lunes, 20 de enero de 2014

¿Qué habría pasado si…?

¿Y si José no hubiera ido a Talavera?


La historia está cuajada de acontecimientos de tal importancia y trascendencia que condicionaron todo lo que pudiera suceder a partir de ese momento. Hechos que de haber tomado otro rumbo, habrían supuesto un vuelco absolutamente impredecible en todos los ámbitos de actuación del ser humano. ¿Qué habría pasado si Roma hubiera sucumbido ante Cartago? ¿Qué tipo de civilización y qué cultura imperaría en la actualidad? ¿Habría supuesto algún cambio el que Atila hubiera entrado en Roma obviando la conversación que mantuvo a sus puertas con el papa León I? ¿Habría llegado Colón a América si los Reyes Católicos no hubieran conquistado Granada en enero de 1492? ¿Cuál sería la composición de Europa si Napoleón no hubiera doblado la rodilla en Waterloo? ¿Y si no hubiera existido un general llamado Napoleón Bonaparte? ¿En qué mundo viviríamos si el ejército nazi hubiera podido disponer de la bomba atómica? ¿Y si los Estados Unidos no hubieran entrado en guerra junto a los aliados? ¿Dónde estaríamos si el hombre no hubiese pisado la Luna? Son tantos los supuestos y tantas las posibilidades que se abren en cada caso, que resulta imposible poder plantear una tesis medianamente seria. Es pura ciencia ficción, historia ficción.

Pero claro, a uno estas inquietudes le llevan al mundo del toro y le empujan a pensar en lo que podría haber sucedido si no se hubieran dado ciertas circunstancias. Lógicamente, son elucubraciones que no tienen ninguna base mínimamente creíble, son interpretaciones personales en las que también influyen los gustos, deseos e imaginación del que esto escribe. Así uno empieza a fabular y se pregunta qué habría ocurrido si los frailes se hubieran planteado otra forma de defensa que los toros de lidia o cuál habría sido la historia del toreo si el primer Borbón no hubiera recomendado a los nobles de su corte alejarse de ese espectáculo y esas prácticas crueles impropias de caballeros. Quizá la tauromaquia habría podido tomar caminos parecidos a lo sucedido en Portugal o, ¿por qué no? se podría haber caminado por la indiferencia del pueblo ante un ejercicio propio de los señores y de los que en algún momento podrían haberse sentido excluidos, dejando de lado esa afición por el toro.

Pero muy al contrario, una vez que la nobleza dejó vía libre al populacho que no aspiraba ni de lejos a convertirse en atildados caballeros, se erigió en protagonista de este divertimento en torno al toro y empezaron a surgir los primeros toreros aclamados y cantados por el pueblo. Pepe Hillo, quien según la copla, no tenía miedo ni al toro, ni a los hombres, o Pedro Romero, que según las cartas que dejó cuando los pleitos de la Escuela de Sevilla, debía ser cualquier cosa, menos humilde. Pero quizá tendríamos que llegar hasta los tiempo de Paquiro para encontrarnos con una situación de ¿Y si…? De sobra es sabido que fue el primer normalizador de la Fiesta, a pesar de que Hillo firmara la primera Tauromaquia, pero quizá si no se hubiera verificado esa regularización impuesta por el torero de Chiclana, es posible que el mismo caos, esa vorágine de festejos desordenados y un espectáculo más desordenado aún, hubieran acabado dependiendo de las genialidades de un señor en un momento determinado o en un “más allá” en el que el diestro que viniera detrás debería superar las hazañas y osadías de su predecesor. Es posible que no hubiéramos llegado a lo que hoy tenemos delante y que hubiera desembocado en una especie de circo en el que el “Más difícil todavía” tuviera lugar con un toro delante. Es posible que esta circunstancia no hubiera propiciado la selección y cría de un toro determinado, pues para hacer volatines, igual daba una fiera que un mameluco. No quiero decir que hasta este instante no existiera nada que se pudiera llamar toreo, pero es de sobra conocido que los Toros se encontraban en su infancia y adolescencia, intentando encontrar sus límites, formando un mapa de lo que en el futuro sería el “Planeta de los Toros”. La institucionalización de las suertes y fases de la lidia sirvieron, como todo el mundo sabe, para establecer los parámetros de la cría del toro y de la forma de torear. Es posible que sin esta estabilidad, la pelea entre el hombre y el toro sólo hubieran llegado a ser una costumbre más dentro del panorama de tradiciones curiosas del país.

Pero hay dos hechos que seguramente habrán hecho que todo aficionado se hubiera hecho la pregunta en cuestión de ¿Y si…? Uno de ellos es la muerte de Joselito en Talavera. ¿Cuál habría sido el futuro después de ese 16 de mayo si Bailaor no hubiera hecho carne en el Rey de los toreros? Se da por aceptado que Juan fue el revolucionario, el que puso bocabajo el Toreo, pero no creo que tampoco nadie discuta que el pequeño de los Gallos fue el innovador más decisivo de los Toros. Aventurando, aventurando creo que la evolución posible podría haber sido la de profundizar en el arte, pero manteniendo el toro, quizá no tan incierto como hasta entonces, cuidando más la selección hacia un toro más regular y puede que menos violento. Pero claro, dicho esto en estos primeros días del 2014, parece que estoy afirmando que el resultado que se buscaba era el mojicón con cuernos que ahora sale para las figuras. Y haría mal, caería en ese defecto de proyectar las condiciones actuales de la Fiesta a cualquier momento de su historia. Porque toros nobles y boyantes los ha habido siempre, pero no con esa bobonería tan desesperante. No creo, o no quiero creer, que Joselito persiguiera el toro de hoy, posiblemente porque no se lo podría ni imaginar. Quizá habría conseguido construir un espectáculo más accesible para todo el mundo, tal y como pretendió con la Monumental de Sevilla y la de las Ventas. Quizá podría haber ideado fórmulas para fomentar la competencia, incluso creando un ambiente propicio para que los toreros buscaran ser reconocidos como los más grandes, pero en el ruedo, no en otras partes. Visto lo que vino después, hasta podríamos imaginar que impulsaría el que los matadores pudieran con más tipos de toros, lo que ahora diríamos encastes, pero que al fin y al cabo es el toro bravo, porque lo de los encastes no deja de parecerme una buena coartada para que unos ganaderos puedan lidiar lo que nunca deberían echar a una plaza de toros. Quizá si aquel día de mayo no se hubiera ido José, es posible que no estuviéramos tan obsesionados con los encastes y si más con la variedad y la integridad del toro. Quién nos dice si no habríamos conocido cruces que ni nos imaginaríamos. Y, ¿por qué no? Hasta podríamos hablar de unas fórmulas de contratación de toros y toreros que favoreciese esa competencia y la supremacía de lo bueno sobre lo vulgar. Pero ya digo que en estas afirmaciones puede que me pese demasiado el presente que vivimos.


El otro hito que ha hecho cavilar a todos los aficionados es la muerte de Manolete en Linares. Otra carrera cortada brutalmente por la embestida de un toro. No sé si habría vivido el Toreo cambios muy sustanciales en el caso de que el Monstruo hubiera sobrevivido a aquella corrida, pero de lo que sí que estoy convencido es de la difusión internacional que la Fiesta de los Toros habría tenido, más incluso que la que obtuvo y de la que goza, o ha dejado de gozar, hoy en día. Podría incluso unirse a la presencia del toro en México, que quizá condicionara el hecho de la difusión taurina en los Estados Unidos, su presencia en el cine, en la industria de Hollywood. España es la cuna de este arte, en eso no creo que haya dudas, pero si no se hubiera trasplantado en aquella orilla del Atlántico, es posible que no hubiera dejado de ser un fenómeno mucho más localista, aunque en esto me asaltan muchas dudas y la simple fabulación de posibles futuros se convierte en un dilema al que no es posible dar solución. Pero bueno, lo que sí está fuera de toda discusión es que lo más conocido de nuestro país fuera de nuestras fronteras es El Quijote y los Toros y a partir de ahí, que cada uno enuncie sus propias dudas de… ¿Qué habría pasado si…?

2 comentarios:

MARIN dijo...

En estos dias Enrique, por causas que conoces, estoy un poco liadillo y casi sin tiempo para ver nada. Pero es que con esta entrada es imposible pararse un rato.

Yo no sé si José y Manuel no se hubiesen cruzado con Bailaor e Islero las cosas serían de otra forma o quizás ellos hubiesen sucumbido también a la tauromaquia 2.0. A Diego Puerta, Paco Camino, El Viti o el mismisimo Padilla tampoco se los llevó ningún toro por delante (gracias a Dios y toquemos madera), y la fiesta actual está tomando el camino que está tomando.

Pero yo no quiero viajar al pasado. Me quedo en el presente. Y me hago tu misma pregunta, ¿Que pasaría si José Tomás diera de una vez un golpe en la mesa y le diese por matar lo que lo pongan por delante? ¿Que pasaría si las figuras actuales exigiesen compartir cartel con los Castaño, Ferrera, Fandiño, Escribano, etc...con cualquier ganadería en cualquier plaza?. ¿Que pasaría si la lidia fuese correcta y completa?. Pues que todo esto cobraría sentido de nuevo. Que nadie podría reprocharle a una figura el hecho de ocupar ese puesto. Que veríamos que ganadería o encastes están verdaderamente plenos de casta y cuales estarían para el matadero.

De lo que si estoy seguro es de una cosa. Que Colón y las tres Carabelas salieron de mi tierra, de Huelva, y con las tres naves repletas de valientes marineros onubenses. Ea, ahí te lo dejo puesto en suerte.

Un abrazo campeón, que me voy de fiesta.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Disfrútalo mucho y si tienes rato, disfrútalo por mi también. Si pasara eso que dices, pues a lo mejor volvíamos a saltar en los tendidos con un toro y un torero en el ruedo y hablaríamos de cosas muy diferentes, pero de momento... casi mejor vete de fiesta. Ah y ¿no sabías que en el primer viaje no fue ningún cura?
Un abrazo