viernes, 15 de mayo de 2015

No es honesto engañar a los chavales

El toro, juez implacable


Los toros hay veces que te ponen delante el plato de la amargura, del golpe en el corazón, de la realidad que puede ser extremadamente dura, hasta límites indeseables y en la séptima de feria el banquete ha sido tan abundante, como duro brutal. Realmente no sé si alguien está interesado por lo ocurrido durante la corrida, que por otra parte ha sido la historia de siempre, fidelidad a la Tauromaquia 2.0, tanto en lo tocante a los toros de Salvador Domecq, como a los toreros Uceda Leal, Diego Silveti y Saúl Jiménez Fortes y por si faltaba algo, el viento. Y si todavía faltaba algo más la tragedia queriendo robarnos la tarde.

En su primer toro, a Jiménez Fortes le dieron una oreja, sin otras credenciales que un valor que no sé si se podría llamar temeridad, la de quien camina por los ruedos sin el bagaje necesario para hacerlo con un mínimo de garantías. Por Dios que nadie vea en mis palabras crítica o ataque al chaval, que nadie vea saña con alguien que está en la cama y que ha pagado con sangre el querer ser torero. Nada más lejos de mi intención. Si hubiera espacio para la censura no sería dirigida a él, habría que mirar a otros sitios. Por supuesto que tampoco sería oportuno señalar en estos momentos a los que están a la puerta de una enfermería o en la sala de espera de un hospital. Pero lo que sí es cierto es que solo el entusiasmo no puede ser la vía para ser torero. Un entusiasmo que muchos desalmados utilizan para hechizar a los chavales y a los que les rodean, para sacar cuatro duros y que en el momento en que se agote la fuente no tendrán reparos en dar la espalda al más entusiasta de la Tierra.

Son ya demasiados los casos en los que se empuja a un chaval al abismo. No se puede engañar a los que con tanta ilusión quieren llegar a ser toreros. A Saúl Jiménez Fortes se le robó cualquier posibilidad de formarse a partir de aquella tarde en Madrid en que meció un novillo a la verónica. No había por qué precipitar todo artificialmente. Es valiente, sin duda, y el valor es una virtud admirable en los toreros, pero esta carrera es muy cuesta arriba y requiere estar muy puesto y tener mucha cabeza. No se puede vivir tantas tardes en la enfermería, ese infierno no se lo merece nadie y menos el que lucha por ser torero. A este hay que darle todo el apoyo del mundo, pero esto no quiere decir que haya que hacerle creer lo que no es. Una alborotada tanda de bernadinas no puede provocar el delirio y el éxtasis con el único objetivo de una oreja. No me atrevo a decir que ahí nacio el mal, pero sí que quizá esto provocó cierto desprecio por el riesgo. Reconozco que estoy caminando sobre arenas movedizas y que no sé si seguir o retroceder, si pararme o tumbarme para no hundirme. El momento fatal llegó cuando en un natural corrió la mano antes de tiempo, quedó al descubierto y el toro hizo por él. Ya en el suelo y viendo una presa certera, el animal soltó un derrote seco que alcanzó el cuello del matador. Lo demás ya lo sabrán por los medios de comunicación, por las redes sociales y esos buitres que se encargan de distribuir vídeos y fotos del percance. De acuerdo que esto es parte de los Toros, pero no es una parte en la que haya que recrearse, ya pasó y punto. ¿Es necesario todo lo demás?


Por lo demás, la corrida ha sido una más de tantas, un ganado manso, a veces anovillado, flojo, que ni tan siquiera ha cumplido en varas y que no ha tenido nada, nada dentro. Quizá ha costado más lidiar con el viento que con la corrida de Salvador Domecq y ese primero de Fidel San Román. Este, que hizo primero, permitió mostrar a Uceda Leal sus intenciones para todo el festejo. No había sido puesto, o intentado poner, en suerte al caballo de tanda, cuando ya había visitado tres veces los petos en su deambular por el ruedo, barbeando, igual por si había alguien conocido en el callejón o los tendidos. Mal con la muleta, demasiado ausente y con demasiadas precauciones. Lamentable el mitin con los aceros en el cuarto y eficaz en el sexto tras la cogida de Jiménez Fortes. Diego Silveti tampoco se puede decir que se esmerara con su lote. Ambos cabecearon sin disimulo los petos y carecieron de las mínimas fuerzas para poder ser pasados de muleta. En su primero demasiada aceleración, tandas caminadas, sin quedarse quieto, desarmes y enganchones. En el otro mantuvo esta línea anodina, ahogando a un animal, por otra parte parado, que más estaba para que le finiquitaran que para intentar lucimiento alguno. Mala tarde de toros. Ojalá es viento se lleve cualquier asomo de sufrimiento para Saúl Jiménez Fortes y que pronto podamos verle disfrutando de su pasión, el toro, que el se le devuelva ese tiempo que se le hurtó para forjarse como matador de toros y que cuando volvamos a verle vestido de luces nos vuelva a conquistar como aquella tarde de novillero en que con un puñado de verónicas nos reconcilió con el toreo de capote. Matador, mucha salud.

5 comentarios:

Eltentadero.es dijo...

Cuenta razón tienes. Mucha fuerza para Saúl.
Un saludo

MARIN dijo...

Voy a ser breve Enrique porque en esta entrada no se puede añadir ni un punto ni una coma. Totalmente de acuerdo.

Un saludo.

Enrique Martín dijo...

El Tentadero:
Me uno en ese deseo de que el torero se recupere.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Quizá tú seas de las personas que mejor sabrá valorar todo esto y también cuando y en que momento se debe hablar.
Un abrazo

franmmartin dijo...

Con el valor que le sobra a Saúl,se pueden hacer 15 toreros de esos monjiles.Pero al valor desbordante es prudente embridarlo y racionalizarlo en lo posible.Este torero es de los que se ganan el jornal con creces.
Le deseo que ya mismo esté en nuestra Málaga recuperándose en su ambiente.
Siempre ha habido toreros de este corte.Recuerdo a un paisano nuestro,Terremoto de Málaga, que estaba casi siempre por los aires,o a El Tano.
En ningún caso toreros comparables más que en el valor, a Saúl.
Suerte paisano.