lunes, 7 de marzo de 2011

Con el toro ya nos conformamos


Hemos pasado un entretenido invierno con el monoencaste de marras; Unos alabándolo y queriendo demostrar lo beneficioso que es tener un toro hecho a la medida de las capacidades de los toreros, que no les moleste, vamos, como afirmaba un ganadero, que no se entere que allí hay un toro. Otros tirándose de los pelos precisamente por todo lo dicho anteriormente. Y ahora que ya se nos arrima la primavera, pues unos y otros vamos a “disfrutar” de los torillos del monoencaste. Como aperitivo ya tuvimos la sublimación del arte del toreo de Vistalegre, al que solo le faltó el indulto para poder ser proclamada como la corrida paradigmática de la tauromaquia moderna y ejemplo a seguir en el siglo XXI, donde se destaparán todas las falsedades del pasado y surgirá toda la vulgaridad del presente.

Uno de los principales culpables de esta degeneración que estamos sufriendo es el requetesobado monoencaste, al que se contrapone la variedad de encastes, discusión en la que hemos caído todos. Yo francamente estoy un poco cansado, porque veo que esto resulta infructuoso. Unos nos aburrimos con la monotonía impuesta por ese tipo de toro que ha infestado los carteles de todas las plazas y otros se parapetan en que de vez en cuando sale algún toro bueno. ¡Hombre! Solo por estadística, alguno tendrá que embestir, lo que no quiere decir que sea bueno; al toro de lidia hay que exigirle algo más, no para que sea el prototipo de la bravura, sino para que alcance unos mínimos que ahora no cumple.

Entonces ¿qué es lo que estamos pidiendo? Pues sencillamente el toro íntegro, otra de las expresiones más sobadas del panorama taurino y al mismo tiempo otra de las circunstancias que menos se cumplen. Pero no hay otro camino que exigir el toro, con eso es más que suficiente. Y si ese toro es de este o aquel encaste, pues que sea, y si este o aquel encaste resulta más molesto o más incómodo para el torero, pues allá penas, que se aplique en conocer los secretos del toro y de su lidia y punto. Y no ese papanatismo de entronizar al elegante incapaz a costa de castrar la esencia del toro.

Quizás si don Juan Pedro Domecq Solís no hubiera salido con aquella genial idea del toro artista y se hubiera dedicado a preparar unas oposiciones a bodeguero en su pueblo, a lo mejor ahora no estaríamos en las que estamos. Pero lo hecho, hecho está. El problema ahora es ver cómo se convence al público de que eso que llaman fiesta de los toros es un tercio, o menos de lo que fue. Igual todos tendríamos que aprender que hay toros que el espectáculo lo dan en el caballo y que luego tienen una faena más corta, o que otros parecen mansear de salida y en cuanto notan el palo del picador se empiezan a venir arriba, o esos que parece que se van a comer a todo el que se les ponga por delante y que después de que les digan dos veces como son las cosas acaban entrando en la muleta como los ángeles.

Yo estoy convencido que si se estableciera esta exigencia de mínimos en la fiesta seguiríamos teniendo toros del encaste Domecq, lo único que quizás no pertenecerían a los hierros que ahora van apestando en todas las plazas del mundo. Puede que muchos piensen que de esta forma la fiesta se convertiría en un espectáculo monótono y aburrido, pero ¿qué tenemos ahora? ¿Por qué pagamos cada tarde? ¿Qué nos dan a cambio? Puede que este cambio exigiera un tiempo de adaptación, o puede que no. A lo mejor lo único que cambiaría sería el nombre de las ganaderías, que casualmente pertenecerían a una mayor variedad de encastes. Lo que sí es muy posible es que cambiaran los nombres de los coletudos, a no ser que se apretaran los machos y se adaptaran a ese toro que muchos no han visto ni en foto. Y a cada toro tendríamos que saber lo que les pedimos. A un Miura no se le puede pedir nobleza y docilidad, igual que a un Atanasio no se le puede exigir fiereza, o a un Veragua que se convierta en un carretón por arte de magia. Nos hemos empeñado en tomar solo un camino, pero quizás el único viable sea el del toro, que es el único que hace que tenga valor lo que se hace en el ruedo. Si no, nos podemos encontrar con lo que ocurrió en Carabanchel protagonizado por Morante. Muchos fueron los que cantaron las glorias del de la Puebla, incluso buenos aficionados que no podían sustraerse al arte de este torero, pero a mi juicio esto es lo más próximo a un ballet, alejándose de lo que es el toreo.

Y, como es habitual, al final nos encontramos en el mismo punto de siempre, que todo nace a partir del toro. Sean de uno u otro encaste, lo primero es el toro y nos podremos empeñar en hacer desparecer los patas blancas, los coquillas o los atanasios, pero entonces corremos el peligro de quedarnos sin toro, o se podrá insistir en esa uniformidad que impone lo Domecq, pero antes que después nos quedaremos sin toro y sin vías para recuperarlo; así que parece que lo único que podemos hacer es exigir el toro, que con el toro ya nos basta.

PD: ¿Veremos algún torillo de Carabanchel protagonizando el entierro de la sardina?

12 comentarios:

Juan dijo...

Nunca he leído un texto con tanta pasión y tanto ardor, creo que cuando las cosas se sienten se habla o se escribe así,me quedo con lo más importante para mí todo el mundo tiene derecho a existir y los diferentes encastes bravos también, por que la diversidad hace la diferencia en la bravura, y es el futuro de la Fiesta Brava, todo lo demás es una alineación de intereses y no de la preservación del Toro de Lidia y de la dehesa, y a mí me gustan todos los encastes por que cada uno
tiene sus cualidades, y si fuera un economista diría que es necesaria la diversificación de productos para que las empresas funcionen. Si siempre comemos lentejas terminamos hartos de comer siempre lo mismo.

Xavier González Fisher dijo...

Copio de la crónica que hace Gastón Ramírez de la corrida de ayer en la Plaza México:

"Nadie se aburrió, pues los toros tuvieron más presencia que los de Vista Alegre en Madrid y brindaron cierta emoción. Ninguno de los de Ordaz fue apto para el toreo moderno, ese que se basa en ligarle muletazos anodinos y empalagosos a bichos moribundos y nobilísimos. Desgraciadamente, el escaso público no valoró detalles de torería añeja y de exposición..."

El toreo es variedad y esa variedad, la da el toro. Mientras se siga en el empeño de convertirle en un "producto fabricado en serie", tendremos lo que tenemos, sea del encaste que sea.

Voy a insistir que la lidia no son suertes "bonitas" y naturales y derechazos. Es mucho más que eso. Una vez que eso se entienda, quizás la manera de ver y comprender esto cambie y haya apertura para más expresiones, toreras y ganaderas.

Gracias por ponernos a pensar.

Enrique Martín dijo...

Juan:
Quizás esa variedad se auna consecuencia de esa misma preservación del toro de lidia y de su entorno. Y lo que resulta evidente es el beneficio que esta diversificación produce.
Un saludo

Scotty dijo...

Que bueno Enrique, sobre todo la parte en que comentas los toreros.

Ese es el impedimento fundamental para que haya variedad, que el 75% de las figuras dejarian de serlo, porque no sabrian que hacer con un Victorino.

El Cid que esta horrible, al menos tiene el detalle de lidiar otro tipo de toro, y habria que reconocerselo.

Cuando el que tiene la sarten por el mango puede perderla por cambiar no va a hacerlo.

Las empresas deberian contratar corridas y toreros independientemente, es un cachondeo y perdonar por la palabra que para que se firme un contrato tengan que ir a ver los toros empresa y matadores, elegir los menos imponentes y luego elegir compañeros...de verguenza, la figura que no quiera venir con lo que se le ofrece que no venga, no la echaremos de menos.

Un saludo y una vez mas enhorabuena por lo que escribes ;)

Enrique Martín dijo...

Xavier:
En este estupendo comentario has dejado varias perlas para que también pensemos los demás. Una es la de los detalles. Con la boba no hay detalle que valga y con el toro, aunque un torero no esté bnonito, puede dejar muestra de como se desenvuelve con él y si sale un lance o un pase bonito, mejor que mejor, pero primero enfrentarse al toro. Y que gran verdad que el toreo no son naturales y derechazos. Quizás esa sea una de las grandes equivocaciones, que se confunde eso con el toreo. Los naturales y derechazos es toreo cuando uno por uno van quebrantando al toro y para eso hay que exponer mucho, de ahí el mérito de saber torear.
Después de esta respuesta me da cierto pudor el contárselas un aficionado, como si tú no lo supieras de obra, pero es que también nos haces pensar.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Scotty:
¿Te imaginas el cambio que daría esto si los empresarios tuvieran poder y decisión para hacer los carteles como a ellos les diera la gana y pensando en el aficionado? Que no digo que no les dejen elegir a las figuras de verdad, pero no todo, ni siempre. Si torean 4, que tengan cierta elección en 2 y el resto, pues a ejercer de figura de verdad.
Un saludo y gracias por estar ahí.

Anónimo dijo...

Enrique, coincido en la esencial fundamental de tu artículo. La emoción puede venir de dos maneras: o la pone el torero, o la pone el toro. Habría una tercera y más interesante opción, que la emoción viniera por ambos lados, lo cual es harto complicado.

Sería ideal lo que dijiste en un comentario anterior, que las figuras vinieran dos o cuatro tardes y que la mitad fuese ante ganado encastado. Esto lo veo muy complicado porque es un vicio que se ha venido perpetrando a lo largo de muchos años y por todas las figuras de la tauromaquia de un tiempo a esta parte. Cambiar esa tendencia sería prácticamente imposible, sobre todo mientras se cumple la máxima de “máximo rendimiento (económico) con el mínimo esfuerzo (en la plaza)”.

Una discrepancia en uno de tus comentarios, yo sí creo que algunas empresas tienen fuerza o, al menos, la suficiente como para imponer ciertas cosas (recordemos que Taurodelta la tuvo para evitar que José Tomás les vaciara los bolsillos hace un par de años). Pues bien, en cuanto a lo de no contratar ganado del que no se deja torear tan fácil, tienen muchísima culpa. Ya que nos inflan a novilladas (por aquello del precio), podrían perfectamente contratar a un amplio elenco de ganaderías que todos conocemos y a los que nadie en la plaza pondría un pero. Ya se sabe que, según qué ganadería, la afición pasa por alto aquello de los kilos, incluso del trapío. No creo que los novilleros tengan fuerza suficiente como para obligar a la empresa a traer guadairas, montealtos o pedrazadeyeltes. Y, el que no quiera lidiar lo que a la mayoría nos gusta, que no vengan. Alguno habrá que se apunte al carro…

Dentro de las poquitas cosas que podemos hacer los aficionados para presionar a las empresas en cuanto a la calidad del espectáculo es asistir únicamente allá donde pensemos que podemos ver un "enfrentamiento" de calidad y equilibrado entre toro y torero. Es por eso que no quise asistir a la pantomima de Vistalegre.

Saludos,
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Coincido en todo contigo y en lo de los empresarios, por eso he añadido decisisón; ahora creo que todos los taurinos tienes poder, pero formando entre todos un entramado en el que se viaja cómodamente si estás en ese tren, pero del que si te sales estás perdido.
Sobre la reflexión de no ir estoy de acuerdo, yo tampoco fui a Carabanchel, pero en cuanto a Madrid creo que el problema es otro. En Madrid hay que ir a los toros para que no nos acaben de quitar la temporada y hay que hacerse oír y que se enteren de lo que quiere esta afición. E incluso en San Isidro, aparte del bodrio que nos montarán de feria, pero hay que evitar que tú puesto lo tome un clavelero sin criterio. Bueno, parece que es una batalla, pero a veces lo parece.
Un saludo

MARIN dijo...

Bueno Enrique, que te voy a decir si sabes que coincidimos en casi todo a la hora de ver al toro y a los toros.
Lo cierto y verdad es que siempre he mantenido y mas de una vez lo he publicado en mi blog, que el encaste Domecq deberia existir y si no habria que inventarlo. Ahora, lo que si exigo es que no se convierta en una monotonia en todos los carteles. Que se imponga la variedad y que el aficionado elija lo que le gusta y lo que no. Y que el torero sea consciente que tiene que matar esto y aquello, como bien dices, y sino, como hemos hecho muchos... al tendido. Es asi, y cuanto antes se asuma mejor.
Tambien vuelvo a repetir, como alguien que se ha puesto ahí, en que todos dan cornadas, pero hay que estar a las duras y a las maduras.
Deberiamos mirar mas hacia el norte, hacia Francia, y ver como montan allí las ferias y luego, si quisieramos aprender, algo nos iria mejor.
¿Crees que Ribete hubiese aguantado un pullazo mas, de mas largo en las Ventas?. Yo te aseguro que si Enrique, lo que pasa es que si se pone y se luce el toro bravo que llevaba dentro, el aficionado hubiese mirado mas a Ribete que a Cortes, y las decisiones no las tomaba Ribete precisamente. Y mira que tengo un respeto tremendo por Salvador Cortes, pero al Cesar lo que es del Cesar...
Un saludo Enrique y gracias por todo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Te tengo que confesar que sou my malo para los nombres de los toros y cuando vi el premio que le dieron a Ribete, sin ver la foto, me fui a mis notas y en seguida me di cuenta de que era el colorado de Cuadri, Del que anoté que empujaba una barbaridad y que el picador aguantó como un tío y que en todo momento estuvo por encima de los toreros que no se pudieron hacer con él, pues se comía todo lo que le ponían por delante. Creo que fue una oportunidad perdida de ver, perdón de lucir al toro, porque se le vió de sobra. Se le podría haber medido más el castigo y podría haber ido o una tercera vez, o porque no, una cuarta, pero en el primero le dieron para ir pasando. Quien no pudo con él fue Sebastián Cortés, al que le protestaba el animal cuando no se ponía en su sitio, pero es lo que tiene el toro bravo, e incluso lo utilizan algunos para hacer ver que un toro no va, se colocan mal y el toro dice que nanay, por eso hace falta verlo en el caballo, banderillas y hasta cuando se lo han llevado al desolladero. De lo que también m edi cuenta al volver a las notas es de que Frijonero se dolió al salir de caballo.
Un saludo y espero escucharte hoy en Radio Hispanidad de siete a ocho.
Un saludo

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón Enrique con el Toro ya nos conformamos. El problema es el nivel mínimo de casta y bravura, recuperarlas es complicado, además hay ganaderos que cambian la casta por otras cosas, para que las camadas las maten las figuras.

Enrique Martín dijo...

En Barrera:
Están acomodando tanto el toro al confort del torero, que ha hecho que nos tiremos por un tobogán en el que solo se para al llegar abajo del todo. LUego habrá que ver si se puede volver a subir.
Un saludo