miércoles, 16 de diciembre de 2020

Y un próspero…

Que el que entre no se parezca en nada al que se va


Se nos acaba el año. ¡Vágame el cielo! Que lleve tanta paz, como tranquilidad deja. Que parece costumbre el que por estas fechas empecemos a renegar del año que se va y deseemos que nuestras esperanzas e ilusiones se hagan presentes en el que va a estrenarse. Que siempre hay quién dice que ellos recordarán el que se agota con cariño, porque hicieron un viaje, porque disfrutaron de los suyos, porque estrenaron casa o coche, por mil motivos, pero este, ¿este? Anda y que se vaya con viento fresco. Eso sí, si algo hay que agradecerle a este nefasto 2020, es que ha servido para que muchos se quiten las caretas y dejar asomar lo que realmente tenían dentro. Para eso sí que ha venido bien. Mientras unos intentaban mantenerse en su sitio lo más quietecitos posible, otros se han lanzado a pegar bandazos para acá y para allá, sin preocuparles llevarse por delante al mismo mundo. Y el mundo de los toros no iba a ser menos.

 Gracias a este añito ha quedado claro eso de que “por el interés te quiero…” Que hasta los que venden almendras, refrescos, bombones helados, gorras, almohadillas o agua de cebada han dejado clarito que ellos no tienen sentimientos en lo que les toca la cartera. Eso sí, de primeras todos eran solidarios como el primero, que si hacía falta salían a la calle a “defender a los suyos” a brazo partido. Recuerdo cuando salían esas rutilantes figuras del toreo/prensa amarilla, liderando manifestaciones, ya fuera saltándose confinamientos, estados de alarma o estados de buena esperanza, que ellos corrían como primerizas/os para salir en la foto. Otros se ponían flamencos y según el caso, afirmaban con la rotundidad del soberbio/ ignorante, que ellos darían tal o cuál feria, por sus… Otros que iban a preparar las suyas, en su plaza y que no iba a haber autoridad alguna que se lo impidiera; menudos son ellos.

 Otros pecamos de ingenuos, y vaya que sí, pensando que igual para San Isidro lo mismo… Ni Isidro, ni Isidra, ni Fallas, ni feria de Abril ni na, ni na, adiós la luz. Luego que para junio si acaso, para agosto, para septiembre, otoño en todo caso. Si hasta hubo quién afirmó que el sía de la Hispanidad se iba a celebrar por todo lo alto en la plaza de Madrid. Que no había cristiano que impidiera que se dieran toros. Y ya ven cómo estamos, ni toros, ni vacas, al menos en Madrid. Que la realidad ha sido tan cruel, como irremediable. Y vaya que sí. Eso sí, ¿recuerdan los de las manifas rebeldes? ¿Los que iban a “defender a los suyos”? Pues todos desaparecieron, en cuanto vieron que lo suyo igual se les medio enderezaba por otros caminos, dieron de lado a los suyos. Que la maquinaria no la pararon, pero como si fueran víctimas de un gran naufragio, entre unos pocos, los poderosos, empezaron a construir su balsa, con plazas limitadas, evidentemente, y a los que en otro momento fueron “los suyos”, se limitaron a desearles suerte y que los tiburones y pirañas del toro estuvieran desganados o se hubieran convertido al veganismo.

 Pero todo lo que ha venido después ya es archisabido, vaivenes, idas y venidas, lo que hoy es blanco, mañana es negro y el show que se montaron que tanto avergonzó a muchos, sobre todo a los aficionados, pero que a ellos les ha parecido tal maravilla, que ahora andan a ver si esa fórmula mágica, y más rentable para ellos, se aplica por los siglos de los siglos. A los que pagan, a los que pagamos, solo nos queda esperar que este maldito año al que solo hay que agradecer que haya descubierto a tanto miserable y a tanto interesado, se vaya pronto y que ninguno que le suceda le tome como modelo. Con lo bonito que parecía el doble veinte y vaya que nos ha salido rana. Pero ni este, ni ninguno nos quitarán las ganas de felicitar las fiestas a todo el mundo, especialmente a los amigos, a los allegados, a los seres más queridos y que el que empieza el uno de enero nos sea a todos infinitamente más bondadoso, que nos deje abrazarnos, besarnos, reírnos a dos palmos, mirarnos a los ojos sin peligro, disfrutar de las sonrisas, ver las caras al completo y no solo del entrecejo para arriba. Que no se nos empañen las gafas con mascarillas impertinentes, que no haya que plantearse si esta protege más o menos que la otra, que un dolor de cabeza no sea motivo de alarma y que los mayores puedan de una vez por todas abrazar y besar a los nietos, que puedan descargar en forma de abrazos tanto cariño acumulado. Para todos, un muy feliz 2021 y todos los que sigan, acompañados de abrazos entregados y besos apasionados, que eso, aunque no lo creyéramos hace unos meses, es vida, es vivir. Y pese a quién pese, muy felices Navidades y un próspero…

 Enlace programa Tendido de Sol del 13 de diciembre de 2020:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-13-diciembre-de-audios-mp3_rf_62275167_1.html


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