Belmonte, una figura para llenar libros, películas y hasta para fundar una religión con su nombre |
Tanto en la literatura como en el cine, las vidas de
personajes relevantes suelen tener una notable aceptación. Se me vienen a la
memoria las vidas de Aníbal, el general cartaginés, Alejandro Magno, Joselito,
el actual, el Belmonte de Chaves Nogales, en cine El Orgullo de los Yankis,
dónde se contaba la historia de un famoso jugador de béisbol, la de Glenn
Miller, Edison, Howard Hawks y la de tantos otros que hacen sentirse orgullosos
a los norteamericanos. Incluso aquí, en España, tenemos muy próxima la serie
Isabel, la más lejana Ramón y Cajal, Blasco Ibáñez, Juana la Loca, Santa
Teresa, Picasso. Vemos que hay de todo y para todos los gustos, pero permítanme
hacerles una pregunta, pero que conste que esto no es un examen. ¿Cuántas vidas
de toreros hemos visto en el cine? Haciendo memoria se me vienen a la cabeza la
de Belmonte, con dudoso resultado, o la reciente Manolete, que casi no se puede
ni comentar.
No quiero reclamar más películas que traten el tema taurino,
pues vistos los resultados, más valdría que se estuvieran quietecitos los
señores cineastas. Yo sólo salvaría Tarde de Toros, la reciente Cenicienta y
quizá Tú solo. Del Currito de la Cruz no hablo, pues bastante valor tienen las
imágenes de Pepín Martín Vázquez toreando, que no tanto la calidad de la
película en si. Pero en esta piel de toro a veces vamos tan de sobrados, que
despreciamos vidas como la de Ignacio Sánchez Mejías, que no es que dé material
para una película, con el relato de sus andanzas se podría llenar la sobremesa
de la 1 de aquí a febrero del año próximo.
Quizá sean los americanos los que se lancen a este u otro
proyecto en el que el toreo sea el protagonista. Porque en el caso de Sánchez
Mejías, no solo es la falta de aprecio a este torero, es también el desprecio a
un personaje único, que lo mismo la genialidad le empujaba a acosar desde un
coche, que a estrenar en los teatros de la capital, que a ser un avanzado a su
tiempo convertido en un sportman, que a pilotar una avioneta, que a convocar a
la quizá sea la generación literaria más brillante de nuestra historia, la del
27, hasta ser de forma involuntaria, por supuesto, la inspiración de una de las
elegías más repetidas en todo el mundo, empezando con ese “A las cinco de la
tarde”. Seguramente que tendremos que esperar a que un señor de Hollywood se
decida a pasar unas vacaciones por el sur de España, y que la fortuna le haga
toparse con Ignacio, porque lo que se producirá con toda seguridad será la
fascinación por el torero, artista, literato, mecenas, aventurero y yo qué sé
cuántas cosas más.
Pero si nos ponemos a elegir, tampoco es preciso buscar a
personajes extraordinarios en incontables disciplinas. No creo que sea menos
interesante la vida de Domingo Ortega, un joven que pasó de cuidar vacas a
convertirse en torero y que alcanzó unas cotas reservadas solo para los
elegidos, un maestro en el ruedo, con una cabeza privilegiada, pero que también
lo era fuera de las plazas. Un sabio que lo mismo daba una conferencia en el
Ateneo que enunciaba los pilares del toreo actual, “Parar, templar y mandar”,
que era citado en un discurso por el mismísimo presidente Kennedy, que con esa
apariencia de hombre de pueblo te hablaba con una claridad de concepto como de
expresión, que hipnotizaba.
Podemos seguir por Manolete y Belmonte, pero de forma
distinta a la que han sido llevados al cine en el pasado, Pepe Luis, Curro
Romero, Lagartijo y Frascuelo, Marcial, Antoñete, por supuesto, Paula; son
muchos los candidatos a ser motivo de protagonizar una película. La saga Miura,
desde que se hicieron con la ganadería, hasta nuestros días, con todos los
acontecimientos en los que el hierro de la “A” con asas ha sido el eje.
Parece evidente que
no cuidamos nuestra historia, la historia de una sociedad que en diferentes
momentos ha tenido el toreo como parte importante y que ha permitido que seres
únicos alcanzaran la gloria y el reconocimiento con el toro. Los escasos
intentos que se han hecho de acercamiento a este mundo han sido casi siempre
con poca fortuna, con una agotadora repetición de tópicos y tipismos, que en
ocasiones solo residen en la mente de alguien que conoce poco qué es todo este
lío. Sería interesante ver como un chaval se convierte en torero, el camino que
le lleva a ello, sin tener porque casarse con una rica ganadera y sin vivir un
camino de rosas hasta llegar a Madrid, luego una caída por causas de un
desamor, para acabar con la guapa heredera o la folklórica, felices y
sonrientes, comiendo perdices o percebes del Cantábrico. Miedo me da pedir a
los señores cineastas que echen una miradita al toreo y a su historia, porque
al final me veo a Mario Casas con porte de toreador esperpéntico o a Jordi
Mollá de atormentado matador. Que se lo tomen un poco en serio, que no se dejen
influenciar por los prejuicios y tipismos que luego se demuestran que son
falsos y que impiden que se conozca cuál es la verdad de todo esto, que ni es
una afición de viejos, ni de carcas, ni de patriotas de medio pelo, ni de
analfabetos insensibles a los que solo les mueve el vino y el bocata, el día
del patrón de su pueblo. Creo que les merecerá la pena. Estamos a la espera.
6 comentarios:
Enrique, ¡magnífico el retrato de Juan!.
Yo salvaría, también,la película ¡TORERO!, protagonizada por Luís Procuna.
Un abrazo.
Es que no has visto "Torero!", que es una especie de documental biográfico de Luis Procuna, realizado por Carlos Velo, uno de los que el fin de la Guerra Civil de Ustedes nos "regaló".
Creo que esa es la mejor película que se ha hecho con relación al ambiente de la fiesta, porque intenta presentarla como es, desde el punto de vista del torero.
Y no fue realizada en Hollywood, sino aquí, en México, por Manuel Barbachano Ponce, que también co-produjo otra allá con Ustedes, "Los Clarines del Miedo", en la que actuó Paco Rabal, después "Juncal", que creo que no es mala.
Enrique:
A mi esto de llevar el toro a la gran pantalla me da un poco de miedo porque como bien dices siempre se van buscando otras cosas en el toro en lugar de mostrarlas como son.
Estaría bien si se preocupasen por aprender y por mostrar al público el mundo del toro. Si se mostrasen muchas historias ocultas que envuelven al toro ganaríamos muchos aficionados más y seríamos más comprendidos. Pero claro, a estos productores les interesa más el romance de tal con cual y cosas de ese tipo.
Yo no los espero. Para que hagan las cosas mal (como casi siempre) y nos echen más tierra encima mejor que no vengan.
Un saludo Enrique. Estos productores no saben lo que se pierden...
Como dice Xavier, "Los clarines del miedo", también merece ser salvada... Y para ver la dureza de la vida del aspirante a torero y posteriormente fracasado que no pierde la esperanza ni el señuelo de reverdecer algún éxito, "Mi Tio Jacinto".
Alguna vez propuse en algún blog, la posibilidad de reunirnos y que cada uno llevara "sus joyas", películas, documentales, corridas especiales... No tuvo eco y me quedé con las ganas. Ya se me ha pasado el ímpetu y no participaría, pero creo que sigue siendo una buena idea. Hay que tener en cuenta, que si nos siguen acosando, acabaremos en las catacumbas y perseguidos. Por tanto es bueno que se guarden los documentos...mientras se realizan otros.
Fabad, Xavier:
Torero la tengo por ver, el inconveniente es que la tengo en gallego, cosas de la vida, y me cuesta ver una película de toros en esa lengua. Me encanta la sonoridad de esa lengua, pero en el toro me produce sensaciones extrañas. En lo que sí coincido es en lo de "Mi tío Jacinto". Resulta brutal por la dureza de la realidad, cómo el tío trata al niño, no renunciando a ser un héroe, y cómo el niño se lo permite, aunque sepa que la realidad no es lo que le cuentan. Los clarines del miedo la vi hace mucho tiempo y me impresionó, aunque eché de menos algo más de toros.
Un abrazo a los dos
Alberto:
La demostración de lo que dices puede ser precisamente lo dicho por Fabad y Xavier, las películas a que hacen referencia, que precisamente huyen del falso tipismo. Puede que has`ta ese sea el motivo de la calidad que ofrecen. Pero cuando entramos en las castañuelas, entonces la cosa puede caer en barrena.
Un abrazo
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