la quietud escalofriante de su primer día. Intentó desplegar todo su variado repertorio, pero no fue suficiente para encender de nuevo la candela. Abusó del pico como los demás, dio trapazos como los demás, no sabía por dónde meter mano a sus enemigos, como los demás, pero tampoco consiguió la continuidad de los mantazos como los demás, ni matar de una estocada como Juan Bautista. Eso sí, consiguió que en dos entradas con la espada, ésta hiciera guardia las dos veces. Pero ya que más daba, ya se acababa todo, ya nos estábamos despidiendo de nuestras familias durante no sé cuantas tardes, deseando que se pasara el verano lo mejor posible y pensando en el color con el que pintaremos las talanqueras de la plaza de Madrid el año próximo y cuando todos volamos el próximo mayo y volvamos a ver la basura que nos echan, volveremos a decir eso de “peor que este año ninguno”. Pues sí, llevamos ya muchos años, y los que nos quedan, en que este es malo como nunca, aunque será malo como siempre. Yo a los que habéis gastado vuestro tiempo en este blog, a los que me habéis mandado vuestros comentarios, o los que me lo habéis hecho en la plaza, no sé si daros las gracias o compadecerme de vosotros por el aguante. Pero de todas formas, muchas gracias. Aunque nos seguiremos viendo ya no será todos los días para quejarnos de los abusos de la corrida de cada día. A partir de ahora nos quejaremos de otros abusos.
Los toros anunciados, tanto los del Cortijillo, como el primero de Lozano hermanos, propiedad de los mismos ganaderos, tuvieron comportamiento similar, unos algo más encastados que los demás, aunque nadie se piense que estamos hablando de toros como los que hemos visto en la feria en tres o cuatro tardes. El decir que un señor es más alto que Torrebruno, no quiere decir que ese señor sea necesariamente alto. En líneas generales mansearon, hasta tuvieron sus complicaciones, pero como manda la tauromaquia moderna, su comportamiento en la muleta permitía darle los pases que los coletudos quisieran. El primero fue más complicado, se defendía, pero también hay que decir que fue muy mal lidiado y a poquita casta que tenga un toro, esto lo acusa después a lo largo de la lidia. Igual el tercero, que se quedaba a mitad del lance o el último, que complicó la vida a los banderilleros y que pudo habérsela liado a Martín Antequera, cuando éste se cyó en la cara del toro; afortunadamente una gorrilla salvadora hizo el quite y consiguió distraer al del Cortijillo de su presa.
Pero la corrida tenía guardados dos toros de triunfo para Juan Bautista y aunque para la mayoría triunfó, para otros también dejó evidencia de lo que se le puede exigir. En sus dos trasteos fue capaz de instrumentar lances estimables. En su primero le dio distancia, pero el aceleramiento y el toreo escondiendo la pierna contraria y encogido afeaban demasiado su tarea. Algún natural, puede que de los mejores de las dos ferias, pero volvemos al caso de Torrebruno, y es que no se ha visto el toreo por la izquierda. Una estocada tirándose muy derechito y de efectos contundentes y empezaron a verse pañuelos. Entrando en disquisiciones de pueblo, la faena era para media o tres cuartos de oreja, pero bueno, tampoco era para fusilar al francés. Lo malo es que en su segundo toro, quien se quería ir continuamente a las tablas y al que se empeñó en torear en los medios, lo que le hacía estar encogido, intentando sujetarle a base de pico, retorcimiento y sin mandar lo más mínimo en la embestida, lo despachó de una estocada rinconera y de nuevo se generalizó la petición. El presidente poco podía hacer. Ni la estocada era tan defectuosa como para desoír la petición, ni esta era tan justa que no llegara a la mayoría exigida por el reglamento. El problema era que la gente, con lo visto, pedía la oreja. Oreja y Puerta Grande que habría discutido hasta la madre Teresa de Calcuta. Lo mismo que se puede ver en cualquier plaza de pueblo, que el paisano está liado con el bocata y la bota y cuando se quiere dar cuenta ve que el toro ha doblado y ni corto ni perezoso saca el pañuelo y se pone a vociferar como un poseso. Incluso mientras Juan Bautista paseaba la oreja parecía decir al respetable que él es un “mandao” puesto por el ayuntamiento y que entendía las protestas de algunos.
Otro tanto de lo mismo pudo ocurrir con Miguel Abellán, a quien sí hay que alabarle el que en el cuarto diera distancia al toro y que aguantara las embestidas. Incluso en algún lance se apreció temple, pero el pico, no cargar la suerte y no rematar los pases, les mata; y eso que el animal no quería pico, pedía la muleta plana, pero aquí no se viene a exigir, se viene a embestir. Una media y el descabello hicieron que el madrileño sólo se pudiera dar la vuelta al ruedo.
Arturo Macías tuvo el peor lote y tampoco mostró la quietud escalofriante de su primer día. Intentó desplegar todo su variado repertorio, pero no fue suficiente para encender de nuevo la candela. Abusó del pico como los demás, dio trapazos como los demás, no sabía por dónde meter mano a sus enemigos, como los demás, pero tampoco consiguió la continuidad de los mantazos como los demás, ni matar de una estocada como Juan Bautista. Eso sí, consiguió que en dos entradas con la espada, ésta hiciera guardia las dos veces. Pero ya que más daba, ya se acababa todo, ya nos estábamos despidiendo de nuestras familias durante no sé cuantas tardes, deseando que se pasara el verano lo mejor posible y pensando en el color con el que pintaremos las talanqueras de la plaza de Madrid el año próximo y cuando todos volamos el próximo mayo y volvamos a ver la basura que nos echan, volveremos a decir eso de “peor que este año ninguno”. Pues sí, llevamos ya muchos años, y los que nos quedan, en que este es malo como nunca, aunque será malo como siempre. Yo a los que habéis gastado vuestro tiempo en este blog, a los que me habéis mandado vuestros comentarios, o los que me lo habéis hecho en la plaza, no sé si daros las gracias o compadecerme de vosotros por el aguante. Pero de todas formas, muchas gracias. Aunque nos seguiremos viendo ya no será todos los días para quejarnos de los abusos de la corrida de cada día. A partir de ahora nos quejaremos de otros abusos.
10 comentarios:
Enrique:
Enhorabuena por el pedazo de feria que has echado. Ha sido un placer poderte leer todas las mañanas y disfrutar de tu crónica de la tarde anterior. Las penas de este San Isidro, con el pan diario de tu blog, han sido menos.
Un abrazo... y ahora, a disfrutar de Las Ventas sin isidros.
Don Enrique, no debe compadecerse de los que le hemos leído durante más de 30 días, ya que de una mala corrida se puede hacer una gran crónica y usted las ha hecho con más arte y acierto que la mayoría de los actuantes en cada una de las ferias de mayo y junio. Un saludo y gracias.
Juan:
Muchas gracias por tu paciencia cada mañana y por tus palabras, que valoro especialmente, sobre todo viniendo de un aficionado, así de simple, que ya es mucho.
Un abrazo.
Luis:
Muchas gracias por esa fidelidad y por los comentarios que a uno le hacían todos los días coger el ordenador con ganas para contar lo que uno había visto. Aunque a eso de estar mejor que los toreros, también se le puede aplicar lo de Torrebruno, que ser más alto que él, no significa ser alto. Es broma y de verdad aprecio opiniones tan atinadas. Un saludo
Puerta barata la del francés. El 2º de la tarde llevaba en los pitones un “cortijillo”, y Bautista robó la oreja a base de “acompañar” la embestida con cierta elegancia. Bautista sólo apostó cuando lo vió claro, muy claro. La desconfianza inicial se tornó en toreo estético pero exento de verdad por momentos. Su toreo al natural estuvo por debajo de las posibilidades del toro y cogiendo el palo con cierta ventaja. Para mí, méritos escasos en Madrid para cortar un apéndice. La faena al quinto fue más meritoria, al menos requería su lidia. No era toro de medios, como al final se pudo comprobar pero le robó algún que otro pase y le ganó terreno por momentos, propiciando así que no huyera el manso. Tampoco hizo grandes cosas en el toreo al natural y la espada estaba algo baja. A pesar de tener menos estética, resultó en mi opinión más interesante la faena al quinto, por la lidia que requería, pero ninguna fue merecedora de oreja.
Macías tiene el concepto de Corbacho y las ganas de agradar pero me temo que su pupilo se va a quedar por debajo del nivel que tuvieron otros privilegiados discípulos que todos conocemos. Bien es cierto que le correspondió el peor lote.
Lo más destacado de la tarde, a mi juicio, fue la faena al cuarto de Abellán. Dándole distancias pocas veces vistas y estando digno por momentos. Bajó de tono por el pitón izquierdo, no se atrevió a darle la misma distancia que por el derecho aunque enjaretó algún natural tirando del toro. Vuelta a ley a pesar de no haber estado acertado con los aceros.
En tiempos donde impera el encimismo y el ocultar al público la condición del toro, es de agradecer que ciertos toreros tengan un acto de generosidad hacia nosotros, los aficionados. Mi sincero agradecimiento a Miguel Abellán, un torero que, pese a no gustarme, es cierto que en ocasiones nos ha deleitado con el bonito espectáculo de ver galopar a un toro poderoso. Hace tres o cuatro años, recuerdo una faena a un toro del Puerto de San Lorenzo, un pavo de 615 kilos, citándole de lejos y poniendo la muleta planchada que le valió para cortar una oreja en la Feria de Otoño.
Bueno, esto ya casi está acabado…
Saludos, J.Carlos.
J.Carlos:
Yo creo que ni lo bueno de Juan Bautista se valoró, ni lo de Abellán, porque sólo se piensa en la orejita y para cortar una oreja, ahora sólo se piensa en faenas de mil pases, sean buenos, malos o regulares. Pero estoy contigo en que de ahí a agitar los pañuelos como posesos, va un abismo. Muchas gracias por tu certero análisis.
Un saludo
Lo de la Puerta Grande por el “una + una” es uno de los mayores fraudes defendido y jaleado por el taurinismo imperante y los periodistas palmeros y trincones y contra lo que deberíamos luchar los aficionados aunque es algo así como contra los molinos de viento aquel caballero de la Mancha …
Los de El Cortijillo”, una más de la comercial torifactoría lozana, dieron toda clase de facilidades para efectuar el toreo de verdad y el de mentira, el profundo y el superficial, el clásico (incluyendo ese que llaman de pellizco) y el destoreo actual, fueron de esos toros que ahora dicen colaboradores y con toreabilidad y que la realidad es que no saben para qué tienen los cuernos y siguen la muleta con obediencia y docilidad superlativas. Esos toros, si le salen a uno de aquellos ganaderos antiguos y románticos es posible que entonces cambiasen de semental y vacas, pero ahora, los ganaderos al servicio de los toreros, es lo que buscan y les da categoría ¡y pasta! … ¡cómo cambian los tiempos!
A propósito de esto, voy a recordar aquello que dicen de D. Eduardo Miura, que sólo se le vio que se le se saltasen las lágrimas en público en dos ocasiones: cuando Belmonte cogió el cuerno de un toro suyo por la cepa y cuando oyó cantar en el balcón de su casa una saeta de Manuel Torre al Cristo de la Sentencia. ¿Qué haría ahora D. Eduardo a la vista de una corrida como la de El Cortijillo? … y sin embargo, a partir de ahora, se apuntarán a ésta las figuras esperando que les salga algún “Grajito” o algún “Barberito”.
Como dice Juan medina, “las penas de este San Isidro, con el pan diario de tu blog, han sido menos”. Yo añado ¡muchas gracias!
Lupimon
¡Madre mia Enrique! ¡Con razón estás tan ocupado! ¡Eres un fiera, enhorabuena! Cada tarde que he pasado por Ventas (que no han sido pocas) y he visto la bandera y el mogollón de coches y gentes me he acordado de ti.
Un abrazo, torero.
Lupimon:
Muchas gracias por seguri enriqueciendo este blog con tanto tino. Y que razón tienes con los toros, pero a mí se viene una cosa a la cabeza. Si los figuras no paran de pedir este tipo de toros, de esos que no saben para qué tienen los cuernos como tú dices, y les salen y no saben qué hacer con ellos, ¿a qué esperan?. Igual ya prefieren que no salga nada por toriles, que ellos no tengan que acudir a la plaza, que vayamos sólo nosotros, gritemos sesenta o setenta olés y que les giremos el sueldo a casa.
Un saludo
LolaMU:
Pues ya sabes mi paasión inconfesable, esto de los toros, que como ves no entendemos ni los que lo tenemos como una religión. Y lo de una religión cada vez es más verdad, porque tenemos que creernos un montón de cosas con fe ciega, porque si nos paramos a pensar. Y si quieres darte una vuelta por las Ventas, me llamas, que a pesar de todo, a eso me apunto siempre. No tengo cura. Un abrazo artista.
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