En San Isidro se agolpan gentes de todo tipo para sacar su entrada para los toros |
Ya no queda na’, es volver del gran puente de San Trabajo y
San Daoiz y Velarde y ya nos ponemos a planchar el pañuelo blanco, la parpusa,
y los más castizos a practicar ese desencaje del hombro al mover la mano cuando
se quiere explicar algo fetén a un ignorante que no está a la última de lo que
mola en el foro. ¿Stá claro? Que no es chulería, damas y caballeros, isidros e
isidras, que es una forma de ser que chana y mola a tutiplén. Pongan su
pronunciación a punto y dispónganse a pronunciar las eses como si fueran un
nido de chicharras andante.
Pa’ que ustedes se vayan enterando, los del foro, antes de
los toros no vamos de cañas, nos juntamos con los colegas, eso sí, con unas
birritas por delante, que es lo que más apetece, porque esa es la costumbre. Ya
podrá uno salir de trabajar a las seis de la tarde, tener que ir sorteando y
soportando atascos desde Nuevos Ministerios, los Polígonos de Alcobendas,
Sanse, Fuenlabrada, Leganés, de donde sea, masticando atascos y llamando
dominguero y manta a todo el que no te deje pasar a ti, que vas a lasss
Ventasss, que no haya donde dejar el coche en kilómetros a la redonda, que hay
que llegar al bar a pegarle un abrazo a la vasca. Pero claro, un madrileño
manda a sus naves a luchar contra los enemigos, no contra los elementos. Ya no
da tiempo, o corres o no ves el paseíllo; echas mano a la cartera y cuando vas
a sacar la entrada te acuerdas de que la entrada de ese día se la diste a tu
cuñado, mejor dicho, la perdiste jugando al mus el último domingo. El tonto
baba se la ganó con tres reyes y un pito, siendo mano y cuando me cogió el
órdago que le eché al juego. Me ca… Pensé que se me iba a achantar el muy. Y
encima celebrándolo con la muy… de su novia, a la que no le importaba otra cosa
que si le iba a dar el sol o si en lugar de bocadillos, mejor compraban canapés
de morcilla caramelizada con perlas congeladas de salmorejo a la brasa. Pues
nada, a sacar una entrada, que no parece que hay mucha cola, seis o siete personas.
Esto va rápido, o no. ¡Dita sea mi stampa! Un lerdo sacando entradas y sin
saber dónde va.
-
“¿Y cuánto cuestan las de la fila 12? ¿Y la quince? ¿Y
la veintisiete? ¿Y en la grada se está muy apretado? ¿Pero está cerca la
escalera? ¿Y los baños? Es que mi suegro padece de eso y tiene que ir al baño a
cada poco. ¿Y da mucho el sol? Es que mi novia es blanquita de piel, ¿sabe? Y
si da, ¿da mucho rato?”
-
“Dos toros señor, el primero y el último. A ver si nos
damos un poquito de brillo, que parece que está comprando un piso, ¡joer!
Orientado al este si es posible”
Y todavía te piden que te calmes y que no hay prisa. ¿Qué no
hay prisa? Sacas tu entrada, lo que te den, “deme lo que le quede” “Tendido
bajo del 2” La madre que me p… el tonto de mi cuñado y yo echando órdagos como
un tolay. Sueltas la mosca y entras a la plaza mientras arrastras la lengua por
el piso. Aún llego. Ya llegas a tu puerta y oyes que los acomodadores gritan
“¡Puerta!” y te dan con la misma en los nasos, un portazo que te aplasta las
“tochas” (narices allende el Foro) y después de dejarte una pasta en la
entradita, en el primer toro te quedas fuera y lo vas a ver por la tele,
¡genial! No pasa nada, seguro que lo echan para atrás y mientras lo devuelven a
los corrales, me meto.
Vaya hombre, el toro vale. Bueno, a tomárselo con calma y a
esperar, al menos podré tomarme una copita en un bar de la plaza. Con tanta
carrera me han entrado ganas de ir al baño. ¡Puaj! Esto está asqueroso, ya
podían limpiarlo un poco. ¡ufffff! Qué alivioooo. Venga, ahora a ver la
corrida. ¿Qué es esto? ¿Qué pasa aquí? ¡eeeeeh! Me he quedado encerrado, ¿hay
alguien ahí? ¡eeeeeh! ¡Me cag… en mi p… calavera! Pues a saltar, no te jo…
Joer, cómo resbala estooo, ¡puaj! está pringoso y como resbal… ¡Mierda! ¡Qué
asco! Todo el pie encharcado, los zapatos nuevos y con este olor a…
-
¿eh? ¡Señor, señor! ¿Hay alguien?
-
¿Quién llama? Mande.
-
Que me he quedado encerrado, pida ayuda.
-
No, joven, aquí nunca hay papel, esto es una vergüenza,
si quiere le paso un periódico por debajo de la puerta.
-
Nooo, que estoy encerrado.
-
Ya, joven, ya, que prisas, carajo con los jóvenes.
-
Pero no se vayaaaa, ¡noooo!
Qué suerte la mía, me pierdo dos toros y encima tengo que
convencer al vigilante de que no me estaba drogando. Será g… Bueno, ahora sí,
al fin entro a mi sitio. ¡Venga, venga! No os paréis en el medio, paso libre.
Aquí es, pero…
-
Per- do- ne es mi si- tio, sí, si- tio mío.
-
¿Por qué me habla así?, soy negro, pero no soy gilip…
¡Dios, qué armario! Este me funde aquí mismo.
-
No, perdone, perdone.
-
¿Me está tomando el pelo!
-
No, no, señor, ni mucho menos, es que es mi localidad.
-
¿Es que por ser negro, ¿se cree que no puedo pagarme
una entrada para los toros? Racista.
La gente se me va a echar encima, qué vergüenza, cómo iba yo
a…
-
Por favor, siéntese caballero, que el toro ya está en
el ruedo. Primero se droga en los baños y ahora la quiere montar aquí, ¿no?
-
No, no, señor vigilante, no es eso.
-
Y además quería molestar a este caballero por que es de
color, es un racista.
-
No, señora, que no era eso…
-
Siéntese o tendré que desalojarle del recinto.
-
Pero si yo…
Una pasta que me han sableado por la entrada, me pierdo dos
toros, me lleno de mierda hasta la rodilla, me toman por toxicómano, por
racista, ¿no sé qué más me puede pasar?
-
Ahí va, ¡Alegría! Perdone caballero, es que la cerveza
venía con fuerza y ya sabe, pero no se preocupe, que la cerveza no mancha,
hombre y con este calor, tampoco viene mal refrescarse un poquito, ¿no?
-
Pero si me ha puesto empapado, perdidito de cerveza, si
los cuatros pelos que me quedan se me van a poner rubios…
-
A ver, el calvo ese, que se siente, un poco de respeto,
que todos tenemos calor, pero no nos echamos la cerveza por encima.
-
¡Yo no estoy cal...!
-
Le dije que se sentara, acompáñeme
-
No, si yo…
-
Vamos, acompáñeme.
-
Venga hombre, fuera, que desde que ha llegado no ha
hecho más que molestar; muy bien, lléveselo detenido, ¡Fuera!
Qué vergüenza, nunca me había sentido tan mal, me han
tratado como un trapo, me siento gil… No me jod… ¿Mi cuñado? ¡Mi cuñado!
-
Paquito, ¿qué haces aquí fuera? ¿Por qué no estás
dentro viendo la corrida?
-
No, es que he salido un momento a ver si…
-
Ya ves, al final me he venido solo, a mi churri esto no
le gusta demasiado, la llamó una amiga para irse a su casa a ver el Sálvame y
me ha dejado solo, ya sabes, así son las tías.
-
¿Y tú?
-
¿Yo? A mí tampoco me gusta esto, mira que en los tres
que llevamos la gente estaba como loca, que si al picar el toro se arrancaba
desde muy lejos, el del caballo y los otros han dado la vuelta al ruedo, han
cortado dos orejas cada uno, les han dado la vuelta ruedo a los toros, vamos,
según decía uno de tu lado, te has perdido lo mejor que se ha visto nunca, pero
a mí esto, ni fu, ni fa. Te cogí las entradas por no hacerte un feo, pero es
que no. Pero… no llores, ¿Qué te pasa? Paquito, ¿qué tienes? ¿Es algo con mi
hermana? ¡Dios! ya le dije que al final acabarías enterándote de que aún sigue
liada con el profesor de Fitness, pero tranquilo, que aunque ella se quede con
la casa, tú te vienes conmigo, tú no te quedas en la calle.
-
Pero, ¿qué dices?
-
Venga, entra otra vez y ves los dos últimos, que es
mejor empezar a olvidar ya, anda tira. Además, ¿no te huele a ti un poco mal?
Como si estuviéramos en unos servicios públicos. Y chico, arréglate un poco,
que llevas una pinta de pordiosero y estás todo mojado, ¡Uff! Qué pestazo a
alcohol, ¿no te habrás drogado?
Bueno, no todo tiene que ser malo en los toros, hay días
mejores y días peores, pero sobre todo, ustedes no pierdan los nervios, ni la
compostura. Si esto es muy fácil, basta con ir con tiempo a los toros, con
calma, disfrutando del momento, ocupen plácidamente su localidad, no se
levanten del asiento mientras esté el toro en el ruedo, ni se le ocurra jugarse
las entradas a las cartas y si tienen algún compromiso de esos que pretenden
levantarle la entrada, díganle que nanay, que no, que ni hablar, que se las de
Rita, que ni loco, ni borracho, ni jarto de gominolas, que ni hablar del
peluquín, que luego igual hasta te toman por un monstruo, un drogadicto, un
borracho, un bronca, un racista, un agitador social, o cualquier otra cosa
peor.
2 comentarios:
Enrique:
Según leo hay que tener mucha afición para ir a los toros en Madrid. Aun así me cambiaría por ti todos los días que abren la plaza de Las Ventas. Bueno mejor por ti no, por el que se ponga a tu lado, que a ver si arrimándome a los que saben aprendo algo.
Y fíjate que no las voy a poder ver casi ni por la tele por los p... estudios. Total, habrá que tener paciencia, porque algún día quiero acompañarte en la Grada del 6, allí donde se aprende de toros.
Un abrazo amigo Enrique y enhorabuena.
Alberto:
Si te veo aparecer un día por la grada, creo que me caería de espaldas. Además ya está uno con los dientes largos por lo que un amigo me ha contado del día que pasasteis en el campo. Eso sí, te aseguro que por allí no aparecerán los civiles, jejeje.
Un abrazo y esperando me tienes
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