Y llegaron los carteles de San Isidro 2009, la gran farsa y estafa al público de Madrid, donde nos hacen pagar la pescadilla a precio de caviar iraní. Y lo que es peor, es que todavía habrá quien nos quiera callar la boca y querernos convencer de que los toreros jóvenes pueden sustentar el presente y el futuro de la fiesta. Para creerme esto me tendrían que hacer un lavado de cerebro en profundidad.
La ausencia de Ponce: la verdad es que yo particularmente la agradezco, porque en los últimos años se ha limitado a venir una tarde y utilizar como coartada a sus deficiencias la exigencia del público de Madrid, que no sabe entender su toreo a larga distancia, sin hondura y más pendiente de la postura que de la esencia de lo que es torear. Este es el paradigma del pegapasismo. Ya vale con eso de que la gente no sabe lo difícil que era el toro, de que no han sabido ver su forma de hacer y eso de que el toro miraba por encima de la muleta. Todo eso es muy legítimo, pero estamos hablando del rey del toreo, del indultador oficial del reino, de la elegancia e inteligencia vestida de luces. ¡A otro gato con ese arenque!
Y lo más sangrante son las ausencias de José Tomás, Cayetano e incluso Julio Aparicio. Resulta que no nos queda dinero para pagarles, que si está la tele por medio, que si uno no es simpático y no le ríe las gracias al poder taurino o que si el otro se peina con la raya a un lado. Yo me pregunto si esto pasaría si la empresa tuviera que vender abonos y no tuviera más del 80% de la plaza vendida. Seguro que entonces se compensaría la talegada de millones que se van a llevar el resto de tardes con lo que no ganarían dos o tres en toda la feria. Aunque también se me ocurre otra solución: ¿por qué no llegan a un acuerdo con la tele oficial de la feria y la negocian aparte? Entonces si que nos encontraríamos con una situación divertida. Igual en ese momento el resto del escalafón despertaría y pediría lo suyo, y que en la actualidad no se llevan.
Pero el caso es que nos encontramos con una feria montada sobre la base de los Ferrera, Perera, Manzanares, Fundi, Juli, Bolívar o Urdiales, aunque este es el más justificado de todos, ya que se lo ganó en el ruedo el año pasado. Y aquí es donde la gente se cabrea de verdad, por querer convertir a toreros pundonorosos, vulgares en la mayoría de los casos, maestros de la tauromaquia moderna en pilares de la fiesta.
Y otro caso son los rejones. ¿Cuándo podremos volver a ver a los rejoneadores en corridas mixtas alternado con matadores de a pie?, ¿Cuándo dejará de ser la tarde de los rejones la tarde de las familias de los abonados, de las pipas o de los caballos en exclusiva? A mi también me gustan los caballos, pero en la plaza me gustan los jinetes que saben torear con el caballo, que no se dedican a dar caballazo tras caballazo y que clavan allá dónde les venga bien. Y que conste mi admiración por Hermoso de Mendoza o el Moura de hace años, al que todavía le queda esa concepción tan grande de lo que es torear a caballo.
Ya está aquí San Isidro como aquel que dice y, al contrario que hace años, muchos años, sólo se frotarán las manos la empresa, los que van a torear lo que nunca se imaginaron, los propietarios de autobuses de alquiler para traer a todo el paisanaje de toda la España taurina y los vendedores de “canapeses” y “güisquises” de la plaza y alrededores.
La ausencia de Ponce: la verdad es que yo particularmente la agradezco, porque en los últimos años se ha limitado a venir una tarde y utilizar como coartada a sus deficiencias la exigencia del público de Madrid, que no sabe entender su toreo a larga distancia, sin hondura y más pendiente de la postura que de la esencia de lo que es torear. Este es el paradigma del pegapasismo. Ya vale con eso de que la gente no sabe lo difícil que era el toro, de que no han sabido ver su forma de hacer y eso de que el toro miraba por encima de la muleta. Todo eso es muy legítimo, pero estamos hablando del rey del toreo, del indultador oficial del reino, de la elegancia e inteligencia vestida de luces. ¡A otro gato con ese arenque!
Y lo más sangrante son las ausencias de José Tomás, Cayetano e incluso Julio Aparicio. Resulta que no nos queda dinero para pagarles, que si está la tele por medio, que si uno no es simpático y no le ríe las gracias al poder taurino o que si el otro se peina con la raya a un lado. Yo me pregunto si esto pasaría si la empresa tuviera que vender abonos y no tuviera más del 80% de la plaza vendida. Seguro que entonces se compensaría la talegada de millones que se van a llevar el resto de tardes con lo que no ganarían dos o tres en toda la feria. Aunque también se me ocurre otra solución: ¿por qué no llegan a un acuerdo con la tele oficial de la feria y la negocian aparte? Entonces si que nos encontraríamos con una situación divertida. Igual en ese momento el resto del escalafón despertaría y pediría lo suyo, y que en la actualidad no se llevan.
Pero el caso es que nos encontramos con una feria montada sobre la base de los Ferrera, Perera, Manzanares, Fundi, Juli, Bolívar o Urdiales, aunque este es el más justificado de todos, ya que se lo ganó en el ruedo el año pasado. Y aquí es donde la gente se cabrea de verdad, por querer convertir a toreros pundonorosos, vulgares en la mayoría de los casos, maestros de la tauromaquia moderna en pilares de la fiesta.
Y otro caso son los rejones. ¿Cuándo podremos volver a ver a los rejoneadores en corridas mixtas alternado con matadores de a pie?, ¿Cuándo dejará de ser la tarde de los rejones la tarde de las familias de los abonados, de las pipas o de los caballos en exclusiva? A mi también me gustan los caballos, pero en la plaza me gustan los jinetes que saben torear con el caballo, que no se dedican a dar caballazo tras caballazo y que clavan allá dónde les venga bien. Y que conste mi admiración por Hermoso de Mendoza o el Moura de hace años, al que todavía le queda esa concepción tan grande de lo que es torear a caballo.
Ya está aquí San Isidro como aquel que dice y, al contrario que hace años, muchos años, sólo se frotarán las manos la empresa, los que van a torear lo que nunca se imaginaron, los propietarios de autobuses de alquiler para traer a todo el paisanaje de toda la España taurina y los vendedores de “canapeses” y “güisquises” de la plaza y alrededores.
1 comentario:
No te hagas mala sangre, Vicentepastor; ya vendrá mayo con sus toros y allá estarás tú, con el boli en ristre, tomando nota de lo que pasa allá abajo. A pesar de la pifia, seguro que al menos una tarde vuelves a casa con algún destello de torería recogido en tu cuaderno.¡A los toros, a los toros!
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