lunes, 31 de diciembre de 2012

Menú de Nochevieja, vacas de la India

Los que hay que van detrás de las vacas sagradas y otros que corren delante del toro. Feliz Año Nuevo  a todos.


Cuenta Marvin Harris los motivos más profundos que explican eso, que para muchos occidentales de pensamiento pragmático es un atavismo fanático religioso, de no comerse las vacas sagradas que campan a sus anchas por las calles de las ciudades de la India. Un país en el que a cada momento nos puede asaltar la miseria, la muerte, el hambre, la desnutrición y unas tremendas desigualdades sociales seculares, se permite el lujo de no convertir en chuletones ese ganado al que se idolatra. Según Harris, este precepto religioso es un seguro de vida para muchísimos hindúes, pues las propias vacas les aseguran el sustento y la posibilidad de comer a diario. Qué gran contradicción, se aseguran un bocado si no se dan un festín, porque si lo hicieran, este sería el primer paso hacia el abismo del hambre.

Este enigma se despeja fácilmente al oír los por qué de todo esto. Ya sabemos que las vacas no se pueden sacrificar y que hay que dejarlas vagar a su capricho, pero esto no quiere decir que no tengan dueño; de hecho, todas las noches vuelven a dormir a casa del amo. Las vacas se ordeñan a diario y esa leche es para consumo humano. Por supuesto que también paren terneros, los cuales son perfectamente aptos para el consumo, pueden trabajar en los campos y además tienen la particular característica de alimentarse de los hierbajos que nacen en las cunetas, metabolizándolos en forma de esa resistencia y energía que les permite tirar de un arado o de una carga, casi hasta el mismo momento en que mueren. Mientras las madres seguirán vagando por las calles, pero siempre seguidas por un numeroso grupo de personas que van allá donde el azar guíe los pasos del bovino. Puede que alguno haga esta peregrinación empujado por su sentimiento religioso, pero no es esto lo más frecuente; lo normal es que vayan recogiendo los excrementos que la deidad va esparciendo por el mundo. ¡Menuda afición! A eso se le llama fervor religioso, pero si a continuación aclaramos que estos desperdicios son empleados como combustible o como material de construcción, entonces puede que empecemos a comprender más de una situación. Así, al final del día, los acompañantes acuden a vender su carga al mercado, sacando unas rupias para llevar a casa. Estas vacas sagradas son una suerte de recurso extremo, de reserva, que un precepto religioso ha protegido para al menos garantizar unos mínimos en una sociedad en la que se hace especialmente complicada la subsistencia.

Una gran enseñanza que podríamos aplicarnos a los habitantes de esta zona del mundo situada entre Marruecos, Francia, Portugal y el Mediterráneo. Pero no, aparte del pragmatismo que nos corrompe, nos adorna esa soberbia y ese complejo de superioridad que a la larga puede llegar a devorarnos. lo estamos viendo ahora mismo en nuestro país, como en situaciones de emergencia extrema, en lugar de intentar crear recursos, recursos perdurables que garanticen un rendimiento aceptable durante un tiempo considerable, vamos corriendo a echar mano de las joyas de la abuela para mal venderlas al que nos ha llevado a esa situación crítica, para dentro de un tiempo estar en sus manos sin joyas, sin las cuatro monedas que nos dio y además esperando a que este decida en qué condiciones vamos a vivir. Nos convence de que no necesitamos no los collares, ni el reloj de oro del abuelo, ni esa parcela donde íbamos a montar un negocio, ni negocio, ni nada, que cojamos los cuatro duros que generosamente nos da y a correr. Y todavía nos hace creer que nos está haciendo un favor. Y lo único que ha hecho es tragarse nuestras reservas, devorar nuestro futuro, fumarse nuestra esperanza y garantizarnos una miseria de la que difícilmente conseguiremos salir, a no ser que a nuestro “protector” le dé la gana, seguramente que para obtener un mayor beneficio aún. Son tan retorcidos, que incluso llegan a hacernos creer que podemos perderlo todo, nos permiten mantener la esperanza mientras nos manejan a su antojo, nos acaban arrebatando hasta la camisa y nos crean la falsa esperanza de poder recuperar lo perdido, siempre y cuando hagamos lo que se nos manda, aunque entre sus deseos esté el que entreguemos a veinte doncellas puras de nuestra tribu una vez al año.

A esta situación, a sus protagonistas, a los pobres que venden su futuro y a los chupasangres que se lo arrebatan, les podemos poner nombres y apellidos, o siglas de organismos nacionales e internacionales y seguro que hasta es fácil citar el artículo del código penal que están infringiendo, pero en eso no me voy a meter, ni tampoco tengo ánimo para ello. Lo que sí que voy a hacer es traspasar esta situación al mundo del toro, ese biosistema en el que habitan golfos, pícaros, vividores, ignorantes, chupasangres que solo ven por la cantidad de billetes que creen conseguir a corto plazo y los ingenuos que aún siguen, seguimos, pagando para alimentar este circo de los monstruos.

Es estado en que se encuentra la Fiesta de los toros es el más crítico de su historia. Y esto no lo digo yo, en esto están de acuerdo voces de todos los estamentos taurinos. Pueden diferir en la percepción del origen de esta situación o en las posibles soluciones para dar la vuelta al problema. Los que viven de esto del toro ven peligrar su negocio a causa de la presión de los antitaurinos, de la crisis, de la variada oferta de ocio y por supuesto por esos que se hacen llamar aficionados y que solo buscan el descalabro de una tradición de siglos.

Pero la realidad nos está mostrando como no han sido capaces de darse cuenta de que si matan a las vacas sagradas para hacerlas filetes, al mismo tiempo estarán devorando el futuro de esta tradición, arte, rito, manifestación cultural o como quiera usted llamarlo. ¿Y qué es comerse las vacas sagradas? Pues lo es esa labor de solución final que parece recaer sobre el toro de lidia en su más estricto sentido de la palabra, el toro que ofrece dificultades y que exige una preparación del torero para afrontar las reacciones y comportamientos de los animales de diferentes encastes. De repente un día se decidió que este tipo de toro no servía, tras juicio sumarísimo, se decretó pena de muerte para los hierros que en su momento dieron gloria a la fiesta, pero que en la actualidad no se ajusta a los deseos tiránicos y dictatoriales de la Tauromaquia 2.0. Y como suele ocurrir con los regímenes dictatoriales, el criterio de selección no es el de la calidad, la personalidad o la creatividad, como siempre ha sido, se prefiere la docilidad, aunque su consecuencia más directa sea la vulgaridad y el adocenamiento.

Los estamentos del poder taurino se están pegando un gran festín con los dineros de los que acuden a las plazas, sin caer en la cuenta de que algunos de los bolsillos ya están vacíos, si no es que lo que se ha vaciado es el ánimo, la afición y las ganas de seguir aguantando un espectáculo vulgar, monótono y hasta cruel, siempre que en el ruedo no parezca el toro íntegro y de verdad. Y he aquí uno de los problemas y es que en el caso en que se percatan del problema, solo llegan a pensar en la falta de dinero y no en la falta de interés. Ellos, sobrados de recursos, solo llegan a abaratar las entradas para los jóvenes, como si estos estuvieran deseosos de verles hacer cucamonas delante de un borrego. ¿Por qué no salen de su burbuja y piensan que a lo mejor lo que pasa es que no interesan, que aburren? Pero la soberbia, los palmeros y los vapores de la adulación falsa y gratuita no les permiten ver la realidad. Tanto se les deforman las imágenes, que hasta creen que el problema está en el de enfrente, que no sabe ver su grandeza de oropel, ni tan siquiera identifica lo que le debe gustar. Pero de momento siguen rebuscando unas monedas en los bolsillos de la gente, aunque no en el cofre de la afición.

Van devorando todo aquello que en un momento puede ayudarles a hacer renacer la Fiesta de los toros, incluidos los aficionados que viven para el toro y que no viven del toro. Quizá los más fieles, los que muestran más lealtad que nadie a algo que sienten como suyo, como parte de su vida, como la herencia de sus mayores, como el honor de su casa y de su nombre. Pero todo tiene un limite, en todo hay un “hasta aquí” y ya son muchos los que lo han rebasado, se han desprendido de eso que tanto quisieron y que viven en su refugio repasando libros, revistas, fotos, vídeos y recordando las glorias pasadas con otros exiliados del toreo. Quizás sería bueno que algunos se diesen cuenta de que más valen muchas buenas cenas, que no el último festín. Y que es preferible comer gambas de Huelva y jamón de Guijuelo, que las vacas sagradas de la India.

6 comentarios:

MARIN dijo...

Quizás ese desgano esté llegando a mas de uno Enrique. La vida de un aficionado de verdad y la de muchos aspirantes a ello es como la lidia de un toro. Pero como la de uno bravo de verdad: luchas con todas tus fuerzas, con la casta que te inculcaron tus sénecas, para doblegar adversidades pero te pegan dos puyazos en toda regla y al final acabas apagandote sin que nadie sepa lo que llevas dentro. Y siempre te acaba dando la puntilla algunos con comentarios como que "hay toros para unos y toros para otros", "Yo soy el que me pongo el traje de luces y tu no", yo...yo... y yo.

Hemos visto, y nos queda por ver mucho, a gente como Ivan Colomer (Orocardeno) cerrar blogs por falta de ilusión, y a muchos que no nos faltan ganas. Y es que por mucho que ames este mundo, por mucho que intentes defender a quien se lo merece, sin mirar nombres ni apellidos, solo por lo que hagan en el ruedo, siempre acabas con el puntillazo dado.

A proposito de la India, Vicente Ferrer dedico su vida a enseñar a quienes recogian esa mierda de Vaca para que se desarrollaran personalmente para ser personas de futuro. Pero ¿sabes que?, JAMAS LE DIERON UN NOBEL DE LA PAZ a pesar de estar nominado un par de años. La formación para el futuro no sirve de nada, solo los hechos presentes. Como las cenas, que no solo sirve cenar bien, sino darse un buen atracón.

Ea, pues otra parrafada y yo tan ancho. Un abrazo y FELIZ AÑO PARA TODOS.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Pero qué bien echas las parrafadas. Vicente Ferrer estaba fuera de esos circuitos oficiales de reconocimiento en el que te dan los premios por ser conocido de... o porque puedes ofrecer algo, que ya sabemos que hay demasiado de eso. Este hombre era como muchos aficionados, él solo miraba por hacer bien y lo demás le sobraba, no podía estar perdiendo el tiempo en bobadas. Pero yo quiero resistirme a dejarme vencer y como bien dices, a veces, no es por falta de ganas precisamente. Lo dejarías todo, echarías el cierre y a otra cosa. Lo que pasa es que por un lado se te hace difícil, por otro es como arrancarte un brazo y por otro, yo quiero devolverle a la Fiesta lo que esta me ha dado, muchas satisfacciones que no se pueden comparar con nada. Pero qué te voy a contar a ti de esto.
Un abrazo y Feliz Año Nuevo, Feliz Vida y que disfrutes con los tuyos.

Anónimo dijo...

El stablishment taurino, y ahí meto a todos los que en mayor o menor grado tienen gran parte de la culpa de lo que está sucediendo, se está comportando de un modo torpe y torticero. Se está hundiendo la nave y aún permanecen sentados en el casino del barco jugando a la ruleta ¿rusa?, cuando vayan a recoger los beneficios se van a encontrar que la nave se ha ido a pique.

¿Qué hacen en el aspecto del toro? Los de aquí poco o nada, que para eso están los franceses. ¿Qué hacen para fomentar la afición de los más jóvenes? Una rebaja de precios está bien para los que ya van a las plazas pero no hace nada para hacer que nuevos jóvenes pisen las plazas. ¿Qué hacen para evitar que los independentistas acaben con la Fiesta allá donde las urnas les han dado el mando? Nada o casi nada, esperan que seamos los aficionados los que nos movilicemos y pongamos nuestro DNI y nuestra firma en unos estúpidos papeles que no han servido de nada. ¿Hacen algo para facilitar que aquellos que están en paro puedan seguir asistiendo a los festejos? Sólo en alguna plaza puntual, en Las Ventas ha sido al contrario, han subido los precios por encima del IPC. Si a todo esto unimos que muchos Ayuntamientos están reduciendo el número de festejos debido a la crisis y que otros han suprimido los toros en sus fiestas patronales, tenemos el cóctel perfecto para que esto se acabe a medio plazo.

¿Estos esperan que yo mueva un solo dedo por ellos? Ya me pueden esperar sentado… cada vez me alegro más de no haber firmado esos ridículos papeles de apoyo a la Fiesta. ¿A qué Fiesta? ¿A la suya? Que se la solucionen ellos…

FELIZ AÑO
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Yo no sé si no se enteran, o no se quieren enterar, el caso es que no hacen absolutamente nada. Se entretienen en marear la perdiz en cosas que son meros adornos del traje, pero no entran en profundidades. Pero está muy claro el por qué de esto y es que si se ponen a arreglar los males de origen de todo esto, los primeros afectados son ellos mismos, los que mandan y los que han montado y alimentado todo este absurdo. Con esta visión, parece que nos quedan pocas esperanzas de ver resurgir todo esto.
Feliz Año

Anónimo dijo...

MUY BUEN ARTICULO , FELICIDADES, PALABRAS SABIAS Y FUERTES , PERO MAS AUN LA FORMA EN QUE ESCRIBES MUY BIEN
LA COSA ES QUE ACA EN MEXICO LOS ANTITAURINOS CADA VEZ ESTAN MAS FUERTES Y LA ECONOMIA PEOR, LA FIESTA VA EN PICADA. SALUDOS.

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Muchas gracias. Creo que tendremos que pelear contra unos y contra la situación, pero seguro que no se lo vamos a poner fácil a nadie.
Un abrazo