miércoles, 19 de julio de 2017

De animalistas, naturalistas y esa vida sana de promisión


Esa paz del campo en el tiempo de los Neardenthales

A nadie se le hace de nuevas la cantinela de los defensores de los animales por encima de todo, la de los que se convierten en adalides de la defensa de la naturaleza sin pararse a mirar a su alrededor o de esos que no paran de pontificar sobre una vida sana, esa que nos llevará a un estado de felicidad y bienestar que nos reencontraría con el paraíso. ¿Quién, salvo mentes trastornadas, no es defensor de los animales, de su bienestar? Otra cosa es que ese bienestar se entienda desde el punto de vista del ser humano, de pensar que su confort es ponerles un sofá para que se despanzurren en él, un bol de palomitas y Rin Tin Tin, con el montaje del director. Luego están esos naturalistas que han encontrado la fórmula mágica para construir un mundo mejor y no es otra cosa, algo tan sencillo, que remontarnos a la época de los Neardenthales, pero esta vez confraternizando entre las especies y los vecinos, nada de pelearse por un cesto de bayas o por un mastodonte recién cazado, hay que compartir y si no hay comida para todos, tampoco viene mal una semana sin comer, así nos depuramos por dentro. Que la cosa pinta bien, pero, ¿y qué hacemos con los más de siete mil millones de humanos que andamos por estos barrios? Que no digo yo que haya voluntarios para ser sacrificados en pos de cederle más espacio a la cacatúa del Orinoco, pero con servidor que no cuenten, que seguro que hay otras vías. Y luego viene esa moda de la vida sana, que lo mismo, ¿hay alguien que se mortifique para vivir malamente el resto de su vida? Pues no creo que sean muchos; pero ahora resulta que todo lo sano es no comer carne, la carne, mala, caca, puffff. Milenios de evolución y ahora resulta que lo bueno eran las bayas y no el mastodonte. El problema son las vacas, esas nos arruinan el planeta, hay que deshacerse de las vacas y ponernos todos a comer arroz, coles, bayas y complejos vitamínicos que suplan las carencias producidas por no comer carne. De locos, o eso me parece a mí, pero, ¿Qué tiene esto que ver con los toros? Pues es posible, nada y ahí voy yo, porque igual tampoco tiene que ver con el animalismo, el naturismo o la vida sana.

Aparentemente, las demandas de estos animalistas, naturalistas o amantes de la vida sana y, ya de paso, del civismo extremo, van dirigidas a acabar con espectáculo tan bárbaro, retrógrado e incivilizado como las corridas de toros, heredado por este mundo desde la noche de los tiempos, aunque no sabemos si viene de antes o después de lo de los Neardenthales. Eso sí, lo que parece confirmado es que por aquel entonces no andaba por medio la fundación Rockefeller, o al menos con el entusiasmo y esfuerzos económicos con que ahora defiende nuestra moral y sensibilidad en paz con el orbe. Con ese entusiasmo y entrega con que esos activistas defienden sus convicciones, ¿realmente estarán peleando por lo que creen? ¿Por qué ese acabar con los toros? Que resulta curioso que ante el panorama de la abolición de la tauromaquia no tiene ningún plan previsto y si no, basta con preguntar a cualquier entusiasta animalista/ naturalista/ amante de la vida sana, ¿y después qué? Y a lo más que llegan es a que se les deje a los toros vivir tranquilamente en el campo o que se queda todo cómo está, pero sin toros y si desaparece el toro, pues que desaparezca y si no, pues lo dejamos en la dehesa; eso sí, le damos todos los días unas monedas para que se saquen un sándwich de tofu de la máquina expendedora instalada a tal efecto en la esquina del cercado y que todos los días repone Matías, el empleado que igual hasta es un contratado de la Fundación Rockefeller, o igual no. 

Que por estos lares y por aquellos en los que hay toros, arremeten contra los toros, pero en otros vecindarios, como puede ser Canadá, Australia o San Marino, el problema son las vacas, que comen hierba, la rumian y en el proceso digestivo emiten gases que dañan la capa de ozono. Y esto no es broma, aunque tampoco puedo afirmar que sea una teoría de los expertos de la Fundación Rockefeller. El futuro es el arroz, las verduras, las hortalizas y, ¡qué curioso! El naturalismo no promueve el consumo de productos de cercanía, lo sano el consumir un cereal que se cultiva a miles de kilómetros, una hierba tropical, una hortaliza de la Patagonia o un alga que se cría diez manzanas más allá del atolón de Mururoa. ¿Solo me extraño yo de todo esto? Es que, cualquiera diría que alguien, no sé quién, estuviera pensando en ostentar el control de la alimentación mundial, implantamos unos usos y cuándo estos ya están completamente establecidos, entonces comerá quién y cuándo yo decida. Bonita manera de manejar el mundo, por la boca. Porque, ¿quién nos dice que lo del toro de lidia importa entre poco y nada? ¿Y si fuera que lo apetecible fuera todo ese espacio, que es mucho, que ocupan ahora el toro de lidia y otras muchas especies? ¿Y si la cuestión es hacerse con esos espacios y darles un uso más ambicioso? Que no digo yo que esto sea así, que son simples elucubraciones de servidor, pero, ¿por qué no? Lo que sí tengo claro es que detrás de todo esto hay algo que se nos escapa, que va más allá de toros sí, toros no, de la defensa de los animales, de la naturaleza en su estado primigenio de cuando los Neardenthales o de si mejor un chuletón de buey o de tofu. Imagino que antes o después nos enteraremos, espero que antes y que no sea demasiado tarde, pero de momento tendremos que seguir oyendo hablar de animalistas, naturalistas y esa vida sana de promisión


4 comentarios:

MARIN dijo...

Enrique:
Hace mucho tiempo que no hablo con este tipo de gente, pero alguna que otra vez, entre cerveza y cerveza en la terraza del bar de abajo en este tiempo, siempre sale con alguna amistad este tema. A los mas beligerantes siempre los calló con el mismo argumento: "A mi no me deis explicaciones. Dadme soluciones al toro a ese después de la teórica abolición de la tauromaquia". Y oye, se me quedan todos callados. Y se lo digo: "Os calláis y no tenéis respuesta porque sabéis de sobra que están todos los mataderos esperando, y que en realidad a vosotros os importa una mierda el toro". Oye, y siguen callados como putas.

Yo soy de los que apuestan por tu teoría también, que lo que importan realmente son las dehesas. El espacio que ocupan. Aquí en Huelva, después del incendio de Mazagón, ninguna organización ecologista ha hecho nada por la nueva puesta en valor de la zona, ni tan siquiera se preocuparon en ayudar durante los días del incendio. Eso si, para ellos la gran tragedia fue la muerte de Hommer, una hembra de lince que falleció por estrés. Solo la gente de la zona es la que se está preocupando. No les preocupa una mierda que echen de un entorno a los habitantes de la zona, zona que por cierto disfrutaron y cuidaron durante siglos. Les importa todo una mierda. Lo que les importa es Hommer (que por otro lado fue una gran perdida).

El día que el toro desaparezca, con el desaparecerán muchas mas cosas que muchos desconocen. O mejor dicho, que conocen pero les importa una mierda con tal de ser los mas progres del mundo, cosa muy típica de gente sin nada en la mente. Vacios de todo. Y eso viene pasando desde los tiempos de las vayas y los mastodontes y seguirá así por los siglos de los siglos...amén.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Poco a poco se le va cayendo la máscara a esta gentuza. Aún a sabiendas de que no es bueno generalizar, entre ellos hay mucha gentuza. Hay mucho irrespetuoso porque, bien está que no te guste la tauromaquia, pero no vayas a provocar a las plazas de toros, eso es de ser gentuza. Sus amenazas y presiones han hecho que se quitase la vida una chica de 27 años, con toda una vida por delante que cometió el pecado de ser cazadora. Para más “inri”, se escudan en pseudónimos falsos para no poder ser identificados.

A esta jarfia les da igual el toro, les da igual que el ganado mantenga limpio el campo y que sirva de sustento miles de familias. Sólo quiere que no disfrutemos con un espectáculo legal y que además nos gusta. Cuando les dices que, si desaparecen las corridas desaparecería el toro de lidia, dicen que les da lo mismo. Si tanto les gustan los animales, ¿por qué no compran una finca y la llenan de toros de lidia para que no mueran?

Poco van a Doñana a limpiar el campo de maleza para que no arda como sucedió hace poco. Este fin de semana estuve por la sierra y vi mucho pasto y broza por el suelo. Vamos, un polvorín a punto de explotar en cuanto se declare un incendio. Pues bien, no vi un solo animalista o naturalista por allí limpiando para proteger a los árboles de un incendio potencial.

La mayoría de esta gente no conoce el campo, no tiene ni idea de animales. Algunos seguro piensan que las vacas andan con pilas duracell. Los galgueros están criminalizados por sacar a pasear a sus galgos, como si fuera mejor dejarles inmóviles en el patio de la casa. A los agricultores les ponen trabas para acudir a sus tierras en vehículos de locomoción: dicen que son vías pecuarias y no se puede pasar con un vehículo motor. Para qué queremos campo si no nos dejan disfrutar de él…

Ya son muchas las conductas indeseables de esta gentuza, en nosotros está plantarles cara o cederles la superioridad moral. El ciudadano común opta por no intervenir pero esto de los toros o la caza es sólo el principio. Después irán a por el mercado alimenticio, veremos qué pasa cuando te criminalicen por comerte una hamburguesa en McDonalds o un pincho moruno en la feria de Villanueva…
Por mí parte lucharé hasta el final contra ellos y les combatiré allá donde me los encuentre.

Perdona por la chapa pero es que esta gentuza me enerva.

Un abrazo
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Marín:
A esa pregunta tuya, yo tampoco he recibido ninguna respuesta. Quizá será porque eso no se lo han contado aún, solo les dicen que hay que acabar con el toro o las vacas. Eso lo sabrán las mentes que manejan todos estos movimientos y que por cierto, se preocupan de no dar pistas sobre sus planes de futuro. Eso sí, igual los no afectos a esas ideas lo tenemos más claro que ellos mismos.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
¿Cómo no te va a enervar? Porque a todo lo que has expuesto hay que sumarle el que responden sin lógica y sin conocimiento, con su visión urbana del medio ambiente, con esa idea del animal títere que se tiene que comportar de acuerdos a sus normas "cívicas" de humanizarlos a costa de ese maltrato y de reprimir sus instintos naturales. Pero, ¿qué te estoy contando yo a ti? Cómo si te descubriera algo que no sabes, que lo sabes de sobra y mejor que yo. Perdona mi arrogancia. Eso sí, en esa tu lucha, no vas a estar solo.
Un abrazo