Ay, el toro |
Prosiguiendo con la magna obra del profesor Carmelo Comí
Maduro, ya podemos disponer de la segunda entrega de su Diccionario de términos
taurinos, de quién se ha sabido no hace mucho que aparte de su afición al toro,
era un erudito en el cine pornográfico, siempre visto desde un punto de vista
científico y totalmente alejado de cualquier debilidad carnal que pueda
suponerse. No olvidemos su condición de estudioso y erudito de resignada
vocación. Pero continuemos donde lo dejamos.
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Acochinado:
Toro con grasas en demasía que, según los nuevos sabios del toreo, son los que
gustan en esa plaza marginal que es la plaza de Madrid, más aficionada a las
carnes que al arte. Será una reminiscencia de sus años de hambre y carencias.
Pero curiosamente, estos zampabollos suelen aparecer más en otras plazas, esas
con una sensibilidad especial para la modernidad, justamente para intentar
disfrazar el poco trapío de los animalitos que saltan a la arena, aunque
poquito después no se sujeten en pie. Momento en el que los jartistas se ven
obligados a intentar levantarlos asiéndoles por dos graciosas protuberancias
que les crecen a los dos lados de la cabeza, justo dónde le nacen los cuernos a
los toros.
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Acometida:
Reacción producida entre “los que se ponen o se han puesto”, cuando alguien
parece decidido a jorobarles la fiesta del bocata, cubata, orejas y vocerío de
“Bieeeejjjnnnn”, venga o no venga a cuento. estas arrancadas se suelen producir
contra otros vecinos de tendido, siempre que estos se encuentren a una
distancia considerable y que haga imposible que se le pongan delante pidiéndole
cuentas. Cuando la protesta se produce en las inmediaciones de su localidad, la
reacción suele ser el silencio y acelerar la velocidad en que comen pipas.
Antiguamente también se refería este vocablo a las arrancadas del toro a los
engaños, generalmente de forma brusca y con cierta violencia.
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Aconcharse:
Se solía usar este vocablo para cuando el toro se refugiaba en las tablas,
apoyándose lateralmente, bien por agotamiento o rehuyendo la pelea. en la
actualidad su significado se ha extendido a los muchos jetas que abusando de su
condición de autoridad, taurino, amigo de, “usted no sabe con quién está
hablando” o simplemente como chupalámparas, arrastrado, pelota, vendido,
indigno o similar, se aferran a ocupar un sitio en los burladeros del callejón,
entrando a los toros por la cara y sin soltar ni un céntimo. Eso sí, son unos
perfectos aduladores y aplaudidores de la extrema vulgaridad o desvergüenza, con
tal de poder seguir chupando del bote.
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Acortar:
Recoger o reducir la muleta o el capote para aminorar el engaño con que se cita
al toro ¿? ¡Venga ya! Firmado Enrique Ponce ¿no?
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Acostarse: Lo
que muchos aficionados hacen en el sillón de su casa cuando ven una corrida por
la tele, especialmente si no quitan el volumen para evitar escuchar los
comentarios de los locutores/ hooligans/ representantes/parte interesada/ me
juego las lentejas. Antiguamente también se aplicaba al toro que se ajustaba
más por un lado, inclinándose hacia el lugar que ocupa el torero. A veces
también vale la expresión para la siestecita que los animalitos comerciales se
pegan de rato en rato, despanzurrados sobre la arena, como el que se tumba a
tomar el sol en la playa.
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Acular/se:
Posición defensiva que toman las autoridades, veterinarios, empresarios y demás
taurinos, cuando los representantes de los toreros dicen por la mañana antes
del sorteo, que su matador no mata esos toros, que son una exageración con la
que no podrán expresar su arte. La cosa se pone especialmente dura cuando ante
esa imposición de echar para atrás uno o varios toros por motivos
inconfesables, entonces el ganadero dice que se lleva toda la corrida para la
finca y que no pasa por abusos de señoritos manipuladores y tramposos. Pero
esto sólo son capaces de hacerlo un puñado de ganaderos cabales que se respetan
a si mismos y al aficionado que paga. También es cuando el toro apoya la culata
contra las tablas y no se mueve de allí sino para pegar un arreón de cuidado.
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Achuchar: Lo
que dan ganas de hacerle a esos torillos que van y vienen, que no pueden ser
picados a riesgo de derrumbarse, que ni amagan un derrote. Son tan monos ellos.
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Adiestrar:
Lo mismo que adoctrinar, pero sin sonar tan fuerte, especialmente cuando la
prensa, las radios oficialistas y las televisiones se empeñan en lavar el
cerebro a la gente, haciendo que lo que antes era negro ahora sea blanco, que
lo blanco negro y si es necesario, que todo sea un batiburrillo cromático en lo
que lo único que queda claro es que se ampara, se anima y se justifica el
fraude cueste lo que cueste.
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Afeitar:
Operación de cortar los pitones del toro, aunque según los profesionales, un
toro afeitado es mucho más peligroso que uno sin tocar. Aunque uno, la verdad,
prefiere que no toquen las cabezas y que así los toreros no tengan que cargar
con ese riesgo “extra” que dicen que ofrece el toro afeitado. También parecía
referirse a la labor de cortar los pelos por la cepa del pitón para crear la
ilusión de que la longitud de este es mayor de lo que es en realidad. Y que
nadie dude de la valía de muchos toreros que exigen el afeitado de los pitones
para torear, pues este no tiene otro fin que “incrementar” el riesgo.
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Afinar:
¡Ojo! El aficionado añejo creerá que es el ir encontrando la bravura en el toro
a través de la selección que efectúe el ganadero, pero no, eso ya pasó a mejor
vida, este vocablo se refiere a la invención de nuevas coartadas para
justificar el fraude y la degradación progresiva y galopante de la fiesta de
los Toros, como afirmar que todas las ganaderías están sacadas de tipo y que
los toros chiquitos son los que embisten y no los de mayor tamaño. Vivir para
ver… y oír.
Y yo creo que de momento no plagiaremos más al profesor
Carmelo Comí Maduro, no se vaya a pensar que sus escritos y definiciones puedan
resultar de interés. Porque a ver quién le explica que esto no tiene otra razón
que el no tener que pensar para publicar nuevas entradas en este blog. Así,
mientras don Carmelo no se entere, pues vamos pa’lante.
2 comentarios:
Don Enrique: ¡Bienvenido de regreso! Ya veo que invirtió Usted de manera correcta las "horas muertas" y se puso a "instruirse" en el complicado "jarte" de comprender el dialecto que parlan algunos (hoy en número importante) que asisten a las plazas de toros.
Me llama la atención el limitado significado que el ínclito don Carmelo otorga al verbo "afeitar". Si se va uno al Diccionario de la Lengua, se encuentra con algún significado que puede hacerle a uno pensar que también esa "operación estética" tiene por fin el hacer que los jovenzuelos que frecuentemente saltan al ruedo, parezcan "hombres hechos y derechos" y si no:
"Afeite. (De afeitar). 1. Aderezo, compostura.4. Adornar, componer, hermosear... Afeitar... 6. Componer o hermosear con afeites el rostro u otra parte del cuerpo...".
Así que ya lo ve Usted, sin que pierdan su interés las doctas expresiones de don Carmelo, como toda obra humana, son mejorables, creo.
Le reitero la bienvenida por el regreso a esta grada y espero que pronto siga Usted enseñándonos a comportarnos "como gente civilizada" en las plazas del mundo.
Xavier:
Al empezar este plagio continuado dudé de la capacidad de don Carmelo, pero ahora ya veo que uno no puede fiarse del todo y que nos dejará con menos información de la necesaria.
Muchas gracias por la bienvenida, uno intentará ponerse a ritmo lo antes posible.
Un abrazo
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