sábado, 9 de junio de 2018

Una más y una menos


Y el próximo jueves, la Beneficencia con los triunfadores de la feria, ¿no? ¡Aaah! Que no, que ya ha sido. Lo que ha cambiado el cuento

Tanto quejarnos, tanto renegar, tanto hartazgo, pero no se puede evitar que todos los años, al acabar la feria de San Isidro, se duerma o se despierte algo dentro. Se mira al futuro como si empezáramos una vida nueva, o eso me pasa a mí todos los años, como si descubriera que todas las tardes, a partir de las siete, hay vida, el mundo sigue y sigue aparte de la plaza. Es lo mismo de todos los años, con ilusiones, ya menos, decepciones, cada vez más, pero sin poder evitar el recuerdo de como fueron otros finales, como fue la última feria para alguien querido y que se fue, pero que sigue estando presente, los que abandonaron hartos de tanto aguantar, los que se fueron incorporando y llegaron para quedarse. Y es que si los toros es la vida, vivir la feria de Madrid es vivir más vidas. La pena es que hubo vidas mejores, que no es eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero algunos, lo fueron y con gran diferencia. Siempre nos quejamos de los empresarios, pero es que a este no hay por dónde cogerlo. De los toros que no eran lo que se esperaba, pero es que a estos, a los que tanto gustan a tanta gente, dan ganas de llevártelos a casa cómo mascota, siempre y cuándo lo permitan las figuras. ¡Ay las figuras! Que puede que no haya habido una época en la que estas causaran tanto rechazo. Y esa plaza de Madrid, que era respetada y admirada, con sus isidros más volubles a lo populachero, pero sin acercarse a los niveles actuales, en los que los transeúntes, que en nada se parecen a aquellos isidros, han dinamitado ese ideal, con absoluto convencimiento.

Este final, dejando la de Victorino aparte que en este año será la corrida de la Prensa, ha sido protagonizado por los de Adolfo Martín, hierro con notable y sabido predicamento en Madrid y que a lo largo del tiempo ha gozado de la comprensión y paciencia de muchos aficionados. Completaban el cartel el pasado, presente y futuro de la fiesta. El pasado, El Cid, que a cada día que pasa más se instala en ese pasado, pues su presente no se lo merece un torero que dio tanto, hace ya demasiado tiempo. El presente, Pepe Moral, que en esta feria ha dejado claras sus intenciones de hacerse con un sitio de una vez por todas. Y el futuro, por ley de vida debería ser Ángel Sánchez, aunque por lo visto en esta última de feria, aún tiene que aplicarse bastante en muchos aspectos.

La presencia del Cid ha sido más efímera de lo deseable, resumiéndose casi en la confirmación de alternativa de Ángel Sánchez y poco más. Recibir al segundo de la tarde con capotazos inseguros, sin conducir las embestidas y sin que se le apreciara un mínimo de firmeza. Lo llevó de mala manera al caballo, a un toro que simplemente se dejaba, con un amago de querer meter los riñones, pero que quedó en nada. Primeros muletazos de tanteo y se apreciaba que el Adolfo empezaba a poder al torero. Hizo por él al tercer o cuarto muletazo, con tan mala suerte de haberle calado, pasando a la enfermería. Prosiguió Pepe Moral, que prácticamente se limitó a unos muletazos de compromiso, para tomar inmediatamente la espada.

Siguiendo la lidia ordinaria, empecemos por el sevillano, Pepe Moral, recibió dubitativo a su primero, muy suelto y que le punteaba el capote por el pitón izquierdo. No cuidó al toro en el primer tercio, sin colocarlo para dejarlo ver, para que el picador le diera a gusto, tapándole la salida. En la muleta ya entraba como un mulo, saliendo buscando las tablas y si encontraba la salida, mucho mejor. Un intento de serie en toriles y tras un arreón, el sevillano decidió abreviar. Con el quinto se vio apurado y tuvo que darse la vuelta en el recibo e irle cediendo terreno hacia afuera. Bien puesto en el caballo, de largo, para que al animal le arrearan una puñalada casi en el costillar, para apenas picarle. Una segunda vara dándole distancia, con una arrancada queriendo comerse aquello que le importunaba, para volver a recibir otro marronazo, en el mismo sitio; el Adolfo peleaba en el peto, pero de lado, con el pitón derecho, el mismo por el que apretó a Juan Sierra en banderillas, que casi se vio cogido, saliendo del compromiso con altanería torera y descarándose con el toro; eso sí es torería y personalidad, no encararse con las gentes de los tendidos. Que me den mucha altanería y gallardía como la de Juan Sierra. En los primeros muletazos por abajo ya daba la sensación de que allí había toro, había que templarle mucho y que no le tocara el engaño. Una primera tanda no muy ajustada y tirando con la parte de fuera de la muleta, mientras el toro se entregaba sin reservas, ¡qué forma de embestir! Tandas jaleadas, pero había algo que no redondeaba, quizá el remate. Con la izquierda la muleta la presentaba un poco más atravesada, que parecía que el toro se le podía ir, para volver de nuevo a la diestra. Mejor por ahí y el público entregado. De nuevo por el izquierdo, se sucedían las tandas y uno embestía y embestía y el otro se entregaba, pero tengo la duda si se puede decir que estuviera a la altura del toro. Pinchazo y entera muy trasera, que le valió una oreja.

Confirmaba Ángel Sánchez, que visto lo que se vio, parecía que esa era su única ambición, la confirmación en Madrid. Se vio sobrepasado por su primero, al que le presentaba el capote sin parar quieto un momento, hasta que se vio arrollado, afortunadamente sin consecuencias. Lo puso bien al caballo, que ya no es poca cosa, para que le picaran en la paletilla, tapándole la salida, el toro peleando y sin que el pica se dejara nada dentro. En la segunda vara solo fue un picotazo. Gran par de Miguel Martín por el pitón derecho, el mismo por el que le esperó en el primero. Se lo sacó Ángel Sánchez por abajo, aunque un tantito acelerado. Por el derecho ya empezó con el pico y quedándose fuera, lo mismo que por el izquierdo, aunque hubo un atisbo de que la cosa fuera diferente, pero no. Muletazos en línea, más pico, venga a recolocarse, sin acabar de encontrarse. Que tampoco se encontró en el cuarto, al que ya en los lances de recibo le dejó el capote colgado de un pitón. Fue el toro al caballo al relance, para que le hicieran la carioca. Daba muestras de una clara tendencia a irse a las tablas. Defecto que se hizo más presente en el trasteo de muleta, saliéndose a mitad de muletazo en busca del olivo. Muchas pruebas por el izquierdo, intentando enseñarle con el revés de la muleta en la diestra y a las primeras de cambio, un desarme. Continuó por el derecho y venga arreones; lo mismo por el izquierdo y el confirmante sin ver por dónde meterle mano, aunque quizá habría sido buena, y plausible, solución el darle por abajo. A la salida del sexto parecía dar la sensación de falta de ánimo por el triunfo, que él llegaba allí a soltar su repertorio y punto. Este último simplemente se dejaba, encelado en el peto, pero sin `presentar demasiada pelea, a pesar de que se le dio a modo. En el último tercio el Adolfo iba a su aire, mientras que el matador se limitaba a ponerle el trapo, sin correr la mano y metiendo el pico con la zocata. Al derecho se lo echaba para afuera, muchas precauciones y ese ir a su aire del toro, al que Ángel Sánchez respondía con aparente apatía. Intento de naturales de uno en uno, un respingo y eso, que habría quién pensara que su objetivo no era otro que la confirmación. Acababa la corrida, acababa la feria, las despedidas, unos hasta otoño, otros hasta el domingo, los menos hasta este domingo y todos los demás, mientras intentaban recordar las glorias de todo un mes de toros, con una la conclusión de ser una más y una menos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amarillo en el recuerdo lo que fue la exigente afición y de conocimiento taurino.El público de aluvión o clavelero indocto en la materia se la pone fácil a los mercaderes del taurineo.
Docurdó Corajay.

Anónimo dijo...

Exceptuando el quinto de la tarde, el resto de la corrida de Adolfo me aburrió. No eran las embestidas bobaliconas de otros días y había una chispa de picante, pero vi sosos a los adolfos. Tal vez les faltó más movilidad para que los tendidos se impregnaran de la emoción que pudimos vivir días anteriores.

Creo que El Cid ya está para pocas gestas, le deseo una pronta mejoría. Ángel Sánchez me decepcionó, desde aquella primera aparición en Las Ventas donde dejó buenas sensaciones, su carrera no ha tomado vuelo.

Pepe Moral ejecuta un buen toreo de salón, la faena de la oreja fue de menos a más. Unos inicios muy toreros donde solemos dejar paso a la creatividad en perjuicio de la pureza pero después la faena empezó con mucho alivio, ligando pases a base de meter exageradamente el pico para que el toro siguiera los vuelos de la muleta estando bastante descolocado Moral. Después se confió más y toreó con más verdad. Oreja que no pedí pero que tampoco protesté. No estaría mal un cartel con Chacón, Pepe Moral y Fortes.

¡Veremos cómo sale la de Victorino!

Un abrazo
J.Carlos

Anónimo dijo...

La corrida de Adolfo Martín, es la que mas me ha gustado de las últimas enviadas por este ganadero. Sobre todos, el quinto toro, aunque otros interesantes. El Cid. Gran torero tiempos atrás. La mejor izquierda. Lleva unas temporadas cerrando la tienda, y para mí, fue cogido por no colocarse, dejó ventana, el toro le vió y le prendió. Le deseo pronta recuperación. Pepe Moral estuvo bién con el quinto, aunque debe apretar mas. Angel Sánchez, sobrepasado por sus toros, me pareció que en todos, tenía excesivas ganas de ir a por la espada y terminar.
Rigores.