jueves, 27 de enero de 2011

Domingo Ortega, maestro de Borox


Domingo Ortega y su látigo
Decir que Domingo Ortega era el maestro de Borox, puede parecer demasiado poco para la figura que fue para el toreo. En este caso solo puede indicar la procedencia, pues lo que realmente llegó a ser fue maestro indiscutible del toreo , estando entre los cuatro o cinco más grandes. Aunque si hacemos caso a las referencias que a él se hacen en nuestros días, parece que fue uno más. A mí solo me cabe una explicación a este hecho y es que ni el toro, ni el toreo de hoy pueden compararse a aquello.

Es obvio que yo no le llegué a ver torear en la plaza, esa pena tengo, pero en todos aquellos que sí lograron verle hay un punto en el que coinciden: el dominio. Podía haber escrito esta entrada apoyándome en datos biográficos del maestro, pero para eso cualquiera puede acudir a los libros y leer lo que se escribió de él. Yo voy a ceñirme a mis recuerdos y a la imagen que me ha quedado de Domingo Ortega. Y uno de los testimonios que más me impresionaron fue el de un antiguo miembro de los de José y Juan, quien me contaba que cuando él toreaba se oían crujir los huesos del toro; todo con una majestuosidad y naturalidad tremendas, con esa naturalidad de los grandes en que pareciendo que no hacen nada, lo hacen todo. Suyas son muchas citas que hoy maneja el aficionado como si fueran propias y sin conocer el origen de ellas.

A menudo he oído la historia de la corrida en que se rodó “Tarde de Toros”, quizás la mejor película taurina, o una de las mejores, en que el guión exigía que el toro cogiera a un espontáneo, que luego moriría en la enfermería entre sueños de llegar a ser lo que el toro le impidió. Pues según me contaban se contrató a un voluntario del barrio de Cuatro Caminos de Madrid, aunque esto no lo puedo afirmar con rotundidad, para que se dejara coger y que el maestro no paraba de gritarle: “arrímate, arrímate, que así no te hace nada”. ¿Qué diría ahora en que el toro no anda y si lo hace se le ahoga para que se pare y las figuras se pegan un “arrimón” para encandilar al público?. Igual se ponía a buscar las cámaras de cine o se echaba al ruedo a saludar al matador pensando que era el espontáneo de Cuatro Caminos.

Recomiendo esta película en la que hace de un matador fracasado en el ocaso de su carrera y al que solo respetan los aficionados más veteranos, que se resisten a abandonarle y a tomar la bandera del nuevo ídolo de la multitud, papel que encarnaba Antonio Bienvenida. Pero como no podía ser de otra manera, el personaje de Domingo Ortega renació esa tarde y triunfó por todo lo alto desparramando la alegría entre los partidarios propios y los ajenos; el buen toreo conseguía poner de acuerdo a todo el mundo.

Durante años era habitual verle como asesor de la presidencia en el palco de las Ventas, con aquellas gafas de pasta y el pelo cano, e incluso en alguna ocasión aparecía en televisión en algún programa taurino, con esa falsa apariencia de paleto que no conseguía esconder su aspecto de persona inteligente, cosmopolita y que cuando hablaba con esa pausa de los que saben lo que dicen y que obliga a todos a escucharle, tal y como se debe hacer cuando un maestro comparte su sabiduría. Sabiduría que recordó el presidente Kennedy al citarle en el Congreso norteamericano, o que saborearon aquellos que le oyeron dictar conferencias en el Ateneo, o al subirse a un escenario a representar el Tenorio.

Tampoco era extraño verle entre los jóvenes aspirantes de la escuela de Madrid, aunque por su actitud más parecía que era él el que iba a aprender. Pero quiero acabar con aquella tarde en que se encontraba como espectador en el festival a beneficio de Nicanor Villalta, cuando le obligaron a bajar al ruedo a dar una clase más y vestido de calle toreó e impartió su magisterio con la misma naturalidad que lo hacía de luces. Seguro que el traje no hubo que llevarlo al tinte, si acaso limpiar un poco los zapatos de la polvareda que pudiera levantar el novillo. De esta tarde existen bastantes fotos, e incluso una película, aunque por cosas de la época, por mucho que se suba el sonido no se podrá oír el crujido de los huesos del toro, pero se intuye.
PD: Es la mejor manera que se me ha ocurrido para llegar a las doscientas entradas en este blog. Gracias maestro y perdón por prmitirme esta muestra de vanidad.

20 comentarios:

Scotty dijo...

Parece que lo hayas visto, pones mucha pasion en tu exposicion.
Cuando se retiró me faltaban 34 años para nacer, y murio antes de que naciera...asi que me uno al club de los que nunca lo vieron.
a que torero se parece mas de los actuales??(no vale ninguno..xD)
podrias poner el video del que hablas?

un saludo

Enrique Martín dijo...

Scotty:
No lo vi torear, por desgracia, aunque sí que me lo crucé alguna que otra vez por la plaza de Madrid. Y sí que hablo con pasión, con la misma pasión que me lo contaba mi padre una y otra vez, de tal forma que se me quedó grabado. Incluso después he podido ver los vídeos de lo que me contaba y era tal y como me decía.
He buscado, y no paro de hacerlo, vídeos de Domingo Ortega en internet, pero parece como si nunca hubiera existido. La otra vía es intentar convertir el que tengo en DVD, pero mis conocimientos no llegan para eso, así que si alguien se ofrece a enseñarme, estoy a su disposición.
Un saludo y si encuentro estas imágenes, cuenta que os las pondré.

Juan Medina dijo...

¡Doscientos abrazos al maestro de la Grada 6!

Xavier González Fisher dijo...

Enrique, primero mi enhorabuena por llegar a convertirte en Vicente Nario, perdón... ¡en bicentenario!

Y por la sustancia de esto. Decía don Arturo Muñoz "La Chicha", un banderillero de mi pueblo, siempre que se refería a este gran torero, que había que enjuagarse la boca antes de pronunciar el nombre de "Don Domingo Ortega".

Y creo que no le faltaba razón. Un torero que le andaba a los toros, que les podía y que les "hacía ir por dónde no querían", con sobriedad, quizas con sequedad, pero como dices en la entrada, poniendo de acuerdo a todos.

Su único problema era que para hacerlo, necesitó al toro fuerte y bien armado. Por eso, después de la Guerra Civil perdió mucho de su interés, he leído.

De nuevo mi enhorabuena

Enrique Martín dijo...

Juan:
De los abrazos que le mandas al maestro de la Grada del 6, me cojo uno para mí.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Aquí Vicente, te agradece tus buenos deseos y sobre Domingo Ortega, aunque no le pude ver, cosas de la edad, siempre me ha despertado admiración y recuerdos de aquellos que me hablaron tanto de él y que me metieron este veneno en vena.
Un abrazo

Anónimo dijo...

La única vez que vi a Domingo Ortega vestido de luces fue en la Feria de Almería en el año 1953, toreaba con el otro Ortega (otro pedazo de torero y gran "matador" el genial Rafael Ortega) y el torero local Juan Luis de la Rosa. Tenía yo 14 años, pero no voy ahora hacer comentario de la impresión de su toreo, porque eso sería por mi parte una presunción de conocimientos taurinos impropios de un chaval de 14 años, lo que si recuerdo era la sensación de torero mayor que me dio a mí y lo tranquilo y despacio que hacía todo.
Por circunstancias médicas me encontraba con mis padres en Madrid en septiembre de 1956 cuando se celebró el festival a beneficio de Nicanor Villalta, y mi padre que era muy aficionado y después de los buenos resultados médicos obtenidos decidió de asistir al festival que había levantado mucha expectación en Madrid y en toda la España taurina, pues juntos a los matadores entre ellos "Gitanillo de Triana", Manolo Escudero etc, etc actuaban otros como picadores y banderilleros, caso de "Parrita", Gregorio Sánchez, César Girón etc, etc. Pero lo que nadie esperaba era ver a Domingo Ortega impecablemente vestido de calle pegar unos muletazos que puso las Ventas al borde de la locura y como muy bien dice Enrique Martín seguro que el traje no hubo que llevarlo al tinte.

Hsace mención Enrique a la película "Tarde de Toros" y en ella es bastante curioso y anecdótico que el papel de Domingo Ortega según exigencia del guión es de quedar mal, pues se ve claramente los buenos iniciops de los muletazos y como tiene que rectificar rápidamente para no salirse de lo establecido en el guión.

Todo lo que yo pueda decir de Domingo Ortega al que vi en directo solamente una vez y esos retazos del festival, es lo mismo que pueda decir cualquier aficionado que a leído todo lo que sobre él se ha escrito, de ahí las ideas que todos tenemos formadas de su toreo y de la forma de hacerlo.
Todos sabemos que entre las cualidades del torero de Borox estaba la de dominar al toro y hacerle pasar por donde el toro no quiere que es distinto ha por donde el torero quiere, otra cualidad que tenía según los que les vieron era la de hacer el toro malo en bueno. Cuenta que apenas utilizaba la mano izquierda.

Ortega y Gasset le pregunto en una ocasión que le explicara su toreo y el "Paleto" que terminó siendo un gran intelectual le respondió: "Son mis formas".

Y ya termino con una cosa que voy a decir que posiblemente levante para algunos cierta polémica. Aunque todas las comparaciones como se suele decir son odiosas, el torero actual que más se aproxima a Domingo Ortega, es para mí Enrique Ponce.

Cordiales saludos

Víctor Sánchez

Enrique Martín dijo...

Víctor:
Ha sido una delicia leer su opinión sobre Domingo Ortega y lo que vio de él. De aquella tarde del festival aparte de contarme lo que pasó, sobre todo recuerdo que mi padre me contaba más sensaciones que hechos.
En Tarde de Toros es curioso lo que afirma, que en el primer toro tiene que estar mal, pero lo que se ve es de cartel. Son las mentiras del cine ¿no? Sobre lo de Enrique Ponce no opinaré por no haber visto a Domingo Ortega en directo, pero coincido con usted en que puede su afirmación puede chocar. A ver si otro día hablamos de Ponce.
Un saludo

Anónimo dijo...

Acertada entrada Enrique, el maestro de Borox se merece eso y mucho más. Por lo que le he escuchado, leído y los comentarios de los que le conocieron , destacaría su humildad, sencillez y su vocación por el toreo y por el toro. Declarado belmontista hasta la médula, admiraba sus grandes cualidades: temple, valor y sentido de las distancias.

Además de ser el torero de la historia que mejor andaba a los toros, algo que ha caracterizado a Don Domingo es el hacer fácil lo difícil y su absoluto dominio sobre aquellos toros, bastante más ásperos que los actuales.

Sus conferencias dictaron las bases de lo que debería ser la tauromaquia según dictan los cánones pese a que el maestro se resignaba a ver, según sus palabras, precisamente lo contrario, es decir, la muleta retrasada y a los toreros de perfil.

Ortega, contrario al afeitado, daba mucha importancia a la suerte de varas como medio inequívoco para que el toro demuestre su bravura y que, a partir de ella, los ganaderos debían seguir el criterio de selección. A ellos fue quien el maestro les acusó de la decadencia del toro de lidia.

Puede que, como dije antes, el hacer fácil lo difícil haya hecho que su trayectoria no haya tenido el reconocimiento que merece en comparación a otros grandes maestros. En cierta ocasión se le preguntó a Antonio Bienvenida sobre si era fácil andar a los toros como lo hacía el de Borox. Antonio dijo que era extremadamente difícil, una vez lo intentó en un tentadero y las pasó canutas. También divertida es la anécdota que contaba Antonio cuando, a los 13 años de edad, su hermano Manolo le preguntó sobre quién era el mejor torero de la actualidad y Antonio respondió sin ambages: Domingo Ortega, lo cuál le hizo merecedor de una sonora bofetada.

Saludos,
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Siempre es gratificante recibir los comentarios de quienes os pasáis por aquí, pero cuando hablamos de los viejos maestros de verdad, el placer se multiplica y es una gozada leer las opiniones y recuerdos de cada uno. Aparte de todo el comentario, que es fabuloso, no conocía la anécdota de Antonio Bienvenida. Muchas gracias y un saludo

Paco Montesinos dijo...

Doscientas entradas transmitiendo tu magnifica visión de aficionado íntegro y culto. Una delicia seguirte. Un saludo y un fuerte abrazo.

Enrique Martín dijo...

Paco:
Muchas gracias, pero que muchas. Y no sabes lo que aprendo con lo que me contáis aquí y en vuestros blogs.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Lo único que he visto de Domingo Ortega fue un vídeo, en el que toreaba en su finca bien entrado en años, con un poder lidiador y una suficiencia en la cara del toro de maestro. Felicidades Enrique por el post 200, me encanta sentarme en esta grada y hablar de toros contigo.

Gil de O. dijo...

Para la alta calidad del articulo y el personaje tratado, tengo la impresión de que ha habido poca participación en entradas de aficionados catalogados y frecuentes en las blosgfera, lo que no es de extrañar, ya que el maestro Domingo Ortega lo dejó todo bien dicho en la cara del Toro. En los Ateneos también lo dijo, pero peor...Lo que sucede es que de siempre el Toreo ha estado tan ayuno de protagonistas cultos que -los que hemos tenido han sido la excepción- lo de Ortega Domingo, resultaba muy gratificante. Yo mismo entro despues de una docena de comentarios, con el mío; algo como si estuviese agazapado, con intención de ver que decian los demás; casi con intención de que me matasen la intervención, para ahorrármela:

Era otro toro, ya con petos, pero otro Toro; es por ello que el andarle, el pararlos, tocarlos, pasarlos con temple, naturalidad, dominio, lidiando, todo ello sin descomponerse, con los trastos cogidos con la punta de los dedos, sin estar aperreado con ningún toro, etc.

Todo ello reunido parece haber sido patrimonio exclusivo del cateto de Borox; quién dejó la yunta para covertirse en matador de toros. Marcial, lo admiraba en silencio, pero con sus contertulios de confianza (Benjamín Collar, el abuelo de los Pirris, Don Nicolás López Medina y yo de testigo) rajaba y despotricaba de él en expresiva oratoria, en lo que no era muy torpe "el más grande".

Yo mismo no le perdonaré jamás la invención de lo de las rayas, que hubiera alcanzado su punto álgido si entra en escena "un arbitro" como en el boxeo, también a propuesta del gran "maestro domador", al que debo tener totalmente acrisolado en mi cerebro el considerar que "si un toro no es fiero, no tiene importancia la nobleza que pueda ofrecerte tras dominarlo".

Tuve el honor de tratarlo y departir com él, un día de tentadero en lo de Alfonso y Manuel Lacave, en presencia de Javier Araúz de Robles, cuando de alguna forma, nunca como apoderado, sí como preceptor, ayudó y enseñó en los albores de sus carreras a Juan Tirado y a José Fuentes. Quedóseme plasmado como en voz baja, a modo de susurro, les explicaba a estos dos grandes toreros -más grandes de lo que han sido catalogados- que pudieron presumir de haber entrado en Madrid, como debian hacerle las cosas a las vacas de retienta que tenían delante, sin estridencias, sin voces, con la severidad propia del buen enseñante, el buen maestro.

Veo mucha similitud en los comportamientos de Talavante, cuando se convence de que un toro no tiene faena, al que a modo de aliño, pero basado en la faena "orteguiana" y todo ligado se deshace de él, en la linea del que sabe dominador; pero como es torero al que todo el mundo espera verle el natural de Sevilla, pues como si el resto de su labor careciese de importancia. Quién haya tenido la suerte de verle en el campo con machos a puerta cerrada, podrá corroborar mis palabras.

Gracias por aguantarme. Un saludo

Gil de O.

Enrique Martín dijo...

En Barrera:
De verdad que me encantaría veros a todos en mi grada, en la de verdad, allí al solecito de mayo, junio, julio y agosto. Seguro que no pasaríamos frío, pero lo que íbamos a hablar de toros y lo corto que se nos haría.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Gil de O.:
Mira que dudo que te tapemos el comentario. Es más, pongo a tu disposición este blog para que nos digas el por qué de esa poca aceptación de las rayas. Ya te lo leí en una ocasión y me quedé con la mosca detrás de la oreja y ahora lo vuelves a decir y viniendo de tí esta afirmación me da que hay mucho detrás de ella y que no es una simple aseveración. Estoy deseando leerlo, como siempre, pero ahora un poquito más, porque me has levantado la liebre sobre algo que tienes asumido desde siempre como inamovible y que encima siempre pensé que era la solución ante algunos vicios del primer tercio.
De lo de José Fuentes doy feen que fue mejor torero de lo que muchos han creído o han hecho creer.
Un saludo

Gil de O. dijo...

Enrique se ve que aún no eras abonado a tu grada en las Ventas, cuando Juan Tirado con una -de las de verdad- de Murteira Grave a mediados de los sesenta, salió por la puerta grande de las Ventas a hombros de los aficionados.

Puede que tampoco leyeras la crítica de Don Antonio Díaz Cañabate en ABC, para poder dar fé. Era el único torero que ponía a temblar al "melenas".

Este comentario lo hago también en defensa de mi compañero de banca en el Colegio de San Agustín durante el bachiller; compañero ganadero y carnicero; compañero de toreo de Salón en la antigua plaza de "capuchinos" de Jaén; y de alguna salidita de buen moceo por el Jaén antiguo, hasta que empezó a vestirse de luces. Es mi amigo Juan Tirado.

De nuevo saludos

Gil de O.

p/d Ya! Ya...! Creo que algún día terminaré de construir mi tesis sobre las dichosas rayitas, para leerlas despacito..., despacito..., y claro. Todo ésto pasa por elevar a "mitos" , lo que sólo son hombres. No hombres cualquiera, por supuesto. De eso nada.

Anónimo dijo...

Bonito y emotivo recuerdo del Maestro Domingo Ortega Enrique, acompañado por comentarios muy ilustrativos
Pgmacias

Enrique Martín dijo...

Gil de O.:
En esos años solo iba a los toros las veces que me llevaba mi padre, que noeran pocas, pero no era aún un asiduo. Era cuando me plantaron el veneno dentro y me lo iban haciendo crecer regándolo un poquito, con muchas dosis de cariño y dejando que me deslumbrara e ilusionara eso de los toros.
Esperamos tus reflexiones sobre las rayas con verdadero interés.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Pgmacías:
Ya ves que no son datos biográficos, son los recuerdos que otros me contaron y los que yo vivó, aunque no del maestro de luces. Ya me habría gustado a mí.
Un saludo