miércoles, 11 de marzo de 2009

Así toreaba Julio Robles

Una cantinela que repetimos, seguramente hasta cansar, es eso del toreo clásico, el toreo de siempre. Algo que a muchos les sonará a muy, muy antiguo, de allá por los años de Pepe Hillo, Pedro Romero o Costillares. Pero tampoco hace falta irse tan atrás, ni tan siquiera hay que llegar a Belmonte, Domingo Ortega, Pepe Luis, El Viti o Paco Camino. Con que echemos una ojeada a los años ochenta, podemos encontrarnos con una muestra de toreo puro, el de Julio Robles. Un torero que era capaz de unir arte, verdad, pureza, personalidad y esa difícil facilidad que sólo tienen unos pocos. Un torero con el que se cometió la injusticia de decir que toreaba bien con el capote, cosa que era una verdad como un templo y que le convirtió en uno de los mejores de los últimos años en el primer tercio. Pero además toreaba con la muleta tan bien como con el capote. Un torero con el que no pudo ningún otro matador y que sólo una mala cogida pudo quitarle de en medio.

Aún recuerdo la tarde de la despedida del Capea de novillero en Madrid en la que, en un mano a mano, cada uno expuso su forma de interpretar el toreo en los años de reinado de otro maestro de Salamanca, El Viti, cuando el ser torero de aquella tierra ya merecía ser tenido en cuenta. Y como no, el pulso que mantuvo con Ortega Cano, este todo pundonor y amor propio y Julio Robles todo torería, clase y pureza.



Que cada uno valore esta pequeña muestra de un torero muy grande, al que muchos “profesionales” de hoy tendrían que tener en cuenta al plantearse lo que quieren hacer en el mundo de los toros.

No hay comentarios: