jueves, 4 de junio de 2020

Si llega el fin de los toros


Me cuesta pensar en algo que haya generado tantas ilusiones, tanta dedicación, tanas cosas buenas y que puedan llenar tanto una vida, como los toros. Quizá por eso si llega el fin de los toros...

Nadie quiere pensar en que algún día pueda faltarle algo o alguien a quién tanto quiere, algo que tanto siente, algo que le da la vida. Que no era su vida, no lo necesitaba para respirar, ni para ver, ni para hablar, ni para oír, sentir, caminar, pero que por voluntad propia, o quizá más por voluntad de la fiesta, los toros, como si fuera alguien muy cercano y muy querido, te dio el aire para respirar, te abrió los ojos para poder ver, te permitió escuchar el ruido de la casta, la bravura, el entusiasmo de un pueblo, de tu plaza, mientras tú no tenías voz, ni podías dar un solo paso, ni expresar esos sentimientos que el toro y el toreo hacen que broten dentro de ti.

Son malos tiempos, los peores, dicen que esto se va, se acaba, se nos escapa de las manos lo que conocimos, lo que nos atrapó con extremada delicadeza con las ligaduras de la emoción, la entrega, el amor. Un cordón dorado, invisible, sólido, incorpóreo, que nos une a los nuestros, de generación en generación, trepando por la montaña del tiempo hasta perder el rumbo y los nombres de aquellos que desde hace siglos nos precedieron en esta aventura del toro. Y dicen que esto se acaba. Pero si llega el fin de los toros, que no me lo dejen ver, que me tapan los ojos, que me pongan una venda que no me deje ver ni un rayo de la infamia que se los acabe llevando por delante. Si llega el fin de los toros, miéntanme, alimenten mi ignorancia, con mentiras piadosas o crueles patrañas, pero no me dejen ser testigo del final. Si llega el fin de los toros, no busquen culpables, no busquen causas, que ya de nada servirán, nadie pagará por ello. Nadie se quedará para excusarse, para pedir perdón, para expresar cuánto lo sienten.

Tantos años de gloria, de pasión y, ¿por qué nos tiene que tocar a nosotros? ¿Será que ya no te quieren? ¿Faltará ese amor incondicional? ¿Se habrá diluido esa entrega, esa afición que empujaba una tarde y otra y otra y así hasta mil y mil más, con la única excusa de que iba a salir el toro? Será que el amor sincero se ha convertido en simple atracción carnal para unos instantes de sucio desahogo, el que provoca la gula qu8e se ha adueñado de una tarde de toros, en conjunción con los zafios alaridos de supuesto entusiasmo, sin importar el honor del toro, el prestigio de una plaza, ni mucho menos el rito que el toreo ha ido modelando desde que el tiempo no tenía medida, solo tenía sensaciones. Virutas de plata enroscadas sobre si mismas como si la mano del orive las guiara en volutas de plata, oro y azabache.

Si llega el fin de los toros, no me lo digan, no me lo cuenten, tómenme por un ingenuo, un estúpido, un imbécil, una cabeza perdida, sin rumbo, pero no me digan que se ha muerto una parte de mí, esa parte que igual que un día me hizo sentirme vivo, otro día me arrancó de las garras de un perro negro que me quería devorar por dentro hasta vaciarme de mi mismo. Si llega el fin de los toros, no me lo digan, no hará falta, porque estoy convencido que lo sabré, algo habrá que me diga que sin poderlo evitar, se me habrá ido una vida. Muchas vidas, todas las que se viven en una plaza de toros, las que se viven hablando de toros, sintiendo los toros, viéndolos salir de un pincel, leyéndolos desde lo más profundo del alma. Si llega el fin de los toros…

Enlace programa Tendido de Sol del 31 de mayo de 2020:
https://www.ivoox.com/tendido-sol-31-mayo-de-audios-mp3_rf_51610004_1.html

4 comentarios:

Rafa Diaz dijo...

Para hacer examen de conciencia, tanto los de un lado, los de otro y los de una tarde. Ese sentimiento que expresas lo comparto, pura sensibilidad ante un trocito de nuestra propia vida. Enhorabuena por tanta sensibilidad y sentir de lo que es ser aficionado a los toros.

Enrique Martín dijo...

Rafa:
Muchas gracias y me satisface el saber que hay muchos aficionados que también tienen ese sentimiento de aficionado que les hace no soltar esta pasión, por más que se les maltrate.
Un abrazo

MARIN dijo...

LLeva un tiempo rondandome por la cabeza el mismo asunto Enrique, tanto tiempo como el que hace que me alejé, o hicieron que me alejara. Y no me deja dormir Enrique. Esa parte de mi vida tan importante que, durante un tiempo, estuve dispuesto hasta a entregársela al animal que mas amo en este mundo. Pero a medida que me voy haciendo esa idea, cada vez estoy mas convencido que sería capaz de vivir sin fiesta...pero no sin toro. Sin ver a ese becerro con las pares todavía frescas, sin ver a los pequeñajos correr por el verde del campo, sin ver esa vacas curtidas en años, y sin ver al rey de la dehesa retarse día a día, libre como el aire que respira. No puedo. Si algún anti lumbreras de los que hay en esta tierra me diese la fórmula para que el toro siguiese viviendo sin la tauromaquia, mañana mismo me veias con el carnet del Pacma en la boca. Pero no, mi llama se apaga poco a poco Enrique...y duele mucho. Muchísimo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Ahora se nos vienen a la cabeza ideas que nunca creímos que pudiéramos tener. Es complicado, muy complicado y puede que tengamos que cambiar ciertos hábitos y ciertas aficiones porque los que se dicen de los nuestros se hayan empeñado en ello. Aunque, ¿quiénes son los nuestros?