viernes, 15 de noviembre de 2013

Curro Romero y Morante, artista genial y aspirante sin aspiraciones

Y le graduaron con el diploma de artista excelso y único.


Hace unos días estaba hablando de toros con un amigo, un joven amigo, pero con muchas ganas de aprender todo lo que tenga que ver con el toro, quizá una misión imposible, pero que es digna de alabanza. Él se encuentra en esa posición de separar el trigo de la paja y toda la información que le llega tiene que pasarla por el cedazo de su afición para poco a poco conformar su mapa de lo que ha sido la Fiesta a lo largo de la historia. Aunque esta depuración de datos cuenta con toda la minuciosidad de que es capaz, a veces se le cuelan opiniones tendenciosas y malintencionadas, con el único objetivo de ensalzar a un torero del presente, sin preocuparse si el nombre de un verdadero maestro queda dañado o no; les puede más el figurar como palmero oficial, que como aficionado cabal. Justo lo contrario de lo que desea mi amigo.

En tal conversación, mientras me sometía a un riguroso, y muy satisfactorio, interrogatorio de primer grado, llegamos a la figura de Morante de la Puebla, ese torero al que se le ha colgado el cartel de artista, de genialidad, excentricidad y creatividad extrema, pero que lleva ya un tiempo en el que no ha obtenido ningún triunfo rotundo que ponga de acuerdo a los taurinos 2.0, a los fieles de la fe morantista y a los aficionados rancios y frustrados que abogan por el toreo y la Fiesta de siempre, la que no ha evolucionado a golpe de trampas y maniobras fraudulentas, por el toro íntegro, encastado y con presencia, esos a los que no se sabe como clasificar y que unos llaman toristas, otros talibanes, otros integristas, otros amantes de la tragedia y no sé cuantas bobadas más.

Para mi amigo Morante es la representación más excelsa que se pueda imaginar del arte torero, el más grande de todos los tiempos, los pasados, presentes, futuros y los que están por inventar, pero claro, hay cosas que son difíciles de pasar así a palo seco. Tanta irregularidad, tantos detalles sueltos y ninguna obra completa, tan poco toro y tanto delirio que no siempre se llega a comprender, es lo que le llevó a cometer un sacrilegio de suma gravedad, aunque sirva como atenuante esa leyenda que se extendió en los últimos años en el ruedo de Curro Romero, el Faraón de Camas. Sin pensarlo me soltó: “yo creo que Morante es un estilo a Curro Romero”. ¡Noooooo! Él, mi amigo, tranquilo hasta desesperar a los que le rodean y cándido, expuesto a mentes perversas y retorcidas, se me quedó mirando sin saber qué hacer, si arrodillarse rogando mi perdón, si encomendar su alma al Supremo antes de que servidor le ajusticiara o flagelarse creyendo que me había ofendido en mi más profunda fe currista. Las tres respuestas eran innecesarias, pero no tienen nada que ver. Uno es la cara y el otro la cruz, si acaso tienen en común el haber nacido en Sevilla, Camas y la Puebla del Río. Pero no nos dejemos engañar por esa idea tan extendida como absurda, de que el torero artista da un muletazo cada vez que hay un eclipse lunar o cuando pasa el cometa Halley.

Sí es verdad que don Francisco fue un torero de impresionantes altibajos, durmiendo hoy en el infierno y entando en la gloria a hombros de toda la corte celestial, llegando a pasar más tiempo en las calderas de Pedro Botero cuando ya mayor, bastante entrado en años, se mantenía en los ruedos a pesar de todo, para en sus últimas temporadas vivir un renacimiento, con la ilusión de un chaval y el poso de un maestro cargado de experiencia, pleno de saber y exuberante de arte. Fue un torero que lo mismo hacía el paseíllo en Madrid en San Isidro, que fuera de feria, pues ya fuera con años, falto de facultades, irregular o como fuera, siempre interesaba, se le quería ver. No le recuerdo ningún lío matinal a la hora de los reconocimientos, es más, había veces que ante la arboladura de alguno de sus oponentes, los tendidos ya pensaban que allí no había nada que hacer y era entonces cuando “abría el tarro de las esencias”, expresión que le acompañó casi permanentemente. Toreaba en Sevilla las tardes que fueran, como en Las Ventas, si bien es verdad que era como actuar en el patio de su casa, pero antes se lo tuvo que ganar. Se decía que incluso era más currista Madrid que Sevilla; eso da lo mismo, pero sirve para hacerse una idea de cómo se le entregó una plaza a la que ahora califican de antipática, injusta, vehemente, escandalosa y mil barbaridades más.

No sé si habrá un torero más torero y más respetuoso que Curro, quien sufrió sin rechistar las tormentas de almohadillas, las broncas, el que un energúmeno se lanzara al ruedo para empujarle cobardemente. El torero se limitaba a rechazar la protección policial y a aguantar los golpazos de las almohadillas, no se le ocurría ni mirar a los tendidos en las broncas, y ante aquella lamentable agresión, con el estoque en la mano derecha, no hizo más que levantarse, erguirse ante el agresor y mirarle cara a cara. Pero ¡cómo toreaba! No había otro igual, con unos trastos que llamaban la atención por lo reducido de su tamaño, se movía con una naturalidad insultante, no se podía más, era para que todos los demás de luces se fueran a su casa, pero no se iban, ¿cómo se iban a marchar? Ellos también querían ver al maestro, faltaría más. Mecía el capote enganchando al burel en sus vuelos, llevándolo de un lado a otro hechizado, para dejarlo suelto después de la media. Un toreo muy recogido, sin aspavientos, sin alardes insustanciales, porque él sólo sabía torear, no entendía de milongas y pérdidas de tiempo. Con la pañosa, si el toro no le valía, abreviaba sin más, pero si se encontraba a gusto, con esa delicadeza, esa mano de hierro en guante de seda llevaba al toro donde los duendes le decían y si acaso, un desplante escondiendo la muleta y la espada, como si esperara alguna respuesta de aquel animal al que Curro Romero había sacado a bailar el vals. Matador habilidoso, sobre todo en sus últimos años, cuando las facultades eran suplidas por el oficio. Siempre afable, de poco hablar, de palabras pensadas y sin una voz más alta que otra, pero sin callar la verdad y cuando su voz no la decía, lo hacía su gesto. Recuerdo una tarde en Madrid en que Antoñete cortó tres orejas y él sólo una. A mí se me quedó grabado su toreo, incluso por encima del maestro de Madrid, el del mechón. Cuando le dieron la oreja y al ir a dar la vuelta al ruedo hizo un amago como para echar a andar y pararse, sonriendo con complicidad al público que les esperaba para entregarle toda su locura acumulada. Al salir de la plaza le preguntaron si no sería que Madrid era más currista que la mismísima Sevilla; él sonrió de nuevo y contestó que en Madrid él se sentía muy a gusto, justo cuando el público echaba para la calle Alcalá con la incredulidad y la felicidad iluminándole el rostro. Este es Curro Romero, el que tantas veces descerrajó la Puerta del Príncipe y la Puerta de Madrid, así, con dos vueltas de llave, una verónica, la media, dos naturales y un kikirikí, la llave maestra que abre las puertas del cielo, si hace falta.

¿Y Morante? Pues Morante de la Puebla es el mismo al que le ríen las gracias de ofrecer unas gafas al señor presidente por no concederle una oreja, que se encara con el tendido y se atreve a invitar al público a bajar al ruedo si no le gusta lo que ve. Algunos a eso lo llaman genialidad, pero otros lo llamamos soberbia. Claro que es un artista, un genio del toreo, el que piensa que esa genialidad le da derecho a que en su nombre se exija cumplir sus caprichos en los corrales de las plazas, haciendo desaparecer al toro en beneficio de esos sucedáneos que tanto le gustan a él y a sus colegas de francachelas taurinas. Que se despacha a gusto con esas teorías paradigmas de la estupidez en las que el toro tiene que caber, no sé cómo, en la muleta. este es el torero que enamoró a Madrid cuando aún veía el toro, sin exageraciones, con unos cuantos quites de capote, pero tanta ha sido la vergüenza posterior, que casi nos ha borrado aquellos capotazos a la felicidad. Vale que toreaba con unas maneras que te hacían buscar una alimaña gigantesca en la arena, demasiado forzado, en exceso anacrónico y un tanto amanerado, imitando el toreo pintado de blanco, verde, negro y azul turquesa, pero se le permitía porque se pensaba que estaba buscando su camino. Ahora ya ni eso, las posturas de foto que esconden sus mañas para el alivio, sus actitudes que destacan por encima de su toreo y esa negación a querer volver a ser torero y no sólo parecerlo. Uno era convencido morantista, pero antes creo que nos debemos a la Fiesta y no a los festeros, es cuestión de lealtad a una idea. Resulta duro ver evaporarse una ilusión, pero mucho peor es enterrar una esperanza. No recuerdo ninguna tarde en que Morante durmiera en un calabozo vestido de torero por negarse a matar un toro, pero tampoco le recuerdo tomando la libertad para irse a la plaza y acabar eclipsando al mismísimo Rafael Ortega. A todo lo más, le vi salir de la enfermería con la frente suturada para poner tres pares de banderillas y apuntar más lo que podía ser, que lo que luego ha sido. ¿Iguales Curro y Morante? Por supuesto que no. Lo que siento es que mi amigo no llegara a ver a Curro, aunque entonces estoy seguro que se entregaría sin reparos a los brazos de la locura. Y ya sabes joven amigo, Curro Romero y Morante, artista genial y aspirante sin aspiraciones.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Con todo respeto señor Martín.
Desde el año 93 viene a Madrid y no conquista una puerta grande,anda por las 6 o 7 orejas y ná.
Se supera usted tarde a tarde.Vale.
Manu.

MARIN dijo...

Uff Enrique, me has tocado las teclas de la sensibilidad. Con Curro y con Morante, con los dos. No se puede describir mejor la comparación, y a la vez la distancia, entre Curro y Morante.

Fue con quince años cuando acudí la primera vez a la maestranza. Era un lunes 10 de Abril, y el cartel era Curro Romero, Rafael de Paula y Litri con una corrida de toros de Jandilla. Tenía especial ganas de ir aquella tarde. Primero por ver a Curro y a Paula, y después porque toreaba aquel torero de la dinastía de mi tierra, que tanto interés estaba despertando desde que tomó la alternativa, a Litri. Fue ver a Curro salirse desde el tercio hasta el centro de la plaza con el capote con aquel toro, y rematarlo con esa media tan especial, que te me hizo saltar del asiento y gritar "¡viva la madre que te parió!". La gente me miraba y creían que aquel chaval estaba loco. Tan solo lo he vuelto a decir otras dos veces en mi vida, una en Sevilla otra vez y otra en Huelva, y las dos veces con Curro.

Con Morante he estado a punto, y mira que me gusta, pero no llegó nunca hasta ese punto de éxtasis. Yo sigo esperando al torero, al de la Puebla del Río, pero lo espero igual que a Curro, con su humildad, son su toreria hasta en los andares, con su sencillez...aunque creo que Curro era único e irrepetible. Esa es para mi la diferencia.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Las disculpas del caso por el error.No es año 93,es desde el año 99.
Muchas gracias.
Manu.

Manuel Moli dijo...

Buenas sr Enrique: Bien la descripción del faraón pero no comparto eso que has dicho de que si un toro no le valía abreviava, todos los toros valen cada uno tiene su lidia e igual que se le exige a un matador hay que exigirle a otro. Un saludo

Unknown dijo...

Malos tiempos los actuales para establecer comparanzas, la razón principal, la ausencia total y absoluta unida a la falta de respeto hacia el máximo protagonista, aquel que puede llevar en volandas a la gloria a quien se pone delante.

Mi sufrido sentimiento morantista, cada vez más desleal, se aleja dolorosamente de aquel proyecto de torero de pellizco, de Arte con mayúsculas, diferente y personal.
Me duele Morante: Su trayectoria de los últimos años, sus infames apoderamientos, sus elecciones de ganaderías dóciles, sus salidas de tono en el uso de la palabra fuera y dentro de los ruedos...
Y aunque me cuesta el olvido, y aún conservo un par de gramos de delirio en rama de aquellas tardes de magisterio y emoción sobre todo manejando el percal, necesito más.
Muero por recuperar aquel vicio de "escribir por las paredes" que un día el de La Puebla me metió en vena. Más, me temo que ya redacté la carta con la que me despedía.

De Curro, TODO!. Incluidas esas tardes de cataclismo, pues también ahí, los más grandes demuestran por qué lo son.

No soy muy partidaria de establecer símiles, nunca entre toreros, más aún cuando la balanza
acabaría echa añicos por el peso ni más ni menos que de todo un Faraón. Pero, en este caso, vuelvo a felicitarte por la habitual elegancia con que estableces las diferencias.

Un abrazo y perdón por la parrafada.

Enrique Martín dijo...

Manu:
Muchas gracias. Y ya no es quizá tanto por las puertas grandes, es que tampoco ha dado sensación de poder abrirla con fuerza, que es todavía peor.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Casi na'. Si es que parecía que no quería hacer ruido y con una media reventaba la plaza y te hacía saltar. Y se marchaba como si no hubiera pasado nada. Y es verdad, es irrepetible y a veces injustamente juzgado, quizá por la contemporaneidad, pero creo que puede haber sido uno de los más grandes.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Manu:
Apuntado queda. Yo tampoco había echado las cuentas.

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Viva las parrafadas. Es verdad que no hay caso, ni posibilidad de comparaciones y todo esto viene al caso por ese amigo joven y porque ya he escuchado esto más veces. Quizá mi intención ronde más el decir que no se puede comparar, que no el intento de comparar tal cual. Igual es más fácil ver lo que les separa, que no lo que los une. Para mí Morante es el clavo ardiendo al que nos queremos agarrar, pero igual ya no es posible y nos tenemos que dejar caer.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Moli:
No es que no le valieran, es que en lugar de estar perdiendo el tiempo y actuando para hacer ver que el toro no iba, él tomaba la espada y no perdía más tiempo. Él sabía lidiar, claro que sí y cuando pegaba eso que puede parecer un trapazo pasando la muleta por encima de la cara, estaba quebrantándole para poder entrar a matar. Si el hombre sabía muy bien lo qu e se hacía.
Un abrazo fuerte

Oscar1975 dijo...

Yo, apenas he visto a Curro, salvo sus últimos años. Mucha gente que lo vió en plenitud y desde siempre, dice que Curro y Paula no le llegan a la suela de los zapatos a Morante. Yo, por lo que he visto en videos, creo que tienen razón. Creo que Morante, es el mejor y más completo de todos los artistas desde hace muchas décadas.
Morante cuaja TODOS, y cuando digo TODOS es TODOS los días toros con el capote. Toros de distintas embestidas, distintas condiciones, de forma muy disinta y con una técnica adecuada a cada toro. Eso en Curro o Paula era rara avis. Tanto es así, que ya hasta lo vemos normal.

Morante ha cuajado muchos toreros con las banderillas. Recuerdo el tercio de banderillas de la encerrona de Madrid en el 2007, o el tercio de banderillas en Ronda, o muchos otros en muchas plazas de España y Francia. ¿Cuándo Curro o Paula?

Y Morante cuaja con muleta muchísimos toros a lo largo de una temporada, rara avis en Curro o Paula, y además no es necesario que le toquen toros de bandera para hacerlo. Pero además con un registro técnico, con arte y con tantas cosas, que verlo te recuerda todo el siglo xix y xx del toreo.

¿Quieres cosas de Joselito el Gallo? Morante ¿De belmonte? Morante....tiene cosas de pepín, de pepeluis, de Bienvenida, de Ordoñez, de Paula, de Domingo Ortega....MORANTE es en un solo torero, el resumen de todo el toreo. Y para mí, ésto es la mejor descripción de Morante.

Lo único que no me gusta de Morante, es la espada. Ahora, porque en sus principios era muy bueno.

Creo que es normal, que haya aficionados que siempre piensen en el pasado, porque les recuerda a su juventud, o porque se lo han contado y lo tiene idelizado. Pero yo pienso así.

Y luego, hay gente que siempre que se habla de Curro y Morante, sacan a relucir las puertas grandes de Las Ventas de uno y otro. Hombre, hay varias cosas que precisar:
1) Curioso que tiren de estadísticas, cuando no son toreros de estadísticas.
2) Que Morante ha tenido en su espada, 4 PG mínimo en Madrid. (2001, 2003, 2007 y 2009)
3) Y lo más importante. Las PG de Curro en Madrid en produjeron en los años 60,s cuando se lidiaba un toro en Madrid, que ahora no valdría ni para Aranjuez. En ésa época, era normal ver corridas con 2-3 toreros por la puerta grande.. E incluso sin contar orejas.

Creo que es comparar dos épocas diferentes, con dos fiestas muy diferentes. Para mí, son dos grandes toreros, que Curro por la época seguramente haya alcanzado socialmente, y más en Sevilla, mayor consideracion, pero como torero creo que Morante se sitúa muy por encima. Es mi opinión.

Enrique Martín dijo...

Óscar1975:
Normalmente intento contestar a toas las personas que me honran dejando aquí un comentario, ya sea opinando en contra de mis opiniones, incluso en algunos casos careciendo de la más mínima educación, ofensivos, de todo tipo, pero en este caso, permítame que me abstenga de ello, pues no acabo de adivinar si su comentario es en serio, en broma o todo lo contrario. No le veo sentido, no creo que lo tenga.
Un saludo

Anónimo dijo...

Chapó a Oscar75..... Sabe lo que habla.

Los que nombra el autor con todos mis respetos, como paradigma del toreo no han visto el TORO de Morante ni en el vidio.

Cuidado R.de Paula y sus petardos. Ese si que sí ni una Puerta Grande, pues no se entiende la Campaña, de nuevos aficionados, contra Morante.

Saludos.


Un aficionado veterano.

Enrique Martín dijo...

Aficionado veterano:
Enhorabuena, veo que ustedes son legión, Sigo dudando si hablan en serio o si esto es el Festival del Humor.
Saludos

I. J. del Pino dijo...

No me uno al festival del humor Enrique, pero hay muchas cosas del comentario de Oscar1975 que comparto. Procedo a explicarme y a disentir nuevamente...
Para mí el maestro Romero es uno de los intocables de esta liturgia. Como dice él: no es un mediocre y antes que medio torear, prefirió no hacerlo y sacar la esencia cuando salía "su toro". El toro de Curro nos guste o no, queramos reconocerlo o no, hoy en día es muy similar al "toro" de Morante.
El faraón toreaba de capote que daba gusto verlo, como gusto da ver a Morante.
De muleta, el Faraón era un prodigio por lo siguiente: nunca he visto torear a nadie llevando tan metido al toro en la muleta sin bajar la mano. Ojo, no es una crítica, todo lo contrario, hace falta mucho más temple para torear a su altura que para torear sometiendo.
De Morante con la muleta he de decir que los lleva más por abajo, que la colocación para mí es buena y que tiene regusto y duende. Que no revienta Madrid?, pues no, pero como otros muchos a los que no cambio por aquellos que han salido a hombros por ejemplo este año.
Toreo muy diferente al del faraón, y toreo que bebe de una fuente a la que quiere parecerse, PERO SIN CONSEGUIRLO, que es Rafael de Paula, del que me consta sigue intentando aprender.
Morante es Morante, y con independencia de que diga bobadas o no, que el de Camas también las ha dicho, y el gitano ya ni te cuento, para mí es un torero grande y sinceramente, alejado de la tauromaquia 2.0 por muchas cosas y si no, fíjate en la faena al Victorino en Francia este año.
Tema toros: Ni Curro ni Morante, en las Ventas o fuera de ellas han matado nunca leones y la frase "el toro tiene que caber en la muleta" no es baladí Enrique, es pura física si bien admito que en ocasiones, esos toros que literalmente no caben, acaban pasando por donde deben y ahí tenemos un gran misterio y por ello cuando ocurre, nos emocionamos.
Una vez un periodista de los buenos, al que admiro un montón, nos contó muchas cosas sobre la morfología de los toros y sobre sus embestidas en función de ella (pregúntale a Gonzalo que estaba presente). Desde entonces, es otro dato más en el que me fijo además de en lo que nos fijamos todos ( el toro es mucho más físicamente que trapío, cuello, etc) y le doy la razón.
Por lo demás, creo que comparar o parecerse a alguien, es incluso negativo en esto del toreo. Es mejor que cada cual saque lo que lleva dentro.
Saludos.

Anónimo dijo...

Señor Martin, tiene usted toda puñetera razon. Yo como no vi nunca a Curro, pues me callo sobre el. Pero como si le he visto a Morante unas cuantas veces. Pues digo alto y claro que es UN LADRON UN SINVERGUENZA Y UN ANTITAURINO. Y la unica vez que no ME HA ROBADO, fue en el 2005 en Illumbe Don Ostia, con toros de San Martin con el Finito y El Cid. El resto de las veces, SE ME HA DESCOJONADO EN LA PUTA CARA.
Un buen escrito señor Martin, un saludo.
Kaparra

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Hay una cosa en la que no coincido y es en que los dos matan el mismo toro. Es verdad que Curro no toreaba leones, pero al menos en Madrid, mataba bastante más toro que el Morante. Y es que lo que les sale ahora a estos no ha salido nunca. Sobre lo de Madrid, igual si no llega a triunfar en aquellos años de los quites, igual no habría trascendido tanto, porque date cuenta que poco más ha hecho, es como el caso de la cuadrilla de Castaño, de Fandiño en su momento, de la ultimísima fase de Mora y de tantos novilleros que con unas verónicas o dos muletazos, de repente los han querido hacer figuras. ¿Y por qué no entra ahora en Madrid? Hombre, Madrid no es ningún misterio, lo quieren convertir en lo que no es y que no triunfan determinados toreros, porque nos caen mal. Excusas de mal estudiante, porque de siempre, en esta plaza en el primero te podían estar odiando y en el segundo pidiéndote en matrimonio, pero algunos no quieren ver lo que son y el por qué no "entran en Madrid", que no quiere decir que sea cortando orejas o saliendo a hombros, y le echan la culpa al empedrado.
Mosquea que Morante, desde que se lió con Curro Vázquez no ha conseguido entrar en Madrid. Pero ellos mismos se lo complicaban. En Madrid se llevan mal los líos de corrales, es de esas cosas que nunca se llevaron bien y eso que ahora se lleva bastante mejor. Yo he visto como muchas veces no había empezado el paseíllo y la bronca ya estaba montada. Y es que aparte de al torero, a Madrid le gusta ver a los toros, que es algo que estos tampoco entienden.
Lo de caber en la muleta sigo pensando que es un mal invento y hay una forma muy sencilla para que quepa en la muleta cualquier toro nacido de vaca. Póngala usted derecha. Aunque tal y como se ponen, con el pico ya les vale. Morante apuntaba grandes cosas y quizá lo que pensábamos que iba a ser es lo que nos animó, pero él ha preferido empezar por el truco y el alivio, lo mismo con el capote, con el que toreaba como los ángeles, que con la muleta, que no rendía a la misma altura. Además de esa forma de torear sin pensar en lo que tiene delante. Ya pasaba hace unos años, que era verle a él, mirar al toro y pensar que uno de los dos estaba en el lugar equivocado. Él parecía que estaba peleándose con un marrajo de hace cien años y el toro por su parte bastante tenía con aguantar en pie. El ser un gran torero, simplemente bueno, un tramposo o un mal torero, sólo depende de él y que piense que eso no reside en las excentricidades que de anécdotas hace que se conviertan en elementos centrales de su actuación.
Ójala podamos volver a ver al Morante pasado y al Morante que creímos vislumbrar hace años.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Kaparra:
No voy a ser yo el que diga que Curro era un ejemplo de entrega cada tarde; eso sería motivo suficiente para la camisa de fuerza, pero Morante además se cree en el derecho de hacer lo que le dé la gana, cuando le dé la gana y encima, si se tercia, dejar bien claro que se va a limitar como mucho, a despachar los toros y punto, como si nos castigara por haber sido unos niños malos. En algunas ocasiones aparecen unos rasgos de soberbia que mejor se los podía meter en algún sitio muy privado. Y a ver si de una vez le da sólo por torear.
Un saludo

I. J. del Pino dijo...

Enrique, en el tema del eterno baile de corrales, como aficionado, te doy toda la razón. Al César, lo que es del César. Hay un par de apoderados por ahí que debieran tener prohibida la entrada antes de las cinco de la tarde, aunque ahora bien es cierto que ya no está Curro Vázquez con él y sigue ocurriendo lo mismo.
No siempre voy a escribir para disentir..

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Si disentir es lo que tú haces, con argumentos y máximo respeto, adelante y que no falte. Lo que no me entusiasma son esos que te dicen que es que tienes envidia y ahí se quedan. Al menos con el intercambio de pareceres se avanza.
Un abrazo

Unknown dijo...

Muy buena publicación!
Amo el arte taurino, soy muy aficionada, yo he leído en algunos blogs de españa de la ganadería barraba de Mexico, ustedes que me pueden decir de ella yo digo que se convertirá en una de las mas importantes de mexico. Saludos. http://blog-de-tauromaquia.blogspot.mx/2013/10/luis-alvarez-saiz-herencia-brava.html

El Secreto de la Bravura dijo...

Enrique:

Personalmente me gustaba Morante pero me gusta más el toro. No sé si será porque al toro lo trato más que a Morante, pero el toro me puede más. Y si tengo que elegir entre el toro y Morante voy a ver al toro. Lo ideal sería ver a Morante con el Toro, pero parece ser que esa unión no le gusta demasiado al sevillano.

Además Morante me ha defraudado con los bailes de corrales y los animales que mata. Ultimamente es capote y poco más y a la suerte de matar le tiene la misma manía que al Toro de verdad.

La profesión de Torero se basa en ser capaz de dominar a un Toro, sea del encaste que sea y tenga el trapío que tenga, y de darle muerte lo más dignamente posible. Si además se crea arte perfecto, pero no obviando lo anterior. El arte sin toro, sin dominar y sin darle una muerte digna al toro, para mí, es algo superficial. No podemos obviar el fundamento esencial de la lidia y la tauromaquia.

Con respecto a Curro Romero no puedo opinar puesto que no lo he visto en activo, solo lo he visto en videos.

Un abrazo amigo Enrique y enhorabuena por no dejar a un tema de este trapío en los corrales y echar otro que "quepa en la muleta".

Anónimo dijo...

Enrique te felicito por un excelente artículo cargado de tanta ironía como verdad, verdades como puños. Es cierto que Morante no ha toreado lo que Curro, es que si Morante hubiese toreado aquellos toros se habría tenido que retirar de la profesión hace tiempo. Lo peligroso del toro no son los kilos, sino la casta y la velocidad con la que embiste. La casta que se toreaba en aquella época no es la borreguez actual, salvo contadas excepciones.

Ganaderías que ha toreado Curro Romero como: Conde de la Corte, Hoyo de la Gitana, Sanchez Cobaleda, Guardiola, Galache, Villamarta, Buendía, Barcial, Prieto de la Cal, Concha y Sierra, Samuel Flores, Pablo Romero, Saltillo, Arranz, Graciliano, Urquijo, Baltasar Ibán, Ana Romero, Conde de la Maza, María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, Murteira Grave, Celestino Cuadri, Sánchez Arjona o Victorino Martín (ésta sí), sólo las ha visto Morante en la colección de Tierras Taurinas de André Viard.

Como un detalle de su genialidad voy a relatar una anécdota que me contó un buen amigo y gran aficionado Pues bien, resulta que la genial Lola Flores estaba sentada en una barrera del 9, en esto que Curro parece que va a pegar uno de sus mayores petardos. En esto que la genial cantante y bailaora se echa unas carcajadas que se oyeron en toda la plaza. Curro se da la vuelta, la mira con una mezcla de seriedad y desprecio, coge la muleta, se pone a torear como los ángeles y rinde al público a sus pies cortando las dos orejas del toro.

Así era CURRO

Saludos
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Fernanda:
Tengo que reconocer mis carencias sobre la tauromaquia mexicana, de la que voy aprendiendo poco a poco. Para juzgarla, como mínimo me gustaría verla en plaza. En cuanto a la presentación, de eso vamos viendo fotos que no dejan en muy buen lugar a los lidiadores, pero tampoco puedo afirmar si en algún caso son toros de este hierro.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Alberto:
Esta faena tan ajustada y medida es quizá el fundamento de la afición. Se empeñan en diferenciar toristas y toreristas, pero no reparan en la afición a la Fiesta. Todos hemos tenido toreros que nos hacían sentir cosas, pero antes que nada, el toro. Así de fácil y así de complicado.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Seguro que habrás oído eso de que las figuras siempre han elegido ganaderías, que es verdad, pero es que había veces que pedían a los que tú has nombrado, ni más ni menos que para dejar claro quienes eran.
Un abrazo