viernes, 31 de enero de 2014

El Juli: Respeto a todos los valores que representamos



Los toreros que representaban valores del Toreo


Tengo que reconocer que no sé por donde coger a Julián López, motejado como “El Juli”, no acabo de saber si está mal aconsejado, si le obligan las circunstancias y pactos firmados con sus compañeros de profesión o si su entorno le mantiene en una burbuja, una nube de vanidad y extrema egolatría que le mantiene alejado de la realidad y el sentido común. O una carga sobresaliente de cinismo, aunque no creo que esta circunstancia se dé en el torero de Velilla; otra cosa sería si habláramos de Roberto Domínguez, quien parece encontrarse sumamente cómodo en su maquiavélico papel de un Yago taurino que cambia la oreja de Otelo por la de Julián y sus allegados. Aunque si alguien asegura que no hay razonamiento menos real que este, tendré que darle la razón, pero de momento prefiero seguir creyendo en el buen fondo del espada.

Otra cosa es la opinión que me merecen los comentarios, actuaciones en el ruedo y fuera de él y toda esa bruma asfixiante que acompaña al Juli en su deambular por el mundo del toro. A lo largo del tiempo ha interpretado a la perfección el papel de figura dominante; allí está él cuando hay que entrevistarse con los políticos, ofreciendo su apoyo con su presencia a las puertas del Congreso el día en que se votaba la admisión a trámite de la famosa ILP, defendiendo los derechos de imagen de los toreros en las corridas televisadas, formando parte de los sucesivos grupos de presión compuestos por toreros, asumiendo su soledad ante varios de estos compañeros que le dejaron abandonado a su suerte frente a empresas y televisiones, hasta sacando la cara por los novilleros, solicitando mayor comodidad para los chavales o abogando por la modernidad de la Fiesta que tanto le preocupa. Son muchas sus aportaciones, aunque para el aficionado más bien parece todo un deseo inagotable por alcanzar mayor comodidad, menor riesgo y esa desmedida sed de  idolatría a su persona, la de la figura de la Tauromaquia 2.0 que dicen que es, de esa modernidad devastadora que predica sin vergüenza.

Su última hazaña ha sido lo de Sevilla, ese plante que si no te lo explican muy bien, pero mucho, tiene toda la apariencia de una extorsión perpetrada por cinco toreros que se creen con derecho a todo, a decidir quien lleva una plaza, si se televisa una feria o no, quién la retransmite, los compañeros de cartel, el ganado y hasta cómo se debe comportar el público, siempre rendido a sus pies, por supuesto. Unas fuentes de arte primoroso que hay que cuidar y mimar. Y en estas melopeas de arte y divismo, a don Julián no se le ocurre otra cosa que intentar explicar la causa última, el origen de esa autoexclusión de la Maestranza durante la Feria de Abril de 1014. Nos han vomitado varios motivos, pero yo me quedo con una frase que encierra tanto la falta de modestia, como la lejanía con respecto a la realidad, como la ignorancia de lo que ha sido el Toreo. Julián López exige a la empresa de Sevilla El “Respeto a todos los valores que representamos”. Aparte de la constante de “el respeto”, esa gran obsesión de las figuras actuales, quizá las más contestadas de la historia; el respeto que se les tiene como a todo hombre que se viste de luces, aparece eso de “los valores que representan”. “Pa’bernos matao”. Que no digo yo que no representen algún valor, pero a mi juicio distan años luz de los que siempre han presidido el mundo de los Toros. Valores que por otro lado no han dudado en pisotear tarde tras tarde desde hace años. Valores que pretenden subvertir y sustituir por la entronización de la vulgaridad, la trampa, el fraude, la mentira y la corrupción en los Toros.

Confunden “respeto” con “idolatría”, con sumisión absoluta y acatamiento de los caprichos de unos señores que están en el polo opuesto de lo que siempre se ha considerado una figura del toreo. Morante es la encarnación del arte por un par de quites en la plaza de Madrid y poco más, pues desde que le acogió Curro Vázquez, su trayectoria quedó marcada por el escándalo y la permanente presencia del mojicón con cuernos domecqsticado. Manzanares es el desencadenante de la locura entre un público más preocupado por otros factores que parecen camuflar ese toreo crispado desde las lejanías, aunque según dicen, compone muy bien; esperemos escuchar pronto alguna de sus sinfonías. Talavante, el torero que sorprendió por su quietud, que hasta podía recordar a José Tomás, pero que como muchos, tomó el camino de la facilidad y se aprovechó de la inercia de sus buenos inicios, hasta alcanzar unas elevadas cotas del ridículo aullando delante de un moribundo en Mérida. Perera, un caso con cierto parecido a Talavante, sin cante y bastante más vulgar, pero que cree caminar dos palmos por encima del resto de los mortales, con unas gestos y unas maneras que dejan ver hasta asomos de soberbia y desprecio hacia el público que no le es afín. Y Julián, el niño prodigio, al que creo que se le ha valorado más por o que se pensaba que podría llegar a ser, que por lo que realmente ha sido. Se le supone poder para enfrentarse con todos los toros, pero se cuida muy mucho de hacerlo.

Estos son los que valores que representan estos señores que visten traje de luces, pero que pueden parecer cualquier cosa, menos toreros, porque los toreros, aún embutidos en un saco de patatas, siempre se ven toreros. Confunden la soberbia con la majeza, el orgullo y la chulería que debe rebosarles. Esa misma majeza la mudan en burda astracanada. Quieren disfrazar de torería el histrionismo más propio de una revista de varietés y pretenden que pase como Toreo, como arte, la monotonía insoportable que nace de su escasa capacidad, nula afición y exagerado egoísmo y preocupación por su bolsillo. Pero nada, aún así tendremos que escuchar como Julián López, El Juli, tiene el valor de reclamar “Respeto a todos los valores que representamos”. 

6 comentarios:

MARIN dijo...

Y mira que Julián me tiene ahí entre un "que si sí, que si no", pero es que el refranero español es muy sabio y nunca es mas verdad eso de que "por la boca muere el pez".

El año pasado hice un esfuerzo tremendo por verlo con los Miura en Sevilla. Uno de Victoriano del Rio nos quitó esa posibilidad, aunque después tambien nos regaló la de ver a Escribano, pero bueno. ¿Y sabes lo que te digo?, que ya uno esta muy harto. Mira, si quieren venir que vengan y sino, paso libre para otros toreros. No pienso calentarme ni un solo segundo mas. El torero existe desde hace siglos y no va a desaparecer con estos. Al carajo...

Anónimo dijo...

El respeto debe tenerlo por los que pagan por verlo y no engañarlos.
Los mal llamados modestos,con los toros que torean,son hoy en día lo único de verdad que vemos en los ruedos.Bien por el artículo,como ya es costumbre.
Docurdó.

I. J. del Pino dijo...

Pues básicamente coincidimos. Me explico: los 5 magníficos hacen muy bien en plantarse exigiendo respeto, peeeero, ese respeto que piden es un respeto "trampa", es un respeto para sí, olvidándose del resto de sus compañeros, los modestos, los que no pueden elegir, los que no negocian dineros porque sólo quieren torear. Las "explicaciones" que por separado dan tanto Juli como Perera, sobre todo las de éste último, han convencido a muchos. A mi desde luego no, y no lo han hecho porque sinceramente me encabronan ciertos privilegios de figura, que no dudo que no se los hayan ganado, pero cuando el privilegio roza el capricho o la tiranía del que lo exige y va en detrimento de la variedad, de la competencia, de la pluralidad y versatilidad en los carteles, flaco favor le hace al público y a los propios compañeros a quienes envían al ostracismo de carteles "b".
Que si yo quería ese día, que si quería esa ganadería, que si ese cartel..., por favor, Sevilla tiene una feria, o tenía porque ahora la verdad es que no se sabe qué va a pasar, lo suficientemente extensa y con ganaderias lo suficientemente cómodas como para que los 5 se reivindiquen como figuras cualquier tarde si eso es lo que buscan. No me vengan con monsergas de que si un año les bajaron los dineros a cambio de tratarlos bien al año siguiente porque eso es una inmoralidad para con los compañeros por cuya dignidad dicen que luchan, para esos a los que les dejan las migajas que ellos no quieren y por quienes no dicen ni pío cuando se comete una injusticia con ellos como la cometida con Castaño en Castellón (con independencia de gustos) o con Ferrera y Juan de Álamo al no verlos anunciados en las primeras ferias.
Perdón por el rollazo. Un saludo, amigo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
No sé si desaparecerá por estos, pero la verdad es que están haciendo verdaderos esfuerzos por conseguirlo. Ojalá que sean torpes para todo y que también lo sean para esto.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Docurdó:
Muchas gracias. Que verdad más grande, lo que más se acerca al Toreo es lo que se llaman modestos, los que esos taurinos califican de segunda división, y no se sonrojan. No sé por qué, aunque uno se lo imagina, a esa pantomima la consideran arte, cultura y no sé que más cosas, justamente las que se aplican a la verdadera Fiesta de los Toros.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Rollazo ninguno, enriquecimiento del blog. Pues ahí los tienes, adjudicándose unos privilegios que yo dudo que se hayan ganado en el ruedo. Quieren decidir todo, se enfadan, manejan, quitan, ponen, pero no se atreven a decidir nada en el ruedo, ellos quieren ir cómodos, sin molestar y sin que le molesten. Como decía, unos han rentabilizado al extremo lo escaso hecho un día y otros esas expectativas que se depositaron en ellos hace mucho tiempo. Y mientras, la Fiesta se defiende como puede para intentar mantenerse a flote y sobrevivir a los ataques de los de dentro y los de fuera.
Un abrazo. Espero verte pronto, allá por el 15 de este mes