jueves, 2 de octubre de 2014

Ni para hamburguesas valían

No parece que haya quien ilumine el futuro de la Fiesta, más bien e van apagando poco a poco los faroles con que los aficionados guiaban al público en general.


Se abre el telón y se ven seis mulos de Fuente Ymbro, tres novilleros como si ya fuesen figuras y a don Gerardo gesticulando por el callejón, ¿cómo se llama la película? Ultimatum a la Fiesta. ¡Señor mío! Estoy por perdonarles a Taurodelta y todas las empresas de Madrid que puedan venir, la organización de la Feria de Otoño, y que no se preocupen, que no voy a denunciar el incumplimiento del pliego de las Ventas, Aunque... igual es eso lo que pretenden que ocurra, el no tener que organizar festejos fuera de San Isidro. Pues nada, borren lo anterior, perdón, se elimina todo lo anterior y empezamos de nuevo. Exijamos a Taurodelta y a los siguientes, que monten festejos con un mínimo de calidad y según el gusto de la plaza de Madrid y si esto es causa del descontento de la televisión o de los taurinos que pretenden colocar a sus toros y sus toreros, pues se siente.

Hablar de lo de Fuente Ymbro como si fuera una ganadería de lidia después de lo visto en la primera de abono, es como llamar pura sangre al Rucio del señor Panza. El primero fue el que mejor presencia tenía, sin tirar cohetes, pero comparado con los demás era Miss Universo Bovino 2014, categoría señor Gallardo. Mansos como para aburrir, bobones, descastados, con un comportamiento en el caballo infame, a lo que también han prestado su inestimable colaboración los tres espadas. Solo el sexto de la tarde tuvo la ocurrencia de empujar con ambos pitones por unos segundos. En la muleta eran el prototipo de toro zanahoriero, siempre dando la sensación de fenecer a la voz de ya. El primero hasta derribó y acudió al peto al pasito, quizá el rasgo más enrazado que se haya visto en la novillada. El quinto se limitó a cabecear, aunque sin fuerza, al sexto se cree que le rozó el palo, falta por confirmar a la vista de la autopsia y a los demás lo mismo les tocaba con el palo el picador de tanda, como el de puerta, pero que no se nos enciendan los antis, ya que según se oía y se comentaba por las inmediaciones de la plaza, ninguno resultó dañado por la puya, si acaso levemente arañados, pero en contra de la voluntad del de aúpa, los maestros y conformistas espectadores que llegaron a aplaudir. El dato negativo que se ha sabido al acabar el festejo es que de los seis toros no ha podido aprovecharse nada de la carne, ni para hamburguesas. Se intentó sazonar las chichas, pero de tan sosas e insípidas que eran sus embestidas, al final se han visto afectadas todas las piezas de carne, por lo que han tenido que ser desechado el género. Ni los quince baldes repletos de sal con ajo machado y perejil han conseguido dar un poco de gusto a tal amasijo de vísceras. Yo me pregunto si esto será por el maíz, ese alimento tan traicionero que te convierte un mulo de lidia en burro y viceversa.

Y qué decir de la terna, que así me han dicho como se debe hacer referencia a los toreros, pues que han evidenciado una devoción extrema al toreo moderno, han rendido sincero homenaje a sus maestros, perdón, a the maestros del escalafón superior y como si fueran figuras consagradas, han pasado por la arena de las Ventas derrochando abulia, falta de recursos, desconocimiento de la lidia y unas maneras que a cualquiera le hubieran hecho pensar que eran dueños de las fincas de media España y rentistas de las de la otra media. Después de sus actuaciones estivales, se esperaba con ganas a Gonzalo Caballero, pero esta vez no ha habido ocasión de mostrarle la rojiblanca a su paso por la grada. Desinhibido de la lidia, ni tan siquiera amagaba con fijar a sus dos mozos, que lo mismo iban para Cuenca, que para Badajoz. Más bien parecía estar esperando exclusivamente a tomar la muleta, pero ni con esta se ha acercado a lo visto otros días. Despegado, llevando el toro muy fuera, echándolo allá donde pillara. Una lástima que piense que ya ha llegado al final de lo que podía esperar. La verdad que se prefiere mejor al Caballero quizá más atropellado, que a veces se deja tocar los engaños, pero que demuestra las ganas de ser, a este Gonzalo que podría hacer creer que ya lo tiene todo. Solo se le puede jalear un poco la estocada al quinto, pero hasta ahí. Y que no se deje ir, se necesitan toreros que quieran serlo.


Borja Jiménez parece que ha llegado a la plaza echando un sueñecito en el coche y cuando se ha despabilado ya estaba en el patio de cuadrillas. Ni se ha enterado de que estaba en Madrid. Vulgar, ventajista, un calco de los modelos que tienen estos chavales. Trapazos para fuera, trallazos destemplados y poco sentido de la medida, defecto del que no es el único ejemplo. No se pierdan a Francisco José Espada, que hoy me he enterado que fue el novillero triunfador en mayo. debió ser uno de esos días que servidor pasara mala noche el día anterior y luego en la grada me quedé frito como un buñuelo. Ya se sabe, los niños, que si papá agua, papá me duele la tripita, que “gomito” y cuando les da por arrojar te ponen como excusa que el güisqui era de garrafón, que solo tomó uno, pero que no le sentó al cuerpo. Pues eso, Espada es uno más del grupo de novilleros del momento, desprecia la lidia, se desentiende de lo que pueda ser del novillo hasta la hora de tomar la muleta y luego se cree que está en posesión del don divino del buen toreo, cuando no llega más allá de ser un pegapases más. Vulgar, aburrido y sin sentido de la mesura. Y es la primera, eso sí, esto acaba en cuatro días, luego llegará el invierno y para entonces ya se nos habrá olvidado todo, que es una de las características de esta modernidad, que luego uno no recuerda nada, pero nada, si acaso el ver a Curro Robles correr un novillo a una mano, pero nada más. Ni los de luces, ni los mulos de Fuente Ymbro, que “Ni para hamburguesas valían”.

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