lunes, 21 de enero de 2013

Evolución natural o mutación dirigida, ¿Darwin o Frankenstein?

Si algunos vieran en que se ha convertido esto...



Uno de los argumentos que ofrecen los taurinos para defender la solidez del espectáculo taurino con que nos pretenden divertir, que no emocionar, es eso de la evolución, de que todo avanza y el toreo no podía ser menos. Pues vale, aceptamos pantomima, murga, farsa, carnaval, fraude, trampa, circo, engaño, abuso, show, algarabía, choteo, chotada, festival y todos los términos que se les puedan ocurrir, cómo sinónimo de Fiesta de los Toros. Qué remedio, habrá que claudicar a la evolución y al progreso e incluso me declaro sincero y fiel seguidor del progreso. ¡Ea! Ya lo he dicho.

Pero cuidadito, no se me embalen, ni se me crezcan los señores taurinos 2.0, no confundamos las cosas. La evolución supone, evidentemente, un cambio del estado o características de lo evolucionado. Y si algo ha cambiado, que no sé si decir progresado, eso son las formas de encuentro entre el toro y los celtíberos. Que hace casi doscientos años le pusieron un palo  aun trapo blanco y se acababa de inventar la muleta. Qué tuvieron que pasar unas cuantas décadas hasta que a un señor se le pasó por la cabeza lo de reglamentar lo que ya era uno de los divertimentos de mayor aceptación, y que ya que estaba, pues hasta se metió a diseñador de trajes de luces. Hace casi un siglo a otro le pareció mejor que los caballos salieran al ruedo cuando ya estuviera el toro en él, mientras otro empezaba a enroscarse a los animales a la cintura. Luego los caballos con faldas, las faenas con pases ligados, la quietud y un perfeccionamiento en lo del arte y la lidia, pero siempre teniendo como centro de todo al toro.

Y nos presentamos en los albores del siglo XXI, finalizando el XX, cuando se produce el gran cataclismo, la Tierra cambia el ángulo de inclinación 180º, lo que da origen a una terrible mutación en la Fiesta. El toro pasa a ser un mero acompañante y es el torero quién se convierte en el eje del Mundo. El arte, la tele, los ganaderos, el público, todo tiene que estar sometido a los designios que marquen los toreros. Aquí es dónde yo encuentro el quiz de la cuestión entre lo que unos llaman evolución, pero que yo creo que más bien se puede llamar mutación. Que esto no quiere significar únicamente que a una oveja le crezcan dos cabezas. También se le puede aplicar a que un animal cómo es el toro de lidia, pase de ser fiero a estar rayano en la docilidad, que la fuerza y la bravura dejen paso a la nobleza bobona o que la presencia imponente se convierta en un adefesio con vendas en los cuernos. Pequeños matices sin importancia.

El punto de partida de una mutación natural en ocasiones ha sido un cambio brusco de la climatología en un medio, la influencia de un elemento no presente hasta ese momento, una radiación ultravioleta de los sínforos de los heptocarotégenos de la vainilla o, simplemente, el capricho de unos señores, que a fuerza de hacerle más confortable la vida a los toreros, van eliminando caracteres ya fijados en el toro, sustituyéndolos por otros más propios de animales de granja o de película de dibujos animados. El resultado es que un rito, un espectáculo o cómo quieran denominar a las corridas de toros, deja de ser lo que era y pasa a ser un engendro extraño, en el que sólo sobreviven la indumentaria, la música, la merienda, las pipas y el nombre, que a buen seguro debería modificarse para evitar desagradables equívocos entre los aficionados a aquello que fue y que ya no es.

Lógicamente, todo esto influye en todos los elementos que integran la Fiesta y que sin saberlo también se prestan a eso nuevo, que quizás sea la Tauromaquia 2.0. Lo de la vergüenza torera y el orgullo de ser matador de toros suena a chiste, pues estos mismos han optado por la opción de ser artistas, figuras, profesionales o mandones. Lo que viene a significar que unos señores crean un círculo cerrado en el que no es posible entrar a no ser que ellos lo permitan, apropiándose de todo lo que se les ponía por medio, sin poner cuidado en intentar conservar los valores históricos que siempre han presidido el toreo. Así no nos debe extrañar que alguno de los elegidos decida que un supuesto compañero actúe con él o no, sin importarle que restarle actuaciones a los demás. Han desarrollado un sentido muy particular de la soberbia, tildando de ignorante a quién no entiende su numerito danzante.

Estos profesionales han exigido y forzado a los ganaderos a crear un prototipo de toro más propio del doctor Frankenstein, que de criadores de toros de lidia. Los ganaderos de bravo son testigos y víctimas de un sistema sin honra que permite que un empresario les apalabre una corrida varios meses antes de que se inicie la temporada, negándosela a otras plazas, pues nada vale más que la palabra dada. Incluso a fuerza de perder uno sus buenos duros, pero el compromiso no tiene precio, nada por encima del nombre de uno. Pero claro, esta modernidad sí que consiente que esos gestores de una plaza, pongamos la de Bilbao, decidan en el momento de poner el dinero que ese hierro no se anunciará en su plaza, una de las consideradas todavía serias. Pues nada, a un ganadero de Trigueros se le dice que se lo han pensado mejor y si los toros se quedan en el campo, pues mala suerte.

Una mutación que ha acabado con todo lo que no signifique negocio, dinero, comodidad y beneficios. Lo mismo que pasa con algunos toreros y cuadrillas, que si hace falta se va por menos de lo estipulado y así le quitamos el puesto a otro. Por un puñado de euros permiten que no se puedan ver los toros en aquellos rincones del país desde los que no es factible acudir a la plaza. Un señor lo mismo puede se apoderado, ganadero y empresario a la vez. Los toreros se alistan en las filas de los antitaurinos y protegen las corridas sin sangre o igual se lían un día la manta a la cabeza y se apuntan a matar seis toros ellos solitos, más pensando en contarlo que en hacer algo importante. Todo esto no habría sido posible si esto hubiera seguido una evolución lógica, pero ya sabemos que esto es una mutación dirigida, un monstruo de Frankenstein con fundas en los pitones, medias rosas y esa alarmante falta de afición.

17 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Bien lo dices, "divertir" y fíjate, ya a Las Ventas le han puesto una carpa, como a los circos... ¿qué será lo que sigue?

Luis Cordón Albalá dijo...

Enrique, ahí la has dado: evolución, sí; pero siempre sobre la base del Toro de toda la vida. Como siempre genial, enhorabuena. Un abrazo.

MARIN dijo...

Sabes que ultimamente uno tiene mucho desgano de todo esto, así que realmente no sé ni que decirte cuando ya lo he dicho muchas veces. Hata a mi mismo me parece a veces una contradicción el hecho de que alguien que ha querido ser torero reclame mas EMOCIÓN en todo esto, sabiendo lo que se pasa ahí delante. Quizás muy poco me comprendan y muchos no lo hagan.

Para mi, la fiesta la componen (principalmente) el toro y el torero. Pero sin toro, ya nos podamos poner como nos pongamos que no hay nada. Es facil acomadarse en la fiesta, tanto como torero como ganadero, pero lo dificil es mantener la emoción de la fiesta.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Enrique, el dedo en la llaga, como bien dices, no es evolución, es tergiversación fraudulenta, esa mutación que con certero diagnóstico defines, para "transformar" la Fiesta de los Toros en el circo, como el de Gabi, Fofó y Miliki, con respeto para ellos,"graciosillo" pero ayuno del riesgo y la emoción de los trapecistas sin red, consustancial con la otrora Fiesta de los Toros, que cual espejismp milagroso vemos muy de tarde en tarde
Un abrazo
Pgmacias

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique;

El empresario Enrique, el empresario...siempre lo he dicho y lo mantendré, es el culpable de todo esto porque es el que se baja los pantalones de cara a la contratación.

Si un empresario no diese lugar a concesiones, se lidiarían una gran variedad de encastes y ganaderías, entonces el ganadero no se vería sometido a la presión de dulficar sus toros para tenerlos que vender (recordemos que esto es un negocio, y siendo sincero, si yo fuese ganadero, aria lo mismo por vender y mantener a mi familia) El día que el empresario se ponga en su sitio, es el único que le puede dar la vuelta al sistema....pero claro, el empresario como empresa también busca su beneficio (todos lo haríamos porque yo también he sido empresario) En fin, es una situación difícil, peliaguda, y muy complicada, donde nos vemos sometidos a un sistema donde manda Don Dinero, poderoso caballero, y hasta que el empresario no mire de cara al aficionado, no hay nada que hacer...

Difícil amigo... difícil....

Un abrazo!!!

franmmartin dijo...

Con perdón,lleva Vd más razón que un Santo D.Enrique.Creo que lo único que puede resolver ésta mutación es una revolución,pero a los revolucionarios se les persigue,se les ridiculiza (léase al "profesional" Sr. Cáceres,pasado últimamente con armas y bagajes al empresariado), así como otros ,todos ellos faltaría más, "profesionales", que están convencidos de que los que no lo somos nos hemos caído de un guindo y que por ello hemos perdido la capacidad de razonar y expresar , además gratis .
Y sobre todo,los medios , las herramientas las tienen copadas los "News Darwines" taurómacos,así que a los posibles revolucionarios solo les queda su capacidad para "recibir" y su santa resignación para sobrevivir.
Muy bueno y acertado el apunte de D.Xavier de Aguascalientes.

Oscar dijo...

Siempre he dicho lo mismo, no se si lo he escrito aquí alguna vez. En la fiesta y en cualquier otro ámbito se puede cambiar, se puede evolucionar siempre y cuando no se eliminen los elementos esenciales.

En una escuela cambiaremos pupitres, pizarras, metodologías... lo que se quiera, pero si desaparece alguno de los elementos esenciales (un maestro que enseña, un alumno que aprende y unos conocimientos que se transmiten) dejamos de tener una escuela y pasamos a tener otra cosa, así de simple.

En la fiesta tenemos, en mi opinión tres elementos esenciales: El toro, el hombre y el riesgo/emoción del enfrentamiento del hombre con el toro. Esto fue así hace 2000 años, lo fue hace 200 y hace 100.

Si desaparece el toro (el toro bravo, agresivo y encastado se entiende) esto de la fiesta de los toros pasa a ser otra cosa diferente. Será mejor o será peor (yo creo que peor) será más entretenido o menos (yo creo que menos) y será más o menos emocionante (para mí, menos) pero lo que es indudable es que será otra cosa.

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Creo que lo siguiente son los leones, pero sin melena y con menos tamaño. Un tipo de león para que el domador se sienta más cómodo y haga arte, creo que se llaman mininos, pero no me hagas mucho caso. Y si quieres que sean melenudos, pues se les pone la cabellera de Barbie.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Luis:
Muchas gracias. Aunque la evolución que yo veo en el toro no creo que sea cómo la imaginan los taurinos.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Quizá tú eres el más indicado para pedir esa emoción, porque has visto la Fiesta desde el centro del ruedo y desde el tendido y te das cuenta mejor que nadie lo que supone todo este tinglado. Siempre me acuerdo de lo que muchas veces me has dicho, que con las bobonas estás cómodo y pegas 70 muletazos, pero que con el encastado le das 20 y te saben a gloria bendita. Pues ahí está el quiz. Pero claro, esto ocurre cuando hay afición, cuando no, pues prefieren lo otro. Es lo que tienen los profesionales.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Pgmacías:
Así es que los payasos son graciosos y los otros te ponen los pelos de punta y los trapecistas pueden llegar a ser graciosos, que sería rizar el rizo, pero siempre con la emoción y la intraquilidad que da ver a unos señores jugándosela de verdad.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Diego:
No creo que sea sólo el empresario, es más cómo eso de entre todos la mataron y ella sola se murió. El torero por exigir, el ganadero presionado por unos y por otros o simplemente por vender, por otro lado, el empresario por ceder y hasta pedir lo mismo, pues lleva al torero y hasta los toros. La prensa que jalea el engaño, lo encubre y lo fomenta a través de la manipulación informativa, cuando no es la que decide quién se anuncia y quién no. Los culpables son este clan que maneja todo y al que todos se quieren unir. Y el principal mal es que no hay afición que les incentive y todo esto lo ven como un negocio.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Franmartin:
Perdona, jejejeje. Debe ser muy difícil aguantar la tentación. Los revolucionarios igual tenían que ser algunos que estando bien respaldados por sus medios no vean peligrar su pan, u otros que no dependan de esto para el sustento. Lo que está claro es que sin ese cambio radical, esto tiene poco futuro, por más que los taurinos se echen las manos a la cabeza al oír ciertas cosas, como cuando les dices que esto ahora mismo es un abusdo, una pantomima y que si se sometiera a votación, tú mismo votarías por ella. Entonces te creen un chalado, pero bueno, ellos verán.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Óscar:
El otro día unos amigos se reían mucho cuando les dije que no llamaran a esto Fiesta de los toros, que lo denominaran de otra forma para evitar equívocos. Pero es que realmente unos hablamos de fútbol y otros de baloncesto, con lo que es imposible ponerse de acuerdo. No sé si nacerá formalmente otro nuevo espectáculo o el de ahora canibalizará el que hemos conocido, pero si hubiera ese cisma, de lo que estoy seguro es que lo clásico triunfaría sobre lo moderno.
Un saludo

Juan Medina dijo...

Se cayó la "carpa" y yo espero tu post, Enrique, que igual va a ser jocoso o a lo mejor un poco triste ... ¡Las Ventas no se deja cubrir por Taurodelta!

Juan Medina dijo...
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Enrique Martín dijo...

Juan:
Mi comentario ya ha salido disparado y he intentado ser lo más imparcial y fiel a la realidad que he podido. Otra cosa es que lo haya logrado, que me temo que no.
Un abrazo