Cuando no se para el tiempo y casi se nos para el corazón |
Ya hemos analizado concienzudamente los carteles de la mayor
feria del año en curso, hemos despotricado contra la empresa organizadora, nos
hemos quejado lo que nos ha parecido bien y nos hemos felicitado menos de lo
que nos hubiera gustado, pero ahora toca desvelar todo lo que rodea a lo
sucedido y lo que va a suceder en torno a esa plaza que es mejor no nombra en
estos momentos, sobre todo por el sucedido que voy a relatar. Seguro que nadie
se ha enterado de que a punto hemos estado de vivir un plante modo Sevilla en esta
gran plaza. Como el que no quiere la cosa, todo empezó un día, por la mañana en
que se recibió una llamada de teléfono de un maestro. Permítanme no decir
nombres, pues tampoco quiero comprometer a nadie y menos si esa persona se
encuentra convaleciente de un percance, con la clavícula fracturada y una
cornada en la axila, así que mantendré el secreto; pues bien, dicha persona, este
matador de toros, pidió a la telefonista que se ofrecía para torear la de
Cuadri, Ibán y Escolar en mayo. ¡Caramba, caramba! Qué dilema para la señorita,
se lo pasaba a don fulano de tal por aquello del ganado o a don menganito,
porque tratándose de una figura, la cosa costaría sus buenos duros, pero claro,
¿por qué no a monsieur zutanó? Seguro que ante ese ofrecimiento, él montaría
una carpa en la Plaza Mayor del lugar y pondría en marcha un tascurrio de esos
que monta con solo chascar los dedos, en medio de la Castellana. ¿Qué hacer? Al
final le pasó la llamada a menganito Junior, o sea a menganitinito, que él
sabría entretenerle. Anda que no se puso contento el señor menganitinito,
tanto, que se fue corriendo a contarle lo ocurrido a don menganito:
-
“Papa, papa, ya tengo arreglao lo de la feria de este
año, he convencido a “fulano de tal”, al que le deseamos una pronta
recuperación, para que toree tres tías en la feria, Cuadri, Ibán y Escolar.
-
¿Qué dices? ¿Y ya lo tienes cerrado?
-
Sí, papa, del todo.
-
Pero, ¡tú eres tonto!, teníamos ya contratado para esos
días a… - tampoco diremos nombres en este caso, pues no quiero señalar a nadie,
sobre todo por si se cabrea y no vuelve a querer volver a esta plaza, como ya
ocurrió el año pasado, aunque él sea
natural de un pueblo de la misma Comunidad, al lado de Mejorada del Campo- y
además le di mi palabra de que nadie le haría sombra esas tres tardes.
-
Pero, papa, ¿sólo van a torear en el sol?
-
¡Ay! Si no fuera porque eres bien simpático…
El pobre hijo de su padre no entendía nada, pero en estas
que entra el señor fulano todo azorado por la puerta del despacho, ignorando
los ruegos de la secretaria que le pedía que no pasara, que su jefe estaba
reunido.
-
Es la bomba, hemos salvado la feria, el abono, lo de la
tele y la temporada entera; me ha llamado en persona… -un matador que el año
pasado la lió parda para conseguir matar los toros de un señor de Galapagar en
solitario- que quiere torear la de…
-
Cuadri, Ibán y Escolar…
-
¿También te ha llamado a ti?
-
No, no me ha llamado, pero es lo mismo que quieren
estas otras dos figuras y no admiten competencia posible en el cartel.
-
¡Jodo!
-
Papa, ¿y por qué con él no te enfadas?
-
Pues es lo mismo que quiere este, nadie que le pueda
molestar. ¿Y qué hacemos?
-
No sé, pero es un verdadero problema. No podrán
conformarse con las borregas de todos los años…
-
Papa, es que el que me ha llamado a mí me ha dicho que
quiere cambiar, que ya está cansado de hacer el ridí…
-
¿Te quieres callar?
Menuda situación que se planteaba y en que momento tan
inoportuno. Pero ya se sabe, las desgracias nunca vienen solas. Desde lejos se
podía oír un revuelo de voces que crecía y se hacía más perceptible a medida
que la persona se acercaba, con toda seguridad, para sumarse a la reunión.
-
Nunca podgéis agdadecegme mis logdos y lo sobresaliente
de mi gestión, os tdaigo le plus grande logdo en la histoguia de la
taugomaquía, he contdatado a… - tampoco diremos el nombre un torero alicantino,
aunque se llame como el río que atraviesa Madrid, ni el de otro torero
caracterizado por esas faenas eternas, y más después de su reciente casamiento hace
unos meses- paga un mano a mano gdandioso guetdansmitido pog televisión a todo
el mundo univegsal, paga difundig la fiesta brava como hecsho cultugal y
agtístico. Un duelo de caballegos dividido en tdes tardes, con los togos de…
-
(Todos a coro) Cuadri, Ibán y Escolar.
-
¿Cómo lo sabéis? Me han espiado, he sido obyeto de
espionague en mi pdopia casa, esto debe agueglagse en el campo del honog.
-
Que no hombre, que no, es que a esas mismas se han
apuntado…
-
Mon dieu. Qué situación más incómoda. Lamento que tengáis
que pasag pog ese tdance de decigles que ya habdá contratado un magnifiquic
mano a mano.
-
(Todos) ¿eeeeh?
-
Entonshés,
ce n’est past possible?
-
(Todos)
Noooo.
-
Oh la la la, lamentabbblle.
-
Pero, papa, podemos llamar al que detiene el tiempo y
que se apunte él a esas corridas.
-
Hijo, tú eres…
-
No, hombre, no, deja al chico, él sólo quería ayudar,
¿verdad que sí bonito?
-
Sí, pero mi papa me presiona.
-
Clago, eso es, llamaguemos a quien detiene el tiempó,
eso es.
-
¿Lo ves hijo? Ya le has contagiado al monsieur.
-
Que sí, le llamaguemos pga que convenza alos demás de
que esas coguidás no son las idoneás paga ellos.
Y así se decidió llamar al demiurgo del toreo, al que
detiene los relojes, y se le instó a que descubriera a sus compañeros de lo
poco adecuado que era que ellos, los máximos exponentes del toreo moderno, midieran
su arte ante esos bicharracos que no permiten expresarse, que hacen que tengan
que guardarse dentro su sensibilidad de seres superiores. Todo estaba
preparado, los astros y sus mentores reunidos en una misma mesa instalada en el
claustro del Monasterio de Santa Gervasia Virgen y Mártir, a la sombra de un
cocotero milenario, al pie del monte Costerrón. El paraje era inigualable, con
un ambiente de recogimiento que los monjes que allí habitaban alimentaban con
su silencio; elegido especialmente por el artista supremo para hacer llegar a
sus compañeros sus pensamientos. A la hora prevista se abrieron las puertas que
daban acceso al refectorio, por las que se esperaba apareciera el parlamentario
que allí les había citado. Todas las miradas se clavaron en aquel punto; dos
encapuchados que no dejaban ver su rostro apartaron en perfecta sincronía las
dos hojas de la entrada. La tensión crecía y la espera se hacía asfixiante.
Nadie apareció, pero las miradas seguían fijas en un punto indeterminado de aquella
apertura. Pero nadie asomaba, ni parecía que lo fuera a hacer. Se empezaron a
cruzar gestos de duda, desconfianza, asombro y un mal disimulado buen humor que
pretendía ocultar la sorpresa. La tensión se rompió cuando uno de los presentes
se levantó para saber qué era lo que allí ocurría.
-
Es incdeible, no hay nadié. Estoy desolé.
Un estruendo de sillas fue el preámbulo de una revuelta
provocada por todos los presentes cuando violentamente se pusieron en pie
mientras manoteaban al aire y voceaban histéricamente dejando ver lo ofendidos
que se sentían. Agitaban la cabeza de parte a parte buscando la salida,
mientras gritaban con furia a los señores empresarios:
-
Esto es un insulto a los pilares de la Fiesta.
-
Es intolerable,
están pisoteando nuestra clase.
-
Se está ninguneando nuestra categoría.
Y así, uno por uno se marcharon del recinto jurando que era
la última vez que se ofrecían para redimir la Fiesta de los males que a ella
han traído los aficionados, los que abogan por la tragedia y que quieren verles
con las tripas fuera. Que las corriditas de los Cuadri, Ibán y Escolar las
matara el que quisiera, porque ellos no, y es más, tendría que pasar mucho
tiempo para olvidar semejante burla. Mientras, familiares y mentores de los
maestros se despedían atropelladamente de los señores empresarios pidiendo
perdón y coincidiendo en una única preocupación:
-
Pero esto no influye para los dineros acordados, ¿no?
-
Noooo, por supuesto, claro que no, nosotros respetamos
la palabra dada, aunque ahora tengamos que buscar a quien poner esas tres
tardes.
Qué paradoja, el escándalo imprevisto y descontrolado evitó
un cisma en la cumbre del toreo. El que detenía el tiempo no apareció, pero
daba igual, su intercesión no fue necesaria. Los que allí quedaban, aliviados
fueron recogiendo sus cosas, esperando olvidar aquel desagradable incidente.
-
Bueno, yo me voy, que tengo que ver unas vacas en el
campo.
-
Un placeg como siempre. Aurrevoire, pónganme a los pies
de sus señogas.
-
¿Vienes niño?
-
No, papa, ya voy después, que me estoy haciendo pis.
-
Pues hala, ahí te quedas.
Con la urgencia que la naturaleza le obligaba, el señor
hijo, aquel que llamamos menganitinito, recorría pasillos, atravesaba puertas
y, de repente, un fuerte olor a habano detuvo su carrera. Miró a un lado y a
otro y allí encontró al demiurgo clavado frente a un capitel en el que se veía
una escena del Demonio fornicando con una cabra. El artista no pestañeaba,
igual que el sorprendido que le sorprendió ante tal imagen. Aquel se le volvió,
le miró sin interés y le dijo:
-
Es… curioso… el… poder… del… silencio… y… el… efecto…
que… puede… provocar… en… las… personas… ¿verdad?
-
Sí, sí, claro, maestro.
-
Está… usted…sobre… un… charco… de… agua… o … lo … que…
sea… ¿Un… cafelito?
12 comentarios:
Genial, simplemente genial, gracias Enrique
Fernan
Oui ami Enrique, ce n'est pas possible.
Ingenioso... lo que me he reído Enrique. Saludos!
Une grande et drôle histoire Enrique. Digna sur jeudi. ! Par Dieu!. J'ai ri jusqu'à ce que j'étais fatigué. Et d'abord je pensais hera vérité.
Kaparra
Enrique:
Buenísimo. Hacía mucho tiempo que no me reía tanto. Un abrazo artista.
Fernan:
Gracias a ti.
Un saludo
Marín:
No me líes, que para una frase de nada he necesitado traductora.
Un abrazo
Isa:
Pues si he conseguido que te rías, ya me doy por satisfecho.
Un abrazo
Kaparra:
No me hagas esto, yo no sé francés y la traductora no la tengo a mano, jajajaja. Pero ya te digo yo, que esto es verdad, pero vamos, de la buena.
Un abrazo
Alberto:
Es lo que nos queda, al menos reírnos cuando la realidad pueda parecer un esperpento y cuando este puede llegar a ser realidad.
Un abrazo
Un día de estos voy a ir a Madrid única y exclusivamente a pelearme contigo y encima te va a costar una comida porque hay apuesta de por medio: nos vemos los dos una de Morante aunque sea en la tele, y si te veo un mìnimo esbozo de disfrute, pagas.
I.J. del Pino:
Te lo digo desde ya, ojalá pague yo, ojalá. Igual no lo crees, pero yo soy muy, muy morantista, cuando torea un toro. Esa es la mejor manera de conseguir volverme loco, de hacerme perder la cabeza y no querer recuperarla.
Un abrazo y aquí espero deseando pelearme, jajajaja.
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