lunes, 31 de enero de 2011

“Mama”, quiero ser torero

¿Cuántas veces no se habrá repetido esta misma frase desde hace décadas. Quizás lo único que haya variado sea la respuesta. De aquello de: ¡Huy hijo mío! ¿Y qué vas a hacer tú solo por esos caminos, buscándote la vida, durmiendo en las cunetas y comiendo casi de la caridad y pasando frío por esos campos de Salamanca? Pues hemos pasado al: ¡Huy hijo mío, con lo caro que es eso! Pero si tu padre está de acuerdo te ayudaremos, con la condición de que al menos acabes eso de la ESO. Ten en cuenta que entre los trastos de torear, los vestidos, los viajes, los hoteles, que todo se multiplica por dos, porque te acompañaría tu padre y luego pagar por ir a las fincas, las novilladas sin caballos y que además hay que ser educado y tener algún detallito con los profesores de la escuela para que te lleven a torear y para los periodistas, los pobres. Pero no me dejes los estudios ¿eh? Que luego a lo mejor las cosas salen mal y que por lo menos puedas hacerte cargo de la ferretería cuando se jubile tu padre.

Y así nos va la cosa. Hemos cambiado una vida llena de penurias y de sacrificios que solo se aguantaba por la ilusión de un joven de verse vestido de luces preparado para el paseíllo en una plaza de primera. Una vida recorriendo pueblos y sintiéndose casi un privilegiado por poder matar novillos de más de cinco años, y no es que me haya colado, porque aunque en los carteles pusiera “gran novillada”, la única verdad era lo de “gran”. Eso sí que era hacer la ESO, el bachillerato y una licenciatura en Ciencias Puras con doctorado y todo. Era un duro aprendizaje en unas condiciones más que penosas en todos los sentidos y que obligaban primero a defenderse, después a conocer al toro para poder hacer algo más que salir a horcajadas y, por último, los que llegaban a hacer arte. Y no digo yo que añore estos liceos taurinos, pero el devenir cíclico en forma de espiral de la historia que escribía Arnold Toynbee nos ha empujado al extremo opuesto.

El camino para ser torero ya no circula por las cunetas con el hatillo al hombro, ahora vuela en el 4x4 del papá rumbo a una finca en la que un buen amigo que conoce a un ganadero le ha preparado unas vacas al chaval, que torea igual que podía irse a hacer puenting con sus colegas del twiter. En un cambio de papeles, la ilusión se ha traspasado y la alimenta el padre, para el que no hay nada más grande en el mundo que el hacer al niño “figura del toreo”.

Tales aspiraciones son de lo más lícito, porque si antes uno llegaba a matador de toros arrastrándose por el mundo y viviendo casi como un proscrito, ahora hay que anhelar cotas más altas, pasamos de matador de toros a “figura del toreo”, ¡ahí es na’! Un padre no se gasta sus ahorros de toda su vida y de la vida de todo el vecindario para que el niño solo sea matador de toros.

Esos padres que ponen su empeño y su fortuna en pagar y pagar, sin saber si paga a alguien a cambio de un servicio o simplemente porque pasaba por allí. Y como el que paga manda y el que manda exige y el cliente siempre tiene razón, no hay quien tenga congojos , después de haber cobrado para comprar el equipo, para pagar a la cuadrilla, al mozo, al ayuda, el ganado, la plaza, las entradas que no se vendieron, mil cosas más y al veedor, decirle que el niño no tiene cualidades. ¿Cómo no va a tener? Y si hace falta se aprieta uno el cinturón un poco más y se compran.

Y así estamos, en que a los niños se les va haciendo la carrera a base de papelitos del BBVA con la rúbrica de papá. Este ganado en aquel pueblo, porque hay que cuidarlo, se va recorriendo la geografía española de pueblo en pueblo imponiendo los caprichos del que paga y del padre del que paga, no vaya a ser que se pille una vasca y deje de aflojar la mona. Se llega al pueblo y chitón, todos a callar y si hace falta se llama al alcalde de la localidad y se le dice cuánto hay que cortar los pitones al novillo, que los “vestíos” cuestan un dineral como para que le hagan un enganchón en cualquier plaza de Dios. Que eso de afeitar es de toreros con poder, de toreros con entorno. ¿Que el entorno decide afeitar?, se afeita, ¿Qué decide que se cambia el ganado? Se cambia, porque no vas a tener la mala suerte de Daniel Luque que va a un pueblo de Salamanca, Tamames, que dice que o se afeita o no torea y el alcalde de la localidad le dice: pues que no toree. Y además le lleva a dos señores con tricornio para que se lo explique a ellos muy despacito. Eso es un buen comienzo y te asegura que años después te anuncien con seis toros certificados por el veedor de turno en la plaza de Madrid.

Yo no digo que sea un camino de rosas, pero por este camino solo tendremos niños ricos vestidos de luces, porque lo que parece más que evidente es que no puede ser torero quien quiere, sino quien puede... pagarlo. Y repito, como el que paga exige, a nadie del entorno se le ocurre pensar que el niño pueda decidirse a torear ganado de distintos hierros y encastes para ir atesorando unos conocimientos que luego pondrá en práctica ante el toro. Aunque también habrá quien diga que ¿para qué? si en el peor de los casos lo que te puede pasar es que te anuncien en Madrid, que te metan con una de Moreno Silva, que te echen un toro al corral y que a la salida digas que esos novillos solo merecían el matadero y a seguir para adelante. No vuelves a Madrid, pero te vas haciendo el circuito de los coros y danzas, las fiestas de tu pueblo, del pueblo de la novia y del pueblo de un amigo del papá que es concejal de festejos en un pueblo de Toledo.

Pero a pesar de todo y de las aviesas intenciones de los que quieren amargar el aprendizaje a los chicos y de los que querrían que nunca más un chaval se volviera a vestir de torero, se seguirán pronunciando esas palabras mágicas que retumban como el trueno en el pecho de una madre: “Mama”, quiero ser torero.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

A cuántos de hoy en día les quedaría como un guante lo que dices en este post.

Muy de acuerdo. Muy buena entrada.

Saludos. Luis Miguel.

Enrique Martín dijo...

Luis Miguel:
¿Tú crees? Seguro que no. Jejejeje.
Muchas gracias por entrar aquí.
Un saludo

Paco Montesinos dijo...

Lo has clavado Enrique 'como siempre', pero en esta ocasión reflejas exactamente lo que sucede en los novilleros de hoy y así nos luce el pelo.
Las escuelas son un nido de vividores que sólo buscan si el papá tiene buen jamón o buenos langostinos, o la mamá suele caer en la tentación, para si funciona elevarlo a los altares de una gloria etérea, que se desvanece al pasar a utreros, bien por el toro bien por que el apoderado le hace firmar al papá un contrato suicida si quiere torear.
Aquí en Valencia la escuela es un agujero negro dirigido por la diputación con toreros fracasados, siempre tienen algún chaval en lo alto con voceros y pelotas actuando de comparsas, para después olvidarlos en el ostracismo o encima vilipendiarlo.
Gracias por coincidir en mi ideología taurina y luego saber expresarlo con tan fina como inteligente ironía.
Un saludo.

Enrique Martín dijo...

Paco:
Puede sonar a barbaridad, pero lo que dices de las escuelas es bastante real, aunque seguro que habrá excepciones, pero la norma general es esa. Aparte no hay el menor atisbo de que les enseñen a torear; a pegar pases mil, pero a torear poco o nada. Hemos pasado de los palos y tentetieso a tenerlos entre algodones, que lo mismo que van para toreros, podían ir para jugadores de paddle. Y me alegro de que coincidamos en lo bueno ... y en lo malo.

Un abrazo

Xavier González Fisher dijo...

Enrique: Antes, el chico se hacía torero para comprarle una casa a su madre... hoy, la madre vende la casa y todo lo que tenga de valor, para que el chico juegue a hacerse torero.

Parafraseando la Verbena de la Paloma: "...los tiempos cambian que es una barbaridad..."

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Tu afirmación es tan real como acertada. Cambiamos los términos sin pararnos a pensar, antes el chaval tenía la ilusión de ser torero y ahora el padre tiene la ilusión de tener un torero.
Un saludo

Anónimo dijo...

Como siempre Enrique reflejas perfectamente la situación de la fiesta. Así esta el escalafón novilleril, hay buitres porque hay papas que sueltan, si yo te contara lo que he escuchado por esas plazas de pueblo. Un saludo.

Enrique Martín dijo...

En Barrera:
Eso es lo malo, el maltrato al aficionado de los pueblos, a los que se considera de tercera, como si la categoría de la plaza permitiera usurpar sus derechos al que paga.
Un saludo

Gil de O. dijo...

La plaza de mi pueblo, Enrique. Sí, la filosofía, como tú bien dices, de la plaza de mi pueblo.
De ese pueblo soy yo. Ves, que fácil es saber de qué pueblo soy

Gil de O.

Enrique Martín dijo...

Gil de O.:
Aquí nombro un puebloe, el de Salamanca, el mío y otro supuesto de Toledo. Lo que mucha gente desprecia a los pueblos y la función tan importante que tiene en esto de los toros. Sobre todo esos que se han dado cuenta de que lo suyo no son corridas de las figuras de la tele y sí lo de las novilladas con ganado variado, ya me entiendes, en el que los chavales vayan haciéndose. Ahora se me ocurre Andorra en Teruel, o este mismo, Tamames, donde cada año se ve a los de la escuela de Salamanca.
Un abrazo

MARIN dijo...

Uff....¿De que me suena esta pelicula?. No se, No se. te ha faltado un parrafo Enrique, el del empresario hablando con el chaval (el que no puede soltar la pasta claro):
- Hijo, voy a montar una novillada en Villadeabajo, ¿Quieres torear?
- Pues si señor.
- Pues aparte de pagarte tu los gastos y la parte que va pa la saca, me tienes que vender xxx entradas.
- Pero es que yo solo tengo mi capote y mi muleta.
- Pues que te lo ponga tu padre.
- Ya señor, pero es que el que quiere ser torero soy yo, no mi padre.
- Pues hala, vuelve el año que viene... por si acaso.

Ostiaaaaasssssssss, que tiempos!!!!

Un saludo Enrique.

Enrique Martín dijo...

Marín:
¡Qué tiempos! Si lo que dijeras no supiéramos que es verdad, sonaría a película de mafiosos. Así que como es verdad, igual es que este es un mundo de mafiosos.
Un saludo

Unknown dijo...

Hijo:Mamá, quiero ser como Enrique!
Mamá:Imposible hijo. Con tanta verdad y tanto arte escribiendo, sólo puede haber un Enrique.
El del blog Torosgradaseis.

Enrique Martín dijo...

Iván:
Me sonrojas con tus halagos. Pero te aseguro que no compensa del todo ser Enrique Martín, casi es mejor ser Onassis o Bill Gates.
Un saludo

Anónimo dijo...

Has descrito perfectamente la situación actual del escalafón novilleril. Es una pena que tengan que ir poniendo dinero por delante para poder torear, mejor dicho, una vergüenza. También es cierto que no hay sitio para todos y, como dijo una vez Angel Arranz en la Cope, muchos deberían hacer una reflexión y ver si verdaderamente están dotados para esta dura profesión.

Respecto a lo que ha dicho Marín, no muy lejos de aquí hay una plaza donde, al menos en algún caso, el empresario paga en forma de entradas. Por eso, antes del festejo se puede ver gente fuera de la plaza vendiendo entradas a menor precio que en taquilla. ¡Hay tantas cosas por arreglar!

Saludos,
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Como bien dices, una vergüenza y con esta forma de seleccionar novilleros solo echarán para adelante o los muy, muy buenos, auténticos fenómenos, que son escasísimos, o los que se pueden pagar el capricho. Así nos va.
Un saludo

Juanito dijo...

En la década de los 60 ya había quien ponía, inclusive con picadores eran los menos, y estaban mal vistos y les voy a contar dos casos contrarios que yo presencie,En Navas de la Asunción Segovia le pago el Ayuntamiento a un novillero sin picadores 50.000 Pts. de las de antes y en Yuncles de la Sagra en Toledo al mismo novillero en un festival en le pagaron todos los gastos, esto fue en 1965, pero desde esas fechas ya empezaron a pagarse los gastos, y en otros casos pagaba el empresario los gastos con entradas.
Pero lo de hoy es de vergüenza.
Magnifica entrada Enrique, y buena tertulia la del Blog.

Enrique Martín dijo...

Juanito:
Gracias por esta valiosa información que confirman lo que nuchos saben. Y coincido en lo de la tertulia. La verdad es que disfruto muchísimo con los comentarios de tantos buenos aficionados. Es un verdadero lujo.
Un saludo