martes, 13 de marzo de 2018

Un San Isidro diferente


Si es que ya no se ve toreo ni en los carteles de toros

Tranquilos, no quiero confundirles así, de salida, no quiero decir que el próximo San Isidro recientemente anunciado sea diferente, nada más lejos de la realidad, porque es una copia, salvo mínimas excepciones, de lo del año anterior y el anterior y el anterior y el anterior y muchos anteriores más. Es lo de las figuritas con los mismos toros, casi clonados de un curso para otro y que seguirán estando la temporada que siga y todas las que vayan después, mientras ellos no se cansen, que con tanta comodidad no se cansan; es lo los de relleno que habitan al amparo de una casa o personaje poderoso y que nos los podemos encontrar en casi cualquier cartel y que en algunos casos se les lleva aguantando desde hace demasiado y que hasta justifican su presencia echando mano de la estadística, algo tan taurino y tan propio de las artes, como la numerología, donde figuran orejas cortadas, sin atender al verbeneo imperante en también demasiadas tardes feriadas y también dependiendo que si se portan bien con el amo, mientras no saquen los pies del tiesto, seguirán apareciendo, no hasta que ellos quieran, como los otros, sino hasta que el amo se aburra de ellos. Así que para que esto no ocurra, a agachar la cerviz y a postrarse ante la superioridad. Y luego, como remate, los desheredados, los dejados de la mano de Dios, que se ven obligados a tragar con lo que no quiere nadie, que para eso son los parias del toreo. Eso sí, a no ser que estén cómo el Espartero en Sevilla, o mejor, se caerán de futuros carteles con una brisita que casi ni las hojas movería. Que de matrícula cum laude para arriba; si no, cualquier otra cosa que hagan se considerará como escasez de mérito para renovar la confianza en su quehacer taurino. Y como mucho, pueden repetir mientras no haya otro que se preste a tragar quina a cucharones y encima a precios muy económicos.

Lo del ganado tampoco ofrece demasiadas variantes. Por un lado, los que viajan debajo del brazo de los figuras, lo que asegura que, fracasados año tras año, incapaces de juntar una corrida completa y decente, año tras año, y que no echen más que animalejos aborregados, fofos y descastados, tengan asegurada al menos una corrida para Madrid, sino dos o más. Si no,  que le pregunten a Núñez del Cuvillo, que les podrá desarrollar toda una tesis de cómo no faltar un año tras la vergüenza del anterior. ¿Que le tengo manía? Pues hombre, viendo el daño que le está haciendo a la fiesta y que encima me lo pretende explicar fundamentadamente, pues no es que sea mi ideal como compañero de sobremesa. Y luego, en la banda contraria, los que hacen tilín al aficionado, que no siempre son alimañas devoradoras de toreros, lo que ocurre es que como estas no las matan las figuras, directamente las metemos en el cajón de eso que muchos llaman toristas y a veces hasta les ponen esa “linda” etiqueta de los “encastes minoritarios”, que en mala hora se le ocurrió a quien fuera tal calificativo; si con decir ganaderías de toros bravos debería bastar, ¿no?

Los aficionados ya están más que hartos de este panorama que se viene repitiendo desde hace años y en su afán por querer que esto cambie, plantean mil y una fórmulas, todas ellas admisibles. Pero para que esto, el cambio, se pueda dar, hace falta que se cumplan una serie de condiciones. La primera sería que los toreros tuvieran torería, que no es el contonearse elegantemente como una rancia debutanta de los más rancios bailes de sociedad. Esa torería es el orgullo de sentirse matador de toros, el querer ser más que ninguno y, en caso de duda, retar a quien sea en el ruedo y con una corrida de toros. O sea, lo que ahora suena a imposible. Además, haría falta un aficionado que no se conformara, ni asumiera dogmas inventados interesadamente por los taurinos, como que ciertos toros, esos de las ganaderías duras, no embisten y que para hacer arte, como si hubiera alguno capaz de ello, necesitan un toro a modo, cuando no eso de que las figuras ya no están para ponerse delante de estos u otros toros. Ya saben, esos con los que igual un día amagan anunciarse y que a la mínima se borran sin dudarlo. También vendría bien que los señores empresarios y ganaderos impusieran su criterio y obligaran a torear a todos, todo. Y como cierre, una prensa no cómplice, ni aprovechada de la estela de las figuras y que simplemente dijera lo que hay. Que ya puestos a inventar coartadas, hasta parece un éxito el que te echen un toro al corral. Pero que ni se sonrojan oiga, que te lo sueltan tan convencidos de la vida.

Si queremos que esto sea diferente, igual valdría con que la empresa comprara las ganaderías que considerara oportunas, siempre teniendo en cuenta los méritos o deméritos de años precedentes, el estado que muestran en otras plazas y atendiendo a las demandas y gustos del aficionado, en este caso, los de la plaza de Madrid, porque no hablamos de ninguna otra parte, por muchos autobuses que acudan a la capital de todas partes de España. Luego sería juntarse con los toreros, siempre en orden a logros de otros años en esa plaza y de acuerdo a los gustos del personal que paga su entrada y ya en faena, dejarles elegir dos corridas y obligarles a otras dos. Que no digo que todo sea imposición, pero sí la mitad. Y no que asomen una tarde o dos, a lo sumo, para cubrir el expediente, que si son figuras, que hagan el paseíllo tres o cuatro veces, que no pasa nada, que igual, hasta les hacen precio en el hotel o si quieren, que se hospeden en un colegio mayor, si les da la gana, pero que vengan no a cumplir, sino a destacar. Y que no sea solo ver a la troupe de las diademas doradas, las figuras elitistas de la “tauromaquia”, cómo ellos dicen, que tengan que alternar con quién se ponga, lo mismo con los uñas negras que tiran bocados para escalar posiciones, que con los que no se ajuntan porque un día se miraron mal, que con los jóvenes que quieren ser en esto del toro. Que no me digan que la cosa es tan complicada, que solo hace falta un poquito de voluntad, ¿verdad? Y lo mismo así, de verdad y de una vez por todas, podríamos hablar de un San Isidro diferente.

Enlace programa Tendido de Sol del 11 de marzo de 2018:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, mucho me temo que no volveremos a ver un San Isidro diferente porque no hay más cera que la que arde. ¿Qué se podría mejorar? Pues que las mal llamadas figuras vinieran 3 ó 4 tardes en vez de las dos de turno, o una en algunos casos, que se comprara ganado de primer nivel (para eso hay que pagarlo) y que vinieran más ganaderías duras, suponiendo que Don Simón pague un precio justo para que traigan lo mejor a Madrid y no a Francia. Poco más se puede hacer porque no hay nada más.

Echaremos de menos la bronca anual a Morante y algún retazo de torería de Diego Urdiales. No hay más.

Mi única esperanza, como hago siempre durante los últimos años, es mirar las cuadrillas de los matadores para ver si se les ocurre traer a Angel Otero, Fernando Sánchez, David Adalid o Iván García, por poner algún ejemplo. Es que últimamente me refugio en el toro y en los subalternos...

Un abrazo
J.Carlos

fabad dijo...

Os acompaño en el pesimismo que invade la posibilidad de un buen San Isidro.
¡Santo Dios!, 34 tardes en la piedra y aguantando mantazos y picadores desaprensivos y carentes de profesionalidad...
Como no tengo remedio me los tragaré en mi casa por TV, pero me dormiré, cuando no pueda mas, sin temor a caerme sobre el vecino de localidad.
¡Ánimo Enrique!. Ve entrenando, te puedes ir a las Ventas,,sentarte en los aledaños y soñar que sale un TORO y lo torea Curro.
Un fuerte abrazo.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Es que nos tenemos que conformar con eso y nada más. Es cómo el caso de los que ven a Ferrera como nuestro adalid de la fiesta. Que sí, que el hombre por momento tiene retazos, pero es que como esa sea nuestra mejor opción.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

fabad:
Eso lo sueño todos los días, bien lo sabes tú. Pero también te digo que si te pasas por Madrid y el vecino sobre el que te enroscas es el que suscribe, lo doy por bueno. La charla agradable e interesante la tendría garantizada. Un abrazo