jueves, 29 de noviembre de 2012

Resumen, escaso, de los toros en una temporada

Si Sánchez Mejías volviera la cabeza...



Qué complicado me resulta empezar. Yo que pensaba hacer un resumen de la temporada lleno de loas, alegorías bíblico taurinas paridas por los dadaístas; revelaciones antropológicas del fundamento de los toros de Gerión, que seguro que eran Juan Pedros; preguntas y respuestas con las que se cernía la amenaza y se albergaba la esperanza de que no se nos desplomara encima la espada de Damocles, que se dice que era una ayuda, que la buena la guarda el mozo en el fundón. Pero claro, si el error parte de la base de la mala elección del tema, pues ya vamos como fastidiados, jodidillo que diría el pueblo llano, pero que yo no me atrevo a decirlo, hasta ahí podíamos llegar.

Pues nada, ¿sabían ustedes que este año ha habido un montón de corridas de toros y novillos en la Plaza de Madrid? Pues yo tampoco, aunque allá por marzo, llegué a creer que así iba a ser. La Feria más importante del mundo, el acontecimiento taurino dónde se reúne los más granado de los toros entre mayo y unos de días de junio. Los ganaderos criando a sus pupilos; unos crían toros y otros productos. Los toros se los matan toreros que tragan con todo y los productos los “atorean” los exquisitos hartistas del G… Desgraciadamente, en las excavaciones arqueológicas no se han encontrado restos de toros de verdad en los días de postín en que aparecían estos mozos, así que pensaremos que no hubo toros, que echarían salmonetes tullidos.

De los otros, aunque con escasez, algo se ha hallado. Una corrida de Baltasar Ibán interesante, pero que se permitió el lujo de mandar un toro por coleta para que alguno se pusiera gallito. Toros que mostraron las dificultades propias del toro, pero que en cuanto se daban cuenta de que allí había pelea, no volvían la cara ni un segundo y para colmo, si alguien estaba dispuesto a pararse y mandarle, hasta se entregaban en la muleta. Pero uno tras otro fue trapaceado vilmente, sin que nadie supiera hacerles el toreo. Spínola decepcionó, Serafín Marín estuvo a lo suyo, que últimamente es poco y Pinar, pues eso, como todos los pinares que se precien, para echarse una siestecilla ala sombra.

Hubo otro día en que se anunciaba una ganadería de esas que tan bien les viene a los empresarios para rellenar y sacar sus buenos duros, arriesgando muy poco, pero cuando los isidros ya estaban acabando de limpiar las bandejas de pasteles, canapés y escurriendo las últimas gotas de güisqui, va y sale un sobrero de Hermanos Domínguez Camacho; que feo era el condenado, cinqueño según decía el papel, pero que parecía un novillote sacado de la inclusa. Pero como pasa muchas veces, el tío no era muy agraciado, pero sí muy salado; empezó a contar chistes por el ruedo, buscando los caballos, empujando metiendo los riñones, sin importarle que le acribillaran allí mismo. Lástima que se doliera de los palos, pero el animalito no paraba de embestir. Morenito de Aranda lo confundió con un Juanpe y no le picó lo que debía. Y lo que pasa en estos casos, que el toro se te va subiendo a las barbas y cuando quieres darte cuenta, zas, ya lo tienes subido a la chepa, con lo que molesta un toro en el lomo. Que si violento, que si incómodo, que si pegajoso, pero la verdad es que el matador no pudo con él y allá que se fue el sobrero con la gloria que no se ganó el torero y la que el torero no le concedió en la lidia.

Se acababa la feria con los toros de Cuadri, esos tan grandones que es imposible que embistan bien, tan “fuera de tipo” que no son aptos para hacer el “harte”, pero mire usted por donde, que año tras año ponen en ridículo a los que con mala idea hacen estas afirmaciones. No fue la corrida tan espectacular como el año anterior, quizá porque le faltara un toro como aquel Frijonero o aquel castaño que levantaron al público de sus asientos. O a lo mejor si salió ese toro, el primero, pero con tan mala suerte que fue a caer en las manos de Rafaelillo; este ya le puso el cartel de “No vale”, en cuanto le vio salir parado y ya ni se fijó en las tres entradas al caballo, dónde se le castigó mucho y mal, ni en la distancia a la que se venía al caballo, ni la forma de empujar, ni en su bravura, ni en la nobleza que tenía dentro el Cuadri, que seguro que con insistirle un poquito, hasta se arrancaba por fandangos. Hubo dos toros más que podrían haber mostrado algo más, mucho más, pero ¡ay! la suerte, la mala suerte, quiso que cayeran también en manos del murciano. Y no digo yo que estos se hubieran lanzado a pegar quejaos, pero pongo la mano en el fuego que al menos habrían acompañado al primero al toque y con las palmas.

Que hartura de San Isidro ¿verdad que sí? ¡Ohú Quillo! si es que no se acaba nunca. Pero a nada que te descuidas, llega lo del Harte y la Kultura, que es como en los condenas, seis años y un día; pero aquí son mil tardes y las del Harte. Que lo único que es, es que nos juntan todas las que se podrían dar en junio y julio, pero todas seguidas. Pero na’ de na’, al menos para meterlo en este resumen, podía a lo mejor uno de Valdefresno de David Mora, pero no, creo que hay que exigir un poquito más, que tampoco mucho. Luego más ciclos de los señores de la empresa de Madrid, que si el Ocho Naciones, el Camino a las Ventas, o como se llamara, las nocturnas que empezaban a las seis de la tarde con un solazo que aplastaba, lo de los encastes del Cretácico para estrellarlos y poder decir que queremos imposibles. Pero miren por donde, que van y se traen una novilladita de Mauricio Soler Escobar y dos de José Escobar, Gracilianos; una hermosura, para el espectador, que para los tres chavales fue un calvario. Era por aquellos días en los que El Juli se autoproclamó defensor de la novillería. Bien presentados, como ha sido casi siempre el novillo en Madrid, y con mucho que torear, pero mucho. Lo que no admitían era el pegapasismo. Encastados y a los que primero había que poder, lidiarles y hacerles las cosas muy bien, porque si no luego te lo echaban en cara, y para oponerles mando, firmeza, torería y ganas de ser. Cualquiera de los tres pudo haber pagado la entrada de una finca en Salamanca o en las Marismas del Guadalquivir, pero la falta de preparación, el poco gusto por lo clásico y la falta alarmante de recursos les hizo que no pudieran ni ver el piso piloto de Urbanización Puerta Grande, a cinco minutos del centro de la gloria, con magníficas comunicaciones a todas las plazas de España y alrededores, y una magnífica zona social a la que se acercarían los señores empresarios para firmar contratos para las ferias más importantes.

Ya ven, es hablar del toro de verdad y a uno se le va el santo al cielo. A ver si va a ser verdad que a uno le gusta esto de los toros y que lo que le ponen delante tarde tras tarde no tiene nada que ver con la Fiesta de los toros. Qué uno hasta se emociona cuando un toro se comporta como tal, y que no lo puede evitar, porque esa chispa salta de repente, sin tener que pararse uno a medir con una regla si la pierna, si el peto, ni nada de nada, la verdad te pincha y saltas del asiento, al contrario que la farsa, que te aplasta y te fatiga. ¿Qué es muy poca alegría para tanta juerga? Pues sí, porque de esas sesenta y tantas tardes, es muy triste que nos quedemos con los nombres de cuatro ganaderías. Pero luego oiremos y leeremos las bobadas de los ejes de la Fiesta y todo eso, pero ya digo, eso son supremas bobadas, que aún dudo si el autor lo pensaba en serio o estaba en el Festival del Humor.

PD.: ¿ustedes creen que merece la pena hablar del público y su comportamiento durante esta temporada pasada? Según me manden, así haré.

6 comentarios:

El Secreto de la Bravura dijo...

Enrique: Quizás me falte "Fiscal" de Alcurrucén que destapó a el Cid una vez más. Y si me apuras hubo un toro que me pareció bravo también pero que no se vió. Fue aquel sardo precioso de Torrestrella de nombre "Malbajito" que hizo que le dieran una de las broncas más fuertes de la temporada madrileña a el Payo.

Creo que sí estaría bien una entrada hablando del público. Teniendo en cuenta la facilidad y la destreza que tienes al escribir seguro que sería un placer leerla. Además creo que este año en Las Ventas se ha visto favoritismo de cierto sector del público hacia ciertos toreros, y todo lo contrario hacia otros. Y no estaría mal que dieses tu opinión.

Un saludo y enhorabuena por la entrada.

Anónimo dijo...

Hablando de toros no podemos menos que recordar aquella película “En busca de la casta perdida”. La falta de casta (emoción) y de fuerzas ha sido tónica general en nuestra plaza, lo cuál no es óbice para reconocer que han salido un buen número de toros con orejas para cortar y que han sido desperdiciados porque, de tanto acostumbrarse a torear al carretón de turno con justeza de fuerzas, en cuanto sale un astado con ganas de repetir con cierta alegría no hay pichichi capaz de dar vuelo a la faena.

Como ya dije en otro post, el premio al encierro más encastado de toda la temporada debería ir a manos de la novillada de Escobar (Mauricio y Hnos.). Como corrida potable y con grandes posibilidades de triunfo me remito a la de Baltasar Ibán, lástima de los dos últimos que bajaron la nota media, y destacando a un gran toro: Pistolero. No quisiera dejar de mencionar a los toros de Guardiola, una señora corrida de toros con de gran trapío… y kilos pero que no se caían y eso que el ruedo estaba encharcado a más no poder. Lástima que la terna estuvo muy por debajo de ellos y no pudieron lucir como hubieran merecido. Del sobrero de Domínguez Camacho me hablaron maravillas pero aquella tarde no estuve en la plaza.

Por último señalar, y es justo reconocerlo, el gran fracaso que supuso el ciclo de encastes minoritarios, a pesar de la novillada de Escobar y que, a pesar de preferirlos a otro tipo de encastes, el descastamiento también ha llegado a las denominadas ganaderías toristas.

Un saludo
J.Carlos

MARIN dijo...

Pues estoy de acuerdo contigo Enrique. No se ha visto nada mas. y digo que no se ha visto porque haber toros los hubo, pero no los han querido hacer ver. Algunos se han descubierto ellos y el aficionado lo ha captado, pero otros se fueron sin cantar la primera parte del fandango. Y fandangos se cantan en todas partes, que conste.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Alberto:
Quizás podrían haber entrado aquí, pero me echó mucho para atrás el que no se les hubiera podido picar, aunque el de Torrestrella hasta quiso empujar con fijeza. Quizás en otras circunstancias lo habría admitido, pero tal y como vamos, nos obligan a dar al caballo la importancia que le quieren quitar. Luego también se ven perjudicados por caer en manos de un matador que no les lidia, no le saben administrar el castigo y acaban destrozando al toro.
Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Esto es como un tío vivo, un círculo vicioso casi imposible de cortar. Al toro le falta casta, el torero solo sabe pegar pases a este toro bobón y en cuanto sale uno con algo más, los de luces no saben por dónde tirar y lo destrozan. Aunque esto se mantiene porque estos últimos son toros que son excepción, si salieran mucho más a menudo, igual la cosa cambiaba.
Lo de los encastes minoritarios era un ciclo preparado para el fracaso, como aquella concurso de novillas. Pero a eso además hay que añadir la falta de preparación de todos los novilleros del escalafón.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Es que además se cuenta con el agravante de que hablas, que sale el toro medio bueno y como el torero lo trapacea, pasa desapercibido para mucha gente y no se le reconocen sus buenas cualidades. Lo mismo ocurre con el toro malo, que se va del caballo, que busca toriles y que si va a la muleta ya les es suficiente. Y luego pasa que plazas como la de Madrid, ovaciona a un manso en el arrastre. Qué bochorno.
Un abrazo