martes, 22 de septiembre de 2020

Y nos llamarán…

 

La suerte suprema, esa que el señor Pinar intenta esquivar, porque un pegapases mo llega más allá de los trapazos 


 
En momentos de ofuscación cualquiera puede decir cualquier cosa, que el calentarse es lo que tiene. Nos acaloramos, nos encendemos y es como si se nos desconectara la boca del corazón por unos instantes. Eso creo que siempre puede tener perdón, si las disculpas son sinceras, si todo es producto de eso, un momento de cables cruzados. Pero hay veces en las que esa conexión se hace más intensa y lo que brota como un volcán en forma de palabras, o palabrería, es lo que de verdad siente la persona, lo que quizá lleve tiempo censurando, porque si se enteran de los sentimientos reales, igual uno empezaría a tener mala fama, muy mala fama.

 Que el bueno de Rubén Pinar, quién heroicamente fue el ejecutor del último indulto a un Victorino, se desbocó en un programa de radio y a todo aquel que no estuviera de acuerdo con tal indulto le regaló un calificativo poco edificante. Porque las madres siempre tienen culpa en lo que hacen los hijos, en si no saludan a las visitas, si meten los dedos en el plato, si hacen ruido al tomar la sopa, si no ceden el paso a las personas mayores, sin no son considerados con los demás, esas cosas que las madres y los padres, por supuesto, deben enseñar a sus crías en la edad temprana. Pero hombre, el que no estén de acuerdo con un indulto. Es responsabilizar en exceso a las madres del mundo. Eso sí, lo que parece que Rubén Pinar no aprendió en su infancia es a no ser desconsiderado con el prójimo, a entender que no todo el mundo coincide con las ideas propias y que estas ideas hay que, si no respetarlas, al menos no despreciarlas. Porque sí que es verdad que hay ideas que no admiten el más mínimo respeto, sobre todo las que se basan en el no respeto e intolerancia hacia el vecino.

 Poco ha tardado en emitir un comunicado el señor Pinar pidiendo disculpas por sus palabras. Disculpas aceptadas, lo que no quiere decir que no tengamos en cuenta sus pensamientos más íntimos, que por otra parte no son de exclusividad suya; es más, aunque lo oculten es una idea muy extendida entre los taurinos, entendiendo como tales los que viven del toro y los palmeros de los que viven del toro, que no para el toro. Que hay qué ver cómo se ponen por no bailarles el agua. Que no es que les lleves la contraria, les basta con que no muestres tu absoluto acuerdo con sus ideas y ocurrencias, para que renieguen de ti y te aparten como si tuvieras la peste o como si fueras portador del COVID 19 y les fueras tosiendo en la chepa sin parar. O conmigo o contra mí, a veces defendiendo intereses ajenos, esperando que el poder le reconozca los méritos y algún día se lo recompensen, pero aparte de no haber tanta recompensa para tanto arrastrado de la vida, bien les vendría saber un poquito de historia y recordar aquello de ”Roma no paga traidores”. Se vacían con el que a la postre es quién les paga y aunque intenten hacer como si no existieran esos que no son de su cuerda, están, son y hasta seguirán siendo los que alimenten este negocio. Eso sí, siempre habrá palmeros, periodistas y hasta directoras de programas, que no solo no se inmuten al escuchar semejante exabrupto, sino que hasta le reirán la gracia al chico. Vaya con los libros de estilo de los medios de comunicación. Parece que se los van pasando hoja a hoja por ese lugar tan…

 Que mal está recordar las madres y ponerlas cómo y dónde nunca debieron estar, pero por si quedara alguna duda de la condición de este caballero, el señor Pinar, por si alguien pudiera pensar que fuera un calentón y nada más, a pesar de que la situación era de lo más amistosa, aún le quedaba una perla. La prueba del nueve que no deja lugar a dudas de lo que lleva dentro y de la idea que tiene del ser humano. Sin venir a cuento suelta que estos señores a los que les mentó la madre, no dudan en ponerse sensiblones cuándo un torero cae en la arena. ¡Vaya! El típico recurso del que piensa que todos los humanos están hechos de su misma pasta. No, hombre, no. Quizá que lo venga a decir un ignorante, alguien que asoma por una plaza de toros de higos a peras, pues no es bonito, pero bueno, no se les tiene en cuenta y punto. Pero un señor que se supone que sabe lo que son los toros, lo que se vive en una plaza, un señor ya con ciertos años de experiencia que vaya y diga esto, pues no da señales de que uno pueda fiarse demasiado de él, porque lo que alimenta en su interior, brillante, lo que se dice brillante, no es. Que luego será el primero que exija respeto cuando un aficionado le afee el no saber qué hacer con un toro, el que aburra al mismo tedio con esas eternas faenas de trapazos, trapazos y más trapazos. Pero claro, si no entiende que el que paga puede opinar de acuerdo a criterios taurinos, si no llega a interpretar el sentimiento de nadie al ver o saber de una cogida mortal, no esperemos que sepa lo que es el toreo. Es mucho pedir y a veces el error no es suyo, sino de los que quizá por un momento le creímos matador de toros, sin enterarnos que simplemente es un vulgar trapacero pegapases que no se viste de torero, más bien se disfraza de ello. Que no es lo mismo investirse de, que disfrazarse de. Y cuándo se crea una tarde cualquiera que está sublime, habrá quién le diga que así no, que eso es una mascarada impropia del toreo y entonces él y sus corifeos se ofuscarán mucho y nos llamarán…

 Enlace programa Tendido de Sol del 20 de septiembre de 2020:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-20-septiembre-2020-audios-mp3_rf_56772846_1.html

2 comentarios:

Cincinato dijo...

Todo esto viene de la indultitis.

Y esta se produce, la mayor parte de las veces, no por los méritos del toro, sino porque al conseguir el indulto el público y el torero buscan darse a sí mismos un premio adicional. En el caso del torero, encima, sin tener que pasar por el trance de la estocada.

Hay quienes llevan tiempo diciendo que hay que reformar lo de los indultos para poner freno a los abusos pero que han tirado la toalla y ahora abogan por la prohibición monda y lironda, ya que opinan (con mucho fundamento) que hecha la ley hecha la trampa y que ninguna reforma atajaría los abusos. Pero yo me permito sugerir un cambio en el reglamento que creo que serviría y dejaría la puerta abierta para casos excepcionales. Se trataría de añadir dos frases:

1) Cuando el toro es indultado, no se concederán trofeos al diestro que lo haya lidiado, ni siquiera simbólicos, limitándose su recompensa a una vuelta al ruedo.
2) Independientemente del número de trofeos cortados en el conjunto del festejo, ningún diestro podrá salir por la Puerta Grande sin haber matado a todas las reses que haya lidiado.

Los toreros son los colaboradores necesarios, cuando no instigadores alevosos, de los indultos abusivos. ¿Lo seguirían siendo con estos cambios? Yo creo que no.

Enrique Martín dijo...

Cincinato:
Es que se ha llegado a un punto en el que no se diferencia entre lo que hace el toro y el torero. Parece como si el público no entendiera que un torero puede triunfar con un toro malo, ni ser un toro bueno y que el torero fracase. Parece como si ambos fueran de la mano. Y si hablamos de la exigencia, te dicen que entonces no habría ningún indulto, como si esto fuera indispensable para la fiesta. Y se echan las manos a la cabeza cuándo se les responde que vale, pues que no los haya. De locos.
Un saludo