domingo, 15 de junio de 2014

Madrid, Madrid, Madrid, guía para no enloquecer, o viceversa

¿Por qué se protesta el toreo sobre las piernas para dominar a un toro?

Vuelvo a San Isidro, y ya empiezo a parecerme a un conocido que ve dos corridas al año y les saca un partido tremendo, se pasa los meses hablando de ellas. Pero en este caso me voy a limitar a describir situaciones que se están convirtiendo en costumbre, no me pregunten por qué, pero así es, y lo peor es que se admiten como algo lógico y normal, sin importar si es beneficioso para la lidia, para la Fiesta o para la salud mental de los espectadores. Son una serie de “por qués” que si alguien puede aclararme le estaré muy agradecido.

-         ¿Por qué es el maestro el que recibe al toro, generalmente con unos mantazos desganados que además no consiguen fijar al toro? ¿No podrían hacerlo esto los peones? Igual se evitaba el llevar al toro al burladero del 6 y 7, y el matador no parecería un bulto sospechoso esperando a que el caballo llegara a su sitio. Igual es en ese momento en el que el espada tendría que lucirse con el capote. Parece como si se hubiesen cambiado los papeles.

-         ¿Por qué esa inhibición a la hora de entrar en quites? ¿Por qué esas gaoneras aceleradas no se inician con un lance para echarse el capote a la espalda y no preparándose como si se fueran a poner un gabán?

-         ¿Por qué no aprenden los maestros a manejar el capote de una santa vez? ¿Tan difícil es intentar torear a la verónica al menos aseadamente?

-         ¿Por qué no se colocan los toros en suerte y en el mejor de los casos se les deja ahí abandonados, como si le dijeran: tranquilo, que ahora viene un tío subido en un penco y ya te irá guiando? Lo mismo que no se entiende cuando los espadas se ponen en plan director de lidia y cuando ponen el toro al caballo lo van colocando de más lejos a más cerca, cuando debería ser al revés? Y, ¿por qué hay que tapar la salida a tantos toros, menos a los que de verdad habría que hacerlo? Aparte de esa suerte del “Ahí te quedas” en la que más que llevar el toro al caballo, parece que lo abandonan en una gasolinera.

-         ¿Por qué se aplaude al picador que no pica ya desde el primer puyazo, a los que hacen ostentación de ello sujetando el palo al revés? ¿Por qué esa manía de levantar el palo y a veces lo usan de cayado para apoyarse en él, poniendo en práctica esa fea suerte del “Moisés”? ¿Por qué ese empeño contumaz de no picar a los toros? ¿Qué ocurriría si se les picara?

-         ¿Por qué hay tantos bultos sospechosos alrededor del caballo de picar, evitando que la suerte se realice de forma ordenada y sin permitir que se vea al toro de verdad? ¿Y por qué esa fea costumbre de pasar por el culo del mulo?

-         ¿Por qué tantos capotazos para poner el toro en el lugar exacto que quiere el banderillero? ¿Por qué esa falta de cuidado y afición de los matadores a la hora de ocupar su sitio en el segundo tercio? Puede parecer un capricho, pero no lo es, estando cada uno dónde debe se pueden evitar muchas situaciones comprometidas.

-         ¿Por qué ese horrible salto de los banderilleros antes de clavar? ¿Por qué ese amenazar a la luna con las puntas de los garapullos como si fueran a sacarle los ojos con los arponcillos? ¿Y por qué esa velocidad en el segundo tercio, convirtiendo este más bien en un ejercicio gimnástico/ deportivo y no en una suerte del toreo?

-         ¿Por qué esa tediosa costumbre de empezar siempre igual las faenas? ¿Nadie se abochorna de que en los tendidos ya sepan de antemano eso del pase por detrás y por delante, para acabar al final embarullados?

-         ¿Por qué se desprecia el primer pase de cada tanda, reduciéndolo a un trapazo desangelado? ¿Porque tras ese trapazo los maestros se preparan entre retorcimientos con el pico de la muleta descaradamente adelantado, con la muleta separadísima del cuerpo y con la pierna de salida ostentosamente escondida? No pregunto por qué a continuación el pase es en línea recta y sin rematar atrás después de enroscárselo a la cintura. Sencillamente, no es posible.

-         ¿Por qué los maestros se empeñan en eso del arrimón cuando se ven claramente superados por el toro? ¿Por qué el público se entusiasma cuando se evidencia esta ineptitud y el matador se limita a estar a merced del toro? Aparte de esta manifiesta inconsciencia, ¿por qué no se exige a los matadores que sepan y no que simplemente se pongan a ver qué pasa? ¿No resulta esto demasiado morboso, dando la sensación no de que se quiere ver al hombre dominar a la bestia, sino que más bien parece que se espera a ver qué depara la fortuna?

-         ¿Por qué el público considera que no es torear cuando un matador opta por castigar por abajo a un toro que se ha quedado demasiado crudo o que simplemente necesita que le ahormen más la embestida? Esto bien hecho, también cuenta para poder pedir la oreja, es más a veces hasta vale el doble que series de trapazos que solo sirven para que el toro se vaya haciendo el amo.

-         ¿Por qué los matadores cierran las tandas tres y cuatro veces con la misma cantidad de pases de pecho? ¿Tan mal cierran la puerta de sus fincas que necesitan echar cuatro candados? ¿Cuando firman los contratos también lo hacen tres y cuatro veces en la misma hoja?

-         ¿Por qué esa preocupación por como cae la montera y por qué esa algarabía cuando cae bocabajo? ¿Por que el público aplaude los desarmes? ¿Por qué igualmente se aplauden los pinchazos, aunque sean en medio de la paletilla?

-         ¿Por qué se considera una buena estocada al espadazo que queda entero dentro del toro, ya esté en medio del lomo, en la paletilla, atravesada, casi envainada o dónde al maestro le haya venido bien? ¿Por qué ese desprecio en la forma de ejecutar la suerte, despreciando esta si el toro cae, que parece ser lo único que importa, para empezar a pedir las orejas?

-          ¿Por qué ese desprecio llega al punto de olvidar la máxima de que un pinchazo supone la pérdida del primer trofeo, precisamente el que otorga el público? ¿Por qué además la petición de una segunda oreja cuando toda la labor del espada se ha ceñido a la faena de muleta? Que no es que en ocasiones no se esté afortunado en los dos primeros tercios, simplemente se observa un desesperante desprecio de la lidia.

-         ¿Por qué no se les enseña a los matadores cómo se da una vuelta al ruedo? ¿Por qué no se les enseña a valorarse a si mismos con justicia? ¿Por qué no se les enseña, en definitiva, a sentirse toreros?


Quizá en las escuelas tendrían que plantearse el dejar de enseñar a dar pases y enseñarles a saber qué significa el toreo, el ser torero y el amor y respeto debido al toro. Pero Madrid no es exclusivo de estos “por qués”, igual que estos no son los únicos que nos podemos plantear. Lamentablemente son muchos más los por qué, por qué, por qué, por...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTES porqués, claro así lo enseña el "poderoso" Dn julianin y resto de figurines, hay una escuela de alto rendimiento, o sea la F2(para llegar a F1-Ferrari) del destoreo,la "técnica" y la practican con domécqs(ticaos) por supuesto, el resto de encastes al matadero, esto del toreo con Torería,Verguenza,Hombría,Afición,Compromiso,Competencia y demás que añoramos es historia Enrique, de ahí que me siento pesimista y que comparto con tu amigo Marín, tiraré mas pá los caballos mi otra pasión, esta me está causando tanta tristeza como la que vivimos en mi país.Saludos...HIR

fabad dijo...

Enrique, tu lista de "por ques" (con acento en la e) justifica que cada vez me apetezca menos ir a los Toros. Pienso ir a ver a J. Tomás el jueves en Granada, pero sin ilusión. Para ello he tenido que sacar un abono (caballos incluidos). Y gracias a Pagano que me lo ha ofrecido pues a la cola no habría ido.
Cuando pase podré contrastar toda la lista de "por ques" (con acento en la e).

Anónimo dijo...

Enrique, sensacional post. Permíteme matizar algunas otras cosas que creo son importantes:

- El maestro recibe al toro sólo cuando el toro se presta a ello porque, cuando sale un barrabás, o directamente no lo recibe nadie y dejan que corretee a sus anchas o manda a los peones a dar cuatro trapazos que además le vienen mal para una lidia adecuada. Me cuentan aficionados antiguos que llevan viendo toros desde la década de los 40 que antes recibían los peones y sólo le pegaban dos capotazos, uno por cada pitón, y a una sola mano. Si a alguno se le ocurría dar más de dos capotazos, al día siguiente era fulminantemente despedido. Ahora, hasta que llega el caballo, la mayoría no saben qué hacer, es un tiempo muerto sin sentido pero que podría ser útil en corridas como la de Victorino o Couto de Fornilhos.

- Lo de los quites, además de no tener un manejo adecuado del capote en la mayoría de los casos, se hace porque la mayoría de los toros salen mermados de fuerza. Aún así, el público sigue aplaudiendo capotazos destemplados y acelerados.

- Lo de colocar los toros en suerte sólo lo pedimos cuatro chalados. Me contaron una bonita anécdota en la plaza. Luis Miguel se dispone a preparar el toro para entrar al caballo. Bastaron un par de capotazos bien medidos para que el toro quedase perfectamente colocado, la plaza entera se desgañita en aplausos. Más tarde es el turno de Bienvenida, el toro algo alejado del caballo, Don Antonio coge el capote con una sola mano, atrae al toro hacia sí y, con ese mismo capotazo, ejecuta una especie de farol y deja al toro puesto en suerte. Con un solo capotazo el toro quedó en suerte, la plaza puesta en pie y aplaudiendo a rabiar.

- Lo de los picadores es clamoroso pero peor aún son los que aplauden. No soporto ver como pretenden poner de largo a un toro que ha mostrado mansedumbre en la primera vara. En la segunda píquenle lo que sea necesario para que quede ahormado y dejen de perder el tiempo con mansos que nada tienen que demostrar. Pero, ¡ay como vaya de lejos, sienta el hierro y salga de najas! Los aplausos se oyen hasta en Manuel Becerra y, para colmo, le declaran el toro de la feria. Y otra cosa que no entenderé nunca es eso de “picador, qué malo eres”. Que sí, que sabemos que la mayoría son muy malos pero señores, que el culpable no es el picador sino el que manda al picador. El día que en vez de decir: “picador, qué malo eres” digan “Morante, qué malo eres” (lo digo por recordar la masacre cometida por el de la Puebla en su única comparecencia, pero que como él son todos). Y que luego, no den importancia a lo que hagan con la muleta porque han querido torear con la puya lo que no son capaces de torear con la muleta. Ese día veremos cómo la Fiesta mejora, pero nuestros ojos no lo van a ver.

- Lo de aplaudir los saltos en banderillas, tomar el olivo, etc son algunos de los detalles que muestran la degeneración que hay en los tendidos. En gran parte alentada por los escribepapeles de la prensa y por los popes televisivos.

- Los maestros se empeñan en el arrimón cada vez que se ven podidos por el toro y, en algunas ocasiones, cuando no hay nada que sacar y pretenden calentar al público. Pero eso tiene fácil corrección, no premiar ni aplaudir ese tipo de toreo. Volvemos a lo de siempre: el problema está en el tendido. Esto mismo vale para la suerte suprema, lo importante es que el toro caiga, no el cómo de su ejecución.

Un abrazo
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

HIR:
A los caballos. a la cría del gamusino o vaya usted a saber, pero ya ves cómo está esto, de mal en peor y encima hay que celebrarlo.
Un abrazo fuerte.

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Se nos van acabando las ilusiones y lo que en otro momento podría hacernos saltar de alegría esperando el día, hoy casi no nos da ni frío, ni calor.
Un abrazo y que disfrutes

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Pero, ¿qué barbaridades dices? Dos capotazos, un capotazo, y les pagarían y todo por no trabajar. Con lo bonito que es pegar mil mantazos, reventar al toro haciéndole derrotar contra mi burladero, pegarle recortes que los destrozan...
Cuando he ido leyendo tu comentario, ya en serio, me animaba yo solo. ¿Te imaginas? Los peones corriendo el toro a una mano, sin quebrantarle por ninguno de los dos pitones, midiendo los capotazos. ¡Ay, amigo! Al final hemos hablado un poquito de lo que de verdad son los Toros.
Muchas gracias.
Un saludo