domingo, 7 de abril de 2013

No nos vamos, nos echan

No les movían de su sitio ni una manada de toros detrás y han acabado haciéndolo los que dicen defender la Fiesta.



Hace ya un tiempecito que uno anda subido a esta bitácora y que se expone al juicio de los que leen estas cosas, y que con tanto respeto y cariño me tratan, desde el primer día. Gracias a esta afición y a este invento de los blogs, he tenido la oportunidad de conocer a mucha gente buena, muy buena con los que además he compartido afición, opiniones, debates muy enriquecedores y hasta una buena amistad, a pesar de que a algunos les he podio ver media tarde y a otros tarde y media como quien dice. México se me ha venido a la puerta de casa, Huelva y su campo bravo lo tengo con solo asomarme a la ventana, Salamanca, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Valencia, Colombia, Perú, Murcia, Jaén, Valladolid, Pontevedra, y tantas otras, que de repente han acortado las distancias con Madrid y las siento tan cercanas que las veo casi cruzando la calle. Y por supuesto Madrid, que gracias a esto del toro me ha regalado estupendos compañeros de grada. Todos buenos aficionados, todos viviendo los Toros de una manera muy especial, mucho más entregados que la mayoría de los que viven del toro. Todos capaces de cualquier cosa por poder acercarse a una ganadería, ir a ver a su torero allí dónde pinte o simplemente para hablar y oír hablar de toros.

Realmente uno se da cuenta del amor a algo como los Toros, que va mucho más allá de cualquier cosa. No es un divertimento, no es una forma de ocio, ni tan siquiera una forma de matar el rato, es mucho más. Son lazos fuertemente amarrados que parece imposible que nadie pueda desatar, pero esos lazos hay veces que se acaban rompiendo. Como el tajo de un bajonazo, estos aficionados se ven cada día más aislados y apartados de su pasión. desde aquellos primeros compañeros de blogs taurinos que se mantenían en la brecha cuando empecé por aquí, y de los muchos y buenos comentaristas que a veces escribían verdaderos artículos de opinión, han sido demasiados los que han dicho que hasta aquí. Los habrá que los tilden de cobardes, de comodones, de oportunistas o de mantener una pose de aficionado que no han podido mantener. Pero exceptuando a los que se lanzan como flechas a opinar, aunque no sepan sobre que lo van a hacer, cualquiera podrá darse cuenta de que tiene que haber sido una razón muy poderosa para colgar el teclado y cortarse el ratón como el que se corta la coleta, más los que llevan tiempo meditando el si es sí o si es no ¿Y todo esto por qué?

Quizá los que dejan esto sea porque se han dado cuenta de que ya no hay nada de aquello que les volvía locos, que aquéllas formas se esfumaron a golpe de triunfalismo y vulgaridad, y los que quedan será porque aún no se han percatado de que los tiempos del toro y del torero, ya no volverán. Es duro, pero creo que es real tal circunstancia. Hemos llegado a un punto en el que otra forma de divertimento, usurpando el nombre de Fiesta de los Toros, sus tipismos y sus apariencias externas, se han adueñado del reino del toreo. Igual que en el Antiguo Egipto había períodos intermedios con dinastías transitorias y períodos de oscuridad, pero sin esos renacimientos que hacían que todo fuera mejor, más resplandeciente y enriquecedor, hasta que llegó el final de los Ptolomeos y de Cleopatra. Pues nosotros estamos a punto de hacer reina a nuestra Cleopatra. Será El Juli, Talavante, Manzanares o cualquiera de los ganaderos que se dejan humillar a cambio de poder participar en las fiestas palaciegas de los medios dominantes, que como los sacerdotes de Karnak, aunque no portasen la corona de las tierras del Nilo, eran los que de verdad decidían lo que tenía que pasar en las dos orillas del río.

Por decreto debemos adorar a los ídolos que nos imponen y admitir que sus baratijas son el tesoro que durante décadas  se ha conservado en el campo bravo y en las plazas del mundo. Pretenden imponer sus dioses, que ni pueden gobernar las crecidas, ni prever los años de sequía, ni los ataques de las tribus hostiles, ni ninguno de los peligros que acechan a este espectáculo que no se acaba de saber cuánto tiene de rito, cuánto de Fiesta, ni cuánto de arte; o a la mejor tiene un cien por cien de todo. Así son los Toros, impredecibles, inabarcables y contradictorios. Pero esa ansia de mando, ese afán por tener cada día más y más vasallos a sus pies, les ha empujado a llevar esto al rincón de la uniformidad, del simplismo, de lo predecible, de la monotonía y sobre todo, de la vulgaridad. Han creado una fe en la que la el primer mandamiento es “amar ciegamente al ídolo sobre todas las cosas”, y si los medios deciden cambiarlo a mitad de sacrificio, se postran a los pies del nuevo entronizado sin dudarlo un momento. Todos se ven en la obligación de despreciar a todos los que construyeron un pasado glorioso, a los que labraron y pulieron las piedras del toro, fuertes, resistentes y dispuestas para soportar el peso del tiempo, queriendo hacernos creer que no hay nada como el adobe, porque se puede coger con las manos. Desprestigian a los tallaron las figuras de reyes y dioses, pusieron en pie obeliscos para alcanzar el cielo y los que pintaron las bellas imágenes que decoraban las tumbas y templos. Ellos prefieren las paredes lisas y si acaso con obscenos grafitis garabateados por manos torpes sin el más mínimo gusto, aunque los autores se crean los más grandes artistas, sólo por trazar líneas rectas y muy largas, en grandes cantidades y apelotonadas sin criterio, ni orden, ni armonía posible.

Ya digo que son muchos los convencidos, pero esos que aunque queriendo, nunca podrían entregarse a estas nuevas corrientes, los que mantienen el recuerdo de la grandeza pasada, los que tienen otra idea del arte y el valor, esos se van marchando. Con el dolor clavado en el corazón, mucho más que si hubieran tenido que entregar un miembro a cambio de su libertad. Dejan atrás no un brazo, una pierna o una mano, dejan una parte importante de su vida, de recuerdos con sus padres, sus abuelos, de momentos de pasión y entrega después de ver un toro en el caballo o dos naturales dibujados con tintes de oro y plata, dejan su admiración al hombre, al torero que convertía la violencia en arte y lo que es más grande la adoración al toro, que encarnaba todas las virtudes que el hombre podía desear. Así que esto va por los Civilón, Bastonito, Antonio Díaz, Iván Colomer, Marín, Sánchez López, Lupimon y tantos otros, y por los que cada día parece que les cuesta más, David Campos, Miguelito News, Isa Molina, Juselín, Paco Martínez, Amparo Gomar, Franmartin, más los que últimamente parecen haberse animado, pero a los que también ahoga ese pesimismo en torno a los Toros. Gente a la que están deseando callar, que prefieren tenerlos cuanto más lejos, mejor, y que a fin de cuentas, parafraseando al Guerra, “No nos vamos, nos echan”.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Enrique, son tan torpes que piensan que sus problemas se solucionan con el clásico “nos echan”. Efectivamente, a muchos de nosotros nos echan o están a puntito de echarnos pero no se dan cuenta de que el mismo motivo que a nosotros nos espanta es el que ahuyenta a posibles nuevos aficionados de acudir a las plazas.

Conozco casos de algunos que probaron y, casi de inmediato, se fueron por donde habían venido sin que nunca más se supiera algo de ellos. Simplemente, en cuanto comprendieron un poco los intríngulis de este mundo, huyeron despavoridos.

¿Apostamos sobre cuántos abonos se van a dejar de renovar este año en San Isidro? Apuesto que marcará un nuevo record histórico. Por lo que parece, el bulo que dejaron correr sobre que José Tomás vendría a la feria, sólo les sirvió para que la gente aguantase en Otoño, pero San Isidro será otro cantar.

Y la Feria del Arte y la Cultura se va a convertir en la Feria del Desastre y, posiblemente, la Ruptura del triunvirato.

Un saludo
J.Carlos

MARIN dijo...

Es dificil hablar despues de haber leido la entrada Enrique, mas que nada porque es imposible poner ni un solo punto ni una coma a todo lo escrito.

Hace mucho tiempo que me siento vacio, pero vacio de casi todo. En mi entrada de despedida no tuve cuarenta o cincuenta comentarios. Tampoco los eperaba, pero tengo diez o doce, los que realmente esperaba y de los que nunca me fallaron. Y me quedo con eso Enrique, con once comentarios que me valen como un millón. Con eso y con el toro, que es el único que me mantiene en vilo. Lo demás me sobra.

Gracias por ser el primero de esos once, que Dios te de muchisima paciencia y salud para poder seguir leyendote, y que ya sabes, tanto tu como otros muchos de esta grada del seis, que Huelva siempre la tendreis cuando querais.

Un abrazo campeón.

Juselín dijo...

Ná maehtro. Yo soy optimista por naturaleza.
Fíjate si soy optimista que el sábado tenía al de La Puebla a veinte minutos de casa y no me acerqué, pero no por el frío, sino porque sabía que me iban a dar pena los animalejos, será que me estoy volviendo “anti”.
Y tan optimista soy que estoy convencido que a esto le quedan, tal y como lo conocemos, dos generaciones y no una como dicen los pesimistas.

¡Y a mi no me eshan, maehtro! Lo que pasa es que uno tiene poco que contar y muy poco tiempo libre y, egoístamente, prefiero dedicarlo a ver y leer. Pero siempre habrá algo que contar o una foto que hacer…

Un abrazo

David Campos dijo...

Enrique:

Entrañable, mémorable y cariñosa entrada que agradezco, por alusiones, de corazón. Efectivamente, cada vez me apetece menos y me cuesta más trabajo subir algún dibujo al blog. Los tiempos que corren tampoco ayudan mucho para que las musas colaboren.

Tú sabes, por que lo hemos hablado, que soy partidario de abandonar esto que nos venden como tauromaquia. Esto es una autèntica mierda, sin perdón, y ya uno tiene los suficientes años como para poder afirmarlo. No es, ni de lejos, lo que conocí, gracias a mi padre, cuando era niño. Escuchar las opiniones de los "toreros" en los programas o entrevistas, me da asco. Estoy HARTO de: "la verdad es que...", y realmente ya no aguanto más.

A día de hoy no he visto absolutamente nada de esta mercancía en mal estado que nos venden, a la que llaman Fiesta. No tengo interés, me lo han quitado. Lo que nunca me podrán quitar es mi afición, aunque la practique yo sólo en casa, recordando por medio de vídeos o libros de los de antes, lo que siempre fue un arte lleno de vida, color, matices y sentimiento.

Me he vuelto muy selectivo, lo malo es que no tengo nada donde elegir. Estoy condenado a vivir de los recuerdos. No me importa, más vale honra sin barcos que barcos sin honra.

Te sigo leyendo, no dejes de pelear por la pureza de las cosas.

Un fuerte abrazo!!

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Los quieren ignorantes y sumisos y no se dan cuenta que esos ni tienen ganas, ni pueden convencer a nadie de que se acerque a los Toros. Pero otros, sólo con verles hablar de su pasión ya empujan a conocer qué es eso de lo que hablan.
Se dejarán abonos, pero dirán que es por la crisis, no por la mierda de carteles que se han sacado de la manga.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Pues esa última despedida me hizo pensar mucho, porque uno se da cuenta de que si alguien como tú dice ahí os quedáis, es que la peste tiene que ser muy grande. Pero ya ves, aislados, nos buscamos, pero lo que queremos es comentar las grandes cosas del ruedo, de esas veces que no nos dejamos hablar el uno al otro, porque queremos expresar lo que vimos, pero aún así, no acabamos de saber contar la grandeza del toro.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

JuselíN
Es que antes uno encontraba aliciente en cualquier cosa para ir a la plaza, pero es que ahora ante cualquier posibilidad que te presenten en casa o en otra parte, es suficiente para decir que no vas. Y todavía tenemos que aguantar que esta es la mejor época de la Fiesta. Será la fiesta de la espuma, porque otra.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

David:
Qué alegría verte por aquí, aunque ya lo sabes. Pues sí, si queremos alegrarnos con algo, tiene que ser algo pasado, porque el presente sólo es fuente de disgustos y frustraciones y encima hay que pelear con esos que te ponen de ajo perejil por no "respetar" a los maestros, confundiendo el respeto con la admiración. Aunque igual tienen algo de razón y cada día respetamos menos a esos que nos desprecian y que no dudan en dianmitar todo lo que pillan a su paso, tan solo por cuatro pesetas, o porque los aduladores a sueldo les digan los buenos que son. Y son tan estúpidos que no les importa que esas alabanzas se paguen de su bolsillo.
Un abrazo fuerte.

El Secreto de la Bravura dijo...

Enrique pues ustedes os podeís sentir dichosos de haber conocido épocas mejores, pero los jóvenes nos tenemos que "conformar" con esto. Mi afición al toro es una gran parte de mi vida y muy importante para mí pero hay veces que pienso que por desgracia voy a ver el fin de la fiesta. Tengo 21 años y muchos días pienso en que yo no tendré la oportunidad de llevar a mis nietos a los toros como hizo mi abuelo conmigo. Estoy seguro de que esto se lo cargan.

Es una pena pero me refugio muchísimo en el campo para alimentar mi afición. Cada día me interesa menos lo que pasa en la plaza. Veo que aquí todo el que no le toque las palmas a las figuras y les llame de "maestro" sobra. Esto está hecho para ganar dinero y se acabó. Los toreros que no van a favor de las figuras no los dejan torear, los ganaderos que crian el toro BRAVO y que no afeitan ni se dejan mangonear matan sus toros en el matadero y a los aficionados que exigen y entienden a ningunearlos y cambiarlos por los de clavel, puro, cubata y "maestro", que esos dan más orejas y nos hacen más la pelota... El problema está en que esos del clavel no son aficionados de verdad y no viven el toro. Ni enseñarán a sus hijos, ni atraerán a sus amigos a los toros y a la mínima se van con el clavel y el puro a otra parte.

Van a acabar con esto Enrique. Por eso hago tantas fotos ahora para, al menos, poder recordar que era esa especie extinguida llamada TORO BRAVO.

Un abrazo.

francisco dijo...

Bueno, la cosa está chunga por los de dentro pero ya llevamos varios años así y aquí seguimos. Por lo que otros 100 años sí duramos jeje.
Un saludo.

eldesjarretedeacho.blogspot.com dijo...

"Ellos prefieren las paredes lisas y si acaso con obscenos grafitis garabateados por manos torpes sin el más mínimo gusto, aunque los autores se crean los más grandes artistas, sólo por trazar líneas rectas y muy largas, en grandes cantidades y apelotonadas sin criterio, ni orden, ni armonía posible"

Enrique, con esa frase resumes el devaluado arte y valor de la mayoría, por no decir la totalidad, de "HARTISTAS", que nos imponen como mandones, pero del destoreo diría Yo.

También encuentro en los libros y revistas del pasado, todo aquello que a las nuevas generaciones nos han robado: La Emoción que hace adictiva e interesante a la tauromaquia y el Valor que confirmaba aquello que torero no era cualquier advenedizo.

Saludos desde Perú.

POCHO

Enrique Martín dijo...

Alberto:
Afortunadamente para ti, tuviste de maestro a un aficionado de antes, probablemente de la edad de mi padre y seguro que te contaría lo que él vio. Te voy a decir una perogrullada y algo que tú sabes con seguridad, pero ten en cuenta que todo aquello era verdad y ocurrió tal y como él te lo contó. Dirás, pero que estúpido y engreído es este tío, pero las cosas que contaban los aficionados de antes, eran verdad, no estaban idealizadas, porque no lo necesitaban. Es más, a buen seguro que se pudieron quedar cortos, pues vivieron un toreo y un toro que convirtieron los Toros en algo grande, muy grande y que no era abarcable con las palabras. Yo llegué a ver corridas con grandes quites, tercios de varas, toros arrancándose de lejos con alegría, grandes pares de banderillas y grandes faenas y te puedo jurar que al salir de la plaza no era capaz de explicar aquello, sólo podía liberar mi alma con interjecciones, que iban desde la madre del torero, del toro a los límites que quieras. Ya lo he dicho muchas veces, pero os admiro a los jóvenes que no habéis visto en el ruedo aquello de lo que hablamos los carcas, que sólo habéis sido testigo de esta mentira, pero que vuestra afición se hace sólida a pesar de todo y mantenéis la fe de que hay otra cosa que querías disfrutar y que no se parece en nada a lo que nos quieren meter.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Francisco:
Ójala dure esto 100 años más, pero con dignidad, no manteniéndolo vivo artificialmente con tubos y enganchado al pulmón artificial de las ILP y declaraciones que solo sirven para que los políticos saquen pecho.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Pocho:
Ahí lo dejas claro, torero no podía ser cualquiera, ¿por qué? porque era imposible y los que lo llegaban a ser eran fenómenos y los que eran maestros, se convertían en dioses de valor y oro. No necesitan rogar por un halago, los conseguían porque el aficionado necesitaba desahogar tanta emoción. Pero hoy...
Un abrazo