Ni los areneros de Las Ventas son los amos, ellos se limitan a sentir el orgullo de pisar ese ruedo |
La que lió don Iván Fandiño en la última feria de Otoño. Una
faena acelerada y otra dando distancia al toro, pero con la misma aceleración,
fue suficiente para que el vasco enfrentara a El Rosco, aficionado de sobra
conocido en Las Ventas y alrededores taurinos, con parte de la afición
madrileña. ¿Y cuál fue el motivo? Pues que ante la duda de los que aplaudían y
los que no, el matador miró al sitio de este aficionado; este le indicó,
mientras se rompía las manos a aplaudir, que diera la vuelta al ruedo sin
miedo. Fandiño entonces no lo dudó y para allá se fue, para desagrado de
muchos; “es que me ha dejado El Rosco”. Pero Iván, ese señor es un aficionado
más, aficionado cualificado, si se quiere, pero un aficionado más, uno de los
muchos y buenos que se sientan en la plaza en marzo y se marcha a la fuerza en
octubre. Pero, aunque sí uno de los que más se hacen notar, él no es el dueño
de la plaza. Madrid no tiene dueño y si lo tuviera, quizás sería un ganadero o
un torero, pero siempre dependiendo de las circunstancias, no se le hará
devolver el título de propiedad.
Y no digo yo que este aficionado no pueda decir lo que le de
la gana, hasta ahí podíamos llegar, solo faltaría que le obligáramos a
callarse, como hacen los isidros del sol durante la feria de San Isidro,
haciéndolo con más ahínco a medida que se van alejando del 7. Tampoco voy a
entrar a juzgar como aficionado a El Rosco, sería estúpido por mi parte, de necios y de ignorantes, pues
a lo largo de años ya ha dejado claro el concepto de toreo y el tipo de toro
por el que se inclina. Hasta puedo decir que muy a menudo puedo estar de
acuerdo con él, pero no siempre, por supuesto. Será por esto por lo que ni yo,
ni otros cuántos estemos dispuestos a delegar nuestra representación en su
persona, tampoco merecería don Faustino semejante castigo, ni tampoco tenemos
por qué renunciar a nuestro derecho a opinar y ser oídos. Bien es verdad que el
ser humano tiende a simplificar las cosas, especialmente los que no conocen la
plaza de Madrid, los que se dejan llevar por la primera impresión, las
apariencias y los comentarios de los falsos expertos en Venteñología.
Bien es verdad que en los últimos tiempos la plaza ha
sufrido una degradación importante; muchos buenos aficionados se han acabado
marchando hartos de tanta basura y tanta pantomima; los que han ocupado su
puesto ni son tan buenos aficionados, ni tienen tantos conocimientos como creen
y presumen, utilizando la plaza de Madrid como una pasarela para lucir modelo,
mozo o moza los días de expectación; luego puede ocurrir que se pierdan lo
verdaderamente interesante y no sepan quién es Urdiales, Fandiño o Sergio
Aguilar, hasta que no se lo cuente la prensa. Pero a pesar de todo, la afición
de Madrid no se reduce a un señor con voz potente. Tomémoslo como es, él opina
y punto. Ni tiene in certificado que le acredite como la voz única, ni el
encargo de nadie para que le represente. Aunque los transeúntes consideren a
este aficionado y al tendido 7 el mal de la plaza, de la Fiesta y la imagen
viva de la maldad en el mundo, eso no es así. Esa obcecación llega a que ya
pueden estarle berreando a la oreja de uno de Villatontoles quince señores del
5, que no se entera, pero es estornudar el Rosco y ya la tenemos liada.
Esa obsesión llega al punto de mirar de quién es amigo, con
quien va a los toros, si aplaude a unos o a otros, si a unos les protesta más y
a otros nada por un crimen mucho más grave, que si lo sacan en la tele a ver
cómo se manifiesta. Le censuran que vaya a los toros acompañado de un ganadero
amigo, al que luego no protesta ni un toro, que mantenga una relación amistosa
con un torero u otro y que luego se mantenga callado cuando pega un petardo o
que a la mínima de cambio y entre una gran pitada de muchos, anime al matador
colega a dar esa inmerecida vuelta al ruedo. Realmente es libre de hacer lo que
quiera y yo abogo porque así sea. Y que nadie le tome en serio todo lo que haga
o diga, porque sin poner en duda sus conocimientos, que los tiene de sobra, ya
sabemos que es humano, afortunadamente, que no es un robot y que valora más la
amistad que la lealtad incondicional a la Fiesta de los Toros. Lo cuál es muy
digno y loable. No es ni criticable, ni digno de elogio, es y vale.
Quizás por todo esto tanto toreros, como ganaderos, como
público, como prensa especializada, deberían olvidarse de este hombre, dejarle
en paz y no pretender interpretar cada uno de sus gestos, u obedecer ciegamente
a sus sugerencias. No es ni mucho menos portavoz de la afición de Madrid, especialmente
porque esta no creo que lo acepte como tal, yo al menos no lo acepto, pero ni a
él, ni a nadie; cada uno ya somos mayorcitos para saber expresar nuestra
opinión y si nos apetece y nos atrevemos, ser capaces de manifestarla en
público. No simplifiquemos señores. Si los pitos suenan a multitud, tapémonos
un poquito y no nos enganchemos al trole que nos lleva alrededor del ruedo,
aunque nos lo ofrezca el Papa de Roma. Si un encierro es ampliamente
protestado, que no se hinchen de orgullo los señores ganaderos. Y que conste
que estoy más cerca, mucho más cerca de El Rosco, que de los isidros y
autobuseros que vienen a ver al paisano; a veces hasta me puede parecer un
blando el bueno de don Faustino, pero por eso tampoco se me puede hacer caso a
mi solo, la afición de Madrid es mucho más, aunque cada día es menos, gracias a
tantos transeúntes que parece que pretenden transplantar esas plazas de Dios a
la que por el momento da toros en la calle de Alcalá. Que la de Madrid, por el
momento, es una plaza sin dueño.
10 comentarios:
Extraordinario y valiente Enrique, como siempre. La plaza de Madrid ya hubiera perdido el norte completamente sin aficionados como este, pero como tu bien dices no se aceptan portavoces, ningun aficionado es calco de otro en pensamientos y opiniones. Un abrazo
Enrique:
En esas tardes de sopor (qué son la inmensa mayoría) razón no le falta en la mayoría de las ocasiones al Sr Faustino cuando se pone a dar voces como un descosido criticando a la presidencia, picadores etc..
Esto es lo bonito y lo grande del toro, la división de opiniones y la manera de concebir lo qué es para cada uno la tauromaquia en general, y cada uno lo expresa de una manera.
Un abrazo
Luis:
Por supuesto y no se le puede negar su valor y su apoyo a la fiesta, pero creo que tampoco es justo que unos le hagan portavoz, en nombre de los que no hemos delegado esa función, ni creo que sea justo por él, precisamente porque cualquier gesto se le mide al milímetro, que si es amigo, que si este le gusta y ese no. Tampoco merece esa vigilancia permanente.
Un abrazo
Diego:
Por supuesto que puede expresar y yo me encararé con el que pretenda callarle, aunque sea una opinión contraria a la mía, pero cada uno tiene derecho a opinar en libertad. Lo que no me pareció tan bien es que Fandiño solo le hiciera caso a él para dar una vuelta al ruedo, mientras que mucha gente le abucheaba el gesto. Podía ser merecida o no, para mí no, pero la gente no quería que la diera, pues a taparse.
Un abrazo
Yo no entiendo a veces la proclividad de algunos aficionados a hacerse notar en el tendido de manera individual. No conozco a "El Rosco", pero he leído algo sobre su presencia en el tendido de Las Ventas y a veces me da la impresión de que se le da más crédito del que realmente merece.
No obstante, es libre de expresar su opinión, como cualquiera que paga su entrada, pero no de arrogarse el cargo de "fiel de la balanza" para determinar quien triunfa y quien no.
Extraordinaria reflexión.
¡Joder Enrique! Vuelvo de mi "retiro" taurino y me encuentro con esto.
Para mí El Rosco es un aficionado más, con el que estoy más veces de acuerdo que en desacuerdo. Sí que noto varias incongruencias en su comportamiento como aficionado, algunas las has dicho tú, otra fue aquella ocasión en que cayeron varias veces los novillos del difunto Salva y no protestó ni una sola vez, algo que le recriminó mucha gente del 7.
Es muy libre de indicar a Fandiño que se de la vuelta al ruedo pero creo que fue un error del matador hacerle caso y puede que eso le pase factura en el futuro. Como bien dices, el Rosco no es un referente de la plaza (y tampoco creo que lo sea del tendido 7), de hecho ví protestar la vuelta al ruedo a muchos de los que se juntan con él y a aficionados de la Asociación que él preside.
Un saludo
J.Carlos
Xavier:
En muchos casos es la gente, en mayor medida los menos habituales, que vacían sus iras sobre él y sobre los del 7, como si fuera el monstruo de siete cabezas que hay que dominar. Él podrá opinar lo que quiera, es verdad que a lo mejor también responda a las expectativas de ser el adalid de la verdad en Madrid, pero seguro que él también sabe que no es así y si no lo sabe, se lo decimos nosotros ¿no?
Un saludo
J. Carlos:
Ya sabes no se me puede dejar solo. Yo creo que El Rosco puede protestar o aplaudir a quien quiera, y también es verdad que a algunos se agarran a que él lo dice, para hacer lo que hizo Fandiño. Sería que solo tendría ojos para él y no oídos para las muchas protestas que le invitaban a no darse la vuelta.
Un saludo
Qué listo eres amigo. Me ha gustado leer entre líneas.
No comparto ni dejo de compartir las ideas de muchos aficionados de Madrid, tengan o no más o menos "crédito" que yo. En tu plaza y con los aficionados de toda la vida he recibido muy buenas lecciones, pero de un tiempo a esta parte, sólo me llevo decepciones.
(Generalizando, lo cual es un error).
Saludos.
Isidro:
Es que el aficionado se va marchando y le deja las llaves de su afición a cualquiera, solo para que le ventile la casa de vez en cuando, pero el encargado de esto, a veces se cree que también le han dejado la sabiduría, y como es un ignorante, pues se crece.
Un saludo
Publicar un comentario