Los de doña Dolores la echarán de menos, cómo todos los aficionados. |
Había una vez una serpiente grande, enorme, con unas fauces
que podían abarcar el mundo entero; dicen algunos que en su voracidad un día
engulló un planeta entero, un planeta lleno de belleza, de valerosos hombres
elegantemente vestidos, de orgullosos caballeros que criaban unos seres muy
próximos a los dioses, unas gentes entregadas al valor de unos y a la bravura
de los otros, y como la perfección no existe, también andaban por allí unos
tíos que se ocupaban de juntarlos a todos en torno a un anillo de oro, mientras
ellos contaban lo que les quedaba de pagar a unos y de cobrar a otros, mientras
había un grupito que contaba todo aquello para conocimiento de todo el Universo.
Y todo esto se lo tragaba la bicha sin pensar si hacía bien o si hacía mal,
porque lo quería todo, absolutamente todo y ¡ay de aquel que se resistiera!
Nadie sabía decir qué clase de ser era aquel que nunca se
saciaba. Abriendo esa boca que parecía el rastrillo de un castillo, levantando
esos colmillos pavorosos y lo mismo pasaban por allí los valerosos, que
llamaban toreros; que los criadores; los
ganaderos de toros de lidia que la afición o que los cuenta duros de los
empresarios. Y allí dentro se fueron mezclando unos con otros, y el empresario
se quiso hacer ganadero y el torero, empresario; y el ganadero, torero; y el toro, artista;
y el aficionado, empresario. El
periodista lo quería ser todo menos toro y torero. Se formó tal lío que al
final la bicha no sabía quién era ella, quien tenía dentro, ni qué hacían, sin
preocuparse si sus inquilinos hacían bien su trabajo o no, sólo le interesaba
que le agenciasen más víctimas que engullir. De esto se ocupaban unos
espabilados que supieron librarse de verse abrazados mortalmente por los
anillos que se extendían en el interior de aquella piel colorida, suave, fría y
cubierta de escamas.
¿Quién gobernaba aquella situación? ¿Quién decidía los
movimientos de la bicha? Pues todos a la vez y ninguno en particular. Se
estableció un letal equilibrio de fuerzas que no dejaba que nadie decidiera por
encima de los demás. Nadie era imprescindible, pero todos eran necesarios.
Bastaría con que una tribu se uniera para erigirse en el grupo predominante y
poder tomar todas las decisiones. Así de fácil, pero había un problema de imposible
solución. ¿Qué hacía el que era ganadero, empresario, torero? ¿Y si además
tuviera bajo su protección a otros toreros, ganaderos, aficionados y
periodistas? Pues la solución era tan simple como sencilla, aunque de nefastas
consecuencias. Todos mandarían y ninguno tendría el mando; un equilibrio
perfecto de intereses, en el que todos salían beneficiados, y el que pusiera
pegas, fuera del sistema, que además ya se encargarían los voceros de vestir la
mona al gusto del poder, para que todos los ingenuos se pusieran en contra del
rebelde. Con la belleza épica que rebosa el rebelde y lo que se le maltrata. La
serpiente comía, comía y nunca se encontraba satisfecha, todo era poco, quería
más y más, toreros valientes y de verdad, ganaderos honestos, toros encastados,
aficionados respondones y la casi inexistente prensa disidente, prácticamente
testimonial, todos iban entrando en aquel túnel oscuro al que daban la
bienvenida aquellos colmillos. Siempre arrastrándose, siempre de forma
traicionera, continuaba el holocausto.
Qué mala solución se ve a todo esto, porque cualquiera que
se enfrente recibirá una buena dosis de castigo y su trabajo lo harán los
ganaderos, toreros o quién sea que se pliega a los caprichos y abusos del
poder. Quizá si aquellos emigraran y empezaran a vivir en otro planeta,
empezando casi desde cero, recogiendo la herencia que una tradición de siglos
llevó hasta ellos. Incluso, entregados a la ilusión, se podría pensar que otros
cuantos, incluidos parte de los aficionados y público, podrían darse cuenta de
la mentira y emigrar a ese nuevo planeta del respeto a la integridad. Sería
bonito y muy emocionante. Sin pretender molestar a la bicha, con humildad y
haciéndola creer que sus caminos no se cruzarían, y si esto fuera inevitable,
que fuera porque fueran mayoría los emigrados y porque cada vez hubiera menos
víctimas para alimentar a la serpiente. No sé si esto será viable algún día,
quizá resulta utópico visto desde el punto en el que nos encontramos, pero de
lo que sí estoy seguro es que hay que eliminar a ese ser que todo lo devora sin
miramiento alguno. No sé quién podría erigirse en abanderado de los rebeldes,
ese San Jorge Taurino que acabara con el monopolio y los abusos de la bicha
insaciable.
Dedicado a una señora que no tenía otro empeño que criar
toros que fueran bravos y encastados, que ha decidido marcharse a ese otro
planeta para esperarnos rodeada de bravura y la integridad por la que siempre
luchó. Doña Dolores, muchas gracias, va por usted. Q.E.P.D.
6 comentarios:
Don Enrique: Los toros como los que criaba doña Dolores deben seguir apareciendo en las plazas (aunque sea de higos a brevas), porque será ante ellos que el "Santo" se "canonice" y comience a devolver las aguas a su cauce.
No debemos olvidar que es el toro el que pone a todos en su sitio.
¡¡¡Simplemente GENIAL Maestro de la pluma!!!.
Xavier:
Así es, el problema es que no dejan salir al toro. Yo tengo entre temor y curiosidad por saber que será de estos Atanasios.
Un saludo
Juanito:
Muchas gracias por todo.
Un saludo
Esta ganadería no dejaba indiferente a nadie, al menos a mí no me pasaba desapercibida. Toros de imponente presencia que en los últimos años han tenido actuaciones destacadas como la de Pamplona en 2011 y la de Madrid en 2010, precisamente la última tarde que ví bien a Rafaelillo.
Un saludo
J.Carlos
J. Carlos:
Yo la verdad es que no he visto muchas veces bien a los de Doña Dolores, pero como bien dices, nunca dejaba indiferente. Unos le salían mansos, otros malos de solemnidad, pero ojo, que había que estar espabilado con el animalito. Si eso ocurriera todas las tardes, otro gallo nos cantaría. Y también te digo que cuando salía uno bueno, era para pedirle de salir. Qué pena que doña Dolores se haya marchado. A ver qué pasa ahora con este hierro.
Un saludo
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