Cuando empleamos la palabra torero, en muchos casos sólo nos referimos a esa figura vestida con un terno bordado de oro y que se dirige hacia la gloria envuelto en un halo casi de santidad. Pero cualquiera me puede decir que esto es absolutamente inexacto y tremendamente injusto, y con toda la razón. Toreros son también los que llevan en volandas a su matador a esa gloria tan deseada y a veces tan utópica como remota.
Hace unos días se nos marchó un torero. Una de esas personas que un día persiguió una ilusión, con el impulso que da el amor por una fiesta, a un animal y a un arte tan contradictorio, emotivo y bello como es el toreo. Este torero se quedó en el camino de esa gloria mitificada de ser “figura del toreo”, pero tuvo la suerte de poder vivir la gloria y el orgullo de ser torero. ¡Qué gran cosa ser torero! ¡Qué privilegio el poder vivir del toro! Y cuanta afición hace falta para aguantar lo que esto supone, aunque también es vivir una pasión permanentemente. Viajes a las plazas de primera, segunda, tercera y carros, pero con el maestro y los compañeros; tardes de gloria y fracaso, pero con el maestro y los compañeros; alegrías y decepciones, pero con el maestro y los compañeros. Incluso en los momentos más duros se puede sentir el apoyo y la presencia del maestro y los compañeros y muchos más maestros y compañeros que se juntan para ayudar a quien ya no puede vivir del toro, de la mejor forma que saben hacerlo, toreando para ti. Y el público que te dedica una sonora y cariñosa ovación aunque no hayas puesto un par en todo lo alto y asomándote al balcón, aunque salgas al ruedo en una silla de ruedas.
Las cogidas siempre son una desgracia que afectan a cualquiera con un mínimo de sensibilidad, aunque parece que unas se olvidan antes que otras. La del matador que estuvo a punto de abrir la puerta grande, pero que un toro le abrió la de la enfermería. Pero también están las de los toreros que no van de oro, pero que también cortan orejas. Mi padre, quien vio más toros que la dehesa, siempre se acordaba de la cogida de El Coli, un peón que se dejó la vida un verano en las Ventas, y pasado el tiempo todavía le impresionaba el camino hacia la enfermería y la salida de sus compañeros tapándose la cara con las manos, llorando y abrazándose unos a otros.
Hace dos años nos dejó helados la cogida de Adrián, quien ahora se ha marchado igual que lo hicieron Montoliú, Soto Vargas, el Campeño o el mismo Coli, junto con otros muchos. Otros tantos que como el Ruso, Jesús Márquez o Luis Mariscal, por citar algún nombre, se enfrentaron al ganado que les marcaba el matador, a los que nadie les preguntaba sus preferencias o si preferían un hierro duro, comercial o de garantías. Los mismos que si el toro era complicado o un bombón, tenían que plantarle cara y que sea lo que Dios quiera.
Pero no sólo es tristeza y anonimato. Recordemos que los dos triunfadores del San Isidro de este año han sido Jesús Arruga y Carlos Casanova, que protagonizaron un tercio de banderillas en el que parecían absolutamente convencidos de dejarse coger con tal de clavar arriba, dejándose ver, asomándose al balcón y dejando llegar al toro una barbaridad. O ese Boni que podría reclamar con todo el derecho del mundo la mitad de los éxitos de su matador. Los que se visten de Ángeles de la Guarda como lo fue Joselito Calderón o ahora lo es Domingo Navarro. Los mismos que cuando tienen que pasear la oreja ganada por su matador, lo hacen casi a la carrera y modestamente y que cuando su maestro triunfa y se lo llevan por la Puerta de Madrid, reciben empujones y golpes por igual con una sonrisa de lado a lado intentando llegar al coche de la cuadrilla. Son tantos nombres que mi memoria no los podría abarcar nunca.
Todos estos también son toreros. Toreros de plata que valen como el oro. Y que nadie piense que me he olvidado de los de a caballo, esos mismos que en alguna ocasión hemos visto dar la vuelta al ruedo de la mano del espada y que parecen revivir el protagonismo del que gozaron hace décadas, pero hoy era el día de los peones de a pie, era el día de Adrián, que ya vestirá su terno de gloria y plata allá donde esté.
Hace unos días se nos marchó un torero. Una de esas personas que un día persiguió una ilusión, con el impulso que da el amor por una fiesta, a un animal y a un arte tan contradictorio, emotivo y bello como es el toreo. Este torero se quedó en el camino de esa gloria mitificada de ser “figura del toreo”, pero tuvo la suerte de poder vivir la gloria y el orgullo de ser torero. ¡Qué gran cosa ser torero! ¡Qué privilegio el poder vivir del toro! Y cuanta afición hace falta para aguantar lo que esto supone, aunque también es vivir una pasión permanentemente. Viajes a las plazas de primera, segunda, tercera y carros, pero con el maestro y los compañeros; tardes de gloria y fracaso, pero con el maestro y los compañeros; alegrías y decepciones, pero con el maestro y los compañeros. Incluso en los momentos más duros se puede sentir el apoyo y la presencia del maestro y los compañeros y muchos más maestros y compañeros que se juntan para ayudar a quien ya no puede vivir del toro, de la mejor forma que saben hacerlo, toreando para ti. Y el público que te dedica una sonora y cariñosa ovación aunque no hayas puesto un par en todo lo alto y asomándote al balcón, aunque salgas al ruedo en una silla de ruedas.
Las cogidas siempre son una desgracia que afectan a cualquiera con un mínimo de sensibilidad, aunque parece que unas se olvidan antes que otras. La del matador que estuvo a punto de abrir la puerta grande, pero que un toro le abrió la de la enfermería. Pero también están las de los toreros que no van de oro, pero que también cortan orejas. Mi padre, quien vio más toros que la dehesa, siempre se acordaba de la cogida de El Coli, un peón que se dejó la vida un verano en las Ventas, y pasado el tiempo todavía le impresionaba el camino hacia la enfermería y la salida de sus compañeros tapándose la cara con las manos, llorando y abrazándose unos a otros.
Hace dos años nos dejó helados la cogida de Adrián, quien ahora se ha marchado igual que lo hicieron Montoliú, Soto Vargas, el Campeño o el mismo Coli, junto con otros muchos. Otros tantos que como el Ruso, Jesús Márquez o Luis Mariscal, por citar algún nombre, se enfrentaron al ganado que les marcaba el matador, a los que nadie les preguntaba sus preferencias o si preferían un hierro duro, comercial o de garantías. Los mismos que si el toro era complicado o un bombón, tenían que plantarle cara y que sea lo que Dios quiera.
Pero no sólo es tristeza y anonimato. Recordemos que los dos triunfadores del San Isidro de este año han sido Jesús Arruga y Carlos Casanova, que protagonizaron un tercio de banderillas en el que parecían absolutamente convencidos de dejarse coger con tal de clavar arriba, dejándose ver, asomándose al balcón y dejando llegar al toro una barbaridad. O ese Boni que podría reclamar con todo el derecho del mundo la mitad de los éxitos de su matador. Los que se visten de Ángeles de la Guarda como lo fue Joselito Calderón o ahora lo es Domingo Navarro. Los mismos que cuando tienen que pasear la oreja ganada por su matador, lo hacen casi a la carrera y modestamente y que cuando su maestro triunfa y se lo llevan por la Puerta de Madrid, reciben empujones y golpes por igual con una sonrisa de lado a lado intentando llegar al coche de la cuadrilla. Son tantos nombres que mi memoria no los podría abarcar nunca.
Todos estos también son toreros. Toreros de plata que valen como el oro. Y que nadie piense que me he olvidado de los de a caballo, esos mismos que en alguna ocasión hemos visto dar la vuelta al ruedo de la mano del espada y que parecen revivir el protagonismo del que gozaron hace décadas, pero hoy era el día de los peones de a pie, era el día de Adrián, que ya vestirá su terno de gloria y plata allá donde esté.
26 comentarios:
"Ni banderilleros ni subalternos, a nosotros nos gusta llamarles toreros de plata. Muchos habían nacido para salir con dos apéndices prendidos con firmeza bajo las puertas grandes de la geografía española pero el azar les fue esquivo en el momento de la verdad. Cada uno tiene su historia particular de cómo llegó a ser torero de plata, sin embargo, todas ellas comparten algo en común, rebosan dignidad torera y amor al toro por los cuatro costados. Rara es la ocasión que sus nombres forman parte de la crónica taurina de turno, carecen de loas públicas, apenas esporádicas ovaciones montera en mano en el tercer tercio o el brindis de final de campaña les devuelve en forma de reconocimiento la, nunca bien ponderada, labor que realizan con el matador que acompañan. La importancia de una buena lidia, representar al torero en el apartado por la mañana, confidencias en el hotel, miedos del matador compartidos, quites salvadores... un sin fin de actos basados en la lealtad a un torero, a una familia, al mundo del toro..."
Este es parte de un texto que escribí en su día para la revista TAUROSCA que edita la Peña Taurina Oscense cada año para la Feria de San Lorenzo, que no tenía otro objetivo que homenajear a los toreros de plata en general y a Adrián Gómez en particular.
Perdón por la pendantería de hacer referencia a un texto mío, pero creo que venía a cuento y guarda mucho paralelismo con lo que magníficamente relatas, Enrqiue.
Saludos
¡Ole!
Un saludo!
David:
Gracias por tu estupenda aportación. En cuanto a la denominación, creo que todos hemos caído en el error de considerar el nombre de poca importancia u ofensivo. Yo particularmente siempre, hasyta que me hice mayor, los llamaba peones y mirándolo bien, quizás sea lo que mejor viene, por la carga de importancia que lleva, ya que sin los poenoes no hay grandes obras. Y me encantaba eso de peón de confianza o que fulanito era un gran peón. Es como lo de figura del toreo y matador de toros. Ahora quizás nos enredamos en cosas que no vienen al caso, pero que todos sabemos a que nos referimos. Y si no, para muestra, el párrafo que nos has regalado.
Un saludo
David:
Como diría el otro, a ese ¡Olé!, yo te contesto. "y tú más".
Un saludo
Enrique, que razón llevas.
Comento tu entrada para darte la razón en lo que has dicho de El Boni. Yo que tuve la suerte y el honor de compartir algunas tardes de callejón (no es mi sitio ideal, aunque sí para mi cámara) con el padre de El Cid -no le gustaba el burladero de apoderados- que Dios tenga en su santa gloria, me decía de El Boni, que no había dinero con que pagarle. La foto de Opinión y Toros del día que se anuncio su triste desaparición es mía.
También me decía que había faenas que El Boni las veía, y a toda la cuadrillas le pasaban desapercibidas -incluído Manuel Jesús- a las que le llamaba "las faenas negras" pues pasaban desapercibidas icluso a la mayor parte del público y que a toros lidiados por El Boni con su consejo y dictamen a El Cid, se las "ha formao", pasando toros de grandes dificultades a resultar pastueños, con sólo elegir adecuadamente el terreno, si por los adentros o hacia las afueras el primer muletazo y conocer la intensidad del toque, en estos casos normalmente fuerte y envólviendo el hocico del toro.
El Boni es mucho más torero de lo que da a entender, pues luego con los palos es un poco más "esgraciao".
Este, sé que es tema para un articulo de fondo, pero bueno lo pongo aquí, en la convicción de que me darás tú parecer y además que le harás buen uso.
Yuntero
Bonito y merecido homenaje a un TORERO.
Un saludo
Pgmacias
Yuntero:
Me alegra compartir contigo sitio en Opinión y Toros, donde colaboro habitualmente, especialmente en San Isidro y Otoño, con Mereció Dibujarse.
En cuanto a lo de El Boni, todo está dicho y queda muchísimo por decir. Es una de mis debilidades. Ya me gustó de matador por la idea del toreo que tenía y me fastidió que se pasara a la plata, aunque lo que nos habríamos perdido si no lo hace. Es todo un torerazo y ¿cómo no iba a coincidir contigo en esto? Este es el prototipo del que torea y no da pases. Me encanta eso de las faenas negras. Y creo que se le va haciendo justicia. Como comentamos en la grada del seis, da la casualidad de que casi todos los toros que lidia el Boni, luego son estupendos para el Cid. Que también tiene su mérito, porque hay que torear, pero sin el trabajo previo, quizás sería otra cosa. Y como bien apuntas, quizás habría que dedicarle un espacio a este torerazo.
Un saludo
Pgmacias:
Lo tenía dentro desde hace tiempo, pero es que no acabo de sentirme cómodo con eso de saltar la noticia y escribir a renglón seguido, aunque a veces lo hecho porque nme lo ha pedido el cuerpo, pero la noticia de Adrián no creo que hubiera que comentarla, quizás era mejor sentirla. Y yo me sigo asombrando como me pueden llegar a afextar los percances y las desgracias de los toreros, señores que no conozco de nada, con los que nunca he hablado, ni hablaré, y que podría darme igual, pero no lo puedo evitar y me llega mucho. Seré un blando, aunque creo que no soy el único y que es algo generalizado entre todos los buenos aficionados, lo que no quiere decir que yo ya lo sea.
Un saludo
Enrique: Es que ser torero es tan difícil. No basta con ponerse la ropa, eso lo hace cualquiera. Ser torero es un auténtico ministerio. Los vestidos de luces los alquilan hasta en las guardarropías de los teatros.
Nombras a El Coli. Esa tarde toreaba un torero de mi pueblo, Jesús Delgadillo "El Estudiante" y todavía hoy se le salen las lágrimas cuando recuerda "al gitanito" como él le llama, porque dice que casi se le murió en los brazos y es que él lo sacó esa tarde en su cuadrilla.
Y lo de Jesús Márquez, me tocó verlo de frente. No iba a los toros desde lo de José Tomás y pensé que lo más sano era quitarme de esto, pero el domingo siguiente ratifiqué que los toros también dan cornadas y a veces muy graves.
Recuerdo a otro torero que yo vi aquí vestido de oro, incluso cortó alguna oreja en la Plaza México, Jesús Pérez "El Madrileño". También a él un pitón le cortó las ilusiones, pero no le quitó la torería.
Gracias por provocarnos la reflexión.
Xavier:
Lo malo de ver toros y más toros es que yo creo que se adquiere y se perfecciona una odiosa facultad y es la de ver cada vez "mejor" la cogida. Y en algunos casos puede que la tengáis todavíamás afinada. Y además, por mucho tiempo que pase, no se olvidan. Además de la cogida del Coli, mi padre recordaba mucho la reacción de los compañeros y las convulsiones del torero cuando le llevaban a la enfermería. Gracias por enriquecer esta entrada y todas.
Un saludo
Preciosa la entrada Enrique. Enhorabuena.
Mira, yo gracias a Dios conozco a mucha gente del toro. Siempre que hablo con cualquier banderillero o picador mi saludo es el mismo, "¡Que tal TORERO!", y mi despedida tambien es la misma... "Adios y mucha suerte TORERO". Siempre los consideré así. A lo mejor es por el hecho de compartir horas de entrenamientos, tentaderos y mas que algun disgusto y alegrias con ellos. Eso sin contar las gracias que uno ha tenido que dar.
Creo que no se puede añadir nada mas a todo lo que has dicho. Solo una cosa. Torero no es solo el que sale a hombros por la puerta grande o sale en las portadas del Hola o el Salvame. Aparte de los banderilleros y picadores (como bien dices), tambien estan los que de forma callada y en silencio se levantan y se acuestan todos los dias en TORERO. Los que sueñan con las veces que se liaron en su capote de paseo y las que hicieron la cruz en el alvero con su pie. Los que añoran el detenerse el tiempo en cualquier natural y que por motivos de la vida, se tienen que limitar simplemente a dar capotazos con el albornoz en el salon de casa al salir de la ducha. Y a darlos cuando estan solos para no sentir vegüenza por lo que se quiso ser y no se llegó a conseguir.
Para mi, a estos, tambien los llamo TOREROS.
Un saludo Enrique.
Marín:
En parte comparto tu afirmación, pero por muchos pases que demos con la toalla, los que nunca pasamos de los sueños, no somos toreros; sí en espíritu y sentimiento, pero no alcanzamos esa categoría. Y es que para mí es muy grande el haber conseguido comer un sólo día de los toros. Pero a esos otros toreros, los de los sueños, también hay que admirarlos por ese amor eterno y sincero a una afición que llega a mucho más que un simple hobby para pasar el rato. Es otra cosa.
Un saludo
Una vez más SIN PALABRAS!
Me quedo con todo, pero especialmente con esto:Toreros de plata que valen como el oro.
MUY GRANDE.
Abrazo!
Iván:
Muchas gracias y espero que no hayas tenido que gastar más tinta.
Un abrazo
Enrique Martín, no puedo compartir contigo -ya ve que te tuteo, gracias- "él en parte" con el que de forma cariñosa, respondes al comentario de Marín.
Recuerdo un día en que le llamé Torero en su Retoñal; grandes fueron sus agradecimientos con la respuesta; no había por qué.
Fíjate, hasta del Toro pienso que es Torero -totalmente prohibido confundir con los artistas del oficiante subdiácono Juan Pedro- y por supuesto El Caballo (rejones y del tercio de varas) al ser el Toro protagonista número uno del Toreo. Al menos así lo considero.
Un poema que yo me aplico, tiene este estribillo, "para ser torero, sólo con serlo basta".
O..no es torero quién renuncia con sus silencios a entrar en el carnaval de la Fiesta; o no es torero quién no consigue entrar en el circuito del Cinturón de Acero;
o no es torero, el que se guarda en su corazón su primer muletazo; aquél, sí aquél en el que por primera vez vió que llevaba a la vaca "toreá"; o no es torero aquél que habla a través de "mutis" del alma a los trastos -los míos viejisimos- cuando de cuando en cuando los saca del pañolón-regalo de aquella novia fugaz. Algunos de ellos, sólo vendemos ilusiones.
A mi modo de ver, ser Torero es un sentimiento, no sólo una profesión.
Creo que lo has matizado mal cuando lo asimilabas al haber comido de ésto aunque haya sido un sólo día.
No te canso más, que tienes a gente haciéndo cola. Cualquier día habrá que coger turno en la reventa.
Mi saludo, Torero!
Gil de O.
Gil de O.:
¡Puff! y yo ¿qué digo ahora? Me has dejado de una pieza. Con tu comentario haas cerrado el círculo y no puedo nada más que decir amén. Habrá quien diga que soy demasiado voluble, pero ante una argumentación como esta, ¿qué puedo decir? Pocas veces me he quedado como ahora, pero no creo que haya una respuesta contraria posible. Aunque déjame decir una sola cosa. Lo que no me gusta es que hoy en día parecen a veces más toreros muchos periodistas que los mismos toreros y tienen ademanes de toreros, pero les falta algo que tú has dicho muy a punto, el sentimiento. Y es verdad, cualquiera que tenga ese sentimiento puede ser Torero. Es una extensión del término en la que entran muchos más, pero también muchos menos, porque es evidente que a muchos les falta este pequeño detalle.
Un saludo y de verdad que con esos tres trincherazos, seis naturales y el de pecho, me has dejado pidiendo la muerte.
Hay toreros de plata que valen su peso en oro, te hacen levantarte del asiento con un par de banderillas cargado de torería y profesionalidad, clavando en lo alto, asomándose al balcón de puntillas y saliendo de la cara del toro andando... en fin Enrique que un día más tus artículos nos dejan sin palabras a más de uno.
En Barrera:
Pues lo que menos pretendo es que os quedéis sin palabras. Con lo que a mí me gusta que habléis. Y mira si tienes razón, que los dos triunfadores del San Isidro pasado fueron dos banderilleros. Fue el mejor momento, con mucha diferencia, de toda la feria, incluida el Aniversario.
Enrique: Hablas de toreros de plata, aquellos que si se sienten toreros y viven como tal, lo son tanto como los de oro. En tu comentario citas algunos, grandes todos, pero aquí quiero hacer una mención también para otro hombre de plata de ley que lleva la profesión muy adentro y la vive con el mismo rigor que cuando era matador de toros, me refiero a Roberto Bermejo, serio, profesional y torero como el que más, y lidiador como pocos, al que se le nombra poco por su excesiva discreción y su obsesión por no quitarle protagonismo a su matador, pero al que me ha parecido oportuno colocar entre los mejores, con los que has mencionado.
Paco:
Lo malo de poner nombres es que se quedan muchos fuera. Es una lista siempre abierta a los muchos que merecen estar en ella. Como en todo también los hay señoritos y "arrastraos" ante el poderoso y los caprichos de la figurita, pero creo que dejando a esos de lado, los hay muy buenos y por supuesto Roberto Bermejo. Y seguro que habrá quien ecche de menos a Carretero, Montoliú, Cervantes, Montoya, Aranda y a´si hasta que queramos.
Muchas gracias por tu justa aportación a esta lista de toreros.
Un saludo
no se como se puede plasmar una ovación arrejuntando letras, pero es lo que creo que merece este post, una ovación para este post que es en realidad una ovación para todos esos toreros de los que habla, especialmente para Adrián.
Bueno Enrique, la verdad es que hace unos dias que pensaba volverte a escribir pero las tareas no me han dejado hasta hoy. Pero casi ya no te voy a decir nada porque Gil de O. se me ha adelantado.
La verdad es que el otro dia a lo mejor me expresé mal y la metafora que utilice del albornoz no fue la mas correcta. En realidad lo que queria decir es lo que Gil de O. ha expresado luego tan bien. El hecho de vivir del toro solo te hace ser "figura del torero". Por supuesto que es una opinión muy subjetiva, pero creo que hay mucha gente que cuando lleva una becerra bien toreá como dice Gil de O. se sienten, y son toreros.
Para ser torero no hace faltan flashes, ni entrevistas, ni portadas, ni torear en esta plaza o en la otra y acabar la temporada con un numero en las estadisticas. Para mi es algo mas sencillo: es levantarte y acostarte en torero. Hay muchas figuras que esto no lo consiguen en su vida.
Espero haberme expresado ahora un poco mejor. Bueno, que no doy mas la tabarra que me estoy poniendo muy pesaito.
Gracias Gil de O. por el capotito.
Un gran saludo Enrique. Espero no aburrir.
Costillares:
No puedo nada más que unirme a esa ovación a todos los toreros que admiramos por su entrega, su verdad y su amor por esta fiesta. Creo que sin todo eso, muchos de los que no son figuras, ni van en una casa con poder, no podrían aguantar el seguir en esto. Va por ellos.
Un saludo
Marín:
Siento decirte que sí que aburres y seguro que mucho, pero no a mi, ni a los buenos aficionados que se pasan por aquí. Aburres a los del cloavel, a los que les da igual el toro entero o a medias y a esos que esto lo ven como una simple excusa para lucir palmito. Y a esos... que les den.
En tu primer comentario ya lo dejaste claro, pero la intervención de Gil de O. me dejó estupefacto. Y a eso sólo podía daros la razón. Vaya lección ¿eh?
Así que ya sabes, sigue "aburriendo" aquí y en el Retoñal. Muchos te lo agradeceremos.
Un saludo
Enrique, sigo gastando tinta, es más, ahora ya gasto hasta para los comentarios jaja.
Tenéis mucho nivel por estos lugares.
Un abrazo amigo!
Iván:
Muchas gracias y siento lo de la tinta. Y el nivel lo alcanzan muchos blogs, como Orocárdeno, por ejemplo ¿no?
Un saludo
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