lunes, 12 de noviembre de 2012

Maniatados por los pliegos

La cantidad de recuerdos que se nos vinieron a la cabeza al ver aquello de la variedad de encastes



Ya acabada la temporada de Madrid, que esperemos que no sea la última o la penúltima, en otras circunstancias lo mismo estaríamos haciendo memoria de las grandes cosas que hubieran pasado desde el lejano mes de marzo; grandes faenas, soberbias lidias, toros de ensueño y una afición satisfecha con lo sucedido en la arena de la plaza de la calle de Alcalá. Pero nada de eso destaca como el sol en el horizonte, más bien son nubes amenazadoras cargadas de agua como para arrasar todo lo que se le ponga por delante.

Este año comenzaba con la curiosidad de los aficionados por conocer el pliego de condiciones que iba a regir la gestión de la plaza en una temporada que parecía empezar movidita. Pobres ingenuos y nos pensábamos que iban a cambiar unas cuantas cosas de todo este embrollo que es la Fiesta. Lo que se complicó la Comunidad de Madrid para elaborar unos pliegos, que además de favorecer al que tocaba, pudieran ser recibidos por el aficionado con unas gotitas de esperanza. Si ese tocho de papeles hubiera caído en manos de un marciano recién aterrizado en la Guindalera, pues a lo mejor se felicitaba por la serie de cosas que parecían lo que no eran y esos buenos propósitos que jamás se pensó en sacar adelante.

Todo regulado, marcado y estructurado a la perfección. Tantas corridas con tantos matadores del grupo especial, ganaderías de prestigio poniendo especial énfasis en los hierros de distintas procedencias. Magnífico, las intenciones poco se podían mejorar, pero claro si en el grupo Especial figuran los matadores con tantas actuaciones el año anterior, nos encontramos que tenemos que tragar con lo que indica el pie de la letra, César Jiménez, El Cid, Daniel Luque, Cayetano y otros tantos que no son santo de devoción de la afición madrileña. ¿Se cumple el pliego? A rajatabla, pero, ¿el resultado es satisfactorio? En absoluto. El resultado es un timo. Se montaron carteles perfectamente acordes con los pliegos, pero no con el sentido común. Podrían haberse admitido algunas excepciones, previa consulta a la CAM, para anteponer el sentido común a la letra escrita y conseguir que el aficionado fuera el gran favorecido. Pero claro, como todo indica en apariencia que la confección de carteles no obedece a criterios taurinos y al gusto del que paga y sí a criterios estrictamente económicos y que no admiten variación posible, pues así nos pasa, que se cumple el pliego, creando un verdadero disparate.

La respuesta por parte de taurinos, empresarios y políticos es muy sencilla: Para los tiempos que corren son unos carteles redondos, elaborados con mucho esfuerzo. Falta la parte final en la que debería seguir “para forrarnos de pasta hasta reventar”. Esto se lo preparan allá por febrero, si no antes, se junta los capitostes del negocio, intercambian sus cromos de plazas, toreros y ganado y así en un plis plas, se montan todas las ferias del orbe taurino. Que si la de las figuras, la de los artistas, los mediáticos, los atletas, la obligada del parche, los desgraciados que tragan lo que les echen y los que sirven para cuadrar los presupuestos y llegar a las cifras de beneficio deseadas por empresa y administración.

Los pliegos lo regulan todo, el número de festejos, mayores, medianos, aburridos, muy aburridos y aburridos del copón; los puestos a cubrir por unos y por otros, las tardes que tenemos que pagar religiosamente bajo la amenaza de perder el abono, esa valiosa tarjeta que nos da derecho a seguir padeciendo este purgatorio en la tierra. Quién gestionará los destinos de la plaza, la medidas de altura, peso, pecho, talle, número de calzado, del tiro del pantalón, capacidad de entreabrir en cesárea las tragaderas del personal, ya sean ganaderos o toreros para poder ser anunciados en las Ventas, ya sea de los aficionados, para ver si logran mitigar sus ansias de toros. A veces, hasta da la impresión que los que redactan el pliego, que se dice, se supone, que son los señores de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, les han leído el pensamiento a los empresarios que serán los adjudicatarios de la plaza. Que nadie olvide los desvelos de esta administración a causa de la Fiesta de los toros; hasta se preocupan en poner los medios necesarios, sin recortes ni racanerías, para acabar con la temporada, la afición y cualquier cosa que pueda oler a Fiesta con un futuro prometedor. Que si una cubierta para poder dar festejos matinales en invierno, pero que los evitará seguramente en el verano y primavera, justo hasta San Isidro. Pero como nadie es perfecto y los políticos y empresarios menos que nadie, resulta que cuando ya se va terminando la temporada, se recibe una llamada en las altas esferas taurinas de Madrid y se oye que alguien dice por el otro lado del teléfono “¿Falta la corrida concurso, ¿Cuándo pensáis darla? Si no, sabed que incumpliréis el pliego de condiciones”. Y Zasca, corrida concurso de ganaderías con novillos y novilleros, novilleros más verdes que un chiste de Jaimito.

La variedad de encastes se resuelve con un ciclo que un lince bautizó como de encastes minoritarios; hace falta valor. Quizás habría sido más completo llamarlo “Ciclo de encastes minoritarios y novilleros desplazados y poco placeados”. Pero oiga, el objetivo ya estaba cumplido, parecía como si hubieran ido marcando cada una de las casillas del pliego que había en el apartado “Cosas que hay que hacer obligatoriamente”. Lo malo es que la parte más importante de todo iba en una hoja suelta y se traspapeló. Era el apartado donde se añadía que tanto las ferias, como los ciclos, como corridas fuera de abono, como todo el conjunto de la temporada, debía estar cargada de sentido común, el menos común de los sentidos. En aras de cumplir el pliego se han cometido verdaderas barbaridades que nos han venido estallando en la cara a los aficionados, con el inevitable daño que esto produce a los cimientos de todo este chocolate que desde dentro están empeñados en aguar.

Hay señores de Tapadelta, de Simóndelta, Matillasaldos o Choperitas todo para mí, hagan el favor de no cumplir el pliego, cambien tanta legalidad extrema por un poquito de afición. Si es que están en una posición envidiable, aficionados a los toros, como debería ser pensando con lógica, tienen en su mano el traer al ganado que les apetezca y poner enfrente a los toreros que mejor les parezca en ese momento. Un privilegio del que hacen uso, pero interpretando muy mal lo que significa la gestión de las Ventas. De acuerdo que el aspecto económico es importante, pero hombre, no puede ser lo único. Eso si, en este caso nos ajustamos estrictamente a lo marcado por el pliego y nos lavamos las manos. Antes podía darse el caso de que si surgía un matador con cierto interés por esas plazas de Dios, se le veía con más rigor y acababa haciendo el paseíllo en Madrid. O si un cartel triunfaba, tres cuartos de lo mismo. En Madrid, pliegos aparte, se veía lo mejor de cada momento, lo que más atraía al aficionado y sin olvidar los nombres de siempre, tanto si se hablaba de toros, como de toreros.

Habrá quien diga que sin un pliego de condiciones estricto y riguroso, estamos perdidos y abocados a la catástrofe. Pues tiene toda la razón y no me estoy desdiciendo de nada de lo anterior; y ¿por qué? Porque quizás sea la única forma de intentar poner coto a unos negociantes que no tienen ni afición, ni cariño por el mundo en el que se desenvuelven. Si luego son habas contadas y en una temporada hay sitios para todos, pero claro, montar tantos meses de toros solo con lo que se compra en los chino, es muy complicado. Y así nos salen lo mismo gatos que mueven el bracito, como pijamas con lentejuelas, pero que no entusiasman ya a nadie. Y lo que mejor y más barato les sale son las esposas, para tenernos… maniatados por los pliegos.

4 comentarios:

MARIN dijo...

Enrique, estamos hablando de la primera plaza del mundo. La que siempre ha mandado en todo esto y que se suponia tenia una afición que entendia de toros. Que no digo yo que no la siga teniendo, que la tiene, pero en menor numero. Te habla uno que sabes que ha estado sentado a tu lado en ese cemento del 6.

Con todo esto quiero decir que es la única plaza donde se puede imponer lo que se quiera por parte de la empresa. Me habrás escuchado decir que El Juli puede con lo que se proponga, José Tomás tambien, y así algunos mas. Pero hace falta que alguien los obligue, y solo Madrid puede hacerlo. Que vayan tres tardes en San Isidro, pero que vayan con una de Garcigrande, otra de Fuente Ymbro (que sigue siendo Juan Pedro via Jandilla) y que vayan con otra de Victorino, Miura, Cuadri, Moreno Silva... etc. Que demuestren que son figuras de verdad, que yo no lo pongo en duda para nada. Y el que no trague, que vuelva a tocar el año que viene en la puerta a ver si suena la flauta. Si se lo hacen a los novilleros, ¿porque no a todo el escalafón?. Pero esto solo lo puede hacer Madrid, y si me apuras, Sevilla. Las demás estan en manos de apoderados y figuras.

Ni pliegos ni leches Enrique, que esto es milonga pura. Como dices, sentido comun, coherencia y sobre todo AFICIÓN, mucha AFICIÓN. Lo demás solo son folios y folios. O por lo menos así lo veo yo. Pero vamos, que no me hagas mucho caso.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Si yo no te hago nunca caso, jejejeje. Pues tienes toda la razón del mundo, a ver si ahora para comer bien tenemos que medir los gramos y prever el menú de aquí a un año. Qué pasa, que si un día de lentejas nos ofrecen un chuletón, vamos a decir que no toca. Pues puede ser, pero también demostraremos lo bobos que podemos llegar a ser.
Lo que arreglaría un pelín de afición y que no todo se viera con las gafas de contar billetes.
Un abrazo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique;
Pienso prácticamente igual qué Marín excepto qué a los qué se consideran figuras, para mi no lo son, dado a qué no han matado ese tipo de corridas y encastes qué antes si se mataban.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Diego:
Al hablar de los pliegos, lo malo es cómo se les consideran a unos de un grupo u otro y la obligación de ponerles en determinadas ocasiones. Esa es la man era de maniatarnos. Hay toreros que no interesan y los traen por esa regla y otros que no vienen, por el mismo motivo.
Un saludo