Una de las virtudes de los blogs es la posibilidad de intercambiar comentarios y opiniones entre los aficionados, para desgracia de los embaucadores y para bien de la fiesta de los toros. Entre unos y otros se van descubriendo multitud de matices, aunque al final todos coinciden en lo esencial. Pues bien un día de estos recibí el comentario de un aficionado que, por deseo propio, vamos a mantener en el anonimato y que nos puede servir para reflexionar un ratito. A unos se le vendrán imágenes del pasado, personas que nos guiaron de la mano en nuestros primeros pasos en esta afición y a otros les descubrirá una forma de entenderla completamente desconocida. Pues sin más preámbulos, ahí os dejo con una voz llena de vivencias taurinas:
Hola Enrique:
Creo que debía haber contestado a tu último comentario en el post de Pepín Martín Vázquez pero me fui de viaje unos días y hasta ponerme al día a la vuelta, se quedó pendiente. Por otra parte, como es un tema que me apasiona pues por esa época empezaba mi afición, quería extenderme algo.
Hoy día la personalidad de los toreros es prácticamente inexistente y creo que ello se debe en gran parte a las escuelas taurinas que, lejos de fomentársela, se limitan a enseñarles a ¿torear? a esos semovientes que salen por chiqueros que no admiten el toreo de mando y dominio propios de un auténtico toro; por eso el ¿toreo? moderno es un “toreo paliativo”, lineal, hacia fuera, a media altura y de pasito atrás, porque si se les obliga o quebranta algo, se van al suelo. También les enseñan todos los trucos y ventajas para engañar al público facilón con alardes falsos o con pases de adorno pero sin fundamento, ni profundidad. Además, consecuencia del mercantilismo de la sociedad actual, sólo se fijan, imitan, a los que más ganan que no siempre son los que mejor torean. Resultado: toreros clónicos y sin personalidad, aparte de ventajistas y faltos de recursos cuando sale un toro con algo de casta.
Yo creo que no he visto a Pepín Martín Vázquez o al menos no tengo ningún recuerdo de él (cuando se retiró yo tenía 13 años) pero, igual que tú, sí le he “visto” en conversaciones familiares. A Pepe Luis ya sí le recuerdo aunque en su última época y en su reaparición posterior (1959) en que ya era una sombra de lo que fue pero no obstante me quedan recuerdos de detalles, sobre todo con el capote.
Del torero que tengo recuerdos claros es, curiosamente, más antiguo: Domingo Ortega. Le vi en su última temporada cuando le tenían que inyectar para aguantar la corrida, y tengo unos recuerdos imborrables de dos festivales a beneficio de toreros.
El primero en el homenaje a Nicanor Villalta, el 27 septiembre 1956, por cierto con los albaserradas de Escudero Calvo que entonces tenían mucho que torear (hoy Victorinos). Domingo Ortega no estaba en el cartel sino que estaba de espectador y al final quiso sumarse al homenaje y pidió autorización para matar el sobrero (no sé de quien era) y, como se la dieron, bajó al redondel con traje de chaqueta y corbata y dio un auténtico recital de lo que es el toreo, algo que, más de 50 años después, permanece fresco en mi mente. También quiero decirte que el “El Papa Negro”, Manuel Mejías Rapela, “Bienvenida”, padre de los 5 hijos de la dinastía, Manolo, Pepote, Antonio, Ángel Luís y Juanito, también estaba presente y, con sus más de 70 años, quiso sumarse al homenaje poniendo banderillas, pero afortunadamente no se lo permitieron, pues sus facultades ya no estaban para eso. Esos detalles demuestran lo que eran los toreros entonces. Como anécdota ese día tocó la música en Las Ventas.
El otro festival al que me refiero es el del homenaje al “Divino Calvo”, Rafael El Gallo, el 22 octubre 1957. Fue el homenaje de los puros; se recogieron a miles, porque todos los aficionados, sabedores de la pasión de de El Gallo por los habanos, fueron a la plaza provistos de un buen veguero que le lanzaron al dar la vuelta al ruedo después del paseíllo (no encabezando éste como estaba previsto porque llegó tarde) o depositaron en recipientes al efecto. Domingo Ortega, una vez más, ofreció otra clase magistral por la que le premiaron, es lo de menos, con dos orejas, igual que en el homenaje anterior. Con independencia del éxito artístico, resultó un homenaje muy emotivo, pues aparte de la simpatía natural de Rafael, se dieron varias circunstancias que perseveran en el recuerdo: Conchita Márquez Piquer, hizo el despeje de la plaza; en la meseta de toriles, ataviadas de mantilla, estaban las bellezas de la época… Lola Flores, Carmen Sevilla, Conchita Bautista…; y, como colofón, el gran picador Miguel Atienza, el creador de la suerte del Sr. Atienza, “La Carioca”, se despidió del público madrileño ¡qué tiempos!
Por cierto, me viene a la memoria una anécdota, no sé si cierta, que circuló con motivo del dinero recaudado: se reunió la comisión organizadora y sabedores del rumbo de Rafael, discutieron en la forma de entregárselo, si de golpe, que seguro lo gastaría pronto, o a intervalos más o menos regulares para que le durase más; hubo propuestas, anualmente, mensualmente, etc., y alguien propuso una cantidad diaria, pero, rápidamente, soltó otro: mejor esa cantidad, la dividimos en dos y una parte por la mañana y otra por la tarde. Supongo que no deja de ser una anécdota más o menos graciosa para resaltar la personalidad del genial torero.
Bueno, como me suele pasar en estos casos, me disparo y no hay quien me eche los frenos; vuelvo al tema. Domingo Ortega es como te decía el torero más antiguo de quien tengo claros recuerdos, después ya vienen Rafael Ortega, con el que se acabó de fraguar mi afición y uno de los más puros que he conocido y que su fama de estoqueador creo que le ha nublado algo su auténtica valía con el capote o la muleta; Luís Miguel, que su gran vanidad, que en nada le benefició, era equiparable a su categoría como torero; por supuesto Manolo González y Manolo Vázquez (algo posterior) artistas que tú citas; Julio Aparicio, para mí el torero que mejor conocía los toros desde que salían de chiqueros, lidiador fácil y dominador pero que le afectaron bastante las cogidas, particularmente la de Barcelona, después, San Sebastián y Las Ventas; luego ya vendría Ordóñez uno de los más grandes, Cesar Girón el primero de una saga de venezolanos alegres, bulliciosos y buenos rehileteros, Antoñete que, como los vinos, mejoraba con los años, Jaime Ostos el as de espadas, Diego Puerta que pasó a ser Diego Valor, Curro Romero si le has visto hacer el paseíllo “te pués morí”, Camino el niño sabio de Camas, El Viti el toreo es algo muy serio, etc… En fin como verás una pléyade de figuras, auténticos figurones, todos ellos diferentes, muy diferentes, pero con su personalidad propia… Entonces todavía no había escuelas taurinas.
Creo que ha merecido la pena utilizar por una vez la pluma de otro, sobre todo para mejorar este blog. He omitido los saludos y despedidas, en los que hace referencia a otro buen aficionado de Aguascalientes, Xavier González Fisher, quien tan bien nos pone delante el espejo del pasado para ver los males del presente, sus opiniones desde la distancia con una clarividencia pasmosa y su visión de una fiesta universal, con los mimos males y las mismas virtudes en cualquier lado del Atlántico. Y creo que ahora es el momento de callarse y quedarse con que “la experiencia es un tesoro”.
4 comentarios:
La experiencia siempre ha sido un grado. El dibujo precioso.
Enrique: No alcanzo a descubrir al "intérprete" (diría Santo Tomás de Averroes), pero la realidad es que si nos desprendemos de la historia de esto, nos quedamos sin la posibilidad de entenderlo.
Y no es que me quede "viendo para atrás", pero, ¿hay algo en lontananza? No lo creo, así que mejor es rumiar la historia, en tanto llegue el Mesías que saque las cosas de su marasmo.
Gracias a los dos por tener en cuenta lo que pueda decir.
Los que hemos tenido la suerte de vivir con intensidad esa época, nos sentimos como gallina en corral ajeno con ésta Fiesta, que más que Fiesta es una juerga.
Completamente de acuerdo con todo el comentario.
Un saludo
Gracias por vuestra intervención y estoy de acuerdo en una cosa, no hay que pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero en la actualidad no solo no debemos perderlo de vista, sino que además habría que tomarlo como modelo, cogiendo lo bueno y corrigiendo lo malo. Y me preocupa esa corriente actual de desmitificar el pasado y ensalzar este presente. No entiendo nada, pero creo atisbar que alguien busca algún beneficio en provecho propio.
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