lunes, 12 de junio de 2017

Tanta historia arrastrándose por la arena


¿Será Miura un fósil más de la tauromaquia clásica?

Decir Miura es decir toro, así es y así ha sido durante muchos años, quizá no esos 175 que carga sobre si el hierro de los de la gaita, pero tampoco mucho menos. Una historia, un prestigio que ha traspasado los límites del toreo, las fronteras por tierra, por mar y hasta las de la lengua, porque Miura no es solo una ganadería, ni tan siquiera es solo el toro, ha llegado más allá y hasta encierra en esas cinco letras un carácter, una forma de ser y un comportamiento propio de las personas. Miura ha proyectado sus valores sobre mucho más que simplemente una ganadería y cuesta mucho ver como unos toros que llevan la gaita a fuego sobre su piel, no parecen de esa casa. Cuesta mucho el verlos y pensar que ellos pueden haber sucumbido a la peste taurina, la peste de la Tauromaquia 2.0. Cuesta mucho ver como un encierro de Miura, que cerraba la feria de Madrid de 2017, se arrastraba por la arena.

Volvía Rafaelillo con otra “facilona”, que no se puede negar ni las carencias, ni el toro con el que tiene que tragar tarde tras tarde, si quiere torear. Su primero ya renqueaba de salida, lo que no impidió que el matador intentara alargar el viaje del animal, algo que últimamente parece que se ha convertido en costumbre. No hubo forma de picar al toro, pues el más mínimo intento de administrarle algún castigo podía dar con el animal en el suelo. Al inicio de la faena de muleta le siguió una tanda en la que se pudo ver hasta un derechazo aseado y templado, pero la continuación fue el toreo desde fuera, con el pico y el brazo excesivamente alargado, especialmente en los remates. El de Miura no hizo ni un mal gesto, pero la poca fuerza hizo que se fuera parando y a pesar de la insistencia del matador, allí poco o nada quedaba. El cuarto salió haciendo cosas muy raras, que si reparado de la vista, que no, que si una mano, pero en fin, lo recibió Rafaelillo muy arrebatado, de rodillas, mantazos sulfurados, retirándole el capote con violencia de la cara al toro. Quizá al final, dónde mejor se encuentra el espada es en esos terrenos de la épica, aunque sea forzada. Mal colocado el animal en el caballo, fue una sucesión de idas y venidas, para al final no ser picado. Al primer muletazo se vino al suelo, para proseguir con más de lo de siempre, muletazos alborotados y sin parar quieto un momento. En ese alborozamiento, el murciano salió trompicado, con el resultado de salir calado. Sin la chaquetilla y en esos espacios del drama que tan bien trabaja Rafaelillo, se limitó a estar y a dejarle la muleta en la cara al toro, sin tan siquiera amagar con citar y correrle la mano, provocando los lógicos derrotes del de Miura. Un macheteo que el toro no precisaba, quizá pretendiendo hacer creer que aquello era una alimaña tobillera, pero nada más lejos. Y como decían por allí, quizá volvamos a ver a este torero en otoño y seguro que si es así, con lo que nadie quiera ni ver.

Excepcionalmente y para homenajear al hierro de la familia, reaparecía Dávila Miura, quien por esas casualidades y el capricho de unos inválidos, no pudo matar ninguno de la casa y se tuvo que enfrentar a un primero de Buanavista y a otro de El Ventorrillo. Salió parado y olisqueando el primer sobrero, buscando la salida y ya perdiendo las manos, lo que sucedió en el caballo, dónde sí que se le castigo, sin que el Buenavista hiciera otra cosa que dejarse. Siguiendo los mandamientos de la ley de la modernidad, el animalito, con más presencia que todos los de Miura juntos, hasta siguió la muleta, para que Dávila Miura no le ofreciera otra cosa que un toreo lejano, demasiado apartado, metiendo pico y sacando culo, alargando el brazo, sin bajar la mano, para acabar de pinchazo y bajonazo. En el otro sobrero, el de El Ventorrillo, que ya renqueaba de salida, ni se molestó en llevarlo al caballo. Se agarró bien el picador en la primera vara, quisieron darle más distancia en la segunda, pero no pudo ser y lo que fue un puyazo trasero, desde cerca, en el que le dieron a gusto. Comienzo del trasteo por abajo, a una mano, pero seguía con el brazo largo, largísimo, con el pico, conduciendo por afuera al toro, mucho muletazo, sin que el toro se enterara de que allí alguien pretendiera torearle. Sería que nadie le estaba toreando. 

Quizá costaba entender la presencia de Rubén Pinar en esta feria y en este cartel, pero al finalizar la corrida, tampoco se entendía la presencia de este ganado con tan poco dentro. A su primera raspita miureña la recibió con capotazos a ritmo de yenca, izquierda, derecha adelante, atrás, un dos tres. Se revolvía el animal debajo del peto, sin poderle picar y a la salida del caballo se vio ese lamentable espectáculo de los capotes al cielo, para ver si aquello se aguantaba. Con la muleta el animalito no aguantaba los intentos de muletazos al sesgo, con el pico, sin pararse quieto y dando la sensación de no saber por dónde meterle mano. El sexto ya de salida hacía méritos para irse para adentro y como toda la corrida, discurrió su lidia entre ver si iba aguantando, para no devolverlo. Evidencias de invalidez, pero todo dependía de si perdía las manos una vez más o menos. En el caballo empujaba con fijeza, lo que las fuerzas le permitieran empujar, sin que se le pudiera apenas apoyar el palo, pero como no se caía, aguantábamos, lo mismo que en banderillas, cambio de tercio y a ya coló, otro más. Y la faena de muleta fue un intento de nada, por parte de Rubén Pinar, que quedó precisamente en eso, en más nada. Así concluía una feria más, según unos, la mejor de la historia, según otros, un fiasco más, como se decía antes, de crítica y público. Con menos público que nunca, con la exigencia bajo mínimos, lo mismo que con el trapío de los toros y un ambiente creado artificialmente para provocar el desvarío, que un desvarío fue, pero no como imaginaba el señor Casas y si queda alguna duda, detengámonos con la última y reflexionemos sobre qué sentimos al contemplar tanta historia arrastrándose por la arena.

Enlace programa Tendido de Sol del 11 de junio de 2017:

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de ayer produce sonrojo hasta la extenuación. Aún recuerdo un vídeo en el que Simón Casas hablaba en la Asociación El Toro. ¿En qué se han convertido esas palabras?

Petardazo en toda regla de Miura. Decir que lo mejor fueron los dos sobreros del monoencaste es como para echarse a llorar. Hace poco un Miura causaba sensación en Vic Frezensac, de estampa preciosa, entrando 4 veces al caballo, sin blandear, humillando y embistiendo como un tren. ¿Dónde están esos toros? ¿Por qué en otras plazas salen buenos toros y aquí se dan auténticos petardos salvo contadísimas excepciones?

Las caras de la gente eran un poema, oí decir a no menos de 4 abonados de muchísimos años que iban a dejar el abono, que la Fiesta no tiene remedio. El público de Las Ventas está resignado, adocenado, en cualquier espectáculo la gente no se hubiera callado con lo que vimos ayer. ¿Te imaginas un concierto de Bruce Springsteen en el que no funciona el sonido o que el cantante estuviese afónico? Sin duda alguna, el espectáculo se hubiera suspendido y se hubiera devuelto el dinero de las entradas. Pero en los toros no pasa nada, tragamos y tragamos. Si la empresa tiene tan buenas intenciones como dice, debería comprar lo mejor de la ganadería de Miura y ofrecer una corrida gratis a todos los abonados en compensación por el fiasco de ayer.

Ya no como aficionado sino como ciudadano de la Comunidad de Madrid, creo que el servicio veterinario debe hacer la autopsia a los toros lidiados ayer. Si en otras ocasiones se ha sido muy estricto, con toda la razón, para evitar la propagación de enfermedades en el ganado, en esta ocasión se debe velar por la correcta sanidad animal. Da mucho que pensar que los toros sin ser prácticamente forzados estuvieron más tiempo en el suelo que en pie. Nos quejamos de que se caen los toros grandes, pues bien los sobreros eran más pesados que los titulares y no se caían. ¿QUÉ PASA AQUÍ?

Como te dije Enrique, una vez finalizado el serial no piso la plaza mientras no haya TOROS y me estoy planteando seriamente devolver el abono. Esto ya no tiene solución. La plaza perdió el norte hace años y las demás andan igual o peor. El ganado está podrido.

Gracias por tus crónicas isidriles, espero que sigas en los dos próximos festejos.

Un abrazo
J.Carlos

Anónimo dijo...

Enrique, ya desde que ví en la tv la corrida en los corrales, presentí que en la plaza no se iban a lidiar todos los toros debido al trapío. Que el público de Madrid iba a protestar mucho y con razón y me preguntaba como Miura, a la primera Plaza del mundo, osaba enviar semejante lote de ganado. También pensé en qué se habrían basado los veterinarios para aceptar algunos de los componentes allí presentes. Posteriormente y debido a su debilidad, fueron dos los que volvieron a los corrales. A mi juicio, por ese motivo, deberían haber sido cuatro, y de los que se lidiaron, por lo menos uno, salió con una barriga que para nada respondía a su encaste.
Con la tarde cuesta arriba, del juego ofrecido por los lidiados y de la actitud de los toreros, cada uno que saque sus conclusiones. Mal broche para San Isidro, y del conjunto de la Feria, no estoy de acuerdo con los comentaristas, yo he visto mas sombras que luces, pero solo es mi opinión.
Un saludo.
Rigores.

Aprende de toros dijo...

Hola,

Tienes toda la razón, antes hablar de Miura era hablar de la bravura del toro por excelencia. No entendemos lo que está pasando pero esperamos que esa ganadería use estas experiencias negativas para su reflexión y para mejorar el trabajo en la ganadería.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Tu exposición da para una tesis. Me has hecho recordar aquella tertulia en que los "aficionados" le reían las gracias al señor Casas, que salió poco menos que a hombros. Quizá lo que sale por ahí es de una manera y aquí de otra, a lo mejor por el dinero. Si tu vas con cuatro chavos y otro con cuarenta reales, ¿quién se lleva lo bueno? Pues eso y si además todo esto lo tapa, lo ampara y lo apoya la crítica, no hay nada que hacer.
La pena es que se vayan los aficionados de verdad, que yo lo entiendo a la perfección, pero ¿te imaginas quién ocupará tu sitio? Eso sí, yo no me atrevería nunca a censurarte, ni a ti, ni a esos aficionados con las espaldas laceradas de tantas tundas recibidas. Yo no creo que os tengáis que ir, creo que hace falta que vuelvan muchos de los que se marcharon, es una situación de emergencia. Y mira si lograréis cosas, que hacéis que uno se empeñe en escribir todos los días, porque esos aficionados lo quieren y lo apoyan. Muchas, muchas, muchas gracias por estar ahí todos los días, en esta feria y desde hace tantas ferias. Un abrazo muy fuerte y de nuevo, gracias

Enrique Martín dijo...

prende de toros:
Si esta mala experiencia sirve para construir, bienvenido sea, pero no sé si podemos ser optimistas.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Rigores:
Aquí hay que decir que todo es bueno, que todo vale, pero la realidad es la que es. Quizá esa complicidad de todos es la que hace que todo cuele, porque si se presenta algo impresentable, es tan sencillo como que la autoridad no deje pasar la corrida y punto. Igual solo se suspendería una o dos, porque a partir de ese momento, empresarios, ganaderos y toreros se apretarían los machos para otra vez.
Un abrazo