lunes, 3 de agosto de 2009

La revelación de las banderillas

Este tercio, el de banderillas, que algunos matadores banderilleros desprecian, aunque pueda parecer una incoherencia, resulta decisivo para el matador, a quien se le revelan las condiciones en que queda el toro ante la faena de muleta. Pero como decía, los jóvenes maestros no deben tenerlo muy en cuenta a juzgar por la forma en que lo desarrollan. En primer lugar parece ya instaurado el par por un solo pitón, el derecho generalmente, y el desprecio de los terrenos para ejecutar la suerte dependiendo de las condiciones del toro. Lo habitual es que se especialicen en dos o tres tipos de pares y que se los enjareten a cualquier toro: a la carrera cuarteando, a la carrera después de subirse al estribo y bajarse de él sin ningún sentido y sin darle ventajas que se suponen al toro, que no se ha enterado de eso del estribo, o si las palmas no echan humo antes del tercer par, pues éste se pone o al quiebro o por los adentros o ambas cosas a un tiempo. Además a esto hay que añadir siempre muchas carreras, las aportaciones propias del matador, violines incluidos, y no cuadrar nunca delante de la cara del toro.



Dependiendo de las condiciones del toro, se pueden poner al sesgo, al quiebro, al cuarteo o el par que para mí tiene más belleza, emoción y dramatismo y dónde se puede ver las condiciones del torero, el de poder a poder. Aquí se puede ver cómo el toro se arranca antes de que el banderillero inicie la carrera y como éste le va ganando la cara, va ganándole terreno, hasta coincidir en el momento del embroque metido entre los dos pitones, momento en que clava los dos palos en todo lo alto, para salir después andando del encuentro. Algo que hoy en día sólo hacen los subalternos y no los maestros.

Pero independientemente de los terrenos, la suerte de banderillas tiene varios momentos. El primero y donde ya se empieza a torear, es cuando el torero se empieza a dejar ver, encelando al toro a cuerpo limpio. Se da un giro hacia el lado elegido para parear y después de provocar la arrancada del toro se corre hacia él describiendo un arco en la arena y haciendo que el toro lo describa también, y sin dejar de llamar la atención del toro, al llegar al punto de intersección de ambas curvas, el torero junta las manos y sacándolas desde abajo, levanta los brazos para volver a bajarlas en el momento de clavar, mecido entre las dos medias lunas del toro. Una vez ahí no queda más que apoyarse en los palos y salir airosamente de la suerte andando.

En este tercio, si se ejecuta debidamente, se nos revelan las condiciones en que ha quedado el toro para el final de la lidia, las querencias, las distancias, la prontitud de la embestida o cómo acudirá a los engaños por uno y por otro pitón. Este segundo tercio es el de la revelación porque nos puede decir mucho sobre cómo plantear la faena de muleta. En principio se coloca al toro en los medios y a partir de ahí, si el toro lo admite, si no, o si se encuentra más a gusto en otro sitio, ya nos dice bastante de las intenciones del animal y a partir de ahí tanto matador como banderilleros, deberán obrar en consecuencia.

No hay que olvidar la colocación de las cuadrillas y matadores, tanto para ayudar al banderillero de turno, como para estar atentos a la salida del par para prevenir posibles accidentes. Y aunque para algunos esto sea una mera formalidad, como en toda la tauromaquia, si la colocación es buena, se pueden evitar posibles cogidas o en caso de producirse, que el quite se realice con mayor celeridad.

Por todo esto, si en el primer tercio se mide la bravura y pujanza del toro y se ahorma su embestida, en el segundo, aparte de avivarles después de salir del peto, es la revelación de lo que se ha guardado para la muleta.

2 comentarios:

Tercio de Pinceles dijo...

Estimado Enrique,

Vuelvo de vacaciones y me encuentro tu blog con esta entrada que me carga las pilas: estupenda la descripción del tercio y más aun las imágenes que lo acompañan, vamos, de manual de Escuela de Tauromaquia.

Fenomenal trabajo que sigo habitualmente,

Un saludo,

Luis

Enrique Martín dijo...

Nunca hubiera pretendido con mis entradas luchar contra el síndrome postvacacional, pero si sin quererlo lo he logrado, bien venido sea. Y si has vuelto de vacaciones, eso también querrá decir que podremos seguir disfrutando con tu creatividad a partir de ahora.

Un saludo