![]() |
| Resulta que lo que dicen que embiste no aguanta en pie, sale manso y descastado, ¿en qué se queda esto? |
Si tomamos dos figuras del momento, dos genios de la tauromaquia del trapazo, dos fenómenos del destoreo, pero que tienen nombre, incluso los habrá que ya estén molesto con estas dos primeras líneas; ustedes perdonen, pero sigamos adelante. Ya digo, dos fenómenos y un confirmante que abriera cartel, que en su día interesó a muchos y que tampoco molesta a muchos más y les ponemos con una ganadería de “garantías”, una ganadería de las que “embisten”, ¿qué podría salir mal? Igual todo, porque nada de lo planteado respondía a una realidad que no es real. No es real, porque los dos figurones son eso, figurones, pero nada más, porque ser figurón es como decir nada y menos hoy en día. El confirmante, pues una incógnita, a la espera si lo que algunos vieron hace tiempo tenía fundamento. Y el ganado... ¡ay el ganado! Que se les llena la boca a los taurinos con eso de las ganaderías que embisten, que abogan por ellas en contra de esas en las que unos depositan sus ya marchitas ilusiones de aficionado que espera la vuelta de su mesías de la fiesta, el toro, pero que aquellos mandarían al matadero sin pestañear. Y ahora pongámosle nombre a estos perfiles. Los figurones, por orden de aparición, Talavante y Pablo Aguado, el confirmante, Jarocho y la debacle ganadera a nombre de Domingo Hernández.
Que algunos confían en que el show sea medianamente digerible anunciando un hierro del gusto de los figurones ¿Y cuál es el resultado? Pues un encierro que en el mejor de los casos estaba justito, que tapaban sus carencias con kilos, más de los que quizá requerían esos cuerpos unas veces cortitos, otras descabalados, pero con el común denominador de la falta de casta, de ser muebles con cuernos que a nada se venían al suelo, que el ponerles el palo encima ya era un abuso, porque estos de los que dicen que embisten, no aguantan ni el peso de la vara, van a aguantar una vara en condiciones ¿Estamos locos? Mansos, que el que no derrotaba en el peto, escapaba a galope del peto, que buscaban los terrenos de toriles y no querían saber nada de cualquier cosa que pudiera parecer pelear. Pero a estos hay que cuidarlos y mantenerlos como si fueran el collar de la abuela que todo heredero espera con ansia. A estos no hay no que nombrarles el matadero, porque siempre saldrá el taurinillo de turno que ensalce la labor ganadera de don Domingo, el señor Hernández. Que me dirán que a estas alturas de temporada ya no le quedan bicocas; pues entonces, que no venga, que se quede en su casa, porque al aficionado esto se lo cobran como si fuera bueno.
Los que si cobran como si fueran buenos son los dos figurones y Jarocho... que igual Jarocho no es que haya hecho el agosto, ni mucho menos.
Alejandro Talavante está, porque se le ve por el ruedo, pero es un estar tan triste, tan anodino. A su primero le estuvo entreteniendo dejando que pasara el tiempo y que el animal se mantuviera en pie. Recibió a su segundo dándole aire a pies juntos, sin preocuparse de llevar al toro largo, corto o medio pensionista, que lo interesante son las poses. En el cuarto desplegó toda la sosería imaginable con un trapaceo vulgar, ventajista, mucho pico, lejano y a seguir dejando correr el reloj, sin importarle soltar un bajonazo después.
Pablo Aguado, poseedor de esa elegancia natural innata, que a nada que te descuides te distrae de ese toreo tramposo abusando del pico y de citar muy fuera. Eso sí, con mucha naturalidad, que nadie lo olvide. Que eso de lidiar para él es un secreto indescifrable, que él viene a dar trapazos, a ver si nos enteramos ya. A su inválido primero empezó con latigazos y luego vino lo de abusar con exageración del pico, ya sea con la diestra o con la zurda, pero siempre a una distancia más que prudencial y nada honrosa. Y el quinto, si es otro inválido pidiendo socorro, mejor, que mejor. Que él se empeña en soltar su repertorio, aunque el toro no vaya ni a empujones, con un manso que solo se defendía y que acabó aculado en tablas, donde se le sacudió un sartenazo de época. Que dirá que Madrid le tiene manía, pero la cuestión es que Madrid también podría acusarle a él de lo mismo. Igual es que se entiende su arte en esta plaza.
Jarocho confirmaba, después de que muchos lo reclamaran en carteles precedentes. Al final ha vuelto a las Ventas. Que se puede decir que ha intentado estar serio, que ya es mucho, pero con animal que no se aguanta en pie, poco o nada. Que el confirmante hasta parecía no querer ser descarado en eso de tomarse ventajas, menos al entrar con la espada, yéndose exageradamente para pinchar, lo que con toda seguridad no fue la causa de que el de don Domingo se echara de pura invalidez. Al sexto, que parecía un jamelgo, lo recibió por abajo, rodilla en tierra y verónicas rectificando. Tuvo el detalle de una vez que el picador marró con el palo, sacarlo y ponerlo de nuevo, haciendo que el muerto viviente fuera tres veces al caballo... para no picarle, que ya parecía venir picado de casa. Tomó la muleta y se fue al toro con la montera, al no brindar el trasteo a nadie. Antiguos usos que siempre son de agradecer. Se quiso poner a dar derechazos y naturales, pero el toro no estaba para eso. Que hasta parecía que se lo estaba tomando en serio e incluso mostrando respeto por la plaza en que estaba, pero quizá no eligió la mejor opción. Quizá habría sido más oportuno vencer lo bronco de las embestidas con muletazos por abajo y a otra cosa. Y de nuevo, tras unos pinchazos, el animal se echó solo de pura mansedumbre. Eso sí esto de Domingo Hernández es de las ganaderías que embisten, dicen.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

No hay comentarios:
Publicar un comentario