lunes, 25 de mayo de 2015

La cabra de la legión abduce a Madrid

A Agapito Sánchez Bejarano, matador de toros. QEPD


Se pensarían ustedes, en un exceso de optimismo, que la escandalosa francachela del día de Manzanares sería el mayor abismo al que Madrid podría caer, pero no, se equivocaron, como lo han hecho todos los que aún creen en el sentido común y en la salvación de la Fiesta en esta pelea contra la vulgaridad, el sin sentido y ese triunfalismo que parece patrocinado por el morapio y combinados varios que se sirven antes y durante la corrida de cada día. Que se podría hablar de decadencia, un  alarmante descenso en el nivel de exigencia de la plaza, un seguidismo de las doctrinas televisivas y de las élites taurinas interesadas, pero es que es mucho peor, esto es un sin sentido que no hay forma de entender y mucho menos de poder predecirlo aunque sea mínimamente. Bueno, hay una cosa que está funcionando bastante bien, dos, para ser más exactos, el revolcón y las manoletinas o bernadinas y si se da el caso de que uno sea como consecuencias de las otras, entonces la histeria ya no encuentra freno. Luego ya vendrá la inestimable colaboración de los mulilleros y banderilleros sin escrúpulos que se las apañarán para entorpecer el paso de las mulillas hasta que el usía saque el pañuelo blanco. No creo que tenga nadie tan depurada esta técnica de la “oreja mulillera”. Quizá sería buen antídoto el que el señor presidente impusiera la ley por demorar el arrastre intencionadamente. Pero en lo que no hay discusión es en el hecho de que la masa pide las orejas. Si hasta los malvados del siete se deshacen en alabanzas con los pegapases y encimistas, solo hay que ver y escuchar al “Guardián de la Plaza” como disfruta con tanto despojo. ¡Ay, el Guardián de la Plaza!

No se imaginan lo que ha sido ver salir uno por uno a ese cruce entre ciervo, buey y mulo que ha mandado Las Ramblas a Madrid. Y menos mal que no han aplaudido a ninguno de salida, aunque sí que lo han hecho en el arrastre con algún manso que hasta ha tirado coces para defenderse. Será que la bravura les rebosa por todas partes, incluidas las pezuñas. Yo habría asegurado que eso era mansedumbre por arrobas, pero... Y ese estilo metiendo la cabeza en los engaños, que a poco que hubieran andado listos, podrían haber pegado más de un bocado a los estaquilladores. Al primero lo recibió David Galván a pies juntos y cuando no, con el pasito atrás, pero sin intentar fijarlo en los capotes, lo que agravaba el defecto de ser distraído. Suelto al primer puyazo, para señalar una vara traserísima. En la segunda, al paso, y ni le señalaron el puyazo en medio del brazuelo. A estas alturas el animal ya se movía poquito y haciendo mucho esfuerzo. Galván parecía con intenciones, empezando la faena de muleta desde la boca de riego, para con el cartuchito de pescado dar un pase por detrás ya con la muleta desplegada, que no el pase cambiado, aquel que tanta sangre costó a Antonio Bienvenida. Luego fue una sucesión de pases con el pico y sin templar, llevando el toro al suelo ante tales trallazos. Fuera de cacho, igual por uno que por otro pitón, que cuando amago con citar de frente. Una sucesión de muletazos que le llevaron a escuchar un aviso antes de entrar a matar. ¿Pecado? No, ni mucho menos, pero eso dice mucho de su toreo, mucha cantidad y poca o ninguna calidad. Al segundo suyo, un dechado de bravura, que hasta coces pegaba de salida. Galván le dejó a su aire en el caballo y ofreció algo de pelea, para irse de najas del primer encuentro y simplemente dejarse en el segundo. Será que el de Las Ramblas se aguantó la casta y la bravura. Fue notar los rehiletes y pegaba unos respingos de no te menees, llevando la cara a media altura y siguiendo retorciéndose al notar los palos. En la muleta se le empezó quedando a medio viaje por el derecho y haciendo extraños por el otro. Bronco y rebrincado, complicándose por momentos, mientras el matador intentaba ir por derechazos y naturales, entre carreritas para recolocarse. El animal no hizo ni intento de entregarse jamás. Otro aviso sin montar la espada. Tras un pinchazo, el manso se aquerenció en tablas y tuvo que perfilarse Galván con el toro recostado en la barrera.

Víctor Barrio se fue de salida al centro del ruedo, algo muy personal, pero que, como quedó demostrado, no sirve para otra cosa que para montarla y convertir la lidia en un caos. Así se fue el de Las Ramblas solito a por el caballo, que estaba asomando a la plaza. Falló el picador y el toro echando pestes de aquel mal encuentro. Vuelve y ya tapándole la salida, se le pegó algo más. Larga de rodillas de Barrio, para llevar el toro al caballo por tapatías. Otro picotazo y el bicho que vuelve a salir en franca huída, no sin antes probar al reserva, tras un quite de López Simón avanzando hacia la puerta de cuadrillas sin remedio. El segoviano optó por iniciar la faena de rodillas a lo que acto seguido se unió el toro. Siguieron trapazos múltiples y banderazos con un puro estilo chabacano. Citando desde lejos, siempre fuera de cacho, abusando del pico, con enganchones y teniendo que recolocarse permanentemente. Una serie tras otra, sin interrupción, pero no dando ningún sentido a tanto trapazo, mientras el toro se limitaba a un ir y venir anodino, como si fuera un mulo en una noria. Poca diferencia hubo con el quinto, continuando con esa vulgaridad y monotonía del segundo de la tarde. Capotazos a pies juntos, como diría el otro, muy despachados. Se cuidó de llevarlo al caballo, para que el toro escarbara y se repuchara. Cumplió sin más y en la segunda vara, solo se le señaló el puyazo. Eso sí, en ambos encuentros, Luciano Briceño tuvo el buen gusto de plantar el palo en un buen sitio, algo es algo. Se dolió el animal de las banderillas y ya en el último tercio acudió al cite desde los medios de su matador, para recibir una retahíla de muletazos por delante y por detrás, con demasiado embarullamiento. Quizá podía echarse de menos un picotazo más, lo que pareció hacerse evidente al ver como el de Las Ramblas desbordaba a Víctor Barrio, que no lograba mandar en las embestidas. Muchos trapazos, pico, nulo dominio, sin mando, quedando a merced del toro.

López Simón, el madrileño del barrio, hasta hace poco pueblo, de Barajas, contó con una animosa parroquia dispuesta a jalearle lo que fuera. Comenzó mostrándose voluntarioso, dejándose ya ver en quites en el toro anterior. Rcibió a su primero entre mantazos, mientras el animal se emplazaba en los medios, más buscando la paz, que pidiendo guerra. Efectivamente, tras los primeros capotazos se dio cuenta que mejor refugiarse en toriles que aguantar a todos aquellos señores que le ofrecían esos telos rosas, que eran unos cuantos, mientras el andaba suelto por el ruedo. La primera vara aguantó mientras le taparon la salida, porque en cuanto que vio un resquicio, pies para que os quiero, a chiqueros. Picotazo en el caballo reserva y a seguir la huída, mientras López Simón no sabía por donde tirar en aquel maremagnum capoteril, del a ver si te pillo. Segundo puyazo en el que el picador le dio lo que pudo antes de que se le volviera a escapar y ¡adelante con la capea!  Muy aquerenciado, al final ya optó descaradamente por irse a buscar la salida. La faena de muleta la comenzó por estatuarios, ganado terreno hacia los medios, para rematar con un pase del desprecio, una trincherilla, un natural hondo y el de pecho. Pero lo que vino después fue la canción de siempre, pases y más pases, sin mando y a lo que quisiera el toro. Más preocupado de torcer la muleta que de torear de verdad. El toro distraído, por supuesto, y el matador abusando del pico y vaciando las embestidas sin mandar nunca. Trapazos escondiendo la pierna de salida, apelotonándolos aprovechando el viaje, hasta que el toro acaba arrollándole. Ahí podía estar la oreja, revolcón, tensión y el chavar rehaciéndose del susto, ya estaba. Se puso encimista, embarullado y el animal aún con peligro, a su aire. Un bajonazo soltando la tela, del que salió trompicado y una oreja. Parecía cantado, tal y como anda Madrid en estos tiempos. Así en el sexto resultaba complicado saber quién deseaba más otro despojo, si el respetable o el respetado. El que salió de Las Ramblas se frenaba en los primeros capotazos, no quería capotes y se dedicó a vagar suelto por el ruedo, a ver que se cocía por allí. Mal colocado en el caballo, el toro si acaso cumplió, muy poco castigado. Fue en el momento de levantarle el palo cuando más valiente se sintió pegando cornadas al peto. Una segunda vara levemente señalada, lo que el público agradeció con una sonora ovación. Ya digo, así está Madrid, aplaudiendo cuando no se pica. Poco más hay que decir. Complicó la vida a los banderilleros, entrando con la cara alta, como un burro, sin intención de humillar lo más mínimo. La verdad es que el animal tenía su cosa y no era para fiarse. López Simón podría decirse que estuvo valiente, pero sin saber como solventar aquello a base de saber y torería, a todo lo más que llegaba era a estar ahí a ver qué pasaba, si el manso decidía llevárselo por delante o no, a dar pases sin más, sin pensar en que con la muleta pudiera vencer a aquella joya. Trapazos y más trapazos coreados por el público, pico, el toro se le vence, trompicones, carreritas para colocarse una y otra vez, banderazos al terminar los pases y de nuevo el arrimón. No falla, cuando los toreros se ven superados por un toro, se meten entre los cuernos y al momento se escuchan esas palmas de aprobación que contagian a toda la plaza, que en este caso ya se había convertido en un gallinero. Manoletinas, pinchazo en mal sitio y una entera trasera que le sirvió para que se le pidiera otra oreja, que el señor presidente, el que da y quita los rabos en tardes de caballos, concedió sin atenerse a reglamentos y mucho menos al sentido común que tanto escasea en esta plaza, que cualquiera podría pensar que la cabra de la legión abduce a Madrid.


(Foto procedente de Francisco Javier Álvarez García, publicada en el grupo de facebook Solución a los novilleros con Picadores)

8 comentarios:

Luis Cordón Albalá dijo...

Enrique, ayer no pude ir a los toros, ya que trabajé de mañana y por la tarde tuve que recorrerme unos 150 km para cumplir con un derecho por el que nuestros antepasados, algunos, se dejaron incluso la vida. Pues bien, cuando llegué al colegio y me puse a buscar la papeleta que quería meter en la urna, mi mirada se topó de bruces con la papeleta del PACMA, y esbozando media sonrisa pensé "hay veces que no será por falta de ganas...". Cualquiera sabe, pero si tengo que ir a votar después de uno de esos festejos como el que cuentas de ayer, o como cualquiera de esta semana... en fin, quien sabe si no se me hubiera roto una tripa y lo hubiera mandado a tomar por c*** todo, ya me entiendes. Y mientras tanto, lo que más gracia me hace es que ahora está de moda entre el taurineo y algunos aficionados tenerle miedo al auge de PODEMOS, de la tal Carmena esta y cía... Y ¿sabes qué? Que como aficionado a los toros, y recalcó lo de "como aficionado a los toros", me río yo de toda esa tropa.
En fin, hoy, después de 10 días sin pisar por allí, volveré a ver a los futuros valores que nalga día tomarán el relevo de quienes hoy nos echan de la plaza.
Un abrazo

PD.: Recuerdos a la Vane.

eltentadero.es dijo...

Buenos días Enrique,

Me alegra saber que no fui el único que vio como escondía la pata. Estuvo bien López Simón porque salio a por todas y eso emociona, pero de ahí, a salir por la Puerta de Madrid hay un mundo.
Así deberían salir todos los toreros, cada uno con su tauromaquia, pero como no es así, ahora se valora eso mucho. Y por supuesto entender que para cortar orejas hay que torear y torear bien, lo demás es algo que debe ser sinónimo a vestirse de luces.

Lo de la oreja mulillera que cierto, llegará un momento que las mulillas se negarán a tirar del toro si va con las orejas puestas.

Hoy coincido contigo, y así es más aburrido.

Antes de terminar y para no extenderme, un inciso, no logro entender como cada vez hay más fanatismo a favor y en contra de toros y toreros según su pedigrí. Esto le hace un flaco favor a la Fiesta.

Un saludo

Enrique Martín dijo...

Luis:
Ahí lo tienes, que igual el PACMA y todos esos demonios de los que nos hablan, igual son amigos en comparación con muchos taurinos y con muchos que se dicen aficionados y van a la plaza a burlarse de una historia, un prestigio y una tradición.
Un abrazo. Ya se lo diré a la Vane, gracias

Enrique Martín dijo...

TEntadero:
Empezando por el final, es bueno el que la gente siga a un torero o a una ganadería, que hasta las pasiones sean arrebatadoras, pero creo que por encima de la afición y la lealtad a la Fiesta no debe haber nada y esta ser quien te descabalgue o no de esas querencias. Pero nunca esos fanatismos de los que hablas y que nada bueno traen. Si te das cuenta, parece como si últimamente mucha gente se guiara del programa para aplaudir o no. Un ejemplo es lo de Tito Sandoval, magnífico picador, pero que no todas las tardes está para sacarlo a hombros, pero siempre que aparece se le ovaciona y así, con algunos más.
Y coincido en que ahora se valora como grandioso lo que se supone que debe tener un torero, simplemente por vestirse de luces, un privilegio al que solo pueden optar, pues eso, los toreros.
Tampoco está mal coincidir de vez en cuando, porque la tertulia seguro que seguirá siendo muy interesante.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Básicamente de acuerdo, López Simón está en buen momento y sale a por todas pero de ahí a salir por la puerta grande media un abismo. Oreja justita en el primero pero inmerecida en el segundo. Aunque, si nos ponemos exquisitos, he de reconocer que alguna más barata se ha dado en la feria.

Ayer Domingo, entre que el cartel no tenía mucho tirón, las elecciones y la ausencia de muchos de los habituales, propició un clima de euforia colectiva que no debe cegar los ojos de un matador que puede y debe apuntar más alto.

Saludos
J.Carlos

Xavier González Fisher dijo...

Don Enrique: Leo sus crónicas a diario y aunque poco comento, porque poco veo, me pregunto como Luis Cordón: ¿qué ha sido de la becaria?

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Claro que ha habido orejas más baratas, porque, ¿ha habido alguna plausible? Ese es el problema que se dan orejas como si fueran caramelos y no es eso lo malo, lo malo es que una consecuencia se convierte en el fin y si el fin es ver cortar orejas, ¡Ufff!Pues que entonces estamos en las que estamos.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Siempre se te siente cerca y apoyando. Muchas gracias por ese constante apoyo desde hace ya mucho tiempo.
¿La becaria? Ya me gustaría saber dónde se mete? Me manó sus escritos por mail y si te he visto no me acuerdo. Creo que es más lista de lo que nos quiere hacer creer, ¿no crees?
Un abrazo