jueves, 10 de enero de 2013

Ciudadano César Rincón

Yo no me avergüenzo de esto, ni pretendo esconderlo. Exijo que que no se nos hurte la parte fundamental de la corrida.


Sr. Rincón, don César, le confieso que pocas veces me ha costado tanto abordar un tema como en esta ocasión. Normalmente, a uno la idea le llega por un comentario, una lectura, un recuerdo, una conversación y una vez que el tema me parece interesante, cojo el capote y me echo pa’ fuera, intentando no aliviarme y con la verdad que a mí me permita dormir a gusto y teniendo siempre muy presente, que no hay nada que me pueda permitir el faltarle al respeto a nadie. Como me decía mi padre a la salida de los toros cuando pasaba por delante de nosotros el coche de algún torero, fuera de la plaza ya son personas como cualquiera de nosotros. Pero en esta ocasión he iniciado y reiniciado este escrito varias veces. Vamos, que si no fueran hojas virtuales, tendría la papelera a rebosar.

Y todo esto viene a cuenta de lo que he leído por ahí de su apoyo a las corridas sin sangre. Imagínese la de contradicciones que se me han colado en la cabeza. El choque de ideas que se ha producido, el cruce de sensaciones, sentimientos, mientras me quedaba todavía deslumbrado y cegado por el destello de aquellas tardes en las que se empeñó en que nadie tomara asiento en la Plaza de Madrid. Que no es que uno quiera ponerse a juzgar su actuación de ahora, ni la forma en que se pueda ganar la vida, allá penas, como si de repente abjurara de su fe taurina y se proclamara antitaurino. Aunque igual esto me habría dolido bastante menos, porque a pesar de evitar entrar a juzgar, a uno ciertas cosas le afectan, le causan una profunda decepción. Uno tenía al maestro César Rincón como un ejemplo de torería, valor y honradez y de golpe todo esto se desmorona y aquel semidios se convierte de golpe en el ciudadano César Rincón, promotor de espectáculos que quieren remedar las corridas de toros, pero evitando esas partes tan dolorosas y poco humanas como es el picar y pinchar a los animales, para acabar con ellos de una estocada en todo el morrillo.

Uno que se pensaba que el que un toro entrara al caballo y mostrara su fuerza y su fiereza era algo tan bello y emocionante que a algunos nos empujaba a idolatrar a ese fenómeno de la naturaleza. Nunca vi a los toreros como maltratadores, ni como burdos burladores de embestidas, quizás me dejaba embrujar por la forma en que la elegancia y la inteligencia dominaban a la fuerza bruta, a la casta y a la bravura. Una conjunción que culminaba en el momento supremo de la estocada, en ese duelo final del “O tú, o yo”, en el que cualquiera de los dos protagonistas puede pagar el cruce con sangre. Ya ve ciudadano Rincón lo ingenuo que uno puede llegar a ser. Aquellos días en que usted citaba con la muleta echada para adelante, en que cargaba la suerte, esperaba clavado en el suelo y libraba la cornada metiendo los pitones en los pliegues de su muleta, parece ser que dónde unos veían el rito del arte, otros solo sentían que interpretaban un papel, el del profesional al que solo le importa el dinero. Que no digo que no sea esta una actitud positivista y pragmática de todo esto, pero hasta ahora, nunca me lo pude imaginar. Me cuadra en esos pegapases a los que no les importa lo más mínimo ser el origen de la degradación y ridiculización de la fiesta, pero en un matador de toros que tanto tuvo que superarse, que luchó con el toro, con las mesas de despachos, con la enfermedad, con las cornadas, siempre creí que le impulsaba su afición, no el poder del dinero exclusivamente. Eso de poner a su finca “Las Ventas del Espíritu Santo” siempre lo tomé como un rasgo de agradecimiento y de orgullo del que fue el emperador indiscutible de la plaza de Madrid, pero ahora pienso si no será solo el recuerdo del lugar dónde empezó a crecer su cuenta corriente.

Ya me cuesta digerir el que Castella diga que no le gusta ver a un animal, refiriéndose al toro, o los toreros que abogan por el arte y no por la tragedia, como dicen ellos, Finito de Córdoba o Manzanares. Pero me consolaba yo solo creyendo que estos ciudadanos son fruto de un presente en el que en la cima de su escala de valores está el dinero y la apariencia, dejando en último lugar lo sustancial, lo importante. Olvidan el origen, el motivo, la causa de todo esto y anteponen sus intereses a cualquier cosa, incluso son capaces de sacrificar el futuro de la Fiesta, no parece importarles. Incluso pierden la boina corriendo a los requerimientos de un negociante, don Bull, para participar en esas corridas del Velcro, aceptando que la mera presencia de la sangre ya es para sentirse avergonzados.

Quizá tendría que haber alguien que me explicara cuál es el motivo que justifica ahora el toreo. Será el arte, si aceptamos como tal la acumulación de pases sin sentido, será el sostenimiento de un sector económico y turístico. Lo que sea, menos la esencia, el toro, como fuerza de la naturaleza, dominado por la inteligencia del hombre llegando a convertirse en un arte, para acabar en la estocada, el por qué de todo el rito. Qué razón tienen los franceses cuando llaman a estos señores toreadores y que equivocados los que nos empeñamos en llamarles matadores de toros. En qué estará uno pensando. Nos creemos todavía el cuento de Caperucita, que los Reyes Magos viven en Oriente, que el Ratoncito Pérez tiene un cuarto lleno de dientes, que en la curva hay una chica con camisón blanco que se sube y se baja de los coches en marcha, que el pan y la cerveza engordan y que el toreo es una manifestación cultural de siglos que sobrevivió en la Península Ibérica para extenderse por el mundo, con el único fin de dominar al toro. Pues así tendrá que ser ciudadano Rincón, no seré yo el que le quite la razón, pero aún estupefacto por su actitud, quiero que sepa que no cuente conmigo para esta forma de humillación de la Fiesta de los Toros y que deseo con todas mis fuerzas la abolición inmediata de estas parodias que nada tienen que ver con el Toreo.

12 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Pues no te repongas de la sorpresa. Ya se "suman al movimiento": http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/09/toros/1357748480.html

Juan Medina dijo...

Qué decepción, Enrique. No me lo acababa creer, o no me lo quería creer, pero he visto que ha insistido en el tema, un poco ambiguamente, diciendo que hay que adaptar las corridas de toros "a las nuevas generaciones". Lo he leído aquí:

http://www.elespectador.com/opinion/columna-395507-cosas-son

Me acuerdo del cornalón que le pegó un toro en Sevilla al volcarse en la estocada, creo que un año o dos después de "arrasar" en Madrid. Después de hacer cosas así, con esa generosidad y grandeza, no tiene sentido que diga ahora esto.

Si la idea es mantener esto simplemente como una actividad económica y turística más, como tú también comentas, se lo cargan. Esa degradación comercial del espectáculo, tipo corridas en la Costa Brava o en Marbella, acaba con esto. Igual que el "arte" sin posibilidad de tragedia. ¿No se dan cuenta que el único que llena ahora las plazas es por su compromiso con el riesgo y la emoción?

Un abrazo. Y no te digo que disfrutes en Íscar, que parecerías una figura escribiendo en twitter. Los que disfrutarán serán quienes vean y gocen con tus pinturas.

MARIN dijo...

Es muy complicado de explicar Enrique, y yo no sé como hacerlo. Pa´que te voy a engañar. Hay momentos y momentos. Ni todos los dias sale el sol, ni todos los dias llueve.

No soy partidario de las corridas del Velcro, ni que un animal que ha sido criado para defender su vida en el ruedo sea muerto a traición en una manga sin tener la posibilidad de defenderse. Hacer eso es de cobardes. No hay nada mas digno para el toro que morir con las botas puestas. Me ha sorprendido mucho lo del maestro Rincón, entre otras cosas porque de lo mejor que he visto en mucho tiempo fue a el colombiano delante de Bastonito.

Por otro lado, no creo que nadie te debiese justificar el porque del toreo, puesto que tu lo sabes bien. Hay veces en que el miedo se te va pronto ahí delante, puedes estar horas dando pases muy bonitos y "estéticos" a un animal y no sales lleno. Y otras veces que te topas con uno bravo, con genio, que te hace pasar miedo de verdad y en una sola tanda te crees el rey del mundo. ¿Porque?... sencillamente por LA EMOCIÓN. O por lo menos así lo veo yo. Pero bueno, como te digo muchas veces, no me hagas mucho caso, que yo de esto... ni papa. Ya sabes, cosas de aspirantes a aficionados.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Una vez más me reitero en que esto de los toros es un fiel reflejo de la realidad social que nos rodea. Pérdida de valores por doquier y, "donde dije digo, digo Diego".

Todos los escritores taurinos de cierto prestigio que he leído se caracterizaban por la crítica a la época que les tocó vivir en dos puntos fundamentales:
1/ la gradual degeneración de la Fiesta
2/ el toro que les tocó ver iba perdiendo fiereza respecto a unos años o décadas atrás.

Pero lo que está pasando actualmente creo que jamás lo hubiera vaticinado ni el propio Julio Verne.

Un saludo
J.Carlos

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique;
Yo a estas alturas de la película, no me asusto de na!
Sin duda alguna, yo como aficionado no me voy a poner a defender una postura u otra, solamente comentar lo que me gusta o no me gusta, debatiendo ya sea en un blog, en la radio, o en un bar, el estado de la fiesta. La fiesta que viven estos 4 trincones de mier...que la defiendan ellos como les salga de los co.... con su mierda toros que llevan en el esporton, y los ganaduros, y no ganaderos, que les acompañan en las hazañas.
Quizás, las palabras del Sr Rincón, no sean mas que palabras de una persona que a vivido la gloria, y ahora se ve influenciado por la corriente tan asquerosa de una serie de personas, que viven de esto, y recordemos, que el Sr Rincón, ahora es ganadero, y algo tendrá que decir...
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Ójala sea una moda pasajera y que como todas las modas, acabe pareciendo ridícula. Son estos inventores de la Fiesta, que se creen en la obligación de seguir inventando y eso, eso no lo veo yo muy posible.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Juan:
Es que tal y como lo dices, así veo el futuro, un engendro raro para turistas. Pero Rincón, con lo hecho y que nos salga por estas. Y puede que muchos lleguen a estas posiciones porque en el fondo aún no saben cuál es el motivo de esto. es como el aficionado al fútbol que dice que el por qué de ese deporte es meter goles, y no, es meterlos y que no te los metan a ti. Pues estos no han caído precisamente ni en lo de marcarlos, ni en lo otro.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Si es que no sabes por dónde te andas. Con lo bonito que es pegar 200 pases en dos tandas. No sé que voy a hacer contigo.

Pero la verdad es que la mejor comparación es esa que haces, pegas 200 y como si nada y con tres pases y el de pecho a un tío que te exige, te crees Dios. Así de simple es y en la misma proporción se proyecta en el tendido. Pero eso no lo entienden esta panda de espabilados, y es que ellos ya se creen sabios y que lo saben todo y otros se piensan que son simples aspirantes y no paran de aprender. Creo que se hace necesaria una charla junto a la chimenea y así la probamos.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Yo estoy contigo, esto parece que siempre está degradándose, pero el vuelco de los últimos años y el desinterés y vulgaridad del momento, no se han dado nunca. Pero ellos siguen a lo suyo, entre otras cosas porque para darse esa emoción que pides, tienen que tragar mucha quina y a eso no están dispuestos.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Diego:
Qué pena que se dejen retratar así por un plato de lentejas ¿verdad? Y qué poco se respetan y valoran lo que hicieron en la plaza. Rincón pasó de ser un héroe a convertirse en un pedigüeño para que le compren sus toros. Una verdadera pena.
Un abrazo

El Secreto de la Bravura dijo...

Enrique: Igual que le pasa a muchos no me lo acabo de creer. Que digan eso algunos de los toreros modernos de la actualidad no me sorprendería, pero de César Rincón no me lo esperaba. Pensaba yo, iluso de mí, que este grandioso torero además de torero era aficionado de verdad, torero de verdad e inteligente. Pero me doy cuenta de que no. Creo que toreaba así porque era la manera de llevarse el dinero, de otra forma no me explico o su forma de torear o sus declaraciones. Parece que no han salido de la misma persona.

En fin Enrique otra desilusión más.

Enhorabuena por la entrada. Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Alberto:
Ya ves, parece increíble, pero de momento no hay ni desmentidos, ni explicaciones. Aunque después de esto caben pocas excusas. Es más, yo solo concibo una y que además se la aceptaría sin pestañear a César Rincón. Y es si afirma que hace esto por dinero, por necesitar ganar dinero para vivir, que no es lo mismo que ganarlo por querer más y más.
Un abrazo