No parece que haya quien ilumine el futuro de la Fiesta, más bien e van apagando poco a poco los faroles con que los aficionados guiaban al público en general. |
Se abre el telón y se ven seis mulos de Fuente Ymbro, tres
novilleros como si ya fuesen figuras y a don Gerardo gesticulando por el
callejón, ¿cómo se llama la película? Ultimatum a la Fiesta. ¡Señor mío! Estoy
por perdonarles a Taurodelta y todas las empresas de Madrid que puedan venir,
la organización de la Feria de Otoño, y que no se preocupen, que no voy a
denunciar el incumplimiento del pliego de las Ventas, Aunque... igual es eso lo
que pretenden que ocurra, el no tener que organizar festejos fuera de San
Isidro. Pues nada, borren lo anterior, perdón, se elimina todo lo anterior y
empezamos de nuevo. Exijamos a Taurodelta y a los siguientes, que monten
festejos con un mínimo de calidad y según el gusto de la plaza de Madrid y si
esto es causa del descontento de la televisión o de los taurinos que pretenden
colocar a sus toros y sus toreros, pues se siente.
Hablar de lo de Fuente Ymbro como si fuera una ganadería de
lidia después de lo visto en la primera de abono, es como llamar pura sangre al
Rucio del señor Panza. El primero fue el que mejor presencia tenía, sin tirar
cohetes, pero comparado con los demás era Miss Universo Bovino 2014, categoría
señor Gallardo. Mansos como para aburrir, bobones, descastados, con un comportamiento
en el caballo infame, a lo que también han prestado su inestimable colaboración
los tres espadas. Solo el sexto de la tarde tuvo la ocurrencia de empujar con
ambos pitones por unos segundos. En la muleta eran el prototipo de toro
zanahoriero, siempre dando la sensación de fenecer a la voz de ya. El primero
hasta derribó y acudió al peto al pasito, quizá el rasgo más enrazado que se
haya visto en la novillada. El quinto se limitó a cabecear, aunque sin fuerza,
al sexto se cree que le rozó el palo, falta por confirmar a la vista de la
autopsia y a los demás lo mismo les tocaba con el palo el picador de tanda,
como el de puerta, pero que no se nos enciendan los antis, ya que según se oía
y se comentaba por las inmediaciones de la plaza, ninguno resultó dañado por la
puya, si acaso levemente arañados, pero en contra de la voluntad del de aúpa,
los maestros y conformistas espectadores que llegaron a aplaudir. El dato
negativo que se ha sabido al acabar el festejo es que de los seis toros no ha
podido aprovecharse nada de la carne, ni para hamburguesas. Se intentó sazonar
las chichas, pero de tan sosas e insípidas que eran sus embestidas, al final se
han visto afectadas todas las piezas de carne, por lo que han tenido que ser
desechado el género. Ni los quince baldes repletos de sal con ajo machado y
perejil han conseguido dar un poco de gusto a tal amasijo de vísceras. Yo me
pregunto si esto será por el maíz, ese alimento tan traicionero que te
convierte un mulo de lidia en burro y viceversa.
Y qué decir de la terna, que así me han dicho como se debe
hacer referencia a los toreros, pues que han evidenciado una devoción extrema
al toreo moderno, han rendido sincero homenaje a sus maestros, perdón, a the
maestros del escalafón superior y como si fueran figuras consagradas, han
pasado por la arena de las Ventas derrochando abulia, falta de recursos,
desconocimiento de la lidia y unas maneras que a cualquiera le hubieran hecho
pensar que eran dueños de las fincas de media España y rentistas de las de la
otra media. Después de sus actuaciones estivales, se esperaba con ganas a
Gonzalo Caballero, pero esta vez no ha habido ocasión de mostrarle la
rojiblanca a su paso por la grada. Desinhibido de la lidia, ni tan siquiera
amagaba con fijar a sus dos mozos, que lo mismo iban para Cuenca, que para
Badajoz. Más bien parecía estar esperando exclusivamente a tomar la muleta,
pero ni con esta se ha acercado a lo visto otros días. Despegado, llevando el
toro muy fuera, echándolo allá donde pillara. Una lástima que piense que ya ha
llegado al final de lo que podía esperar. La verdad que se prefiere mejor al
Caballero quizá más atropellado, que a veces se deja tocar los engaños, pero
que demuestra las ganas de ser, a este Gonzalo que podría hacer creer que ya lo
tiene todo. Solo se le puede jalear un poco la estocada al quinto, pero hasta
ahí. Y que no se deje ir, se necesitan toreros que quieran serlo.
Borja Jiménez parece que ha llegado a la plaza echando un
sueñecito en el coche y cuando se ha despabilado ya estaba en el patio de
cuadrillas. Ni se ha enterado de que estaba en Madrid. Vulgar, ventajista, un
calco de los modelos que tienen estos chavales. Trapazos para fuera, trallazos
destemplados y poco sentido de la medida, defecto del que no es el único
ejemplo. No se pierdan a Francisco José Espada, que hoy me he enterado que fue
el novillero triunfador en mayo. debió ser uno de esos días que servidor pasara
mala noche el día anterior y luego en la grada me quedé frito como un buñuelo.
Ya se sabe, los niños, que si papá agua, papá me duele la tripita, que “gomito”
y cuando les da por arrojar te ponen como excusa que el güisqui era de
garrafón, que solo tomó uno, pero que no le sentó al cuerpo. Pues eso, Espada
es uno más del grupo de novilleros del momento, desprecia la lidia, se
desentiende de lo que pueda ser del novillo hasta la hora de tomar la muleta y
luego se cree que está en posesión del don divino del buen toreo, cuando no
llega más allá de ser un pegapases más. Vulgar, aburrido y sin sentido de la
mesura. Y es la primera, eso sí, esto acaba en cuatro días, luego llegará el
invierno y para entonces ya se nos habrá olvidado todo, que es una de las
características de esta modernidad, que luego uno no recuerda nada, pero nada,
si acaso el ver a Curro Robles correr un novillo a una mano, pero nada más. Ni
los de luces, ni los mulos de Fuente Ymbro, que “Ni para hamburguesas valían”.
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