Pero no se me ha olvidado Julio Robles, que ha sido uno de los grandes con el capote. Y aunque parezca una contradicción, no es al que mejor he visto torear con el capote, pero sí el mejor. Y me explico. Los mejores lances se los vi, como ya he dicho, a Rafael de Paula, pero dos tardes, ya que según mi opinión, era difícil que se acoplara con un toro tal y como cogía el capote, largo y dejando mucho vuelo. En cambio a Julio Robles le vi muchas más, porque su forma de torear se adaptaba a casi todos los toros, porque podía y ahormaba la embestida con arte y mucha pureza. Se me viene a la cabeza un mano a mano con Ortega Cano o cualquier tarde antes de la feria, cuando los toreros se atrevían a venir a Madrid a ganarse su puesto en los carteles, no como ahora.
Después ya han venido otros como Joselito, paradigma de la variedad, o Luis Francisco Esplá, todo vistosidad y espectáculo de la lidia. Y del resto hoy en día se puede decir que torean bien, mal o regular a la verónica, incluso que a la hora de rematar dejan ver su personalidad, pero no llegan a ser esos especialistas con el capote, por los que ya merecía pagar el precio de la entrada, y eran aliciente suficiente como para justificar un cartel.
¿Dónde habrá quedado aquello de echar la pata p'alante, cargar la suerte, ir ganado terreno al toro, hacerle que se retuerza y rematar en los medios con una media enroscándoselo en la faja? Eso es casi ciencia ficción y lo peor de todo no es eso, sino que esa forma de hacer casi se desprecia por los que sólo quieren ver muchos pases y que no soportan que a su torero le censuren el pasito atrás.





No hay comentarios:
Publicar un comentario