jueves, 29 de octubre de 2020

Paso al animalismo más… ¿puro?

 

¿Quién podría pensar que este angelito te iba a hacer daño? Si solo quiere jugar.

Reconozcámoslo, o nos aclimatamos o nos aclimamorimos. Hay movimientos que nacidos de la modernidad más moderna, bondadosa y a veces un pelín ñoña, pero en el buen sentido, están conquistando el mundo y queramos o no, no nos podemos abstraer, ni excluir de ellos; sobre todo si el hecho de dejarnos caer en sus brazos nos van a convertir en mejores personas. ¿O es que usted, usted y usted no quieren ser mejores seres humanos? Tanto, tanto, que hasta podríamos llegar a pretender convertirnos en un gato, un perro, una iguana, un tigre, una anaconda o en cualquier otro animal de los que todos podríamos tener en casa como un miembro más de la familia. ¿Qué digo familia? Como un hijo más. Que ya saben, que los hay que incluso quieren más a la mascota que a un hijo y que al hijo le educan como a una mascota, pero eso es otra historia. Pero claro, si realmente queremos mejorar este mundo en el que habitamos, quizá deberíamos tomar ciertas medidas, quizá sería necesario el modificar algunas cosillas que en su momento ya nacieron viciadas, pero que aquí está la bondad humana para corregirlas. Y hasta ya hay quién ha abordado tal empresa y si quieren, aquí les dejo algún ejemplo muy ejemplarizante, por supuesto.

 La Opera House de Cincinapolis ha reescrito el drama de Carmen, corrigiendo esas partes tan… ¿penosas? ¿Ofensivas para nuestros semejantes los animales? Desde ya, para no recordar tiempos pasados, la obra de Bizet pasará a llamarse “Mamen, una jovencita laboriosa que entablaba amistad con unos caballeros”. Bueno, sí, se alarga el título, pero creo que es mucho mejor, ¿no? Así las Cármenes no se verán señaladas y los gatos, perros, iguanas, tigres, anacondas o cualquier otro animal de los que todos podríamos tener en casa como un miembro más de la familia, no se sentirán ofendidos, ni heridos en sus sentimientos si su compañera que le quita la caca, les cambia la arena y les prepara el tofu en forma de animalitos, se llamara Carmen. Olvidémonos de eso del torero, la cigarrera o el oficial del ejército. El argumento tratará sobre una joven que trabaja en el departamento de márqueting de una multinacional alimenticia que importa y elabora cereales tropicales para distribuir en los países desarrollados. Pero resulta que se enamora de Escámez, nada de Escamillo, que es el responsable de ventas para España y Portugal. Pero también coquetea con José, el jefe de administración. Y bueno, tienen sus cosas, pero al final Mamen decide abandonar la empresa y montar una casa rural en los montes de Toledo.

 Otra obra que dicen “clásica” y que se va a reelaborar es el Guernica. De momento se cambiará el título y para hacerla más universal se llamará “Un lugar próximo al mar, en el que un día no reinó la armonía”. Evidentemente, ese toro y ese caballo no pueden seguir ahí, con lo cuál se ha decidido cubrir esas partes del cuadro con mandalas hechos por los alumnos del colegio “Aguas y Mares en libertad”. Estos los realizarán en la clase de integración con la naturaleza, en un parque público, aprovechando los bancos, las máquinas de bebidas, las terrazas en medio de los bulevares y las medianas de la autovía de circunvalación, para que sientan los niños el estrecho contacto con la naturaleza. Eso sí, todos con sus correspondientes mascarillas.

 Por supuesto que tampoco se podía dejar la mitología así como está y es por ello que lo que siempre se llamó el mito del Minotauro, a partir de ahora pasará a llamarse “Cómo incentivar a la juventud a la aeronáutica ecológica y a la superación humana”. Sería la historia de un joven, apoyado en todo por su padre y que en colaboración con un toro, mientras retozaban por un prado en las laderas del Monte Olimpo y jugaban al escondite en un laberinto, con todas las medidas de seguridad, por supuesto, ideaban cómo conseguir para que el joven pudiera hacer vuelo sin motor. El toro sería su instructor, un poco severo, eso sí, pero muy encariñado con el chaval, tanto que no paraba de decirle “es que te como”. Al final, Teseo, que así se llamaba el emprendedor muchacho, logró su objetivo. Bueno, solo por un ratito, pero eso se eliminará de la versión cívico dulce modernista. Incluso se medita si en lugar de un toro se pudiera poner un cocodrilo, que como no tiene cuernos, es mucho más amable. Un cocodrilo vegano, por supuesto.

 Hay que reconocer los esfuerzos de tanta buena gente para lograr un mundo mejor. Y quizá lo más laborioso en todo este proceso ha sido interpretar correctamente la obra de Francisco de Goya, que tanto y tanto mostró las cosas desagradables del mundo, sin pararse a pensar en lo que podía ofender a quién viera su obra, aparte del mal rollito que le podría causar. Es por ello que se decidió cambiar el título de muchos de sus trabajos, especialmente de una serie de grabados, nada bonitos, que ilustra cosas feas, malas de frustrarte mucho y quedarte marcado, tan marcado, que se te quitan hasta las ganas de tomarse una quinoa revigorizante con un buen batido de acelgas y espinacas, con un toquecito de perejil deshidratado de los montes Taurus de Anatolia. Empezaríamos por llamar a tales grabados “Cositas feas que los buenos ya no hacemos con nuestros semejantes los animales”. Y luego los guardaríamos en una caja fuerte, muy fuerte y los enterraríamos muy profundo en un lugar indeterminado de la naturaleza, justo antes de enmoquetar el lugar, porque hay que ser precavido, que igual en el césped natural hay bacterias y bichos que podrían hacer que luego nos pusiéramos malitos. Y con todas esas reproducciones que hay de estos dibujitos en las redes, pues nada, delete, delete, delete y venga delete y ya está.

 También surgió qué hacer con eso tan desagradable, bárbaro y brusco de las corridas de toros, pero se optó por dejarlos a su aire, porque según parece, ninguno de los animalistas sería capaz de acabar con eso de los toros ni tan bien, ni tan rápido. Y luego, en los campos dónde se crían los toros, se podrían hacer campamentos de convivencia allí, con los toros, las vaquitas, los terneros y que el dueño de ese campo nos trajera por las mañanas el desayuno para todos, para los toritos y para las personas humanas, que les visitarían con sus gatos, perros, iguanas, tigres, anacondas o cualquier otro animal de los que todos podríamos tener en casa como un miembro más de la familia. Y así, cuándo el sol empezara a aparecer en el horizonte por la mañana tempranito, nos cogeríamos todos de las manos, pezuñas, garras, patas y anillos y gritaríamos al viento paso al animalismo más… ¿puro?

 Enlace programa Tendido de Sol del 25 de octubre de 2020:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-25-octubre-de-audios-mp3_rf_58404843_1.html

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