Quiero empezar de una vez por todas por reconocer la difícil labor de los empresarios y de todo el mundo taurino. Ya está bien de cerrar los ojos a la magnífica y magnánima labor por la fiesta brava que estas personas llevan a cabo, a costa de no poder atender a sus familias como les gustaría y renunciando a otros negocios mucho más beneficiosos que esta actividad altruista que son los toros.
En este incomparable mundo que es el planeta de los toros, yo solo veo bondad donde otros quieren ver mentiras y fraude. ¿Fraude? Por favor, si estamos en el punto ideal de la historia del toreo. Vivimos un hito que los antiguos no se habrían ni imaginado al pensar en una situación utópica para el toro. Unos empresarios sacrificados que tienen que luchar con las televisiones que quieren que haya más y más toros para satisfacer a los espectadores, lo cual no es posible porque los que rigen los destinos de las plazas se tienen que atener a unos pliegos de arrendamiento que no permiten dar todos los festejos que les gustaría. Esas peleas con los mismos apoderados, que ofrecen los servicios de sus pupilos para lidiar las corridas más duras del campo bravo. Con los veedores, que nunca ven al toro lo suficientemente grande para llevarlos a la plaza.
Pero no podemos tampoco hacer oídos sordos al ganadero, ese ser que vive para el toro, que no duerme pensando en su bienestar, poniendo toda su alma en darles el cuidado y el mimo que le corresponde al tótem ibérico. Incluso preservando sus veneradas astas de las inclemencias climatológicas o de posibles encontronazos con otros animales de su especie, de otros toros, se entiende.
¿Y los toreros? ¡Señor, señor! ¿Quién tiene valor para poner una pega a estos hombres descendientes de los héroes clásicos que ponen su vida al servicio del arte? Ídolos que nunca cobrarán lo que merecen y que jamás recibirán tantas alabanzas a las que se hacen acreedores. En ellos se encarna la elegancia y pinturería capaz de domeñar la fiereza de un bruto con un simple giro de cintura. Incluso a riesgo de troncharse el espinazo al doblar su torso mientras alargan su brazo hasta el infinito… y más allá.
Me cuesta comprender cómo todavía hay alguien en este mundo que tenga entrañas para poner un pero a toda esta fiesta. Pero claro, es muy fácil eso de ir a una plaza de toros y decir que esto o eso no me gusta. Pues no vayas, si no te gustan los toros, pues quédate en casa. Y que nadie me diga que le gustan, si luego va a protestar esto o aquello. Porque claro, uno se pone a criticar a un empresario, a tildarle de inútil y el empresario, que tiene familia, hijos, primos, cuñados, amigos, vecinos y hasta yernos, por muy buen corazón que tenga, igual no puede evitar que alguno de estos coja y vaya a darle dos tortazos a uno de estos inconformistas enfermizos. Que uno también es “persona humana” y le corren hemoglobitos por las venas. Que muchos hebemos tenido que arrenunciar a una formación académica para dedicarnos al toro. Pero claro, si se nos cruza un sinalma de estos, pues a lo mejor se arriesga a que se le arrimen dos os… ¿Y quién dice luego que no tenía motivo? Porque así arreglan las cosas los hombres. Y algunos son mu hombres, que apañan sus cosas, si hace falta, firmando en barbecho, y hasta sin firmar si es menestral.
Y una vez demostrada mi fidelidad a los taurinos, quiero aclarar que este panflet…, que este escrito no tiene nada que ver con ese vídeo que todo el mundo puede ver en Internet, de nuevo, en el que unos individuos amenazan a una persona que estaba viendo una corrida y que parece que en algún momento mostró su disconformidad con sus quehaceres empresariales. Ni mucho menos me dejo yo influenciar por amenazas como esas, aunque si alguien lo cree conveniente y no le gusta este escrito, ni mis principios, pues tengo otros, por ahí no íbamos a discutir. Esto lo aprendí de Marx, don Groucho, y lo he llevado a rajatabla. Porque, ¿qué gana uno todo el día enfadado? Pues nada. Si uno se dedica a calentarle los cascos a la gente, luego ni le invitan a una finca, ni te saludan por tu nombre al verte por la plaza, ni te llaman para un cóctel, ni tan siquiera para que les lleves en coche a algún sarao, pagando tú la gasolina y el papelito del aparcamiento. Pero es que hay que saber valorar las buenas amistades, ¿no?
En este incomparable mundo que es el planeta de los toros, yo solo veo bondad donde otros quieren ver mentiras y fraude. ¿Fraude? Por favor, si estamos en el punto ideal de la historia del toreo. Vivimos un hito que los antiguos no se habrían ni imaginado al pensar en una situación utópica para el toro. Unos empresarios sacrificados que tienen que luchar con las televisiones que quieren que haya más y más toros para satisfacer a los espectadores, lo cual no es posible porque los que rigen los destinos de las plazas se tienen que atener a unos pliegos de arrendamiento que no permiten dar todos los festejos que les gustaría. Esas peleas con los mismos apoderados, que ofrecen los servicios de sus pupilos para lidiar las corridas más duras del campo bravo. Con los veedores, que nunca ven al toro lo suficientemente grande para llevarlos a la plaza.
Pero no podemos tampoco hacer oídos sordos al ganadero, ese ser que vive para el toro, que no duerme pensando en su bienestar, poniendo toda su alma en darles el cuidado y el mimo que le corresponde al tótem ibérico. Incluso preservando sus veneradas astas de las inclemencias climatológicas o de posibles encontronazos con otros animales de su especie, de otros toros, se entiende.
¿Y los toreros? ¡Señor, señor! ¿Quién tiene valor para poner una pega a estos hombres descendientes de los héroes clásicos que ponen su vida al servicio del arte? Ídolos que nunca cobrarán lo que merecen y que jamás recibirán tantas alabanzas a las que se hacen acreedores. En ellos se encarna la elegancia y pinturería capaz de domeñar la fiereza de un bruto con un simple giro de cintura. Incluso a riesgo de troncharse el espinazo al doblar su torso mientras alargan su brazo hasta el infinito… y más allá.
Me cuesta comprender cómo todavía hay alguien en este mundo que tenga entrañas para poner un pero a toda esta fiesta. Pero claro, es muy fácil eso de ir a una plaza de toros y decir que esto o eso no me gusta. Pues no vayas, si no te gustan los toros, pues quédate en casa. Y que nadie me diga que le gustan, si luego va a protestar esto o aquello. Porque claro, uno se pone a criticar a un empresario, a tildarle de inútil y el empresario, que tiene familia, hijos, primos, cuñados, amigos, vecinos y hasta yernos, por muy buen corazón que tenga, igual no puede evitar que alguno de estos coja y vaya a darle dos tortazos a uno de estos inconformistas enfermizos. Que uno también es “persona humana” y le corren hemoglobitos por las venas. Que muchos hebemos tenido que arrenunciar a una formación académica para dedicarnos al toro. Pero claro, si se nos cruza un sinalma de estos, pues a lo mejor se arriesga a que se le arrimen dos os… ¿Y quién dice luego que no tenía motivo? Porque así arreglan las cosas los hombres. Y algunos son mu hombres, que apañan sus cosas, si hace falta, firmando en barbecho, y hasta sin firmar si es menestral.
Y una vez demostrada mi fidelidad a los taurinos, quiero aclarar que este panflet…, que este escrito no tiene nada que ver con ese vídeo que todo el mundo puede ver en Internet, de nuevo, en el que unos individuos amenazan a una persona que estaba viendo una corrida y que parece que en algún momento mostró su disconformidad con sus quehaceres empresariales. Ni mucho menos me dejo yo influenciar por amenazas como esas, aunque si alguien lo cree conveniente y no le gusta este escrito, ni mis principios, pues tengo otros, por ahí no íbamos a discutir. Esto lo aprendí de Marx, don Groucho, y lo he llevado a rajatabla. Porque, ¿qué gana uno todo el día enfadado? Pues nada. Si uno se dedica a calentarle los cascos a la gente, luego ni le invitan a una finca, ni te saludan por tu nombre al verte por la plaza, ni te llaman para un cóctel, ni tan siquiera para que les lleves en coche a algún sarao, pagando tú la gasolina y el papelito del aparcamiento. Pero es que hay que saber valorar las buenas amistades, ¿no?
20 comentarios:
Excelente y sentido "martirologio"... ¿Por qué seremos tan "mal agradecidos"?
Xavier:
Ya sabes que el mundo está lleno de desagradecidos, pero también que el rectificar es de sabios. Yo rectifico y abjuro de mi fe torista, purista y de la verdad de la fiesta. A partir de hoy me apunto a los cínicos.
Un saludo
En vista de que "retornas al buen camino", no debo ser menos y te agradezco y reconozco el que cumplas con la "obra de misericordia" aquella que dice: "enseñar al que no sabe"...
¡Enhorabuena, Maestro!
Xavier:
Pues que se cumpla tu deseo e iremos juntos de la mano directos ... al suicidio.
Un saludo
Enrique,al igual que mi buen amigo Manuel de Carmona me recomienda cuando me sulfuro un poco con los políticos de ésta Andalucía bendita y desdichada,que escuche para controlar mi tensión y nivel de adrenalina a un tal Benítez en el Canal Sur "la de ellos", contar las barbaridades y atropellos de los que controlan la emisora como si fuese un cuento de Andersen o de Calleja,en la que todo es bello y acaba bien (por cierto que no le hago mucho caso,y bien que me lo recrimina mi amigo ).
Me atrevo a recomendarte que leas un cuadernos de éstos de Internet que descubrí hace poco y que a lo mejor ya conoces, llamado "La Gran Temporada" y verás como te desaparecen como por ensalmo todas esas angustias,frustraciones y desencantos,completamente exagerados por supuesto y algo “cenizos”, como acusa el prócer del mentado cuaderno , que puedas tener como aficionado.
No hagas como yo con mi amigo Manuel , hazme caso.
Ya me dirás.
Franmartin:
Ya sabes que otra cosa no tendré, pero saber a quien se le puede hacer saco, eso sí que lo tengo, por lo menos algunas veces.
Un saludo
No quiero comentar más porque este fin de semana comienza la temporada y no quiero iniciarla más deprimido (taurinamente hablando) de lo que ya estoy.
Acabo de ver el famoso video de Zaragoza y sólo se me ocurre una cosa, es para coger el video y presentarlo en Comisaría para poner la pertinente denuncia. Si a este individuo, el tal Zorita, la empresa de Zaragoza le permite seguir ejerciendo sus funciones, es para echarlos de la plaza de modo fulminante. Tanto a la empresa como al tal Zorita.
Saludos,
J.Carlos
Enrique:
En tu nueva doctrina taurómaca no te olvides de ensalzar las temporadas de El Juli y abrazar a "Manolo Olés" cuando te lo encuentres por Ventas.
Un saludo!
Tus artículos tienen una crítica con un humor genial, enhorabuena.
J. Carlos:
Resulta tremendo el que haya personas que se manejen así, con esos modos mafiosos y de macarra de discoteca.
Y sí, ya empieza la temporada y algunos iremos, mataremos el gusanillo invernal, comprobaremos que todo sigue igual y seguiremos cayendo en la trampa.
Un saludo
David:
Creo que no voy a tener el privilegio de estrechar entre mis brazos al Dios de la tauromaquia moderna y al poeta de sus hazañas. Lástima.
Un saludo
En Barrera:
Muchas gracias por tus palabras y por seguir leyendo mis escritos.
Un saludo
Joderrr. Como te conozco poco, cuando empecé a leer tu artículo se me cayeron los palos del sombrajo jajaja...Muy bueno si señor..Saludos
Milinko:
Si yo empecé queriendo ser bueno, pero es que está visto que lo mío es incurable, aunque por tu comentario creo apreciar que también padeces de lo mismo.
Un saludo
Querido Enrique,
una vez más tu fina ironía se lleva el gato al agua en este "post". Tienes mucha razón...
Lo de Zaragoza, lamentable. Pese a todo, seguimos en la lucha. Y por lo que veo, tú más.
Feliz comienzo de temporada "venteña".
Un saludo,
Luis
Luis:
¿Sabes cuál es mi desgracia? Pues que hasta ahora yo me animaba o desanimaba para ir a los toros, pero es que ahora tengo a una personita por detrás que lleva mes y medio diciendo que cuando vamos a los toros y como se ha enterado que empiezan el domingo, no te imaginas la brasa que me está pegando; así que imagino que abriremos la temporada con toda la ilusión del invierno acumulada.
Un abrazo
Enrique por esa personita ya sabes que hay que hacer lo que haga falta y estoy segurísimo que así lo harás gustosamente.
Leí tu entrada así algo rapidamente por las putas prisas.
Hoy, detenidamente y con más tiempo, he podido saborearla.
No te caerá de nbuevo que te felicite por ella, pero déjame decirte que es una de las mejores que he leído en mucho tiempo.
Una vez más, ENHORABUENA.
Impresora en marcha.
Un abrazo!
Iván:
Me berrea la conciencia por los cartuchos de tinta, pero no sabes los empujones que me pegas de ánimo con tus comentarios.
Esta personita ya está ahora en el momento de desilusión, porque ya hemos vuelto de los toros y no ha sido una tarde de tirar cohetes. Eso sí, me ha pedido que la saque un abono de estudiante para poder ir todos los días. Imagínate los kilos que he engordado. Al final encontraré quien me ayude a subir las escaleras de las Ventas en mi vejez. Pobrecita ¿no?
Pues Enrique con ese REGALAZO de ese tesorillo, es como si hubiesen abierto los tres la puerta grande.
No hace falta más.
ENHORABUENA!!!
Y no te preocupes que antes dejo de comer, que de comprar tinta jajaja.
Saludos!
Iván:
Si un día vienes por Madrid te enseño a este tesorillo, que no sabes como sigue la corrida. No para de decirme el nombre de los toros, el color de la capa y todo esto sin parar de preguntar.
Un saludo
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