Ahora es frecuente escuchar eso de componer, como una de las
virtudes más grandes del toreo moderno; ¡Cómo compone! ¡Si es que compone que…!
Como si estuviéramos en un concierto de la sinfónica de Chiva o en la pasarela
Cilebes poniendo posturas con los modelitos del artista de turno, o ¿por qué
no? delante de una bobona moribunda, desmochada y sin casta de las ganaderías
comerciales. Esas de los toros artistas. Pero claro, si uno va una tarde en la
que se anuncian toros, toros, como es el caso de los de José Escolar, allí no
compone ni Mozart y si acaso, a lo más que llega es al Requiem.
Puede que no se le diera ni un pase limpio a los Escolares,
también puede que no lo permitieran, no fue una corrida buena, más todo lo
contrario, mala tirando a peor, pero la casta mantuvo al personal atento y con
la emoción siempre presente. Los matadores estuvieron dignos, sin más pero no
bien. Los toros pedían ser cocinados a fuego lento para que se fueran
ablandando poco a poco, pero los toreros se los querían comer a la plancha,
vuelta y vuelta y estos, hasta en el plato tienen peligro.
No acabaron de entregarse los Albaserradas de don José. El
primer fue al caballo con una vara de menos, al paso, con la cara alta y
corneando el peto, siguió igual en banderillas quedándose con quien le clavaba
los palos. Precisó de mayor castigo, bien en el caballo o con la muleta. Al
final se puso hasta gazapón, complicando la faena de muleta y cuadrarse para
entrar a matar. El veleto segundo anduvo suelto por el ruedo. Empezó fijo en el
caballo, pero luego ya corneó el peto, luego ya flojeó en su ansia en el
caballo. Esperaba con la cara alta en banderillas, escarbaba y en la muleta
entraba con unos tremendos arreones; como manso que era, se fue marchando
buscando el refugio de los toriles, los únicos terrenos donde se encontraba
medianamente a gusto. El tercero salió rematando en tablas, muy pegajoso,
revolviéndose muy rápido. Luego en el caballo le tuvieron que colocar de cerca,
se dolió mucho en banderillas y como su hermano, pegaba arreones y no metía
jamás la cara. El cuarto, abanto, se fue solo al caballo en el primer puyazo
como una flecha. De lado, acabó por empujar con los dos pitones, cuando
precisamente le tapaban la salida. En el segundo solo se dejó y se marchó
suelto. Siguiendo la norma de los demás, en banderillas les puso los pitones en
el pecho a los toreros. Acabó venciéndose por el pitón derecho y haciendo más
exagerado el defecto de levantar la cabeza. El quinto, con aspecto de ciervo,
muy vareado y con una exagerada arboladura, fue tres veces al caballo, pero que
nadie lo tome como una virtud, en el mejor de los casos solo cumplió, si se le
tapaba la salida o se dejaba en el caso opuesto. Esperaba mucho en banderillas
y hacía hilo con todo lo que se metía en su jurisdicción. Escapó a terrenos de
chiqueros y acabó entrando a arreones. El último se limitó a dejarse sin más
con el picador, no se empleó nunca, ni metió la cara abajo, comprometió a los
banderilleros y tampoco su matador le supo quitar el defecto de embestir bronco
a ráfagas y cruzándose por el pitón izquierdo.
Los matadores se limitaron a estar dignos, pero no
entendieron que a estos toros no se les podían hacer florituras, no permitían
eso tan en boga de componer la figura. López Chaves no se confió en su primero,
al que se empeñó en dar derechazos y naturales que el animal no admitía. A su
segundo lo recibió con aseadas verónicas, después empezó con pases por ambos
pitones doblándose sin demasiado convencimiento. De nuevo pretendió lo de dar
pases, perfilero, pero tampoco era el día con este de Escolar. Un toro que a
estas alturas de faena estaba como una rosa.
Fernando Robleño, al que ya hemos visto con ganado de este
tipo, empezó con unas verónica precipitadas, más al ritmo del toro, que al que
este mismo necesitaba para calmar su empuje. Tanteo inútil con la muleta, sin
acabar de saberse muy bien lo que pretendía. En su segundo, quizás por lo que
ocurrió en el anterior, salió a machetearle por bajo y a meterle la muleta en
los riñones, que era lo que pedía el cornalón, pero eso habría que haberlo
hecho con más decisión y energía. Prosiguió con esos pases de castigo, al menos
para poder dejar la estocada atravesada que cobró con mucha habilidad por su
parte.
José María Lázaro se encontró con un ganado para el que a lo
mejor no estaba preparado, citando y apartándose para que pasase el toro,
siempre en movimiento y en el último a lo más que llegó fue a pegar unos
trallazos sin temple, que no pudieron con la violencia de la embestida del
Escolar. Seguroq que habrán aprendido una cosa, que torear no es pegar pases
sin más, es algo más complicado y que en ciertas ocasiones hay que olvidarse de
eso que tanto valoran algunos, eso que llaman componer.
6 comentarios:
A lo que Ustedes llaman "gramolas" (según el DRAE: "Nombre industrial de ciertos gramófonos eléctricos, instalados por lo general en establecimientos públicos y que, al depositar en ellos una moneda, hacen oír determinados discos"), nosotros aquí les llamamos "sinfonolas"...
Entonces, visto lo visto, a esos "compositores" (¡cuidado con la SGAE!), que parece que nada más van por sus cuartos, quizás les venga bien, por sus "sinfonías", llamarles así, "sinfonolas"... por un puñado de monedas, te repiten hasta el cansancio "su éxito más reciente"...
Enrique:
Totalmente de acuerdo con tu reflexión sobre lo acontecido ayer y en regla general para aplicarlo al resto de tardes.
Un abrazo
Coincido en que la lidia, en toda su extensión, brilló por su ausencia. Más o menos, también coincido en la descripción que haces sobre el comportamiento de los toros. Ahora bien, la clave del asunto es si como los toros llegaron al último tercio fue debido a su mala condición o a la mala condición de la lidia recibida. Y es que cuando a unos toros, que no son precisamente los últimos de la clase, te dedicas a enseñarles latín no les puedes pedir que luego hablen inglés en la muleta.
Me explico, cuando a estos toros todo se les hace a base de pases cortos, pasadas en falso, enganchones, no se les pica en el sitio adecuado y pegando duro en la primera vara, y se les cita en corto ahogando así la embestida, entonces no se puede esperar que tengan un comportamiento bonancible en la muleta porque aprenden rápido y ya venían orientados durante los dos primeros tercios.
Algunos humillaron y mucho, algunos arrastraban el hocico por el suelo y seguían los engaños con fijeza. Para “componer” sólo faltaba que el matador estuviera en el sitio adecuado, citando desde una distancia adecuada y no alargando en demasía las series porque sabían lo que se dejaban atrás. Desgraciadamente eso no se produjo.
Chaves no estuvo ni “en novillero”, lo malo es que no es la primera vez, no debería volver porque está quitando el sitio a gente que lo daría todo por una oportunidad en Madrid. Lázaro tiene su justificación porque torea poco pero entonces no sé por qué lo traen a San Isidro y con este tipo de ganado. Su oportunidad debería estar fuera de ferias. Robleño digno y tragando mucho pero, como siempre, tapando a los toros, siempre con sus distancias cortas, toreando siempre en el mismo tendido (para ti de puta madre, jeje) y haciendo un toreo tremendista que me gusta bien poco.
Una cosa es lo que los matadores nos enseñan de los toros y otra cosa bien diferente es lo que los toros podrían haber sido haciéndoles las cosas bien. Pero claro, eso implica que el matador se comprometa en la lidia desde que el toro salta al ruedo y no dejar al azar ni el más mínimo detalle.
Saludos
J.Carlos
Xavier:
No sé si será éxito o no, pero repetir lo repiten sin compasión. Y luego lo acompañan con los tópicos esos que pretenden ensalzar hasta el límite el presente, desmontando con falsedad el pasado.
Un saludo
Diego:
Eso es lo peor, que hay demasiado que se puede aplicar a cualquier tarde, cualquier torero y cualquier ganadería.
Un saludo
J. Carlos:
Además están tan acostumbrados a otras cosas y ponen tan poquito cuidado en lo que hacen, que parecen no enterarse que a estos les haces un extraño y se lo apuntan y a la siguiente ya te están esperando allí. No sé si podrían haberse puesto a torear bonito, tampoco me importa demasiado, pero pudieron haber demostrado hasta donde puede llegar cada uno de ellos. Esa idea del toro robot nos está matando; parece que es algo nuevo que un toro, aún siendo bravo, como no te pongas donde pide, no embiste. No son esas bobas que van como borricas en una noria.
Un saludo
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