domingo, 24 de junio de 2012

Morante, ¡qué grande eres!




El torero de la Puebla puede que sea el torero que más controversia ocasiona en las tertulias y círculos taurinos. ¡Cómo no! Eso es lo que tienen los que amueblan su existencia de genialidad. Cómo no se le va a adorar a un artista que lo mismo le pega una verónica a uno de Cuvillo que a uno de Cuvillo. Si es que estoy escribiendo y solo de pensar en su gestos de “no se pué aguantar”, a uno se le pone los pelos de gallina, digo la gallina de las carnes, no la cresta sin la gallina, la gallina de la piel, la piel de la cresta. ¡Cómo sea! Ustedes ya me entienden ¿no? La emoción no me deja ordenar las ideas. Pero desgraciadamente, no todo el mundo tiene sensibilidad para darse cuenta de la fuerza de la naturaleza que es el arte de don Josantonio. Que lo mismo se fuma un puro, que hace un paréntesis y saborea un cafelito entre el tercero y el cuarto, que le receta gafas para lejos al usía de turno.

¿No me dirán que no es pa’ comérselo? Él que es muy avispado, el otro día, después de haber desprendido embrujo, arte y polvos de ángel, se dio inmediatamente cuenta de la carencia visual del señor presidente y ni corto, ni perezoso, le ofreció sus propias gafas. Si eso no es generosidad, que venga Dios y lo vea. Esas mismas gafas que hará tres años le recomendaron que se pusiera para lejos. De esta manera podría ver a los torillos que mata desde que puso su destino en manos del señor Vázquez, don Curro. Que no es que él haya matado mastodontes prehistóricos, pero algo más de tamaño sí que daban. Pero ahora es más difícil ver en la lejanía a esos coquetos torillos de Cuvillo, Zalduendo, Garci…, Victoriano del Riachuelo, que ya no llegan a río, y toda esa cabaña breva que matan las figuras del toreo. Y además, él tampoco hace por pasárselos cerquita, pues siempre fue cuidadoso con la ropa de los días de fiesta. De la misma forma que no se manchaba los pantalones de franela y la blusita cuello baby, no se mancha ahora esos trajes tan bonitos bordados en oro, palta o azabache. Que por un metro más acá o más allá, tampoco se va a acabar el mundo y además, para eso están las gafas.

Tan generoso es don Josantonio, que se permite romper su colección de gafas ganadas a ley en tantas tardes de vergüenza por todas las ferias de España. No me extrañaría que acto seguido, una vez roto el fuego de repartir gafas, haya hecho lo propio con su apoderado, con los veedores que no ven, con los veterinarios y con el resto de presidentes de esas plazas de amplias tragaderas. ¡Qué chico este! Pero tanta generosidad tiene que ser sobradamente recompensada; por eso pienso que el aficionado debería dejarse de extremismos y corresponder al maestro de la Puebla. Señores, rompan sus huchas de cerdito y juntemos el dinero para comprarle unas gafas con las que se ve el pico de la muleta  metido entre los dos pitones, como la pierna de salida se queda retrasada descaradamente, como este mismo torero compone la figura antes de que llegue el toro, pareciendo al inicio del pase que ya lo está rematando. Y ¡por qué no? que esas gafas amplíen el campo de visión hasta detrás de la cadera, haasta esos lugares donde se remataban los pases. Y ya puestos, unas gafas que le indicaran donde colocarse durante la lidia, sin que toda la plaza se lo tenga que chivar, como ha ocurrido este año en Madrid.

Ya saben ustedes eso de que cada uno da lo que recibe ¿verdad? Pues la generosidad del sevillano es de bien nacidos pagarla con más generosidad. Nadie podrá discutir que el maestro derrocha torería y que bebe en las fuentes más caudalosas del arte. Ya rescató al silla de El Gallo para tocarle el hocico a un moribundo sin resuello y ahora nos trae a la actualidad las gafas de Manolete padre o del mismísimo Luis Miguel. Seguro que todos conocerán la anécdota del pequeño de los Dominguín en Zaragoza. La cosa es que una tarde en el coso de Pignatelli, el madrileño se vio constantemente respondido por un espectador de los que se hacían notar. Ya cansado, Luis Miguel preguntó sobre la identidad de aquel individuo. Le dijeron que era un reconocido aficionado que tenía una óptica en el centro de la capital maña. Como se daba la circunstancia de que repetía en esta plaza dos días después y que al día siguiente podía descansar, se decidió a salir a pasear para estirar las piernas. Y ¿qué casualidad! Sin pretenderlo, los pasos le llevaron hasta una óptica en el centro de la ciudad. Entró, y tanto cliente como dependiente, pensaron que se conocían de algo. Pero bueno, estas cosas pasan. El señor de la óptica era clavadito al aficionado del día anterior de la plaza, y el cliente era totalmente un calco de Luis Miguel Dominguín, vamos que solo podían ser ellos mismos. Luis Miguel pidió unas gafas y el dependiente le sacó unas que parecieron cuadrarle bastante bien, parecían perfectas. El torero se las probó y se mostró encantado con ellas. Pero le hizo saber a quien le atendía que tenían un defecto. ¿Cómo? Dígame usted cuál es. Y mirándole fijamente respondió: Pues que con estas gafas, solo veo hijos de puta. Su interlocutor tomó las gafas con toda la serenidad imaginable, sin sorprenderse por la supuesta tara, las examinó, se las probó, miró fijamente al torero y concluyó: efectivamente, solo se ven hijos de puta. El final parece ser que fue una buena amistad entre ambos “miopes”. Y ¿qué quiero decir con esto? ¿Qué Morante es tan genial como Luis Miguel y el óptico? Pues sinceramente creo que no. El ser un genio es mucho más. Es mostrar ese desacuerdo con elegancia y contundencia y darse cuenta y darle valor a la respuesta que se pueda recibir, especialmente cuando está a la altura de las circunstancias.

El “Parador de relojes” se aprovechó tramposamente de las circunstancias, de la corriente en su favor del público, de la imposibilidad de respuesta pública por parte del presidente y de la mala prensa que estos tienen por esas plazas de Dios. ¿Qué quería decir? ¿Que estaba ciego o que era un ignorante? Eso no es propio de un genio, que además lleva años que no ejerce de ello. Más que un genio parece un trilero de la calle que te esconde la bolita hasta desplumarte. ¿Qué le parecería a él que le arrojáramos lentes de aumento al ruedo para ver si esos borregotes que mata desde que se unió al señor Vázquez son capaces de imponer algo de respeto y no vergüenza, como es el caso? Poco tacto, nula humildad y escasa inteligencia la que ha mostrado don Josantonio. Y que nadie se me ofusque con esto. Que si de algo no se me puede tachar es de antimorantista, pero una cosa es lealtad y fidelidad y otra papanatismo. Que yo soportaría mejor un bache, por largo y profundo que fuera, a este engaño con el que nos “deleita” desde hace tiempo. Hasta no me parece él; es como si fuera un clon imperfecto, defectuoso que solo se parece al original en lo aparente. pero yo aún sigo esperando que su otro yo, el torero, el artista de verdad, se imponga de nuevo y podamos gritarle sin reservas eso de Morante, ¡qué grande eres!

PD.: Gracias a José García Pastor, quien nos aclara que la óptica es la de la calle Alfonso de Zaragoza. 

18 comentarios:

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
¡que grande eres! yo sabes lo que pienso de este señor miembro de un grupo llamado... y del cual no pienso opinar porque para que ellos sean protagonistas, prefiero que lo sean otros, que ellos ya lo son por si mismo por el ridículo que hacen

Cojonuda tu entrada, cojonuda, eso si, Isa Molina y tú, sois grandes, sois personas admirables, de gran fe...

Yo ni creo en que esté señor nos vuelva a deleitar, ni creo en nada de lo que veo, simplemente porque no veo nada, y al no ver nada o ver cosas efímeras, descafeinadas, irreales y amañadas, pues para eso me quedo con mis toreruchos del grupo B, C y si existiese el grupo de D, que serian de los que solo torean en sueños o de salón, pero con autenticidad, pues también me quedo con ellos, que con ellos aparece el toro sin minguneos.

Luego subiré a la ermita de Valdemoro y le pondré al Cristo de la Salud un par de velas para Isa y para ti, para que dios os de paciencia!!! y ya que subo a la ermita le pondré otras 2 por Iván Colomer, que tambien le veo desesperado taurinamente hablando, y por Marín, que el hombre también aguanta lo suyo viviendo día a día tardes de sopor esperando a ver si salta la liebre!

Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Diego:
Te agradezco de corazón esas velas. Lo que yo te puedo ofrecer no está a la altura, por supuesto, pero a lo mejor te ayuda. Creo que voy a ponerme en contacto con el susodicho y le pediré unas gafas para ti, que parece que las tiene en oferta. Deben ser muy buenas, porque todo esto que estamos pasando ellos lo ven maravilloso. Habrá que probarlas, pero muy buenas tienen que ser para que esto parezca mejor de lo que es.
Un abrazo

MARIN dijo...

Pues como dice Isa Molina, estoy sufriendo una grave crisis de Morantismo Enrique. Fijate que voy a tener en Huelva, en la misma tarde a dos toreros de los que mas me han llamado la atención ultimamente, y no tengo el mas mínimo interés por ir a verlos.

En fin, darle las gracias a Diego por sus velas, pero yo nunca creí en los milagros.

Un abrazo a todos.

Anónimo dijo...

Enrique, hacer el toreo bueno es lo que tu acabas de hacer con los trastos del ordenador, eso si es torear en el centro del ruedo inmenso del blog.

En todo estoy de acuerdo contigo, y seguro que toda la legión de seguidores que tienes así se manifestaran en los comentarios que empezaran a llegar.

Lo de este "chulito" y mal educado, es la consecuencia es de sus limitaciones que como torero tiene, y él se cree, porque así se lo hacen ver los "cegatos" admiradores que tienen que se cree estar por lo alto de los demás porque de vez en cuando se estira y dibuja muy bien la verónica y la media, pero el toreo es algo más y este chulito y maleducado, se cree que con esas cositas el pescao está vendido.

Esas frases que se dicen de los toreros "artistas" como "con una media ya está pagada la entrada", "nada más verle hacer el paseíllo, ya vale el precio de la entrada". Pues NO. Eso será para todos esos fanáticos aficionados del tres al cuarto que suele haberlos por muchos sitios y muy especialmente por Sevilla, donde la palabra "arte" tanto se nombra y se siente como únicos poseedores de dicha palabrita, que muchas veces da asco escuchar.

Sobre el arte sevillano o pamplina sevillana, se podría llenar varios folios.

Enrique, mi felicitación más sincera por tu excelente post y tu fina ironía que ya la quisieran para si muchos de los que escriben y encima les pagan.

Un abrazo

Juan Cruz Romera

fabad dijo...

Tenía entendido que lo de Luís Miguel ocurrió en Linares, pero el sitio no cambia los hechos...ni en Alicante.
Un abrazo.
Paco.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Tendremos que volver a consultar la bola de cristal, a ver si se atisba algún torero con afición y con orgullo para sentirse matador de toros.
Un abrazo

Xavier González Fisher dijo...

Oye, ¿no será que lo ves "grande", porque te pusiste las gafas de aumento que le tiró al Presidente ese...?

Enrique Martín dijo...

Juan Cruz:
Si es por cobrar, no seré yo el que les quite las ganas. Bromas aparte, yo también creo que hay mucho panfletero que se esconde detrás de la palabra arte. Lo quieren comparar con Curro, pero claro, eso es una herejía. Habrá quien haya escuchado las cosas del Faraón, pero anda que no le queda camino a este Morante. Yo le veo y no le reconozco. No es aquella persona reservada y respetuosa que parecía en el ruedo. Si no lo hubiera visto, no lo habría creído. Pero este es otro signo de como está esto, se monta la mundial por las gafas y no por estos años de pamplinas que nos está dando. Muchas gracias por tu visita y la verdad, esa ironía de que hablas esconde un cabreo monumental contra quien desprecia tantas cosas que representa el toreo.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Paco:
Exactamente, como si hubiera sido Lima. Y es una tontería, pero encierra muchas cosas. Para mí, la principal es su decidido alejamiento de lo que debe ser el ideal de la tauromaquia.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
No me negarás que es grande. Con los ridículos que está haciendo desde hace tiempo, todavía se atreve a estas cosas, para que no dejar dudas de lo que ha llegado a ser. Lo que sí te garantizo es que a partir de ahora iré a verle con unas bonitas gafas.
Un saludo

Anónimo dijo...

Como he dicho en mi blog soy "Una Morantista en crisis de Fe".
Al igual que Marín yo tampoco creo en los milagros, pero Diego tu pon las velas por si acaso, que a Enrique, a Marín y a mí nos hacen falta, para creer en Morante. Saludos.

Xavier González Fisher dijo...

Tienes razón, no es grande, es grandísimo... ¡un grandísimo sinvergüenza!

I. J. del Pino dijo...

Mira que tocarme a Morante..., jajaja, pero vamos a ver Enrique, tú no tienes iconos?.
Sabes que me pasa con El de la Puebla?, lo mismo que con los que dicen que al toro se le hace sangrar en la plaza y que el espectáculo es cruento: se que tienen razón y no tengo argumentos, pero...no me podrán convencer.
Saludos amigo.

Enrique Martín dijo...

Isa:
¿Y si las velas tuvieran forma de toro con trapío y Morante hiciera lo que hizo siempre? Entonces creo que se nos devolvería íntegro el mornatismo que nos han quitado. Lo que puede un toro.
Saludos

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Imagínate, soy del Aleti, así que no te cuento más. No intentaré convencerte. A lo mejor tampoco tendría argumentos, jajajaja
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Siempre he admirado a los que tenéis ese poder de síntesis.
Un saludo

Anónimo dijo...

Hola Enrique, felicidades; no se puede manejar mejor la ironía; tu artículo está cargado de genialidad y –lo mejor- de denuncia. Denuncia acertada; denuncia a un torero con poder para transformar la fiesta –en malo o en bueno- y que hay que demandarle para que no se corrompa y la degenere; zurrarle a un “sintabaco”, además de absurdo, es estéril. Recuerdo la fidelidad de Curro, de Paula, de Pepe Luis, de tantos... fieles a su concepto y a sus partidarios, actitud que les hace eternos. Había olvidado a Frascuelo y al Inclusero... Qué fallo.

Las dos grandes decepciones de este siglo para el aficionado pueden ser –¿no sé si estarás de acuerdo?- Morante y José Tomás; dos toreros que captaron mi atención, sin fijarla, y que en este momento no me llaman. Me han decepcionado.

Enhorabuena de nuevo.

Pepe Luis.

Enrique Martín dijo...

Pepe Luís:
Tú sabes muy bien que esas fidelidades las entiendo y las comparto, pero tampoco creo que pueda considerarse ceguera. Esa admiración puede nacer al ver algo realmente grandioso y que por mucho tiempo que pase, no se te va de la memoria ni con disolvente. Pero claro, que algunos pretendan esa fidelidad casi sin bajarse del coche, es pedir demasiado. De todos esos que has nombrado, de todos uno tiene unos momentos grabados a fuego. Luego si los juzgamos en profundidad, de todos encontramos malas tardes y momentos para olvidar, pero creo que ninguno, absolutamente ninguno tomaron una actitud de deidad en la Tierra y desprecio por todo lo demás. Es más, creo que cuanto más grandes, más humildes.
Este Morante con unas verónicas en Madrid se subió al Olimpo taurino y muchos se lo jalearon, y en cuantopudo empezó en lo que estamos ahora, en la mentira y la soberbia. Del de Galapagar yo lo tengo como retirado y hasta admití lo del año pasado como un período de volver para intentar coger de nuevo el sitio, pero... ¿Qué es lo de ahora? No lo entiendo, ni lo comparto. ¿Está recaudando con comodidad? ¿Se divierte por los pueblos? ¿Se toma sus dosis de aplausos donde está seguro que se van a rendir a sus pies sin exigirle nada? Pues no sé cuál es el caso, pero cualquiera de ellos no me gusta. No se le podía exigir el que el solo asumiera la responsabilidad de levantar esto, pero que tampoco jugara con tantas cosas importantes con las que está jugando. Lo peor es plantearnos la pregunta de ¿quién nos queda? Esa duele especialmente. Mira que eres grande, que me dejas unas líneas y me enzarzo yo solo, jajajaja.
Muchas gracias por tus halagos, que además sé que vienen de un buen corazón, pero tú y yo sabemos las limitaciones de uno.
Un abrazo