¿Tan complicado es rematar un muletazo?
Nos pasamos la vida clamando porque te salga el toro ideal y
cuando aparece estamos más pendientes de aliviarnos y de sonreír a la parroquia
para sacar el aplauso fácil. Se desaprovecha una ocasión de oro, una de esas de
ganar el escaparate millonario en veinte minutos y nos conformamos con el
coche, que al fin y al cabo es a lo que hemos venido. Igual David Mora está más
que satisfecho y feliz de haber salido por la Puerta de Madrid, ya lo estaría
cuando el señor presidente le concedió la oreja del tercero de la tarde, pero
que se lo piense. Que sea honesto consigo mismo y que medite si ese toreo de
mercadillo que él practica es para ponerse ufano y creer que ha tocado el
cielo. Toreo de mercadillo, sí, porque aparentaba ser del bueno, pero al primer
lavado se le fueron los colores, encogió y se quedó con las vergüenzas al aire.
El estará como un cerdo en un charco de barro, pero es que diez pasos más
adelante estaba la playa de Ipanema, con sus sombrillas, sus chiringuitos, las
mulatas y los cariocas jugando al “futebol”.
Anda que no había reparo entre los aficionados con esta
corrida, con esta feria y con todo lo que toca la refundida y refundada
Taurodelta. Empezando por el nombre, que parece pensado por un ignorante, por
un necio o por Simón Casas. “Feria del Arte y la Cultura” que como emblema
presenta el tascurrio finolis instalado junto a la plaza, pero tascurrio al fin
y al cabo. Parece que esa es la idea que algunos tienen del Arte del Toreo,
copas, canapés, jaleo, compadreo y tener a un novillero plantado para que la
gente se haga fotos con él, pero del toro ni rastro. Pero como esto de la
Fiesta no hay quien lo entienda, cuando todo debía salir mal, va y sale medio
bien, y entre esto un toro de bandera. Pobre veedor, no querría estar en su
pellejo. Se le coló una corrida medianamente bien presentada, aunque unos
sobresalían por arriba y otros, especialmente el sexto, no llegaban por abajo.
¿En que pensaría el veedor al elegir al tercero? Para mí que le timaron, le hicieron
pasar por bobón a un toro bravo y noble, y ahora estará en las filas del INEM
ofreciendo sus servicios.
Malditos toros de Valdefresno, se sale uno del monoencaste y
te pueden pasar estas cosas. Las cosas parecía que iban a ir según lo previsto
cuando el primero parecía que no iba a tener fuerzas, aunque enseguida se
empezó a ver las cosas claras. Complicado para ponerle en el caballo, pues
estaba más pendiente de los capotes que del peto, pero una vez que lo lograron,
empujó metiendo los riñones, mientras que el picador le daba lo suyo y lo del
Juan Pedros de la pasada feria. Parecía muerto, cuando volvió al caballo para
seguir empujando. Parado en banderillas y aquerenciado en el tercio, se lo sacó
Curro Díaz con suavidad, metiendo el pico, pero rematando con un buen pase de
pecho. Medios pases por el pitón derecho, muy desmayado y con ese deje que
tiene el de Linares, pero sin verdad, escondiendo mucho la pierna derecha,
aliviándose demasiado para lo que se espera de él. Naturales de uno en uno, sin
ligazón, quitándole la muleta a cada pase. Metisaca delantero y bajonazo
indiscreto.
El segundo Valdefresno, cortito, fue a parar a los trastos
de César Jiménez, el parsimonioso. Intentó saltar la barrera nada más salir, se
le pegaron muchos capotazos y lo tiraron debajo del peto, donde empujó a
arreones. En el segundo encuentro acudió al paso, se dejó pegar y hasta hizo
por empujar todo lo que le permitieron las fuerzas, que no fue demasiado. En
uno de esos arreones se llevó por delante a David Mora, deshaciéndole la
taleguilla. Esperó mucho en banderillas, recortando por el pitón derecho. El
fuenlabreño empezó la faena con trapazos por bajo, para continuar con una
sinfonía de pico, lejanías y retorcimientos. No es que citara en la pala del
pitón, no, lo hacía dos pueblos más allá.
Y salió el del gran triunfo de David Mora, que al final se
quedó en oreja de baratillo, para lo que el animal ofrecía. Le recibió con unas
verónicas rectificando siempre con ese feo pasito atrás, que unas bésese usa
para apartarse y otras para asegurar la escapada o simplemente para quedar bien
en la foto sin tener que tirar pa’lante. En una de estas el torero se
trastavilló y cayó en la cara del toro. Éste que iba a todo lo que se le ponía
por delante, hizo por él, pero a pesar de lo comprometido de la situación, tuvo
la suficiente sangre fría para incorporarse de rodillas, coger el capote y
darle una larga de rodillas, haciéndose el quite a si mismo. Ya rehecho o
incentivado por el susto, ha tomado el capote y ha llevado con mimo el toro al
caballo. Bien cogido por el picador, aunque le tapó la salida y una segunda
vara con los mismos resultados. Verónicas de David Mora con mucha pose y sin
toreo, sin llevarlo y dejándose el toro frente a él.
Para caldear el ambiente comenzó con capotazos por detrás,
citando de lejos el toro se arrancó al pasito, tampoco iba a mostrar demasiada
alegría para ver como solo le enseñaban el pico de la muleta y la banda de la
taleguilla. Siguió igual de perfilero y sin torear, dando más aire que otra
cosa al Valdefresno, mientras escondía descaradamente la pierna contraria, sin
temple ninguno. Lo mismo al natural, donde el toro evidenciaba aún más las
limitaciones del matador. El animal busca la muleta una y otra vez y empezaba a
ser él el que toreara a Mora. Vuelta al derechazo para seguir por las mismas
sendas de vulgaridad y alejamiento, multitud de pases y ninguno tan siquiera
regular. Estocada muy trasera, pero efectiva y una orejita que podían haber
sido seis en el mismo toro, pues este es el que más importancia daba a
cualquier cosa bien hecha ante él.
La última esperanza de ver al Curro Díaz de otros momentos
salió muy suelto, sin que nadie fuera capaz de fijarlo en las telas. Se fue él
solito a por los picadores a toriles, según salían al ruedo. Empujó fijo y le
taparon la salida. En el segundo puyazo casi solo se señaló el puyazo, aunque
el toro quería más caballo. Parado en banderillas, no metió nunca la cara. Y
como si Curro ya lo diera todo por acabado, se limitó a estar ahí rondando, mientras
soltaba algún muletazo de mala traza con el pico por delante. Un bajonazo y a
seguir ruta. Igual que los muchos linarenses que se pegaron una panzada de
kilómetros para ver y apoyar a su torero, del que se sienten muy orgullosos, y
que se tuvieron que volver sin al menos uno olé en los labios. Más corto fue el
viaje de los seguidores de César Jiménez, pero el resultado fue muy similar.
Unas verónicas echando la patita atrás, unos mantazos en toda regla. En el
caballo no se le pegó demasiado, se lidió mal y llegados a estas alturas, aún
no se había fijado al toro. La apatía se había hecho la dueña del ruedo y si
hay un buen representante de esta tendencia decadentista, ese es César Jiménez.
Él hace que se pone a torear, pero en realidad se limita a estar por allí, con
trapazos insulsos, sin razón, sin saber a dónde se quiere llegar. Luego un
medio arrimón, aunque quizás el público estaba más pendiente de una posible
Puerta Grande, que de una improbable orejita festivalera más.
Pero la perfecta conjunción de Puerta Grande y verbeneo iba
a venir después y además con todas las de la ley del toreo moderno. David Mora
recibió al sexto, el más chico de todos, con poca presencia de toro y más de
novillo, con unos magistrales mantazos, imitando la verónica. Se dejó al toro
en el caballo con un clásico ahí te quedas, que ya vendrá el del palo. Acudió
el último Valdefresno al paso, corneó el peto y se fue suelto. La segunda solo
fue tímidamente señalada, que valió para que el toro se doliera y para que se
astillara el pitón izquierdo y es que no sé de qué estarán hechos estos petos,
¿de guata reconcentrada? Cambio de tercio y el toro, tal y como mandan los
cánones de la Tauromaquia 2.0, aún estaba suelto. Y siguió suelto, mientras
Mora se hacía el Tour de Francia por toda la plaza, mendigando algún pase.
Mucho pico y nada de mando, lo que ayudaba para que al segundo muletazo se
marchara el animal en busca de terrenos más plácidos. Uno cabezón que a los
medios y el otro que no, que en las tablas se estaba más a gusto. Pases sin
temple, hasta que al final cedió el matador y se fue a toriles para alegría de
los tendidos de sol, que ahora mismo son los jueces de las orejas y así sea la
cantidad de autobuses, así será la posibilidad de obtener despojos. Trapazos a
tutiplén y cuando ya la cosa parecía hecha, una estocada algo atravesada y
tendida, más un aviso, fueron el prólogo a es segunda orejita arañada sin
rotundidad, pero que valía para eso de la Puerta Grande, que al final es lo que
vale, para lo único que hace décadas Pepe Hillo y Paquiro pensaron sus
tauromaquias. De nada vale pensar que se desaproveche un toro que llevaba las
orejas con alfileres, porque para ellos esto era la felicidad y no se paran a
pensar que eso es… poco premio para semejante toro.
6 comentarios:
Pero seguramente en la tarde hubo "mucho jarte" y "harta costura", para honrar el títulillo de "la fiera" y no permitir que nadie se dijera timado... Mi más sentido pésame...
Xavier:
Hubo jarte jartante para todos, pero lo mejor está por llegar.
Un saludo
Hoy predominan los toreros HARTISTAS, ATOREADORES.
Saludos
Pocho
Enrique.
Fue un placer saludarte el día de Cuadri en nustra grada del 6 después de no poder asistir en los dos últimos años. Intentaré ir algún día fuera de feria y poder ver la corrida juntos.
Juan Manuel.
Pocho:
Y cada vez menos los verdaderos aficionados.
Un saludo
Juan Manuel:
Igualmente para mí, pero date prisa en ir a los toros, que igual esto se acaba.
Un saludo
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