viernes, 4 de junio de 2010

Monsieur Castelá, Señor Pereraaaa, pegar pases no es “atorear”


El ayudado por alto no es un banderazo a la Tramontana




Tengo que confesar mi perplejidad ante estos dos fenómenos de la tauromaquia postmoderna, ejemplos del pegapasismo, que después de quinientas corridas por temporada, han sido incapaces de aprender a “atorear” y por más pases que den, el aficionado de Madrid se queda frío, y no me refiero a los que cumplen su corrida anual una tarde en las Ventas. El aficionado es otra cosa. ¿Qué harían estos chicos con el aficionado que sacó al Guerra de sus casillas? Aquel Guerra que dijo que “en Madrid que atoree San Isidro” ¿Qué harían estos chicos con aquellos públicos que contaban los pases a los destajistas del toreo?

Monsieur “Castelá” se pasea por el ruedo inmerso en su mística de opereta, cimbreándose por el ruedo de Madrid como si fuera un demiurgo de la tauromaquia, meditando sobre sus cosas, pero sin pararse ni un segundo a pensar en las condiciones del toro. Así le pasa que tiene delante un carretón y para lo más que da la ciencia de este señor es para citar dos tandas desde lejos y luego acortar las distancias hasta el encimismo, pegando mantazo tras mantazo, intercalado de algún trapazo que otro, siempre con el pico de la muleta, agazapado en la pala del pitón y soltando al pobre animal la misma faena que le hace a una bobona, que a un novillo, que a una máquina de tricotar. Él estaba absorto sin creerse la “obra de arte” que estaba a punto de culminar. Pases amontonados, que no ligados, cambios de mano sin razón y desplantes posando para la foto de su próximo cartel promocional. Pero en el momento crucial, cuando los locutores de la tele ya debían haberse vuelto locos y el resto de la plaza tenía perdida la cabeza, pincha. Tanto trabajo pa’na. ¡Qué desolación! Pero como lo que vale son las orejas, ya nada tenía sentido, la fidelidad incondicional se convirtió en un “ahí te den”, Que injusticia. Pero monsieur “Castelá” se marcharía casi feliz para seguir representando su papel en esta absurda opereta del toreo moderno. Seguirá meditando sobre su inmóvil estoicismo, sobre eso de dar siete pases sin mover los pies que vuelva loca a la gente, pero que hay quien desearía que se moviera. ¡Muévase monsieur “Castelá”, muévase! Yo personalmente creo que es mucho más arriesgado hacer el toreo, primero no utilizar la muleta para pegar telonazos, en lugar de llevar la embestida e ir ganado terreno al toro paso a paso. Hay que moverse para irle demostrando que allí hay un torero que cada vez le hace retorcerse más, que le come su terreno y al que no puede enganchar. Pero ya digo que esto es un gusto personal.

Pero no sólo de “Castelá” vive el neoaficionado, si éste falla tenemos a Pereraaaa, el que sin ninguna duda mantiene en alto el cetro de la vulgaridad en el toreo. Si de otros decimos que tiene gusto, de éste, de éste no se puede decir nada. Es la sinrazón con medias rosas. Lo mismo recibe al toro entre mantazos a pies juntos, que se convierte en una veleta dando giros sin gracia mientras el torete deambula por allí. No se puede ser más previsible. En la grada hasta se radiaba lo que iba a hacer el extremeño, antes de que nada lo pudiera anunciar, pero es que son tantas veces, tantas tardes, tantas faenas clónicas, que la gente ya se lo sabe. Para algunos será un mérito al alcance de muy pocos, pero yo creo que el toreo es otra cosa. Y además de todas las virtudes que adornan a Pereraaaa, últimamente se le adivina otra más y es la de exprimir bobonas. Basta que el animalito no se tenga en pie, que pase más tiempo rodando por la arena que de pie, basta que el público le pida, le ruegue, le suplique que acabe, para que él siga pegando pases y pases y pases y pases y pases y a veces mire con desdén al tendido para seguir pegando pases y… Imagino que lo hará por agradar y no por fastidiar, no se me ocurriría nunca pensar mal de un profesional, pero da toda la sensación que lo que intenta es molestar. Pues él vera. La lástima es que se ha convertido en una figura del toreo de plazas de tercera y lo que es peor, parece que pone verdadero empeño en seguir investigando en todos los secretos para triunfar en las plazas de carros. Allá cada uno.

Alguien habrá echado de menos que aún ni he mentado al Fundi. Y tiene razón. No he querido mezclar a esa panda con este torero. El Fundi ha sido un torero que nunca ha despertado pasiones en mí desde el punto de vista artístico, pero aparte de que con los de Victoriano del Río no se encontró, siempre ha sido honrado, lo ha dado todo delante de toros de verdad y siempre ha parecido buscar su mejora. En la corrida ha sido el único que ha presentado la muleta más o menos plana, pero la gente no estaba para esas cosas. Ha intentado llevar la lidia con orden, dejando el toro en le caballo, haciendo las cosas como Dios manda, a gran distancia del circo verbenero de sus compañeros de terna. Pero quizás la mayor diferencia entre uno y otros es que este uno se enfrenta a toros casi todas las tardes que se viste de luces, cosa que Monsieur Castelá y el Señor Pereraaaa no saben lo que es.

¿Y los toros?, pues en ese límite odioso entre toro y novillo, aunque algunos parecían claramente lo primero, entre los que a veces sale uno como el quinto toro, ese que embestía y embestía con una nobleza empalagosa, que exigía que su matador subiera a los cielos del toreo como un cohete. Iba por el derecho, el izquierdo, de lejos, de cerca y hasta te contestaba al teléfono. Afortunadamente nadie le pidió la vuelta al ruedo, sería porque alguien se acordaba de cómo salió espantado del caballo buscando la tranquilidad de los terrenos del uno. Pero hay una cosa que durante la corrida se me vino a la mente mientras veía salir estos anovillados ejemplares de Victoriano del Río y que se me quedó dentro y es que este ganado era el elegido para la primera actuación de José Tomás. Para mi la categoría de este torero está fuera de toda duda y creo que es uno de los pocos que puede revitalizar esto, pero si vamos con ganado como este y en Madrid, lo único que se logra es sembrar la sospecha del aficionado, y esto no es bueno para nadie, bueno sí, para los públicos merendadores que idolatran a Monsieur Castelá y al Señor Pereraaaa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, coincido contigo en la esencia del mensaje. Toreo no hubo, me refiero al que mandan los cánones, no a este toreo modernista actual tan jaleado por muchos.

En cuanto al Fundi, decir que le veo perdido, espero que algún día vuelva a ser el que nos deleitó durante estas últimas temporadas. Mucho me temo que, tras los percances sufridos, no va a volver por sus fueros. En su primera actuación no le voy a criticar habida cuenta lo que tenía delante, sí quizás decir que debió insistir algo más en el único pitón potable, el izquierdo, pero su desconfianza no le dejó hacerlo. Su actuación en el cuarto, para mí el mejor de la tarde, estuvo muy por debajo de lo que merecía el toro.

Perera no tuvo toro en el tercero, así que nada que objetar. En el sexto, ni toro, ni torero transmitieron nada. El Perera del 2008 se diluyó tras la encerrona otoñal y aquellas cornadas le han pasado más factura psicológica que física.

De la polémica del día, Castella, decir que no toreó como mandan los cánones pero que tampoco todo fue tan malo con la prensa ha venido a reconocer casi de forma unánime. La parte principal de la faena, en la que debe basarse el buen aficionado para conceder la oreja, careció de autenticidad y tampoco estuvo acertado a la hora de la suerte suprema. Lo bueno, esos inicios en ambas faenas, citando desde muy lejos y llevando la emoción a los tendidos y ese valor seco mostrado en ciertos pasajes aguantando el tipo y no a pitón pasado porque, en algunas ocasiones, el torero aguantó el tipo cuando estaba aún a merced del toro y eso hay que reconocérselo, nos guste o no. Sin embargo, en mi opinión, lo más destacado que hizo Castella fue el crear al quinto toro. Sí ese toro que fue muy boyante y que transmitió mucho en la muleta. No debemos olvidar que ese toro, durante toda la lidia, iba con la cara muy alta y pegando hachazos por el pitón izquierdo. Fue él y solo él quien corrigió el defecto.

Esto que digo debería ser norma común cada tarde pero, como no lo es y lo más habitual es que veamos en la muleta toros por bajo de su verdadero potencial (como le sucedió al cuarto), he creído conveniente destacarlo. Estoy harto de ver muchas tardes a toreros que no quieren lucir al toro e incluso le hacen verse peor para que el toro no tape sus carencias técnicas y/o de valor. Más harto aún de ver como alguno ha cortado oreja en Madrid en tales circunstancias.

Lo dicho, oreja inmerecida en el segundo y por debajo del quinto, pero algo hizo bien…

Saludos, J.Carlos.

Enrique Martín dijo...

J.Carlos:
Me encanta que palntees tu opinión, sea contraria o coincidente con la mía, sobre todo por lo bien y sencillo que lo dices. Y ahora no voy a rectificar y darte la razón (entonces los espectadores podrían grutar eso de que se besen, que se besen). Ya decía yo que ese toro no era lo que mucha pensó al verlo en la muleta. No dudó salirse del caballo y escapar a terrenos del 1, y en banderillas recortó por el pitón derecho, lo que hizo que el par de J. Ambel tuviera más mérito, pero como suele pasar con estos toros modernos, en la muleta fue otro. Si te tengo que decir la verdad, tal y como lo trapaceó Castella, no sé si hizo que el toro corrigiera su defecto o si este cambio en si mismo, porque según me pareció, en ningún momento le mandó, sólo acompañaba la embestida. Pero si tengo que reconocerle el que en las dos primeras series le diera distancia, aunque rápido decidió empezar a echarse encima. A mí me pareció que se cumplió la maldición de la gitana. Pero te agradezco mucho tu comentario y me encantaría que siguieras volcando tus opiniones en este blog. Te vengo siguiendo desde otros blogs y también me gustaría seguirte si escribieras en algún blog. Esto es lo bueno de los toros, aunque con tanta uniformidad, se está convirtiendo en una situación poco frecuente. Un saludo